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Más de 200 kilómetros al sur de la antigua Tebas y sus Valles de los Reyes y las Reinas, en la rocosa colina frente a la ciudad de Asuán, se encuentra el conocido como Valle de los Príncipes, que no deja de ofrecer nuevos descubrimientos. Egiptólogos españoles han descubierto, en sus excavaciones en Qubbet el Hawa, la tumba intacta de un familiar directo del que fuera gobernador de la familia Elefantina en el Alto Egipto, un hallazgo «de gran importancia» que permitirá esclarecer a qué se dedicaban y qué papel tenía la familia de los gobernadores en la dinastía XII.
«El descubrimiento es único, ya que ha sido encontrado con todos sus bienes funerarios: cerámicas, ataúdes de madera de cedro y todo un set de figurines de madera representando el bote funerario y escenas de vida cotidiana», ha apuntado el director general del departamento del Ministerio de Antigüedades en Asuán, Nasr Salama. Una fotogrametría del sarcófago hallado, cubierto de polvo, ha permitido a los investigadores resaltar los dibujos y conocer la identidad de la momia. Se trataría del hermano menor del gobernador de Elefantina, Sarenput II, y respondería al nombre de Shena. «Es el primer pariente masculino cercano que encontramos de un gobernador», ha apuntado a ABC el director de la excavación Alejandro Jiménez (izquierda). Sarenput II fue uno de los gobernadores más poderosos del imperio egipcio durante los reinados de Sesostris II y III (hacia el 1895–1844 a.C.), ya que controlaba las provincias fronterizas del sur, claves en el mantenimiento de la paz y las campañas militares.
Al teléfono desde el yacimiento de Qubbet el Hawa, pocos minutos después de salir del pozo, Jiménez se mostró emocionado: en un área en la que la mayoría de las tumbas de época faraónica han sido saqueadas o reutilizadas, el enterramiento encontrado en las últimas semanas «estaba completamente intacto», desde la superficie hasta la mismísima entrada. «Mientras estás excavando todo el proceso estás esperando nada más que llegar al final y ver la puerta sellada, -habían utilizado un montón de piedras de gran tamaño-… La verdad es que es un momento muy bonito. Ha sido eso, un descubrimiento completo», explica.
Al fondo del pozo, de 2 metros de profundidad, la momia descansa en una cámara de 2,5 metros de larga por uno de alto. Apenas quedan tres piezas de madera del ataúd exterior, que serán tratadas «muy ligeramente» para su conservación, pero el interior se conserva «al 90%», detalla Jiménez. «El ataúd de dentro está perfecto, como si lo hubieran colocado ayer». A sus pies, el equipo de egiptólogos ha encontrado un barquito de cerámica, datado entre el 1800 y 1775 a.C.
Si bien quedó a salvo de los saqueadores, el enterramiento no se ha librado del otro gran enemigo de los arqueólogos, las termitas. Estos insectos, que se alimentan de celulosa, acabaron precisamente con la zona del ataúd y el cartonaje sobre el rostro de la momia, que los egiptólogos españoles estiman estará esqueletizada, pues las termitas se habrían comido las vendas con las que fue momificada.
Un año para ser restaurado y analizado
Dentro de su nicho, Shena tendrá que esperar un año más antes de ser restaurado y analizado en profundidad, un proceso que requerirá al menos dos campañas más. Estudios antropológicos tratarán de desvelar cómo y a qué edad murió, así como las condiciones en las que vivía el hermano del Gobernador, una familia acomodada. La madera del sarcófago interno y externo, de cedro libanés y «de muy buena calidad», también serán objeto de estudio: gracias a la dendrocronología, los expertos españoles investigarán, a través de los anillos en la madera, la época en la que se cortó y se construyeron los féretros. Trabajando sobre una necrópolis que se ha demostrado muy fructífera, se trataría del quinto ataúd investigado, lo que dará una idea muy clara del método constructivo y dará pistas incluso sobre si se elaboraban en un taller local o se traían de importación de Menfis.
El descubrimiento de la QH34bb, con la que el egiptólogo jienense cierra su campaña de este año, es sólo el último de una misión arqueológica que, con apoyo de la Universidad y el Ministerio de Economía y Competitividad, lleva ya 9 ediciones excavando en la necrópolis de Qubbet el Hawa (Asuán, sur de Egipto). El año pasado, los egiptólogos exhumaron la momia de Sattjeni, -sobrina de Sheja- una dama de la dinastía XII «hija, madre y esposa de gobernadores», y una figura clave en la dinastía local. Hija de Sarenput II, tras la muerte de los varones de fu familia se convirtió en la depositaría de los derechos dinásticos del gobierno de Elefantina, y fue la madre de Heqaib III.
En las fosas de la fructífera necrópolis, el equipo de arqueólogos ha localizado más de 60 tumbas y decenas de momias, que dibujan claramente el «panteón familiar» de la dinastía de los gobernadores locales que controlaban la frontera entre Egipto y Nubia entre el 1900 y el 1750 a.C. Mediante el «mapeo» e investigación de los sepulcros, los egiptólogos españoles están recopilando nuevos datos sobre el funcionamiento interno de las dinastías provinciales, así como sobre el modo de vida –y de muerte- de las élites en Elefantina. Hace tan solo unos días, el equipo selló las tumbas y las volvió a cubrir de grandes piedras y ladrillos de adobe, a la espera, una vez más, de que los españoles regresen el año que viene.
