La 'Gioconda' tiene una gemela en El Prado

Detalle de la Gioconda del Prado reproducido por 'Arts Newspapper'.

Antonio Lucas / El Mundo

Durante años, un delicado retrato semejante a 'La Gioconda' (1503-1506) de Leonardo da Vinci colgó en las paredes del Museo del Prado. Una tela con la misma figura de mujer, aunque sin fondo (aquí ficha del Museo y foto en mucha mayor resolución, pinchando en la imagen hasta dos veces). Sin paisaje. O con el paisaje oculto por la pátina del tiempo tras una espesa masa oscura. La obra ha figurado siempre como de autor desconocido. Tan sólo una fecha aproximativa fijaba la pieza: primer cuarto del siglo XVI. Y así ha vivido, en ese limbo inexacto, hasta que un delicado proceso de restauración ha puesto de nuevo en órbita este retrato.

Hace tres semanas, Ana González Mozo, miembro del gabinete técnico de la pinacoteca madrileña, reveló en un congreso realizado en la National Gallery de Londres que la 'Gioconda' del Prado era mucho más relevante de lo que se creía. La limpieza de la tela ha permitido descubrir que este retrato fue ejecutado en el mismo taller de Leonardo, probablemente en la misma época en la que el artista italiano trabajó en la tela original. «Las investigaciones dejan ver que un discípulo de Da Vinci pudo ir 'documentando' 'La Gioconda' del maestro al mismo tiempo que éste la pintaba», comentan fuentes del museo. Y esa copia en 'streaming' es la que hoy posee el Prado.

La obra será presentada el próximo 21 de febrero, aunque 'The Art Newspaper' ya da cuenta en su versión digital del importante hallazgo. El estado de conservación de la 'Gioconda' del Prado es mucho mejor que el de la original, alojada en el Museo del Louvre. «Esto permitiría estudiar mejor la tela primera e intentar descifrar algunos de los misterios que aún la envuelven», comentan en la pinacoteca.

La copia, antes de la restauración

La pieza, restaurada con motivo de la exposición que el Louvre abrirá entre el 29 de marzo y el 25 de junio sobre la 'Santa Ana' de Leonardo, viajará al museo parisino para formar parte de la muestra y será exhibida junto a la 'Gioconda' que salió de la mano extraordinaria de Leonardo. La obra llegó a la Colección Real del Alcázar en 1666, según confirma a 'The Art Newspaper' Miguel Falomir, jefe del departamento de pintura italiana y francesa (hasta 1700) del Prado.

La del museo madrileño no es la 'Gioconda' de 'primera mano', pero sin duda es su hermana gemela. Una vio nacer, probablemente, a la otra. Y la de aquí resulta ya imprescindible para saber más de la de allá. En cualquier caso, un excelente hallazgo del Prado. Una 'aparición fortuita' que se suma a otra revelación destacable: el llamado barbero del Papa, del último retrato de Velázquez adquirido por la pinacoteca, no es en verdad el barbero del Papa, sino un personaje de la corte cuya identidad será revelada en el próximo número de la revista 'Goya', que edita el museo. El Prado aún encierra mucho enigma dentro.

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Comentario por Percha el febrero 4, 2012 a las 12:05pm

«La Gioconda de Madrid no cambia la visión de la Mona Lisa»

Borja Bergareche - ABC.es

Ha dedicado gran parte de su carrera a una mujer de la que siempre afirma que está «sobrevalorada». El profesor de origen egipcio de la universidad de Londres,Donald Sassoon, autor entre otras obras de «Leonardo y la Mona Lisa. La Historia del mayor enigma del arte» (Electa 2007), nos explica su valoración del hallazgo que ha puesto al Museo del Prado en el corazón de la actualidad mundial.

—¿Qué nos enseña sobre el original la Mona Lisa del Prado?

El hallazgo es muy relevante sobre todo por dos aspectos. Uno es que ya no hablamos de la copia de una copia, o de un cuadro «en el género» de La Mona Lisa. Es una copia simultánea, con lo que el parecido con el original es asombroso. Podemos ver mucho mejor su rostro, y vemos que ella es mucho más hermosa. En el siglo se pensaba que no era una mujer atractiva. La otra gran novedad es el paisaje de fondo, una sorpresa maravillosa...

—¿Por qué?

