Medio centenar de megalitos alineados conectan la cuenca del río Duero con la montaña cántabra

Foto: El menhir de Piedra Alta, en San Pedro Samuel (Burgos), está rodeado por los molinos de un parque eólico. UBU/UVA.

En el frío páramo de Villaescobedo, enclavado en el Valle de Valdelucio (Burgos), yace una descomunal piedra partida y derribada que ha servido de refugio improvisado a varias generaciones de pastores. Un equipo de arqueólogos españoles acaba de publicar una investigación que revela que este bloque fracturado es mucho más que un paravientos. El pedrusco, conocido como el menhir de la Cuesta del Molino, forma parte de uno de los mayores enigmas del megalitismo español. Tras más de 20 años de trabajo, los autores han localizado medio centenar de menhires que, aparentemente, forman un alineamiento que conecta las vegas de la cuenca del río Duero con la montaña cántabra. Como los mojones de una autopista de la Edad del Cobre.

Vía: Manuel Ansede | Público.es, 8 de septiembre de 2008

Para el arqueólogo Miguel Ángel Moreno, de la Universidad de Burgos, la fila de menhires, de 100 kilómetros de longitud, pudo marcar una ruta para los ganaderos trashumantes, hace unos 4.000 años. "La alineación atraviesa zonas de ocupación ganadera más que agrícola, y un caminante podía seguirla, cruzando valles y montañas, sin mojarse los pies", explica.

Piedras mudas

Moreno, acompañado del catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, Germán Delibes, ha comenzado un largo y complejo proceso de datación de los menhires para corroborar su hipótesis. Estos monumentos son elementos mudos desde el punto de vista arqueológico, pero los arqueólogos necesitan comprobar que los 50 monolitos son coetáneos para confirmar su teoría de la alineación. "Una piedra puesta en medio del campo puede ser un mojón contemporáneo o, simplemente, una piedra que los mozos del pueblo han puesto en pie, porque al ser humano le gusta monumentalizarlo todo", apunta Moreno.

La primera datación absoluta, la del menhir de la Cuesta del Molino, publicada en la revista Zephyrvs de la Universidad de Salamanca, ha ofrecido resultados sorprendentes. Moreno y Delibes simplemente buscaban datar las piedras hincadas, pero se han topado con los huesos de dos individuos, de entre 17 y 25 años, enterrados bajo la piedra en época prehistórica y rodeados por un sencillo ajuar funerario compuesto por unas pocas piezas talladas en sílex y los restos de al menos dos vasijas de cerámica hechas a mano. "Los enterramientos asociados a menhires son una novedad absoluta en España y posiblemente en Europa; los primeros sorprendidos somos nosotros", asegura Moreno. Las dataciones de carbono-14 del yacimiento suponen, además, otro rompecabezas para los arqueólogos.

El monolito se izó hace unos 4.400 años, pero la cronología de los huesos refleja una antigüedad de unos 2.900 años, en un momento avanzado de la Edad de Bronce. Para los autores, "Esto significaría que entre la hincadura del menhir y la construcción del túmulo medió la friolera de quince siglos".

A su juicio, esta incongruencia temporal obligaría a pensar que la tumba heredó la carga simbólica del menhir pese al milenio y medio transcurrido. Un buen ejemplo de este tipo de legado místico es la iglesia de Santa Cruz, levantada sobre un dolmen neolítico en Cangas de Onís (Asturias).

Este verano, los investigadores han encontrado fragmentos cerámicos y piezas de sílex de origen prehistórico en el menhir de Las Atalayas, en Avellanosa del Páramo (Burgos); como antes hicieron en el menhir de Cantohito, en Revilla de Pomar (Palencia), y en el menhir de Piedra Alta, en San Pedro Samuel (Burgos).

Estos resultados parecen confirmar la hipótesis de la alineación intencionada: los eslabones de este collar de piedras son sincrónicos. La mayor parte de estas cuentas ha perdido todo su simbolismo, como demuestra el menhir de Piedra Alta, acorralado por los aerogeneradores de un parque eólico. No es el único.

El propio Moreno ha presentado decenas de alegaciones a otros tantos proyectos de plantas eólicas que amenazan a los megalitos españoles. Según sus cálculos, 40 yacimientos inventariados oficialmente están afectados por parques construidos o proyectados. "Dólmenes y menhires son patrimonio arqueológico, pero la industria nos puede; estamos en un grito permanente", lamenta. Algunos dólmenes, como el de La Serna, cerca de Burgos; o el sepulcro megalítico de Longar, en Viana (Navarra), se han salvado "de milagro".

Uno de los obstáculos para resolver el enigma de la Cuesta del Molino es la escasa investigación del megalitismo español. De los 500 menhires que se conocen en España, sólo se han excavado unos 10, y de forma somera. Según Moreno, su trabajo es el primero que lleva a cabo un estudio concienzudo de los menhires. Además, los pueblos que levantaron estos monolitos hace 4.000 años constituyen lo que los arqueólogos denominan una civilización de muertos. "Sabemos cómo se enterraban, pero hay un gran vacío sobre cómo vivían, aunque se supone que lo hacían de manera itinerante, como los indios de las películas", razona el profesor de la Universidad de Burgos.

Conexión con las estrellas

El astrofísico del CSIC Rodrigo Gil-Merino, del Instituto de Física de Cantabria, está colaborando con Moreno y Delibes para estudiar una posible vinculación entre los menhires y la astronomía. De momento, todo son hipótesis. "En el neolítico, en algunos dólmenes de corredor [en los que la cámara mortuoria está precedida por un pasillo], ese corredor apunta a una misma dirección, que se corresponde con la salida del sol en mitad del invierno, pero en el caso de los menhires no podemos establecer todavía ninguna relación con la astronomía", aclara Gil-Merino.

En el conjunto de Carnac, compuesto por unos 3.000 menhires colocados de manera organizada en el Neolítico, en la Bretaña francesa, algunos investigadores han visto una correspondencia con las constelaciones, pero el astrofísico recela de estas conclusiones. "¿Siempre que aparezcan tres megalitos lo debemos interpretar como un reflejo del Cinturón de Orión?", se pregunta. Sin embargo, deja la puerta abierta a cualquier hipótesis: "Somos mucho más escépticos con los menhires que con los dólmenes, porque es muy difícil medir una sola piedra, pero estas excavaciones ya nos han ofrecido sorpresas, como los enterramientos asociados, a lo mejor nos sorprenden también en este campo".

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