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Fresco del mito griego de Leda y el cisne encontrado bajo la lava de Pompeya - ABC
Las excavaciones de Pompeya siguen maravillando al mundo porque cada día hay nuevos descubrimientos. Pero lo que nadie podía imaginarse es que en ese escenario en el que trabajan arqueólogos, geólogos, físicos, químicos, vulcanólogos, biólogos, arquitectos y técnicos dotados con todo tipo de tecnología, se desatara una batalla entre vulcanólogos y arqueólogos. Estos últimos son acusados de «vandalismo» porque «están destruyendo la historia de las erupciones del Vesubio».
En una carta publicada en la prestigiosa revista Nature, Roberto Scandone (izquierda), profesor de Vulcanología en la Universidad de Roma, y sus colegas hacen un furibundo ataque: «Excavando en Pompeya, los arqueólogos están destruyendo los depósitos geológicos, lo que significa que cualquier información sobre la erupción almacenada en el interior de ese terreno, acaba perdiéndose».
Scandone y sus colegas afirman que «es alarmante que los depósitos volcánicos sean prácticamente sacrificados durante las excavaciones arqueológicas. Hemos sugerido que en las excavaciones se podrían dejar intactas algunas secciones representativas de los depósitos de las erupciones, pero esto ha sido ignorado».
Las primeras excavaciones de Pompeya se iniciaron en 1748 bajo el reinado de Carlos III de Borbón. Desde entonces, la antigua ciudad romana, sepultada bajo cenizas y lapilli, se ha reconstruido con detalles inimaginables, proporcionando una visión extremadamente real sobre la vida de las personas que vivían allí cuando se produjo la erupción del volcán, en el 79 d. C.
Erupción del Vesubio en 1944
La denuncia no se limita a la carta publicada en Nature. Un grupo de 70 vulcanólogos italianos y extranjeros se han unido también a la firme protesta del presidente del Instituto nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV), profesor Carlo Doglioni (derecha) contra el método de excavaciones de Pompeya.
Doglioni escribió recientemente al ministro de Bienes Culturales, Alberto Bonisoli, lamentando los daños que se están haciendo a la vulcanología: «La comunidad científica vulcanológica italiana y extranjera, con rarísimas y esporádicas excepciones, no tiene manera de ver los productos de la erupción en el aérea de las excavaciones y de estudiar el diferente impacto que estos han tenido sobre los edificios y en los diversos puntos de la ciudad».
No es solo un tema científico, advierte el profesor Doglioni: «Los calcos (la recuperación de personas, animales y vegetales mediante yeso, cemento y agua) de Pompeya se han retirado de su posición original haciendo imposible reconstruir dónde y cuándo intentaron escapar los habitantes. El estudio de esta erupción no tiene solo un aspecto teórico, sino que contiene un inmenso patrimonio de información para la vulcanología a nivel mundial; puede ser una lección de protección civil, sobre cómo salvarse, de qué se debe hacer o no hacer en caso de erupción».
Concluye el presidente del INGV pidiendo que «cualquier fragmento de productos volcánicos sea conservado en su posición original y que sea permitido el acceso de los vulcanólogos, para profundizar en el estudio de las erupciones con los nuevos conocimientos en la materia: no hay un lugar en el mundo donde sea tan evidente la violencia tras el imprevisto despertar de un volcán adormecido. Puede ser un progreso para la ciencia, para la previsión de la actividad del Vesubio».
Panorámica de Pompeya (Italia) con el Vesubio al fondo - ABC.
A propósito de una futura actividad del Vesubio, Christopher Kilburn, vulcanólogo de la United Kingdom’s University College de Londres, coautor de la carta a Nature, precisa que no hay preocupación porque se vaya a producir una erupción en tiempo breve, pero las autoridades deberían estar preparadas. «Esto significa que tenemos necesidad de contar con todas las informaciones posibles de los depósitos de la erupción del 79 d.C.». Más de tres millones de personas viven en el área del Vesubio, de ellas 600.000 en la que está considerada como «zona roja».
Ante las duras acusaciones lanzadas por los vulcanólogos, el director general del Parque Arqueólogico, el profesor Massimo Osanna (izquierda), prestigioso arqueólogo, ha salido al paso destacando que ha sido «larga y provechosa la colaboración» entre arqueólogos y vulcanólogos. «Todas las actividades de excavación han sido supervisadas por vulcanólogos de la Universidad de Nápoles Federico II, que han registrado la estratigrafía, tomado muestras y construido la cartografía», afirma el professor Osanna.
Confirma también la opinión de Osanna el profesor Jose María Luzón (derecha), exdirector del Museo Arqueológico Nacional y Museo del Prado, con una amplia trayectoria de investigación sobre las excavaciones de Pompeya. Lo encontramos en Roma y al preguntarle si forma parte de los «vándalos», según acusación de los vulcanólogos, se ríe abiertamente: «Yo he trabajado con vulcanólogos. Las erupciones del Vesubio están muy estudiadas. Y se pueden hacer no solo en Pompeya, sino en varios kilómetros cuadrados en el área vesubiana».
Precisa el profesor Luzón que es muy larga la historia de las erupciones del Vesubio, cuya actividad habría comenzado hace más de 400.000 años. Noticias más seguras se comienzan a tener sobre una erupción de hace unos 39.000 años, con unas dimensiones colosales, que sepultó a gran parte de la región de Campania. «Debajo de Pompeya hay otra Pompeya de la Edad del Bronce y vete a saber si hay cosas del Paleolítico», precisa el profesor Luzón, quien considera fundamental la investigación multidisciplinar en las excavaciones: «Yo estuve trabajando en una casa de Pompeya y tuve al lado un geólogo de Turín; he tenido en el equipo químicos, paleontólogos… Es interesante también contar con un vulcanólogo, porque a veces ven cosas que tú no ves».
Seguramente hoy, con las nuevas tecnologías, la arqueología es más multidisciplinar que nunca: «Con los métodos actuales se puede ver lo que no pudieron hacer nuestros antepasados. Por ejemplo, nuestros abuelos excavaban una sepultura de la Edad del Bronce y sacaban huesos, un trozo de metal, unas cosas de piedra, etc. Pero hoy, en una excavación similar, hecha con tecnología de última generación se han sacado hasta los tejidos», resalta el profesor Luzón.
Fuentes: abc.es | smithsonianmag.com | 29 de julio de 2019
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