En cuanto a una interpretación en general del Tholos de Montelirio se podría crear una leyenda o cuento  para lo mismo que nos ilustre y haga más fácil esa interpretación.

La existencia de clases sociales y estamentos bien diferenciados en las sociedades prehistóricas de desarrollo en el Sur de la Península Ibérica, la relación social y económica entre ellas, habría propiciado o puesto en marcha unos acuerdos, unos pactos entre esos estamentos, y la necesidad de unas celebraciones más o menos notorias o ampulosas que refrendasen e hiciesen válidos esos pactos.

La clase de sociedades prehistóricas que existían entonces tendrían mucho que ver con los ancestrales regímenes de matriarcado-patriarcado desarrollados durante el Neolítico en la mayoría de los lugares planetarios. Sociedades de las que habrían devenido una clase de "ricas mujeres" poseedoras de tierras de labor, rebaños y pastos, casas y aparatos. Es la presencia de esas mujeres lo que va a impregnar el avatar social durante la mayor parte de los tiempos prehistóricos. De ésta clase de mujeres se devendrán, a sí mismo  -de sus familias y clanes- un tipo de aristocracia muy notoria y preponderante cuyas aficiones, gustos y prácticas  -la guerra-  van a dominar gran parte de la sociedad durante esa prehistoria. Todos esos hechos no podían ser menos aquí en la península ibérica, sociedades avanzadas del Sur en torno a los ríos Guadiana y Guadalquivir.

En este lugar concreto del Tholos de Montelirio, en el pueblo de Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán, cercanos  a la gran ciudad Sevilla, ya debieron presenciarse desde antiguo esos mismos hechos, maneras y costumbres. Sería en base a unas costumbres y celebraciones anteriores hechas en el pasado y para refrendar los acuerdos sociales, por lo que se habría diseñado la primera construcción del tholos. Cuando el edificio en sí estuviera construido comenzaría la celebración con la colocación de la estela en el centro de la cámara y las ofrendas sobre el mantel primoroso y alineadas en relación con la entrada y la Estela.

El primer suceso importante después de esto habría sido el enterramiento de las dos damas autoinmoladas que aparecen cerca de la estela. Dos damas elegidas desde su juventud para esta ocasión y todo ello dentro de una cierta organización, una especie de cofradía encargada de lo mismo y promocionada y pagada desde la zona social de las "ricas mujeres" y sus familias. Esas dos primeras damas pueden ser representantes sociales implicadas, una de ellas del estamento de la riqueza y otra del estamento del pueblo y los trabajadores.

La labor de esas cofradías, acaso secreta, iría eligiendo y educando, según costumbres ancestrales, a cada una de las damas para su resignación y participación en la importante ceremonia. Cada año. entonces, y coincidiendo con la celebración de los pactos, se habría enterrado una de esas damas que lo sería siempre entre fiesta y celebración.

También el señor o los señores enterrados en la cámara menor estarían implicados en esa ceremonia de manera crucial. En efecto, el personaje o los personajes enterrados en esa cámara adyacente no sería un rey  del lugar, ni siquiera un rico comerciante, sino una especie de importante personaje, un mayordomo, chamán o médico, que conocía los resortes de la celebración y los resultados beneficiosos de tan extravagante ceremonia. Personaje, druida o administrador que, además, debía estar emparentado de manera importante y por lazos de matrimonio con la superior clase de las mujeres ricas.

El tipo de ceremonia, entonces, en el Tholos de Montelirio queda interpretada aquí como sacrificio o sacrificios de autoinmolación llevado a cabo por un número restringido de damas elegidas y cuyo fin último no sería otro que el de refrendar los acuerdos y pactos sociales realizados cada año, y durante varios años, entre los estamentos de aquella sociedad y dentro del preciso marco de la "gran ciudad" de la rivera y sus gentes y las gentes de los pueblos y granjas de alrededor.

Ahora se van a exponer una serie de argumentos que estarían en contra de esa hipótesis de autoinmolación para los restos humanos de mujeres en Montelirio y otra serie de argumentos o razones que parecen corroborar o estar de acuerdo con esa hipótesis.

En cuanto al primero de los casos se pueden citar, sin más, las diferentes versiones resultado de las investigaciones arqueológicas y su opinión en escritos y declaraciones a los medios de comunicación.

Una de las versiones más difundidas y mejor argumentadas es la que asegura que lo sucedido en el tholos es un enterramiento coetáneo de hasta 20 individuos, lo cual descartaría la posibilidad de que sea un enterramiento familiar o de individuos de varias generaciones. Es decir, que todos esos enterramientos suceden a la vez y dentro de una misma ceremonia para rendir honor a un estamento o persona particular.

