Red social de Arqueologos e Historiadores
Homero, Palacio de Caetani, Roma, Museo del Louvre
Actualmente sabemos muy poco de la figura de Homero. Sabemos que fue un poeta de la Antigua Grecia, nacido en el siglo VIII a. c. Este poeta desarrolló su vida y su obra en el siglo de su nacimiento, y era considerado por sus contemporáneos como un bardo, o lo que es lo mismo, una persona encargada de transmitir historias de forma oral. Y al parecer Homero debía cumplir la función a la que venía destinado de forma magistral, cantando las hazañas que su pueblo había protagonizado en épocas remotas. Homero gozó en el pasado de una alta consideración, al igual que en la actualidad, puesto que fue el primero y mas importante de los poetas épicos de Grecia, autor de dos obras maestras de la literatura universal. Estas magistrales creaciones literarias, escritas por el poeta griego en época antigua son los poemas épicos la Iliada y la Odisea.
A pesar de que Homero recopiló sus obras de leyendas y tradiciones transmitidas oralmente por otros, tuvo la habilidad de darle una estructura y un contenido magistral que es como actualmente nosotros las conocemos. Aunque mayoritariamente, se da por sentado que Homero debió haber existido hace unos 2800 años, aun hoy muchos historiadores ponen en duda si Homero existió realmente, o si solamente era un personaje legendario al no haberse encontrado pruebas taxativas de su existencia. Incluso podría ser que sus obras no las hubiera escrito él, o que se trate de simples recopilaciones de tradiciones orales de épocas remotas.
Aclarado esto último, y según el historiador griego Heródoto de Halicarnaso, Homero vivió unos cuatrocientos años antes que él, es decir, cuatrocientos años antes del 484 - 425 a. c, época en la que desarrollo su vida el propio Heródoto. Según esto, Homero habría vivido a mediados del siglo IX a. c, sobre el 850 a. c aproximadamente. Pero este primer cálculo estuvo sometido a discusión durante décadas, estableciéndose finalmente como fecha mas factible para situar la vida de Homero el 750 a. c.
Sobre su origen el debate también esta abierto. Desde la Antigüedad ya se discutía acerca de los orígenes de Homero. Para Simónides de Amorgos y Píndaro, el lugar de procedencia de tan brillante poeta, debió ser Esmirna o Atenas, situada en un lugar estratégico de la costa de Anatolia. Para otros, Homero era originario de la isla de Quios en el Egeo. Lo cierto que a día de hoy se desconoce su procedencia. No obstante la biografía más antigua que se conoce sobre este personaje, y que erróneamente se atribuyó a Heródoto, contaba que Homero fue fruto de la violación de la huérfana Creteidas, la cual dio a luz en Esmirna. Según la misma fuente, el nombre por el que era conocido el poeta en su juventud era Melesígenes. Durante esa juventud, Homero llevó una vida desordenada y bohemia. Tras sufrir una grave enfermedad, el poeta perdió la vista y desde ese momento la gente comenzó a conocerle como Homero, ya que en griego la palabra ¨Homero¨ hace alusión a aquella persona privada del sentido de la vista, osea, al ciego. A pesar de todas estas pistas, lo cierto es que poco o nada se sabe con certeza de el. En ese mismo relato que se atribuye a Heródoto de Halicarnaso, se comenta la muerte del poeta, según el cual, falleció en casa de su amigo Creofilo, en la isla de Ios, lugar en el que había hecho una parada de camino a Atenas.
Tampoco falta quienes piensan que la Iliada y la Odisea son obras de autores diferentes. Los primeros que respaldaban esta tesis fueron los especialistas de la escuela alemana, allá por el siglo XVIII, basándose en un análisis estilístico de ambas obras. A pesar de que recientemente se han llevado a cabo pruebas científicas que han hecho hincapié en analizar con técnicas modernas los estilos literarios de ambas obras, no se ha podido llegar a una conclusión definitiva. Algo parecido hicieron en época antigua los romanos, cuando el emperador Adriano, quiso conocer sobre la existencia real de Homero, y sobre la autoría de sus obras. Sometida la consulta al famoso Oráculo de Delfos, este concluyó que efectivamente Homero había sido un personaje real, y que fue el autor tanto de la Iliada como de la Odisea.
Lo cierto es que la Ilíada, y la Odisea, es una epopeya atribuida a Homero. Son una recopilación de historias tradicionales que venían siendo transmitidos oralmente, de generación en generación, por los aedos o rapsodas a lo largo de los siglos. Ambas fueron escritas hace cerca de 3.000 años, y desde su origen constituyeron la base literaria de la Grecia Antigua, considerándose con el transcurrir del tiempo en patrimonio de toda la cultura occidental. Prueba de su importante legado es que ya era estudiada por los griegos antiguos allá por el 550 a. c. También la obra de Homero sirvió como elemento importare de la formación intelectual del joven Alejandro de Macedonia, el Magno, que hacía todo lo posible por ajustarse a los cánones morales de los poemas homéricos. El mismo llegó a afirmar, no falto de orgullo;
¨..Cuanto soy debo agradecerlo a haber leído a Homero, pues si a mi maestro Aristoteles y a mi padre Filipo debo el beneficio de la existencia y de la regia estirpe, a Homero debo el saber vivir como un héroe de la antigüedad y regirme de acuerdo con las nobles acciones..¨
Desde el punto de vista argumental, la Iliada y la Odisea son muy distintas. La Ilíada cuenta una historia ocurrida en tiempos remotos, una parte de la guerra de Troya (Ilión). La guerra estalló al raptar Paris, príncipe de Troya, a Helena, la esposa de Menelao, rey de Esparta. Presto a recuperar a su esposa y como venganza, Menelao organiza una expedición para liberarla del secuestro, solicitando la colaboración de numerosos reyes y señores griegos. Una poderosa flota al mando de Agamenón, rey de Micenas y hermano de Menelao, parte hacia Troya, levantando un cerco entorno a ella e iniciando un largo asedio de diez años. Troya cae gracias a la astucia de los micénicos y el famoso Caballo de Troya, gracias al cual logran entrar en la ciudad y arrasarla por completo.