La mayoría de los cuadros del Renacimiento tienen fondos reconocibles y están anclados en la realidad, a menudo en paisajes de la Toscana. Pero Leonardo introducía un elemento casi de ciencia-ficción, que vemos también en los paisajes de «La Virgen de las Rocas» o en «La Virgen y el niño con Santa Ana». Ahora vemos bien el de la Gioconda, pero seguimos sin saber en qué medida está inspirado en la realidad o cuánto hay de la imaginación de Leonardo.

—¿Cambia nuestra percepción del original del Louvre?

No creo que cambie la historia del arte, ni creo que vayamos a revisar nuestras ideas sobre la Mona Lisa porque hayamos encontrado una copia tan valiosa. De todas formas, la gente no mira un cuadro con ojos inocentes, lo hace con toda una carga de prejuicios. Todo el mundo repite lugares comunes, como lo de la sonrisa misteriosa. ¿Cuál es el enigma? No hay ningún misterio, es una sonrisa, lo que no sabemos es por qué sonríe. El Prado ahora puede reclamar que tiene quizás la mejor copia de la Mona Lisa.

—¿Quedan misterios por resolver?

Yo creo que no quedan muchos. Estamos casi seguros de quién era ella, Lisa Gherardini, la mujer del comerciante florentino Francesco del Giocondo, y hemos rechazado hace tiempo teorías como la de que estaba embarazada o que padecía alguna enfermedad. También estamos seguros, y ahora más, de que no era un autorretrato de Leonardo, como también se dijo. No había prueba alguna de algo así, pero a la gente le encanta buscar misterios en este cuadro.

—¿Nos deparará más sorpresas?

Espero que sí, con Leonardo siempre es posible. Pero lo importante de la Gioconda está en la manera en que Leonardo mejora algunas técnicas que no son suyas: el «contraposto», dotar de movimiento al cuadro haciendo que el rostro y el cuerpo no miren en la misma dirección. Y el elemento que lo convierte en obra maestra es el uso que hace del «esfumato».

Comentario por David Montero el febrero 4, 2012 a las 12:28pm

Lo de que la técnica del contraposto no es de Leonardo supongo que querrá decir que no la inventó él. Porque claro que Leonardo  la utilizó en varias ocasiones. Ejemplo:

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 4, 2012 a las 3:42pm

"Mi piace" también la entrevista a Donald Sassoon. Es un buen ejemplo de cómo no hay que ir muy lejos para encontrar opiniones sensatas, comedidas y objetivas, dentro de los revuelos que se levantan siempre alrededor de la figura de Leonardo. Hay que darle, por tanto, de nuevo las gracias a Percha por el buen seguimiento que viene haciendo de las noticias al respecto.

Aunque estoy de acuerdo en que toda restauración tiene siempre sus complejidades positivas y negativas, en el actual caso de la réplica de la Mona Lisa es evidente que era obligada (a pesar de que a algunos les gustara más como estaba anteriormente). Pues no se trata aquí de valorar si su estética formal y material anterior era deseable a la que nos ha deparado su resaturación, sino de saber cómo era realmente el cuadro salido de la mano de uno de los discípulos de Leonardo, y, en consecuencia, disponer de elementos de comparación -de todo tipo- con la obra original leonardesca.

En este sentido, la réplica de la Mona Lisa contribuye a conocer mejor la original, pero también a confirmar directa e indirectamente que los discípulos cercanos a Leonardo ensayaban réplicas de las obras originales de su maestro, por lo que se puede concluir que algunas otras obras de estilo leonardesco atribuidas a dichos discípulos pueden muy probablemente ser copias o réplicas de obras originales de Leonardo hoy perdidas.


De hecho, la Monna Vanna pintada por Salai (cuya imagen pusimos en un comentario anterior, y de la que, por cierto, existen más versiones), se ha venido planteando si no sería una réplica de una obra original de Leonardo. Al fin y al cabo, no deja de ser un poco contradictorio que fuera el propio Salai el que así elaborara tal cuadro, en donde, además, los rasgos del rostro remitirían a su fisonomía. Más lógico sería pensar que la tal Monna Vanna fuera posiblemente una réplica de una obra original de Leonardo, circunstancia esta que no ha pasado inadvertida entre los especialistas de Leonardo. Por lo demás, tampoco han faltado invstigadores que han venido estimando que la Mona Lisa vestida tenía su paralelo en una Mona Lisa desnuda.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 4, 2012 a las 5:18pm