Fuente: ALICIA ALAMILLOS, Corresponsal en El Cairo de ABC, 22 de marzo de 2017
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Escarbar entre legajos, recuerdos y sepulturas en busca de una retahíla de antepasados puede ser una aventura conmovedora, perturbadora o terriblemente estéril. Si el propósito es tejer el mapa de una familia ajena, que habitó hace 4.000 la tierra ardiente del sur de Egipto, resulta una misión aún más intrincada.
Una tarea de tintes novelescos a la que se dedica desde hace cerca de una década la expedición española que excava las entrañas de la colina de Qubbet el Hawa, una necrópolis de los reinos Antiguo y Medio donde hallaron el descanso eterno los gobernadores de Elefantina. Las pesquisas que tratan de desenmarañar el árbol genealógico se centran en la estirpe que administró la provincia durante la dinastía XII (1939-1760 a. C.) y que inició un vecino llamado Sarenput I.
"A esta familia la conozco casi mejor que a la mía", bromea Alejandro Jiménez, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Jaén y director de uno de los proyectos con más solera de la Egiptología española. Es primera hora de la mañana -el reloj marca las 7.30 horas- y las cuadrillas de obreros, supervisadas por los miembros de la misión, escudriñan todos los rincones del paisaje. El cementerio que agujerea la árida montaña se halla a orillas del Nilo, frente al entramado urbano de Asuán, a unos 900 kilómetros al sur de El Cairo.
Uno de los frentes más cotizados de la excavación, el que ha arrojado el gran descubrimiento de esta campaña, se sitúa en la tumba QH34bb, una oquedad de dos metros y medio de profundidad a la que se accede por una escalera de madera. Al final del pozo, en una de sus paredes, se abre un nicho estrecho, con las proporciones justas para albergar un cuerpo. "En realidad, son dos ataúdes. El exterior está destrozado por las termitas y el interior se encuentra en buen estado. Por primera vez hemos hallado un enterramiento intacto", explica Jiménez mientras la linterna va desvelando los restos del tesoro.
Alejandro Jiménez, director de la excavación, desentierra una máscara funeraria de madera con restos de policromía. PATRICIA MORA
Sepultado bajo una capa de polvo y arena, el ajuar se camufla en los costados de la momia, envuelta en un cartonaje policromado en el que se distinguen máscara y collares. "Es un lujo. Hace 80 años que no se encuentra nada así. Eso que ves allí son maquetas de barcos y de escenas cotidianas. Es una práctica que va desapareciendo gradualmente en Egipto y que tenía un significado religioso en el tránsito hacia el más allá y de representación del funeral", comenta el experto, entusiasmado con la entrada en escena de un personaje hasta ahora desconocido. "Es el hermano de Sarenput II. Lo supimos por los jeroglíficos del ataúd. Al leerlos, nos dimos cuenta de que venían tres nombres: Shemai, seguido por los de su madre Satethotep y su padre Jema".
Dar con un nuevo pariente de la familia gobernante fue toda una sorpresa. "Cuando supimos que teníamos al hermano se me pusieron los pelos de punta y me emocioné. Llevas mucho tiempo detrás de esta familia, buscando paralelos, y de pronto te encuentras que tienes ante ti a un difunto que te va a proporcionar más información de la que no quedaba constancia", admite la egiptóloga Luisa García mientras dirige su excavación en las inmediaciones de la imponente tumba de Sarenput I.
Entre los misterios que aún guarda el finado, figura su función en los pasillos de Elefantina. "No sabemos a qué se dedicaban los segundones de la familia. Quizás era miembro del ejército o sacerdote", barrunta Jiménez. La hendidura desvelará sus secretos la próxima campaña. "La hemos cerrado y protegido con arena. Queremos hacer las cosas con tranquilidad", deja caer el mudir (director, en árabe).
El misterioso personaje que concita la atención va deshilvanando el embrollo. Con su cadáver son ya 14 los representantes de la estirpe que han surgido de las arenas. El año pasado fue desenterrada Sattjeni, madre de dos de los gobernantes de la región durante el reinado de Amenemhat III.
"Tenemos a dos generaciones de la familia, entre padres, hijos y primos, y cinco ataúdes de cedro llegado del Líbano. Vamos a estudiarlos y a obtener una cronología mucho más detallada de medio siglo", arguye el artífice de un proyecto coral que desempolva la memoria de un clan plagado de interrogantes en un emplazamiento estratégico durante el Egipto de los faraones.
El patriarca de la saga, Sarenput I, alcanzó inesperadamente el puesto de gobernador. Carecía de vínculos de sangre con quienes le precedieron. "Pertenecía a una familia poderosa que perdió el poder durante la guerra civil. Fue Sesostris I quien rescató a Sarenput", expone Jiménez.
A las órdenes del rey, el noble cumplió un papel central en la organización y logística de la conquista de Nubia. "Éste era un punto clave. Son las puertas del sur de Egipto hacia el África más profunda, el lugar de encuentro de Egipto y la baja Nubia", subraya García, que prepara una tesis doctoral sobre el precursor de una prole mestiza -nubio y saidi, oriundo del Alto Egipto- que gobernó la provincia durante 120 años. Una época de cierto esplendor que quedó registrada en los planos de sus enterramientos, esculpidos en piedra.
Fuente: elmundo.es | 3 de abril de 2017
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