Pero la Iliada tan solo relata los hechos ocurridos en los últimos 51 días del conflicto, centrándose en las hazañas de Aquiles, y su furia por el desaire que le hace Agamenón, al apoderarse de la esclava Briseida, lo que obliga a Aquiles a retirarse de la batalla. Los diferentes combates se suceden a través del hilo argumental de la obra, hasta llegar al momento de la trágica muerte de Patroclo, intimo amigo de Aquiles, que cae a manos de Héctor, el hermano de Paris. La venganza de Aquiles no se hace esperar y termina asesinando a Héctor arrastrando su cadáver ante los muros de Troya. Destrozado Aquiles por la muerte de Patroclo, se niega a entregar el cadáver de Héctor a su padre Priamo, el cual ruega por la devolución del cuerpo de su hijo. Aquiles, conmovido por las suplicas de Priamo accede.
La Odisea, narra las aventuras de Ulises (Odiseo) de regreso a su casa, situada en la isla de Ítaca. Allí lo aguarda su esposa, Penélope y su hijo, Telémaco. El viaje duró diez duros años. Al principio de la obra se describen con detalle los sufrimientos y penalidades sufridas por Penélope y Telémaco en Ítaca, ante la presión ejercida sobre ellos por varios señores del reino, que intentaban por todos los medios desposarse con Penelópe para así acceder al trono; Entre tanto Telémaco parte en busca de su padre. Seguidamente se narran detalladamente las aventuras de Ulises dejando constancia de su fuerza y astucia lo que le permite superar cualquier dificultad con la que se encuentra. Finalmente la obra describe la vuelta a casa de Ulises, que apareciendo de incógnito en Ítaca, consigue vengarse de los pretendientes de su esposa, eliminando a todos, y consiguiendo restablecer la paz en la isla.
Según el relato mitológico y la obra de Homero, los primeros reyes de la ciudad de Troya, comienza con Teucro, originario de la isla de Creta, al que se señala como el fundador, y por tanto el padre de Troya. Dárdano, hijo de Jupiter y Electra, intentó arrebatar el trono de Arcadia, su ciudad natal, a su hermano Jasio. Su intento fracasó al encontrar la oposición de los súbditos de Jasio, lo que no le dejó otra opción que expatriarse. Tras pasar por Samotracia acabó en Frigia donde terminó casándose con la hija del rey Teucro al que sucedió en el trono. Dárdano, en funciones de rey de Frigia, levantó la ciudad de Dardania, que después se convirtió en Troya. A Dárdano le sucede en el trono su hijo Erictonio. Lo que conocemos de Erictonio, lo sabemos por medio de Homero. El poeta griego escribe en la Iliada (XX.215-234) sobre él:
¨..Zeus engendró a Dárdano y fundó Dardania cuando Ilion (Troya) todavía no estaba edificada en la llanura. Dárdano, a su vez tuvo por hijo al rey Erictonio, que llegó a ser el más opulento de los hombres mortales: de él se apacentaban en la pradera tres mil yeguas, todas hembras (...) Incluso el Bóreas se enamoró de ellas de verlas pacer y tomando figura de caballo, de oscuras crines, las cubrió; y ellas, preñadas, parieron doce potros. (...) Erictonio engendró a Tros, soberano de los troyanos. Y, a su vez, de Tros nacieron tres intachables hijos, Ilo, Asáraco y Ganimedes, comparable a un dios, que fue el más bello de los hombres mortales...
El hijo de Erictonio, Tros, dió nombre a Troya, que dejó de ser conocida como Dardania. El hijo de Tros, Ilo se caracterizó por embellecer y fortificar Troya, y ordenó se edificara en el interior de la ciudadela un templo en honor a la diosa Atenea, con una estatua de la diosa en su interior. Ello preservaría a Troya de ser tomada nunca por un enemigo exterior. El hijo de Ilio, Laomedonte, se empeñó en reforzar las murallas de Troya, contando con la ayuda divina. Fueron Apolo y Poseidon los poderes divinos que no dudaron en ayudar a Laomedonte. Pero este se negó a cumplir lo pactado tras finalizar las obras. Como represalia Poseidon derribó las murallas de Troya a la vez que un horrible monstruo salido de las profundidades marinas devoraba a sus habitantes. Tras consultar el oráculo, para poner fin a tanta desdicha, Laomedonte se vio obligado a entregar en sacrificio a su hija Hesione, pero finalmente fue liberada por Hércules que también acabó con el monstruo, tras prometerle Laomedonte entregarle los caballos invencibles que poseía el rey. De nuevo Laomedonte no cumple su promesa y Hércules saquea Troya, asesinando al propio Laomedonte y raptando a Hesione, que entregó al rey de Salamina, Telamon, para que se desposase con el.