Todas las copias de Leonardo


«Flora», de Melzi, expuesta en Madrid, permite comparar si la manera de este artista comparte estilo con la «Mona Lisa» de El Prado (derecha), la réplica de la «Gioconda». Podría ser de Melzi, pero se barajan también otros autores


Vía: La Razón. es | J. Ors| 3 de enero de 2012


Leonardo abandonó Italia con una recua de mulas y unos caballos. Le acompañaban tres discípulos y arrastraba consigo un equipaje de pinturas y cuadernos que sería su último legado. Era el año 1516 y había cumplido ya los sesenta cuando afrontó la travesía de Los Alpes. Siglos después, Stendhal, que recorrería ese mismo camino con las tropas napoleónicas, y todavía comentaría la dureza del camino –W.G. Sebald reconstruye ese relato en «Vértigo» (Anagrama)–. El artista, anciano, aquejado por las secuelas de un ictus que le alejaría del pincel, miraría el país que dejaba atrás y lo haría probablemente con nostalgia. Roma, la última residencia, su desencuentro con la curia eclesiástica, que no apreciaba su arte, el fallecimiento de su protector y la «terribilitá» de Miguel Ángel, con el que había mantenido tensas discrepancias y cuyo prestigio crecía sin medida, debieron de dejarle infaustos recuerdos. El pintor no había culminado de una manera satisfactoria sus últimos encargos y su estudio, convertido en una especie de «gabinete de antigüedades» y excentricidades, un lugar para realizar disecciones, sería objeto de comentarios. Pero ése era el pasado. El futuro era Francia.   

La «Mona Lisa» de El Prado ha puesto de relieve los nombres de sus colaboradores, de los pintores que formaron su taller, de plena actualidad. Y su descubrimiento ha coincidido con una colección en Madrid de cuadros y obras de sus principales aprendices. Dos de ellos, el Salaì y Francesco Melzi, recorrieron con él ese difícil sendero del exilio. La pinacoteca madrileña parece que ha apostado, de momento,  para la autoría de esta réplica, por el nombre de Francesco Melzi. El otro, el Salai, por el que sentía predilección el maestro, queda alejado de esta apuesta entre expertos. Sólo mencionar que este personaje, tan próximo a la vista del artista, acabaría abandonando a Leonardo tras vender varias pinturas de Da Vinci al rey Francisco I y morir en Italia durante un envite de tintes caravaggescos. Melzi, en cambio, cuidaría de la herencia y se molestaría en perpetuar y agrandar la memoria del maestro. La muestra «Da Vinci, el genio», en el centro del El Canal de Isabel II, presenta estos días, precisamente, uno de los lienzos de Melzi: «Flora».  Es una buena oportunidad para que el público compare. Ahí se pueden apreciar analogías y diferencias de talento, trazo, dibujo entre la mano que ejecutó  la «Gioconda» de El Prado y esta representación alegórica.

Foto: "Flora" de Francesco Melzi. Galleria Borghese. (Wikipedia)

Una inmensa «Última cena»

Y es que Madrid se va a convertir en un pequeño centro de copias de las obras del maestro durante febrero. En esta misma sala de exposiciones se verá al partir del día 17, la réplica de «La última cena» que realizó Giampietrino, otro de los aprendices del autor de «La dama del armiño». La realizó unos años después de que Da Vinci aplicara su última pincelada al mural. Estas semanas anteriores se ha podido contemplar en la National Gallery de Londres, institución que le ha dedicado una amplia y ambiciosa retrospectiva a Leonardo. Ahora esta réplica vendrá a España. Es un trabajo inmenso, de ocho por ocho metros, que servirá para comprender los entresijos de una obra afectada por un grave deteriorio.

Foto: "La última cena" de Giampietrino

Pero no es la única oportunidad que se encuentra para acercarse a la estela de aprendices que orbitaron alrededor del talento de Leonardo. En esta misma sala hay una Virgen de Giampetrino y otra de Marco de Oggiono, uno de los candidatos que también ha sonado para la atribución de la «Mona Lisa» de El Prado. Curiosamente, este es otra de los posibles artistas que pudieron hacer «Salvador adolescente», que se puede ver en el Museo Lázaro Galdiano. Esta tela, atribuida a Boltraffio, responsable precisamente del retrato que se ha conservado de Francesco Melzi y, también, del único autentificado de Leonardo da Vinci, parece que pertenece a Oggiono. Lo curioso es que es una copia de un dibujo del genio florentino que ha desaparecido. Lo que, junto a las anteriores, nos permite conocer mejor la obra de este maestro.

