El hallazgo de la “cuarta pirámide” en Abu Rawash, más alta y de un tamaño similar a las de Giza, en Egipto, trastoca la historia de dicho país.
En primer lugar, desmiente los supuestos conflictos internos en la familia del Faraón Radjedef (o Dyedefra/Djedefre), quien mandó a construir la pirámide, y su supuesta muerte a manos de su hermano, por venganzas y envidias, destacó Anthony Geffen, realizador del documental “The Lost Pyramid”, para The History Channel.
Además, con este cambio en la historia, se obtienen nuevas pistas que ayudarán, según el equipo de The History Channel, a completar la radiografía de la meseta de Giza.
Durante un recorrido realizado por la zona con Geffen, el productor destacó que, aunque para Hawass no hay gran novedad con respecto a esta pirámide, cuya existencia se conocía ya, y por lo cual el nombre del documental sería poco preciso, el producto saca a la luz que la pirámide fue concluida.
La llamada “cuarta pirámide” sería más alta que las que conforman el conjunto de Giza, de acuerdo con los datos recabados durante 12 años de investigación por el egiptólogo Zahi Hawass (1947), actual secretario general del Consejo Superior de Antigüedades del gobierno egipcio y su equipo.
Construida después de la de Keops –por lo que en realidad sería la segunda del conjunto formado por las de Giza y Abu Rawash–, la nueva pirámide está fuera de las rutas turísticas. Se puede ir desde El Cairo en taxi pero el acceso no resulta fácil, por lo que puede resultar complicado llegar hasta la pirámide si no se ha visitado el lugar anteriormente.
Según Hasan Abd El Razek, experto en esta llamada “pirámide perdida”, el acceso a ésta pirámide es limitado por el gobierno –pues se encuentra en una zona militar–, y son pocos los que han ingresado al recinto; no se paga por la entrada.
“Se tenían noticias de esta pirámide desde el siglo XIX, pero fue hasta hace 12 años que comenzaron a hacerse investigaciones serias al respecto; los resultados son sorprendentes, se trata de algo que podríamos llamar una pirámide perdida”, dijo Hasan Abd El Razek.
De acuerdo a la leyenda, su construcción tuvo lugar hace casi cinco mil años, y representó una carrera contra el tiempo. En tan sólo siete años, mientras ganaba poder y llegó su muerte, Radjedef quiso superar los éxitos de su padre, el gran Khufu (o Keops), el faraón más poderoso hasta ahora conocido.
Al querer diferenciar su pirámide de la de su padre, Radjedef la construyó en Abu Rawash, pero así también logró que fuera olvidada fácilmente y que, como causa de los saqueos y su desmantelamiento paulatino para construir con sus rocas El Cairo, se convirtiera en lo que la cadena televisiva llama una pirámide perdida –al menos para el público en general–, y que es considerada desconectada de las tres pirámides de Giza, aunque en realidad están relacionadas y su estudio podría revelar, según los expertos, información sobre esta importante familia.
“Es normal en los hijos querer diferenciarse”, dijo Zahi Hawass, quien ha encabezado la investigación en el sitio durante los 12 años, “mi hijo, por ejemplo, no quiere hacer arqueología”.
El sitio está cerrado al público ahora y, según Hawass, seguirá así hasta 2009. Estas son las políticas que han caracterizado y han hecho polémica la carrera del egiptólogo, pues cree que el turismo es el principal enemigo del patrimonio arqueológico de su país.
“Tenemos que hacer que valoren nuestra cultura y que paguen un precio justo por ver nuestro patrimonio. No quiero ver millones de turistas en Egipto porque es barato. Por eso se abre y se cierra el acceso a los lugares, porque debo cuidar de ellos”, dijo en conferencia de prensa.
Cuestionado sobre su participación en programas de difusión masiva como el documental que ha producido The History Channel y cuyo posible efecto sería atraer a más turistas, Hawass dijo que no ve contradicción alguna.
“El acceso al turismo debe estar controlado, pero aún son más los que no pueden pagarse un viaje a Egipto y deben conocer más sobre nuestra cultura que los que puedan llegar motivados por este documental”, aseguró.
*** Dyedefra fue el tercer faraón de la dinastía IV de Egipto, reinando desde c. 2556 a 2547 a.C. (von Beckerath).
Denominado Dyedefra en la Lista Real de Abidos y la Lista Real de Saqqara. El Canon de Turín lo acredita con un reinado de ocho años, aunque su nombre es ilegible.
Manetón, según Julio Africano, lo llama Ratoises y le asigna 25 años de gobierno. La fecha más alta conocida de su reinado era el undécimo censo de ganado; esto significaría que Dyedefra gobernó al menos 21 años, si los censos fueron bianuales.
Foto: Cabeza en cuarcita del faraón Dyedefra (2556-2547 a.C), IV Dinastía. Abu Rowash. Museo del Louvre. París
Sucesor e hijo de Jufu. Se casó con su hermanastra Hetepheres II, lo que pudo haber sido necesario para legitimizar su ascenso al trono si su madre era una de las esposas secundarias de Jufu (Keops). También tuvo otra esposa, Jentetenka, con la que tuvo (al menos) tres hijos: Setka, Baka y Hernet, y una hija, Neferhetepes.