Parece que la ciudad de Troya desde sus orígenes mitológicos y heroicos estaba predestinada a sufrir todo tipo de calamidades. A Laomedonte le sucede su hijo Priamo. Si por algo se destacó Priamo fue por tener la habilidad de engrandecer Troya a todos los niveles, convirtiéndola en una brillante ciudad y ensanchando sus dominios. Pero además supo firmar importantes alianzas con los mas importantes monarcas de Asia Menor. En este sistemas de alianzas el propio Priamo contrajo matrimonio con Hecuba, la hija del rey Dimante de Tracia. Priamo tuvo una larga descendencia, siendo los mas importantes: Paris (Alejandro), Hector, Laocoonte, Heleno, Troilo, Polidoro, Ilionea, Creusa, Polixena y Casandra. De todos ellos Paris es el mas importante en el asunto troyano. Sin ir mas lejos, fue el que ocasionó el conflicto al raptar a Helena. De Paris ya hemos hablado largo y tendido a lo largo de algunas paginas, por lo que ante el temor de aburrir al lector os remitimos a ellas.
Luca Giordano. Rapto de Helena (Ratto di Elena). 1680 - 1683.
Otro personaje que juega un papel importante en la Iliada, y por tanto en la guerra de Troya, es Aquiles, hijo de Tetis y Peleo. Originario de la región de Tesalia, Aquiles tenia el poder de la inmortalidad. Siendo niño, su madre bajó al hades y lo sumergió en las aguas de la laguna Estigia con el fin de hacerle invulnerable. Aquiles durante su vida gozó de la virtud de ser incapaz de sufrir ningún daño por herida alguna, tan solo su talón quedó desprotegido, ya que su madre Tetis le sujetó por uno de sus talones para poder sumergirlo, quedando este fuera del agua. Aquiles era uno de los mas poderosos guerreros griegos, y quiso marchar a la conquista de Troya. Allí llegó portando un escudo fabricado por Vulcano, con cuatro caballos inmortales, y su inseparable amigo Patroclo. Pronto se destacó por su fuerza y su valentía en el combate, venciendo a todos los enemigos con los que se encontraba. Recibió como botín a la bella Briseida, hija de Briseo. La disputa por Brisea con Agamenon llevó a Aquiles a abandonar el combate negándose a participar en la batalla. La muerte de su gran amigo Patroclo a manos de Hector, hijo de Menelao y hermano de Paris, hizo reaccionar a Aquiles que enfurecido por la trágica noticia de la muerte de su amigo, regresa al combate con el fin de buscar venganza derrotando a Hector.
Después de Aquiles, el mas valiente de los griegos era Ayax, hijo de Telamón. Ayax aportó doce barcos a la poderosa escuadra griega, con los que se destacó en la lucha dirigiendo a los combatientes de Salamina y Megara. Tras morir Aquiles, se produjo un conflicto entre Ayax y Ulises, sobre a quien debía pertenecer las armas del fallecido Aquiles. Este contencioso entre ambos guerreros se resolvió de manera sangrienta acabando con el suicidio de Ayax.
El hermano de Ayax, Teucro, era un arquero magistral, y sabedor de su habilidad había acompañado a Ayax en su aventura en Frigia. Pero a su vuelta a casa encontró el rechazo de su padre Telamon por no haber vengado la muerte de su hermano. Empujado al destierro por Telamon, Teucro se dirigió a la costa fenicia, recalando en Sidon donde el rey Belo, conocedor de su injusta historia, le hizo entrega de varios colonos fenicios con los que levantó en Chipre una nueva ciudad que llamó Salamina.
El hijo de Hércules, Telefo, rey de Misia, también intervino en la guerra de Troya , pero al casarse con una de las hijas de Priamo, se alió con el para defender la sitiada Troya. Herido en la batalla por Aquiles, lo que le produjo una herida incurable que le provocaba insoportables dolores. Tras consultar con el oráculo la forma de curarla, este le dijo que solo sería sanada por aquel que se la provocó. Aquiles en un primer momento se negó, pero las presiones de Ulises hicieron efecto en la conciencia del guerrero tesalio. Agradecido, Telefo, acabó desertando, abandonando a Priamo y pasándose al ejercito griego.
Priamo contaba entre sus parientes con el príncipe troyano Antenor. Pero este príncipe troyano gozaba de una particularidad, puesto que era un gran conocedor de Grecia y los griegos, ya que durante su juventud se convirtió en un incasable viajero por el país heleno. Lo cierto es que Antenor sentía un sincero afecto por Grecia y su pueblo, un afecto tan arraigado, que ni siquiera el conflicto bélico en el que estaba inmerso Troya con los griegos Micenicos iba a hacer que cambiara. De hecho Antenor se destacó durante la contienda en aconsejar a Priamo que devolviera a Helena a Menelao. Según cuenta Homero, fueron incansables los esfuerzos de Antenor pidiéndole a Priamo que devolviera la paz a Troya y firmara el armisticio. Pero los esfuerzos de Antenor no solo fueron estériles, sino que tanta insistencia llevó a los troyanos a ver en Antenor un peligroso traidor. Entre la lista de acusaciones que se le atribuían estaba la que le hacia instigador para la construcción del caballo de madera que provocó la destrucción de Troya. Del final de Antenor tras la caída de Troya poco se sabe. Para unos, marchó acompañando a Helena y Menelao, acabando en África, tras naufragar junto a ellos, encontrando finalmente la paz que buscaba. Para otros nunca abandonó Troya, sino que recompuso sus restos con los pocos que sobrevivieron, fundando un nuevo reino. La versión que parece mas segura es aquella que cuenta como abandonó Troya convirtiéndose en un viajero incansable acabando finalmente en Venecia donde fundó Padua.