A la izquierda, puede observarse la Virgen que ejecutó Giampietrino. Derecha, «La adoración de los Magos», de Fernando Yáñez.


Varias hipótesis para un solo cuadro

La Virgen que ejecutó Giampietrino, el autor que realizó la copia de «La última cena» que vendrá a Madrid este febrero. Se puede observar el «estilo» leonardesco que conserva la figura. «La adoración de los Magos», de Fernando Yáñez, el nombre que han propuesto los especialistas italianos cuando han mencionado a los discípulos españoles. En este detalle se ve la «Madonna con el niño». Este aprendíz de Da Vinci exportaría a España las maneras y las enseñanzas del maestro florentino. En sus pinturas es fácil rastrear cuál ha sido la influencia que dejó Leonardo en él. Ambas ahora están en Madrid.


¿Quién era Ferrando Spagnolo?

El nombre de Melzi, que se ha barajado para la autoría de la «Mona Lisa» de El Prado, se han sumado el de dos pintores italianos que estuvieron en el taller de Leonardo da Vinci: Fernando Yáñez, que es el que suena con más fuerza, y Fernando de Llanos. Son los Hernandos. Ambos aprendieron la manera de pintar de Leonardo y la aplicaron en sus trabajos posteriores, como se puede observar en las obras que se exponen en la exposición que el Canal de Isabel II dedica a Da Vinci y en las pinturas que dejaron en la catedral de Valencia. Estos nombres los han postulado ahora desde Italia. Aseguran que estaban con Leonardo y que Melzi todavía no sería un pintor en 1500, no coincidiría con el estilo de Melzi. Esto se debe también a la nota «Ferrando Spagnolo, pittore» que aparece en un documento. Nadie sabe quién es esta persona. Pero colaboró con Leonardo en la «Batalla de Anghiari».

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 14, 2012 a las 11:37pm

Intriga por la huella dactilar de la gemela de "La Gioconda"


Vía: EPA | EFE | Carmen Siguenza |  13 de febrero de 2012


El escritor Javier Sierra (izquierda), apasionado de la obra de Leonardo da Vinci, como ya dejara de manifiesto en su libro "La cena secreta", considera que urge analizar la huella dactilar que aparece en el borde superior derecho de la réplica de "La Gioconda", que acaba de ser restaurada en el Museo del Prado.

"El cuadro de la Gioconda de Madrid tiene mucho más alcance del que se le está dando y es de una tremenda importancia. Y una de las primeras cosas que se deberían hacer, antes de que se le ponga el bastidor, es una microfotografía de esa huella", dice a Efe Sierra.

Posteriormente, la huella "habría que cotejarla con las otras existentes de Leonardo, porque probablemente el cuadro no lo pintó él, pero sí que lo pudo supervisar o dirigir", explica este apasionado del arte, que conocía bien a esta Gioconda española, la pariente pobre largo tiempo ubicada en una sala del Prado donde quedaba ensombrecida por Fra Angélico, Durero o El Bosco.

Y es que la pasada semana el Museo del Prado dio a conocer una pieza casi secreta, réplica de la obra maestra de Da Vinci que está colgada en El Louvre, que, tras meses de limpieza y restauración para quitar el negro del fondo, resulta que no es una copia más de la Mona Lisa, sino un retrato que, según los conservadores del museo, se pudo hacer en paralelo al auténtico entre 1503-1506 y pudo ser pintado por un discípulo del pintor, Salai o Melzi.

Así, esta hermana gemela de la Mona Lisa, que ha causado un gran revuelo internacional y que se exhibirá oficialmente el 21 de febrero en Madrid, se podrá ver el 29 de marzo también en el Louvre junto a la heredera legal de Leonardo.

Pero, entre tanto, Sierra, que observa con mirada de inspector novelesco, se está mordiendo las uñas por las muchas posibilidades que dice que abre esta restauración sobre el mito de Leonardo, que le obliga a ir a las fuentes. Y estas no son otras -reconoce- que Giorgio Vasari, el hombre que inventó la palabra Renacimiento, el cronista esencial de esa época, autor del libro "Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos".