Fue el primer faraón de esta dinastía que utilizó el apelativo de Ra formando parte de su nombre real, lo que indicaría la creciente popularidad del culto al dios solar Ra y la creciente influencia de su clero.
Para saber más:
A new History Channel documentary revisits the ruins of pharaoh Djedefre's tomb, which were investigated in the 19th and early 20th centuries. A look at what we know now about the so-called 'Lost Pyramid.'
Se construyó bajo el reinado del faraón Dyedefra, hacia el año 2556 antes de Cristo. Fue la que alcanzó más altura y se construyó con mejor material. La destruyeron los romanos para utilizar sus piedras en El Cairo.
EL CAIRO.- El faraón Dyedefra, que reinó en Egipto hacia el año 2556 antes de Cristo, hace casi cinco milenios, construyó la pirámide con más altura y magnificencia de las cuatro que se veían desde las orillas del Nilo.
Un grupo internacional de arqueólogos ha descubierto que las ruinas que hoy pueden verse en Abu Rawash, a pocos kilómetros de El Cairo, corresponden a la llamada pirámide perdida, cuyas piedras han acabado con muchas de las leyendas que han rodeado el reinado del que fuera el heredero de Keops.
«Esta pirámide fue la más alta de todas las del complejo de Giza [Keops, Kefrén y Micerinos] y su piedra era de mejor calidad. Durante años se pensó que no había sido terminada de construir, pero hemos comprobado que no fue así. Sus piedras fueron utilizadas durante siglos para construir en El Cairo», señala Zahi Hawass, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades egipcio.
«Durante los 12 últimos años hemos excavado allí y hemos sacado a la luz gran parte de la historia de la IV dinastía, las luchas por el poder y parte del misterio de la construcción de las pirámides», añadía en la presentación internacional del documemental 'La pirámide perdida', una película rodada durante tres años de excavaciones por Canal Historia, que podrá verse en septiembre en España.
Los restos de la pirámide del enigmático Dyedefra no levantan hoy más de 10 metros del suelo. Están en una colina de Abu Rawash, una zona militarizada de acceso restringido. Alrededor el reseco desierto y al fondo, impresiona la negra nube de contaminación de El Cairo.
Entre la neblina también se adivinan las siluetas de las otras tres pirámides de Giza, con las que esta majestuosa obra nunca estuvo conectada, según los arqueólogos.
Hawass cree que el hijo de Keops eligió este lugar a cierta distancia de Giza, el cementerio de su dinastía, porque quería ser independiente de su familia y su alto enclave pondría su tumba más cerca del Sol, su dios.
Ocho años de construcción
La pirámide, a tenor de los últimos hallazgos, superaba en 7,62 metros de altura a la de Keops, que tiene 146 metros. Cada una de las caras, en su base, medían 122 metros y el ángulo de inclinación era de 64 grados, si bien una variación impidió que se colapsara.
Fue levantada con caliza y granito rojo de Asuán, como la de su padre. El material llegaba desde 800 kilómetros de distancia por el Nilo y alcanzó Abu Rawash a través de grandes canalones. Allí, utilizando una dura piedra de dolerita, se partían los bloques, a los que daban la forma precisa con una especie de sierra de cobre con el filo de cuarzo. Cada una de las piezas de ese inmenso puzzle pesaba hasta 25 toneladas y se necesitaban hasta 370 personas para moverla.
La mayoría de los trabajadores que llegaron a Abu Rawash, unos 15.000 en los ocho años que duró la construcción, fueron agricultores que realizaban este trabajo cuando las crecidas del Nilo inundaba sus tierras de cultivo. «Cuando comenzaban el trabajo, realizaban marcas en las piedras con un tinte rojo», explica sobre el terreno el egiptólogo Hassan Abd El-Razek.
Una profunda grieta en la tierra, que fue el pasaje de bajada a la cámara subterránea, está ahora al aire libre y ha servido para comprobar que en la primera fase se utilizó argamasa para consolidar el interior donde debía descansar el faraón en su viaje a la otra vida.
En el exterior aún el suelo está plagado de fragmentos de pequeñas vasijas donde se llevaban las ofrendas a Dyedefra. El-Razek muestra también el lugar donde aparecieron varias estatuas rotas del faraón, así como las ruinas de lo que debió ser el templo, cuyas obras de reconstrucción fueron paralizadas por Zahi Hawass.
Anthony Geffen, productor del documental, también aporta detalles de la gran obra mientras, bajo un sol abrasador, pasea entre las milenarias piedras. «La pirámide estaba recubierta de granito pulido y por una aleación de oro, plata y cobre que brillaban al sol en señal de poder». La pirámide de Abu Rawesh se podrá visitar a partir de 2009, pero sólo por su parte exterior.
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