Otro personaje que intervino en la guerra de Troya, fue Áyax , hijo del rey Oileo de Lócrida. Se le conoce como "el Menor" para diferenciarlo de Áyax, el hijo de Telamón. Acudió a Troya acaudillando un destacamento de locrios. Este hijo del rey Oileo, era considerado el más veloz entre los aqueos. Su error lo cometió cuando durante el saqueo de Troya, Ayax penetró en el templo de Atenea violando a la hija del rey Priamo, Casandra. Tal salvaje acto causó la ira de Atenea, que le castigó al volver de Troya haciendo naufragar sus naves junto a las rocas de Catareo. Finalmente fue fulminado por un rayo cuando, agarrado a un escollo, exclamó estas palabras con soberbia: ¨Me salvé, a pesar del poder de los dioses¨
Pero la guerra de Troya, también es una historia de intrigas y traiciones. En relación a esto Nauplio fue uno de los caudillos aqueos, que como otros, acudieron sin dudarlo a participar en la Guerra de Troya. Era sabido por todos que Nauplio era un experimentado navegante, era algo que había heredado de su antepasado, hijo de Poseidón, hasta el punto que solían confundirlo con el propio dios:
"..Después de éste acudía el descendiente del divino Dánao, Nauplio, que era hijo de Clitoneo Naubólida. Era Naúbolo a su vez hijo de Lerno, y en cuanto a Lerno sabemos que lo era de Preto Nauplíada, y que una vez, de sus amores con Poseidón, la joven Amímona, hija de Dánao, había dado a luz a este Nauplio, que aventajaba a todos en el arte marinero."
(Apolonio de Rodas. El Viaje de los Argonautas)
El hijo de Nauplio se llamaba Palamedes. El chico se convirtió en acompañante inseparable de Menelao. Pronto la envidia hizo mella en Ulises, una evidia que se convirtió en odio hacia Palamedes. Para desacreditar a Palamedes y ganarse a Menelao, Ulises trama una conspiración que acabará trágicamente con la muerte de Palamedes ante Troya, tras acusarlo Ulises falsamente de traición. Al enterarse su padre Nauplio, acude presto a Troya y exige se haga justicia, pero Agamenón y los demás caudillos hacen oídos sordos. Pero Nauplio no quedó conforme y buscó por todos los medios una reparación. Así que aprovechó que los monarcas aqueos estaban muy ocupados en la Guerra de Troya, para presentarse sin avisar en los diferentes reinos de la Hélade, y con el pretexto de darles a sus mujeres cuenta de la guerra, con habilidad les contaba las infidelidades de sus maridos con otras mujeres, con las que se habían comprometido para sustituirlas por ellas. Algunas de estas esposas no soportaron la noticia, y terminaron por acabar con su vida. Otras se vengaron buscándose amantes, mientras que otras planearon la muerte de sus infieles maridos a su vuelta de la guerra. Pero la venganza de Nauplio solamente acababa de comenzar y se trasladó al cabo Cefareo para vigilar la vuelta a casa de la flota aquea. Cuando acabó la guerra y Nauplio vio aparecer los barcos griegos, prendió unas enormes hogueras, con el fin de confundir a las naves en su trayectoria. Los marinos aqueos creyéndose falsamente cerca de puerto, volvieron las quillas de sus naves en dirección a las hogueras para ponerse a salvo de una inesperada tormenta, estrellándose contra las rocas. Fueron muchos los barcos que naufragaron, y con ellos gran parte del botín saqueado en Troya. Así lo relata Higinio en sus Fábulas mitológicas:
"Cuando los demás imploraron en el silencio de la noche la protección de los dioses, Nauplio los oyó y se dio cuenta de que había llegado el momento de vengar los agravios infligidos a su hijo Palamedes. Y así, como si fuera a prestarles ayuda, elevó una antorcha encendida donde las rocas eran especialmente escarpadas y el lugar se hacia muy peligroso. Ellos, creyendo que esto se hacía de buena fe, dirigieron hacia allí las naves; a consecuencia de esto muchas se resquebrajaron y muchísimos soldados con sus jefes perecieron en la tempestad, de modo que sus miembros junto con sus vísceras chocaron contra las rocas. Y si algunos pudieron nadar hasta tierra firme, fueron muertos por Nauplio."
Otro personaje importante de la Ilíada es Diomedes, al que se le llama "Rey Diomedes, el Azote de Troya", o "Diomedes, el Señor de la Guerra", comparándolo Homero con un rayo que todo lo derriba, o un torrente desbordado que no conoce obstáculo alguno. Lo cierto es que se menciona en dos tercios del poema épico. Marcado desde muy joven por el deshonor de su padre Tideo, acusado de usurpador al trono de Caydon y condenado al destierro. Diomedes también fue uno de los muchos monarcas griegos que pretendieron la mano de Helena, pero al final el elegido fue Menelao. Tras el rapto de la princesa, Diomedes viajó hasta Troya con un gran número de naves y durante los diez años de asedio se portó como un verdadero héroe, a la altura de Aquiles y Ayax. Al finalizar la Guerra de Troya, Diomedes terminó en el sur de Italia donde fundó Argyripa, actual Arpi.