"Este hombre hace una descripción de 'La Gioconda' que es la que ha determinado nuestro conocimiento del cuadro. Él identifica a la modelo con la esposa del comerciante que lo había encargado, que se llamaba Giocondo, y asegura que se trataba de una joven de 18 ó 19 años, de aspecto lozano, con unos ojos y unas cejas que parecían naturales. Pero resulta que La Gioconda del Louvre no tiene cejas, y la del Prado sí".

Cabe la hipótesis -prosigue- de que Vasari, que fue contemporáneo de Leonardo, no viera "La Gioconda" porque Leonardo se la llevó a Francia, y de que la que él describe de forma tan vívida sea ésta de Madrid, que pudo ver en el taller de Leonardo en Milán.

Los expertos tienden a creer que fue obra de Melfi, el discípulo favorito de Leonardo y el que heredó todo, quien tenía una conexión muy especial con España.

"Melfi, a la muerte de Leonardo, le vendió varias cosas a Pompeo Leoni, un artista italiano que hizo las estatuas de la familia de Carlos V y Felipe II en El Escorial y que quería impresionar a Felipe II. Entre esas cosas había dos códices de Leonardo que hoy están en la Biblioteca Nacional; y cabe la posibilidad de que también le vendiera este retrato ahora restaurado", apunta Sierra.

Pero otra de las pistas o hipótesis que el autor de "El ángel perdido" añade a este misterio le lleva a cuando Leonardo estaba pintando "La Gioconda" y recibió la visita de su discípulo más exitoso, Rafael. Este, al parecer, se quedó prendado por el cuadro que pintaba su maestro y decidió hacer un boceto, hoy en el Louvre.

El boceto es el que también ha puesto en alerta a Sierra, ya que en él aparecen dos columnas detrás de la modelo, como si ésta estuviera en una terraza con una balaustrada grande, cosa que no aparece en la Gioconda del Louvre pero sí en la de Madrid.

"El cuadro del Prado se ajusta a las descripciones de quienes lo vieron en el taller de Leonardo. Probablemente él no lo pintó, lo supervisó o retocó, pero también pudo ser que fuera con el que está en el Louvre con el que experimentara hasta crear su obra magistral. Hay que recordar que 'La Gioconda' contiene la técnica del 'sfumato', y puede que la otra, la de Madrid, fuera la que cumpliera con el contrato del Giocondo", señala Sierra.

Misterios sin resolver que lo que seguro que harán será devolver la dignidad al cuadro del Prado, y que muestran a un Leonardo Da Vinci, como dice Sierra, con un avanzado sentido del marketing, impropio de esa época, pues dejaba que se copiasen sus cuadros para que se difundiesen, algo que ningún artista había hecho antes.

Comentario por Roberto el febrero 15, 2012 a las 12:21am

Pensaba que ya estaba demostrado con los últimos analisis hechos a la Gioconda con la cámara de alta resolución que ésta en principio si tenía cejas y en cuanto a lo de las columnas ya se sabía por otras replicas y por que en la del Louvre se ve parte de la basa de una de ellas.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 15, 2012 a las 12:34am

Sí, así parece ser, Sr. Roberto. De todos modos, yo es la primera vez que veo que se dice que la copia que hay en el El Prado tiene una huella digital. Nadie más ha comentado algo al respecto de la misma, lo que no deja de ser extraño. Si esta huella existe, no estaría de más, desde luego, que se analizara.

Saludos

Comentario por Roberto el febrero 15, 2012 a las 2:51pm

No he mencionado la huella, porque no he leido en ningún lado comentario alguno sobre ella, aparte de lo dicho por el señor Sierra que me despierta poca confianza, desde el momento de aparecer casi como un experto y no conocer datos básicos que salen de la simple observación (caso de las columnas). Este hombre es asiduo de programas de TV, a lo mejor conoce a un periodista que fue a la rueda prensa del Prado y algún conservador o restaurador del museo se lo mencionó, vamos, por teorizar.

¿Se puede sacar alguna conclusión de caracter étnico de una huella dactilar?¿al margen de compararla con otras huellas encontradas en obras de Leonardo o sus discipulos que interés puede tener?