Se piensa que es un enterramiento simultáneo porque el acceso al corredor y las cámaras se taponó en su tramo inicial, después de la ceremonia, con una gran pieza de cerámica que habría de quedar así para siempre, hermetizado el conjunto, para impedir cualquier manejo posterior del tholos.

Otra de las versiones hace referencia a la clase de enterramiento de que se trata y que advierte que no se puede hablar de un enterramiento múltiple característico como concentración en el mismo lugar de una comunidad igualitaria, sino de otras posibilidades como de grupos familiares emparentados o relacionados por fuertes lazos. También se habla de "ritos de enterramiento muy complejos" y con un objetivo social, en este caso de Montelirio, con demostración de dominio y control de un grupo privilegiado sobre otros.

Y una última versión que ha circulado en los medios hace referencia al enterramiento de un rico señor o rey de aquel lugar y referido esto al personaje enterrado en la cámara menor, junto con su séquito de mujeres, sirvientes o concubinas, que serían las damas enterradas en la gran cámara.

En esta última versión el enterramiento también aparece coetáneo, es decir, toda la ceremonia sucede a un mismo tiempo y el uso del mercurio por las víctimas habría sido por propia voluntad, sin presencia de violencia o coerción.

Existen una diversidad  de construcciones  megalíticas de enterramiento más cercanas o lejanas al Tholos de Montelirio, pero nunca se investigaron en ese sentido y su contenido simbólico e iconográfico dista mucho del rescatado en Montelirio, la mayoría de ellos aparecen como lugares normales de enterramiento con diversas edades y sexos para los restos y no hay presencia de drogas o mercurio en los cuerpos.

La información que ofrece la historia sobre sacrificios de autoinmolación es escasa, se podrían citar algunas prácticas en la Antigüedad en la India llamados "ritos sati" cuando las viudas se autoinmolaban en la pira funeraria de sus maridos o la práctica de "los bonzos" por diferentes motivos. También en la actualidad se pueden mentar ejemplos de autoinmolación colectiva y según motivos religiosos y sociales como los llevados a cabo por la secta "Puerta del Cielo" en el año 1.997, o la de otra secta llamada "Los Diez Mandamientos" en Uganda en el año 2.000.

En cuanto a lo segundo propuesto, es decir, argumentos o ideas que puedan usarse a favor de esa nueva hipótesis de autoinmolación habría que poner en primer lugar la manera y el tamaño de los trabajos y prospecciones llevadas a cabo en la construcción del tholos.

Las conclusiones a la observación de lo mismo hablan de que la construcción de ese monumento funerario requiere una cantidad de esfuerzo (horas-hombres) muy grande y que los constructores disponían de una riqueza y unos excedentes importantes en pago de los materiales y retribución de técnicos y peones. Así mismo, se habla del uso de técnicas especializadas y una organización compleja en la que habría que incluir la consecución y transporte  de los materiales desde lejanos lugares hasta el alto donde se hiciera la construcción. El arco cronológico de unos 300 años para la construcción del tholos es anterior, por supuesto, al uso funerario del mismo, pero este, sin duda, viene a continuación.

Lo que se quiere decir con ello es que no existe una proporción entre la cantidad de los esfuerzos y trabajos realizados y la única ceremonia simultánea propuesta. Y ¿cómo se podría tener prevista una única ceremonia simultánea de enterramiento según los trabajos y el tiempo empleados en la construcción? Esto sería como si de antemano se tuviese prevista la muerte del señor importante de la cámara menor, e incluir en esa previsión la magnífica construcción del edificio, la preparación minuciosa del ajuar, los objetos suntuarios, y, por supuesto, el ceremonial secreto y la educación de las damas en el participante. Todo ello parece algo absurdo.

Otra clave para dilucidar el asunto nos lo puede ofrecer la relación que podría establecerse entre el número de damas enterradas y la periodicidad de la ceremonia de refrendo. Es decir, si esos pactos se producirían anualmente, la ceremonia también tendría que ser anual, entonces, el tiempo de uso del tholos habría sido, según el número de damas, de unos 15 o 16 años consecutivos, si se establece que cada año de pacto se autoinmolaba una de las damas preparadas para ello. Si los pactos fuesen cada dos años, el tiempo de uso habría sido de 30 0 32 años totales.

También es que según la posibilidad de los aparatos o técnicas usados para la datación cronológica esa ceremonia de refrendo no podría ser, por ejemplo, cada cuatro años, pues el tiempo de uso del tholos ascendería, según el número de damas a 60 0 64 años, un tiempo excesivo y que podría ser detectado con las técnicas de datación.