Diomedes. Copia de una estatua de Kresilas de ca. 430 a. Glyptothek, Múnich
Filoctetes, hijo de Peante y Demonasa, ya acompañó a su padre en la expedición de los argonautas. Como otros reyes griegos, se presentó también como pretendiente a la mano de Helena, siendo rechazado. Conocedor del juramento hecho por todos los pretendientes (Juramento de Tíndaro) estaba obligado, al igual que todos los demás, a proporcionar ayuda militar al pretendiente, quienquiera que fuese, si alguna vez se le robase. De esta forma se embarcó hacia Troya junto con Agamenon, Ulises y demás caudillos griegos. Durante la travesía Filoctetes acabó hiriéndose en un pie, provocándose una herida que se infecto, por lo que los griegos instigados por Ulises deciden abandonarlo en la isla de Lemnos donde permaneció nueve años. Pero los griegos, a través del adivino troyano Heleno, conocen la noticia de que no podrán tomar la ciudad de Troya sin el arco de Heracles, en poder de Filoctetes. Una embajada va en busca de Filoctetes, con Ulises a la cabeza dispuesto a robar el arco si fuera necesario, y Diomedes que no solo quería el arco, si no también el al arquero. Los recién llegados le ofrecen a Filoctetes la posibilidad de curación por medio del médico Macaón, hijo de Esculapio. Recuperado de su herida se reincorpora de inmediato a la guerra, pero ya en su último año. Paris, y Filoctetes entablan un duelo con arco y flechas, y Fliloctetes mata al troyano. Filoctetes también fue uno de los guerreros que penetró en Troya en el interior del caballo de madera. Filoctetes sobrevivió a la Guerra de Troya, y acabó fundando varias ciudades en Italia. Murió colaborando con los Rodios en un combate contra unos enemigos.
Otro personaje que acudió sin dudar al sitio de Troya fue Idomeneo. Era rey de Creta, y tras luchar bravamente en Troya, de regreso a su patria, fue victima de una terrible tempestad de la que se salvó implorando la ayuda de Neptuno, no si antes prometerle al dios que le ofrecería en sacrificio de la primera persona que vieran sus ojos al llegar a puerto. Por desgracia para Idomeneo, la primera persona que acudió feliz a su encuentro para recibirlo fue su propio hijo. Viéndose obligado a cumplir la palabra dada al dios, presto le clavó la espada a su hijo. Los lugareños que se congregaban en el lugar no dudaron en repudiar al fanático infanticida por tan aberrante acto, maldiciéndolo de por vida. Ello obligó a Idomeneo a no encontrar tranquilidad el resto de su vida, viviendo en el mas oscuro tormento, lanzándose al mar y refugiándose en su navío. Con el tiempo pisó tierra en Italia donde fundó la villa de Salento.
El rey de Pilos, Nestor, acudió a la guerra de Troya al mando del ejercito, ya octogenario. El rey anciano fue muy apreciado por el resto de griegos gracias a los buenos y juiciosos consejos que daba y por considerarlo un hombre sabio. Hasta el propio Agamenón, dijo a propósito de él en una ocasión:
¨..Ojalá pudiera contar yo en mi ejercito con diez Nestor, pronto caerían las murallas de Ilion..¨
A pesar de su avanzada edad y lo duro de la contienda, Nestor regresó en perfecto estado a Pilos, donde acabó su vida siendo plenamente feliz, rodeado de su numerosa familia, que le querían, apreciaba y atendían a sus consejos.
De los mas conocidos personajes del poema épico de Homero, es el rey de Itaca, Ulises. Sus progenitores fueron Laertes y Anticlea. Quiso la mala suerte, que la guerra de Troya comenzara dos años después de su matrimonio con Penélope. Era tal el amor que Ulises profesaba a la bella Penélope, que no dudó en idear cualquier artimaña para mantenerse lejos del conflicto. De esta manera, Ulises pretendía permanecer al lado de su esposa, hasta el punto de fingir haber perdido la cordura. Pero de nada le sirvió, ya que Palamedes le cogió en el engaño y se vio obligado a partir rumbo a Troya con la flota griega. Una vez sobre el terreno, Ulises, se distinguió en la batalla por su valor, aunque no falto de prudencia, así como por ser un consumado estratega. Pero todo se le complicó tras el fin de la guerra y su regreso a casa. A Ulises le esperaba una larga singladura de diez duros años. Durante ese tiempo anduvo errático por un mar hostil, luchando contra el oleaje y las tempestades. Pero además, Ulises conoció y se enfrentó a peligrosos y variopintos personajes, como el espantoso cíclope Polifemo, o el enfrentamiento que tuvo con los lestrigones, un terrible pueblo de gente antropófaga. Mientras, en su hogar, su esposa Penélope esperaba ansiosa la vuelta de su esposo. La hermosura de la que hacia gala, así como la ausencia de su marido, hizo que numerosos pretendientes se hubieran propuesto desposarse con ella a toda costa, intentando hacerle creer que Ulises, había fallecido. Penelope hacía todo lo posible por poner cualquier escusa para así evitar contraer matrimonio con ninguno de ellos.