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 15, 2012 a las 4:07pm

Bueno, Sr. Roberto, aparte de poder comparar la huella dactilar con otras encontradas en trabajos de Leonardo, como usted dice, y, por tanto, cotejar si hay semejanzas, lo cual diría mucho, también podría ser posible comprobar si corresponde a la mano izquierda, cosa que asimismo significaría bastante, pues, como se sabe, Leonardo era zurdo. Desde luego, de ahí a obtener conclusiones étnicas parece excesivo, pero no es el dato principal a obtener.

Y, como comprenderá,  la confianza que pueda despertar el Sr. Javier Sierra es totalmente irrelevante. Lo que importa es que ha señalado la existencia de esa huella, cosa de la que curiosamente nadie ha hablado. Es de suponer que si la menciona es porque le consta.

Comentario por Percha el febrero 20, 2012 a las 10:00am

Historia de las dos ‘Giocondas’

Borja Hermoso / El País

La reaparición –que no aparición en sentido estricto- de la ya popularmente conocida como Gioconda del Prado añade un nuevo capítulo al inacabable libro imaginario sobre los misterios del retrato más famoso de la Historia del Arte. ¿Pintó Francesco Melzi los contornos de esta inquietante copia de la Mona Lisa? ¿Fue Andrea Salai, también discípulo de Leonardo pero, además de eso, amante suyo? ¿Por qué esta réplica -que contemplada de cerca sugiere de principio a fin todos y cada uno de los mundos y sensaciones encerradas en el rostro de su hermana mayor, el original que vive en el Louvre- pasó tantos años en las paredes del Prado sin que los sucesivos responsables y los expertos sucesivos le otorgaran más valor que el de una copia más, banal, triste, oscura y casi olvidable? Y sobre todo, ¿cómo lucirá esta tabla sobre nogal, ya totalmente restaurada, en el mismísimo Louvre cuando el próximo mes sea colgada a escasos metros de la inmortal obra que la inspiró?

De momento este martes el director del Prado, Miguel Zugaza, hará públicos los detalles del informe técnico de restauración, una vez que Ana González Mozo y Almudena Sánchez han concluido esta delicada, antes escondida y ahora hiperpublicitada operación limpieza. Este martes podrá comprobarse, entre otras cosas, cómo ha quedado esa famosa zona de transparencias junto a la parte izquierda del escote de la misteriosa dama (la zona en la que un tejido semitransparente cubre el hombro izquierdo de La Gioconda), que estaba pendiente de restauración. Y, sobre todo, el mundo conocerá el estado final de esta pobre Gioconda resucitada que, durante tanto tiempo, exactamente cinco siglos, estuvo acompañada por un incomprensible y tiránico fondo negro (la tesis más extendida apunta a que fue pintado en el siglo XVIII por cuestiones relacionadas con la estética de la época). El nuevo paisaje –nuevo, refulgente y semiazulado, a simple vista casi más propio de Patinir que de un florentino del XVI-, la aparición de cejas en el rostro de la mujer retratada, por contraposición a la Gioconda auténtica, y en general el ‘rejuvenecimiento’ radical del rostro de la Mona Lisa del Prado con relación al original son algunos de los hitos del nuevo caudal de información que este hallazgo (o semihallazgo) es capaz de aportar a la obra del más genial de los pintores del Renacimiento.

Han transcurrido casi tres semanas desde que el mundo de los descubrimientos de arte acogió la noticia con evidentes signos de conmoción: no siempre ‘aparece’ una copia de la ‘Gioconda’ ejecutada por un discípulo de Leonardo Da Vinci –el que fuera- al mismo tiempo que el original. Porque esa y no otra es la hipótesis con la que trabajan en El Prado Miguel Falomir, conservador jefe de Pintura italiana y del Renacimiento, y su equipo de técnicos y expertos. Los ‘arrepentimientos’ presentes en el original y en la copia no mienten: coinciden en muchos casos. Según esta línea de investigación, maestro y alumno pintaron de manera simultánea el retrato de Lisa Gherardini… o de quien diantres sea la chica de la foto, perdón, del cuadro. O el chico. Porque no faltan, recordemos, extravagantes teorías para todos los gustos y sensibilidades, incluida la que apunta a que la Mona Lisa sea en realidad un Mono Liso llamado Alberto, amante del genio florentino. O la que sostiene que estamos ante el propio Da Vinci, que se autorretrató de esta guisa para despistar a lo

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