             

Sería, entonces, al final de ese periodo de uso, cuando se colocaría la losa de cerámica que hermetiza la entrada y todo ello al tener en cuenta la serie de circunstancias que llevarían a la suspensión definitiva de la ceremonia, que a partir de esa losa y esos muertos, su forma especial de administrarse la muerte, ya no habría más ceremonias y que los pactos sociales tendrían que celebrarse de otra manera.

El uso del mercurio, o la sustancia mercurial usada, también estaría de parte de un número equiparable de ceremonias, no de una única ceremonia simultánea. Seguramente ese uso de ingerir mercurio sería algo aprendido y practicado desde antiguo, acaso desde poco después del descubrimiento del metal, y para conseguir estados especiales de embriaguez para la celebración de bailes o ritos de catarsis y exaltación en los cuales la presencia del dolor y las convulsiones estaría prevista. Este aprendizaje del uso de la droga y de los bailes especiales para conseguir posturas y movimientos en superación del dolor y las contracciones acabaría, sin más, por ser usado en las ceremonias de refrendo y cómo último término, una ingesta definitiva para alcanzar la muerte y ser inhumadas con toda pompa y ceremonia en el interior del tholos.

  

El mismo hecho del contraste que se aprecia en el uso de objetos y símbolos procedentes unos de la clase dominante y otros de la clase del pueblo, tampoco estaría a favor de una única ceremonia de enterramiento de un importante señor o rey del lugar, pues entonces no se entiende la presencia de objetos y símbolos procedentes de la clase de los pobres y trabajadores. Además, existe un importante detalle en ésta relación acuerdos-refrendo que nos habla de la categoría social o nobleza de las damas protagonistas, pues, de cierto y según el ceremonial, éstas debieron proceder en su mayoría de la clase mejor situada y entonces, el significado de la ceremonia adquiere unos singulares matices, ya que serían elementos femeninos de las clases ricas quienes propiciarían ese refrendo.

 Podría decirse, en resumen, que no existiría un solo detalle extemporáneo o fuera de lugar aquí en la Necrópolis de Montelirio que escapase o se hiciera extraño a esta versión de autoinmolación para los restos encontrados en su interior.

Que, por cierto, ¿por qué dejaron de celebrarse esta clase de sacrificios de refrendo? Podrían enumerarse una serie de razones: en primer lugar, por el tamaño extraordinario de la ceremonia, su tono excesivo en relación con la normalidad de las costumbres. En segundo luga,r porque a medida que pasaron los años cada vez habría menos mujeres dispuestas a ello y familias de las mismas que se prestasen a la ceremonia, y, en tercer lugar principa,l porque esa costumbre o ley habría quedado en desuso, que ya no harían falta esas ceremonias de refrendo o bien que ya no se sucedieran los pactos, o bien que se hicieran de otra manera más normal.

Existe otro ejemplo en la prehistoria de los lugares peninsulares que también puede ser interpretado como ceremonia de refrendo de acuerdos económicos entre la diferentes clases sociales, que no es otro que el lugar arqueológico del Palacio del Turuñuelo en la provincia de Badajoz, dentro de los esquemas de las Culturas del Guadiana y dentro de la civilización íbera, pero con una datación cronológica entre los 500 y los 600 años antes de nuestra era.

En ese lugar se descubrieron enterrados, en los alrededores de los almacenes y el palacio, un gran número de esqueletos de caballos y yeguas, unos 50 animales, dispuestos unos al lado de los otros y como siguiendo un orden. Esto también podría tratarse de una ceremonia de refrendo entre el palacio y sus dueñas o dueños y las gentes  que hacían funcionar las granjas y los campos de labor.

Tenemos, entonces, la clase de ceremonias de enterramiento llevadas a la práctica en el Tholos de Montelirio, un lugar enmarcado según los esquemas del megalitismo, de grandes movimientos de tierras y piedras y durante lo cual se construyeron las más suntuosas tumbas y sepulcros. Acaso no todo el mundo pudiera enterrarse en esos sepulcros tan lujosos, acaso los miembros de una élite que tenía tiempo y dinero para construirlos.

Enterramientos en el Tholos de Montelirio que escapa de manera radical a la comparación con otros tholos, dólmenes o sepulcros de corredor de aquellos tiempos y aquellos lugares. Algo que no puede entenderse sin el carácter de lugar sagrado para Montelirio y su posición preeminente en los horizontes cercanos, algo que no podría haberse levado a cabo sin la cercana presencia de la "gran ciudad", ahora Sevilla, sin el concurso y riqueza de sus gentes y estamentos sociales.

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