Un gran número de estos señores se habían instalado en el palacio, negándose a abandonarlo, y celebrando diariamente continuos festines y algarabías. Cansada de todo esto Penelope, aun tratando de ganar tiempo, convocó a los señores, a los que les dijo que decidiría quien sería su esposo al terminar de bordar la tela que estaba destinada a envolver el cuerpo de su suegro Laertes cuando falleciese. Pero astutamente, Penélope deshacía por las noches, lo que había confeccionado durante el día a la vista de todos. Esta argucia le sirvió para ganar tres años de tiempo. No obstante la traición de una sirvienta le obligó a tener que terminar la tela en tiempo y forma. Pero finalmente Penélope se vio obligada a elegir, pero no sin antes seguir poniéndoselo difícil a sus deseosos pretendientes. La reina puso como condición que se casaría con aquel de los candidatos que fuera capaz de tensar el arco de Ulises. Todos lo intentaron con ahínco y devoción, pero ninguno de ellos superó la prueba, como Penélope suponía. En el ultimo momento apareció entre el gentío la figura de un hombre desarrapado, desconocido por todos, que respetuosamente solicita intentar superar la prueba. Tras superar momentos de desconcierto, el forastero tensa el arco sin ningún esfuerzo, momento en el que desvela su autentica identidad, era el rey Ulises. Logrado su objetivo, Ulises y algunos fieles acaban con la vida de todos los pretendientes.
Otro personaje femenino de la obra de Homero es Hécuba, esposa de Priamo, y por tanto reina de Troya. El papel jugado por Hécuba en la guerra de Troya fue fundamental, ya que además de reina, ejercía de profetisa. En desarrollo de este rol, Hécuba revelaría numerosos malos augurios de futuros acontecimientos aciagos, que precipitarían la caída de Troya. La importancia de Hécuba en la historia se desarrolla antes, durante y después del conflicto bélico en el que se encontraba sumido su reino. Entre los muchos presagios que experimentó Hécuba, es de destacar el que tuvo lugar durante el embarazo de su hijo París. En un sueño profético vio como daba a luz una brasa ardiente. La interpretación del sueño, se reveló en un presagio inquietante, según el cual si Paris sobrevivía, sería la causa del saqueo y destrucción de Troya. En plena guerra de Troya, para conseguir el favor divino, Hecuba quiso que su hijo Héctor hiciera una ofrenda al dios Zeus, pero Héctor prefirió que Hécuba hiciera un pacto con ofrenda incluida, con la diosa Atenea. Hécuba lo intentó por todos los medios, pero Atenea no respondió a sus ruegos. No le quedó mas remedio a Hécuba que suplicar a su hijo Héctor, que de ninguna forma se enfrentara en combate al poderoso Aquiles. Sus ruegos fueron en vano y esa noche, Héctor murió a manos de Aquiles, tras haber protagonizado ambos, un antológico duelo a muerte.
Durante su existencia, Hecuba tuvo mas presagios que implicaban directamente el destino de Troya. La reina troyana tenia un hijo llamado Troilo, que había concebido con el dios Apolo. Este otro hijo, sería el protagonista de una nueva profecía, según la cual, si Troilo conseguía sobrevivir, y alcanzara los 20 años de edad, Troya nunca caería, y se salvaría de su destrucción a pesar de la profecía que Hécuba tuvo estando en estado de Paris. Pero Aquiles no estaba dispuesto a que el destino acabara dando la razón al presagio de Hécuba, y persiguió a Troilo hasta el templo de Apolo, asesinándolo ante el altar y arrastrándolo posteriormente con sus propios caballos, condenando así a Troya a un destino funesto.
Tras la caída de Troya, Hécuba, que tuvo la desgracia de ver morir durante el sitio de la ciudad a casi todos sus hijos, cayó cautiva de los griegos, concretamente correspondió en suerte a Ulises. De vuelta a su hogar las naves griegas arribaron a las costas del Quersoneso (Tracia) para rendir exequias fúnebres a Aquiles. En el momento clave del acto, hizo su aparición, venido del mas allá, Ulises, anunciando a los presentes que si querían salir sanos y salvos del lugar, debían inmolar a los dioses manes a Polixena, hija de Hécuba, prometida en el pasado a Aquiles. Los griegos no dudaron en dar cumplimiento al deseo expresado por la fantasmagórica figura ante la propia Hécuba, que desolada presenció el sacrificio de su hija. Tras el holocausto, Hécuba fue conducida ante Polimnestor, rey de Tracia. En el pasado, Hécuba había confiado la vida y riquezas de su hijo Polidoro a Polimnestor. Al entrar en su palacio, Hecuba descubrió que Polimnestor había traicionado la confianza que depositó en él en el pasado, y habia acabado con la vida de su hijo Polidoro. Cuando vio el cadáver de su hijo, la perturbada reina llena de rabia, se abalanzó contra Polimnestor arrancándole los ojos y aniquiló a su prole. Nada pudo hacer Ulises por detenerla, ya que los dioses la convirtieron en un perro para así poder huir. Finalmente acabó con su vida lanzándose por los acantilados al mar.
