Hallados en Líbano restos fenicios de hace 2.900 años

Foto: Arqueólogos libaneses y españoles han descubierto vasijas de barro de 2.900 años de antigüedad que los antiguos fenicios usaron para guardar los restos de sus fallecidos tras incinerar los cadáveres. En la imagen, una arqueóloga limpia una vasija fenicia encontrada en un yacimiento en Tiro, el 12 de noviembre de 2008. REUTERS/ Haidar Hawila.

Arqueólogos libaneses y españoles han descubierto vasijas de barro de 2.900 años de antigüedad que los antiguos fenicios usaron para guardar los restos de sus fallecidos tras incinerar los cadáveres.

Vía: Reuters, Beirut, 12 de noviembre de 2008

El grupo de arqueólogos informó del hallazgo de más de 100 recipientes en un yacimiento en la localidad de Tiro, en la costa del sur de Líbano. Los fenicios prosperaron entre el año 1500 a.C. y el 300 a.C. y también se asentaron en la zona costera de lo que hoy es Siria.

"Los grandes recipientes son tumbas individuales. Los más pequeños se dejaban vacíos, pero simbólicamente albergan un alma", dijo Ali Badawi, arqueólogo a cargo de Tiro, a Reuters el miércoles.

Badawi y un equipo español de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelonallevan años excavando en el yacimiento, descubierto en 1997 pero del que sólo se han explorado unos 50 metros cuadrados por año.

"Estos hallazgos ayudan a los investigadores que trabajan en las colonias fenicias en España, Italia y Túnez, a estudiar sus hábitos y tradiciones", dijo María Eugenia Aubet, que encabeza el equipo español.

"Especialmente porque hay pocos estudios sobre los fenicios en la cuna de los fenicios, 'Líbano'", añadió Aubet, que dijo que los restos demostraban que los fenicios eran un pueblo que tenía una visión de que había vida después de la muerte.

La última excavación fue en 2005. La guerra en 2006 entre Israel y las guerrillas de Hezbolá en el sur del Líbano y la difícil situación política y de seguridad en 2007 impidieron llevar a cabo trabajos en el yacimiento hasta este año.

Archaeologists unearth Phoenician pottery at an excavation site in the southern port city of Tyre, Lebanon, Wednesday, Nov. 12, 2008. Archaeologists discovered around one hundred pieces potteries dating between 700 and 900 B.C. that Phoenicians used to bury their dead after cremation. (AP Photo/Mohammed Zaatari).

Civilización marinera, entre las primeras ciudades de los fenicios figuran Biblos, Tiro y Sidón en la costa libanesa. Desde Tiro, se cree que se expandieron a otras colonias en la costa del Mediterráneo.

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Maria Eugenia Aubet y las ánforas de Tiro

Tomás Alcoverro | La Vanguardia.es | 29/12/2008 - 16:55 horas | Diario de Beirut, Espejismos de Oriente

!Qué gozo excavar en Tiro! En un espacio de cien metros cuadrados, lindante de las necrópolis helenística, romana y bizantina de la antigua ciudad, y del campo de refugiados palestinos de El Bas, Maria Eugenia Aubet y su equipo, cuyo núcleo sigue formado por Francisco Núñez y Laura Tresillo, hacen aflorar cráteras fenicias en lo que fue el gran cemeneterio de Tiro. En tan sólo un mes de trabajos han extraído de esta mítica población mediterránea, de su antigua playa, sesenta urnas.

A menudo las vasijas aparecen apareadas, rodeadas de pequeñas y finas jarritas. Una de las vasijas está repleta de restos de hueso de las incineraciones, y la otra vacía, que contenía, supuestamente, el alma de los muertos... En el interior de las urnas se han encontrado, además, amuletos, anillos, collares, los famosos escarabajos egipcios, porque la influencia de la civilización faraónica fue muy acusada tanto en el rito funerario como en la lengua fenicia.

Hay ánforas policromadas y las más delicadas, son originarias de la isla de Chipre. En las jarras han podido hallarse residuos de vino y de hidromiel de los rituales mortuorios. Este cementerio que data de entre los 950 a 750 años antes de la era cristiana, es el más importante de Tiro, y se extiende más allá de la carretera y del campo de refugiados palestinos, en una superfície de tres kilómetros cuadrados, aunque las tumbas reales quedan lejos de su perímetro, construidas en las montañas.

Desde que empezara, hace ocho años, esta misión patrocinada por el ministerio español de Cultura, con la colaboracón de la Dirección general de antigüedades del Líbano, se va avanzando, paulatinamente, sobre el terreno, de acuerdo con el trabajo de los topógrafos.

Las máquinas excavadoras han desbrozado las tierras nuevas sobre las antiguas playas, muy vulnerables por el ímpetu de las olas. La cosecha de urnas de la campaña de este año, se anuncia espléndida por su tupida densidad por metro cuadrado. Con un estilete como el que utilizan los dentistas, Paco limpia, pacientemente, las urnas, las va desgajando de la tierra donde fueron sepultadas para poder extraerlas.

Las piezas se fotografían, se dibujan, son inventariadas y quedan en El Líbano, donde se exhibirán en su proyectado museo arqueológico, en medio de las monumentales ruinas de Tiro.

Laura estudia los huesos que le permiten conocer la edad, el sexo, las enfermedades de los muertos. No se han encontrado restos infantiles, y el promedio de vida se ha establecido entre los cuarenta y los cuarenta y cinco años. Estos restos humanos fenicios son transportados a la Universitat Pormpeu Fabra de Barcelona para su análisis definitivo.

Foto: REUTERS/Haidar Hawila (LIBANO).

De las siete de la mañana hasta promediada la tarde, trabajan los arqueologos procedentes de varias universidades de España. Cuando oscurece ponen las preciosas urnas, las finas jarras, arrancadas de la tierra, a buen recaudo. El lugar de la excavación ha sido cercado por una endeble tela metálica, y es vigilado, día y noche, por un guardián. Al anochecer, el yacimiento fenicio, cercano a un cuartel del ejército, ante el que durante la guerra de hace dos años, se había abierto una fosa para enterrar provisionalmente los muertos de la vecina localidad de Canan, queda iluminado por proyectores halógenos.

Ahora Maria Eugenia Aubet, gran especialista de la civilización fenicia, suspira por conseguir la autorización de excavar en lo que fue la ínsula de Tiro, el corazón de la ciudad, antes de que durante su asedio, Alejandro Magno hicese construir su istmo para unirla a la tierra firme.

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