Pero si fue desgraciada la vida de Hécuba, no lo fue menos la de la esposa de Héctor, Andrómaca. Si algo define la angustia derivada del conflicto, esa es la angustia sufrida por Andrómaca, y que se refleja en la despedida que medió entre ella y su esposo Héctor cuando este se dirigía a batirse en combate con Aquiles. Para muchos ese conmovedor pasaje es uno de los mas bellos de toda la Iliada. Era tal la devoción que ella sentía por su esposo, que Homero relata en su obra que ella era la que cuidaba y alimentaba personalmente a los caballos de Héctor. En ese conmovedor pasaje de la Ilíada, Homero describe en impresionantes líneas como Andrómaca conoce la trágica noticia de la caída en combate de su amado. Sus lamentaciones por su difunto esposo y por el futuro incierto de Astianax, su hijo huérfano, en estos términos son conmovedoras:
¨..Pese a que él (Astianax) escape de los horrores de esta guerra con los griegos, su vida será a partir de aquí un camino de trabajo y lamento. Otros tomarán sus tierras. El día que le quita un niño a sus padres, le priva también de estar con los suyos. Su cabeza se inclina y las lágrimas inundan sus mejillas..¨
(La Ilíada, Libro XXII, líneas 486-491).
Tras la caída de Troya, Andrómaca tuvo que soportar el dolor que le causo ver a su hijo Astianax precipitarse al vacío desde lo mas alto de una torre de Troya. Cautiva por los griegos, fue asignada a Pirro, hijo de Aquiles, desposándose finalmente con Heleno, hijo de Priamo e igualmente cautivo. Ambos acabaron reinando en una provincia que Pirro les cedió.
El protagonismo de Agamenón en la historia de la guerra de Troya es indiscutible. Hijo de Atreo, rey de Micenas y de Anaxibia, tras el asesinato del primero, Agamenón se convirtió en rey de Micenas, y se desposó con Clitemnestra, mientras que su hermano Menelao hizo lo propio con Helena. El rapto de Helena por el príncipe troyano París, tuvo como consecuencia inmediata que los griegos declarasen la guerra al reino de Troya. Rápidamente, Agamenón se convirtió en el comandante en jefe del poderoso ejército griego. La temible flota naval, dispuesta a partir hacia Troya, contaba con representación de casi todos los reinos griegos. La determinación y el compromiso de Agamenón con la causa de su hermano Menelao, era total y sin fisuras, hasta el punto de llegar a ofrecer en sacrificio, a la diosa Artemisa, a su propia hija Ifigenia, con el objeto de lograr un viento favorable que hiciera posible la partida de la flota griega que se encontraba incapacitada en Aulis porque Artemisa, se negaba a ofrecerle el viento favorable, que necesitaban.
En su obra la Ilíada, Homero nos presenta a Agamenón como un caudillo valiente y aguerrido, pero de carácter frío e imprevisible, presuntuoso a la vez que soberbio, con una vanidad que rebosa de orgullo y testarudez. Esa superioridad de la que hace gala en la Iliada, le lleva, en ocasiones, a actuar caprichosamente, siendo esclavo de sus propias decisiones, sin tener en cuenta las opiniones de los demás, tratando a los de su misma condición como súbditos. Una de sus mayores equivocaciones de todos los años de la güera fue cuando reclamó para sí a la que rea la amante de Aquiles, Briseida. Este fallo de cálculo sirvió para que Aquiles, engendrara un profundo y peligroso resentimiento hacia Agamenón, apartándose momentáneamente del campo de batalla. Ello puso a los Aqueos en una situación muy difícil en el campo de batalla. El carácter de Agamenón también le pasó factura en su regreso en casa tras la guerra, puesto que su esposa, Clitemnestra, tenía como amante a Egisto, uno de los autores de la muerte del padre de Agamenón. Sería el propio Egisto el que tras invitar a un banquete a Agamenón lo asesinara con la ayuda de su amante, Clitemnestra ayudados por la princesa troyana Casandra, que formaba parte del botín de guerra.
-Máscara de Agamenon. Yacimiento de Micenas
Casandra, hija de Priamo y de Hécuba, tuvo la desgracia de tener que vivir toda su vida con una cruel maldición, que consistía en conocer los males que iban a acontecer a su propio pueblo y no poder hacer nada por cambiar esa realidad. Este fue el fatal destino que persiguió a Casandra durante toda la Guerra de Troya. Lo cierto es que la ambición de esta princesa troyana no tenía limites, y ambicionaba poseer un don especial que la diferenciara del resto de los mortales. Era tal su deseo, que Casandra rezó noche y día al dios Apolo, con el fin de que le concediese el atributo de la clarividencia, y de esta manera poder predecir el futuro. Por su parte Apolo, que se había enamorado perdidamente de la joven, decidió concederle su petición, siempre y cuando, ella le hiciera entrega de su amor. Pero Casandra no cumplió el pacto que había contraído con Apolo, tras haberle sido concedido su deseo, y esto enfureció al dios. La consecuencia a su traición fue bien sencilla, a partir de ese momento Casandra podría adivinar el porvenir, como ella quería, pero no podría evitar los acontecimientos que se iban revelando ante ella puesto que nadie iba a tener en cuenta nunca sus predicciones.
Cuando estalló la guerra de Troya, Casandra intentó por todos los medios poner en conocimiento de los reyes y del mismísimo pueblo troyano la terrible derrota que se avecinaba y las nefastas consecuencias del conflicto, pero nadie le hizo caso. También hicieron oídos sordos cuando ante la velada retirada griega, Casandra intentó impedir, junto con Laoconte, que traspasara las murallas de la ciudad el caballo de madera que contenía en su interior lo mas granado del ejército griego esperando su oportunidad para aniquilar Troya. En ambos casos sus esfuerzos fueron en vano. Tampoco la creyeron cuando predijo el fallecimiento de Laoconte. Finalizada la guerra con la victoria de los griegos, Casandra se convirtió en la esclava de Agamenón. Durante el viaje de vuelta a Micenas, Casandra advirtió a Agamenón, en dos ocasiones, del futuro terrible que le esperaba en su patria, pero al igual que en otras ocasiones, las palabras de la princesa troyana cayeron en la mas profunda ignorancia por parte de Agamenón. Al llegar a la Argólide, y el mismo día, en que tanto el rey como la cautiva, hacían acto de presencia en el palacio, ambos encontraron la muerte, cumpliéndose el magnicidio que Casandra había profetizado.
Pero como es lógico, no todos los personajes de la Iliada y la guerra de Troya alcanzaron igual protagonismo. Ejemplo de ello es Eneas, constantemente eclipsado por el protagonismo de los grandes héroes como Aquiles, Ayax, o el troyano Héctor. El protagonismo de Eneas radica en estar presente en dos importantes momentos: la caída de Troya y la fundación de Roma. Quizá Eneas no era tan vigoroso y aguerrido como el mismísimo Ulises, pero esa carencia la compensaba con la piedad que desprendía. El ser piadoso, fue lo que le valió la protección de los dioses. No obstante, Eneas participó valerosamente en la guerra de Troya, a pesar del menosprecio que hacia él mostraba su suegro Príamo. Eneas fue capaz de encontrar un futuro para muchos, fundando una nueva patria, no sin antes sortear toda serie de peligros recorriendo un largo y peligroso trayecto, que abarcó desde la misma Troya en Anatolia, hasta la Península Itálica.
Homero nos cuenta en la Iliada, que durante la guerra de Troya, Eneas dirigía a los soldados dardanios, mientras Héctor, el hijo de Príamo, hacía lo propio con los troyanos. La explicación a esto es, que para los autores latinos Eneas siempre fue troyano, y así se nos ha transmitido. Pero lo cierto es que Eneas era un príncipe de Dardania, y no exactamente troyano. Era hijo de Afrodita y de Anquises, y su esposa era Creúsa, la hija del rey Príamo de Troya. Es por ello que durante la guerra, y el asedio a la ciudad de Troya, tanto dardanios como troyanos lucharon codo a codo, haciendo un frente común. Eneas se mantuvo en todo momento implicado en la defensa de Troya, participando activamente en la batalla, lo que en alguna ocasión pudo costarle la vida. Pero la intervención de los dioses evitaron el fatal desenlace. La primera acción bélica que Eneas protagoniza en la Ilíada es cuando valerosamente, se enfrenta a los griegos acompañado en un carro de guerra por el arquero Pándaro. Ambos guerreros intentan dar caza a Diomedes, que con su lanza arrebata la vida a Pándaro. Tras acabar, con relativa facilidad con Pándaro, Diomedes lanza una enorme piedra contra Eneas al que logra herir. Pero de nuevo Eneas cuenta con el favor divino de Afrodita, que presta, acude en auxilio de su hijo, resultando igualmente herida. Será necesaria la intervención de Apolo, para detener a Diomedes, gracias a lo cual, Eneas pudo sobrevivir. A pesar de que la escasa estima que Priamo depositaba en él, siempre estuvo presente en Eneas, ello no fue un obstáculo, según nos cuenta Homero, para acudir en auxilio del cadáver de su cuñado Alcátoo, consiguiendo sorprender, e incluso atemorizar, a numerosos guerreros micénicos, entre ellos Idomeneo. Pero Eneas no solo era un valiente y hábil guerrero dispuesto siempre a entablar combate, sino que además tenía fama de ser un sagaz orador, con la capacidad de insuflar animo en los suyos para enfrentarse al miedo y a la sangre del combate con valentía, por lo que se le consideraba el consejero de los troyanos.
Otro combate en el que participó Eneas que encogió de nuevo el corazón de los troyanos, fue el que tuvo lugar en torno al cadáver de Patroclo. En un intento de hacerse con los caballos del difunto amigo de Aquiles, Héctor convence a Eneas para que vayan juntos a recuperarlos como botín de guerra, algo que acabó en un rotundo fracaso. A parte de las relatadas, la intervención más significativa de Eneas en la Ilíada se produce en el libro XX, momento en el que Eneas debe enfrentarse al famoso Aquiles, cuando este decide reincorporarse a la batalla tras la muerte de su amigo Patroclo. Aquiles acude a la lucha lleno de rabia, deseando vengar la muerte de su inseparable amigo a manos de Héctor. Cuando el héroe griego arremete con toda su furia contra el príncipe troyano, Apolo lanza a Eneas contra Aquiles. Pero Eneas y Aquiles eran viejos conocidos, ya que tiempo atrás Aquiles se había trasladado hasta el Monte Ida, donde se encontraba Eneas con sus rebaños, con el propósito de robarle. Eneas, aunque intentó hacer frente a Aquiles, le fue impedido gracias a la oportuna intervención de Poseidón que salva a Eneas de una muerte segura.
Como ya sabemos, tras la guerra, Troya quedó arrasada para siempre. El destino llevaría a Eneas a fundar un nuevo pueblo, y es en ese momento cuando su personaje crece en importancia. Con Troya arrasada y su esposa Creúsa muerta, Eneas partió de retiro hacia el monte Ida, cargando a hombros a su padre Anquises, y portando de la mano a su hijo Ascanio. Decepcionado, Eneas puso rumbo hacia lo desconocido y tras una sucesión de desventuradas desgracias, decidió poner rumbo hacia occidente donde acabaría fundando Roma.
FRANCISCO JAVIER JIMENEZ MARTINEZ
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