Fuente: El Diario de Hoy (edición digital)


El único Palacio Real descubierto, hasta la fecha, en el sitio arqueológico Cihuatán, en Aguilares, fue construido con tendencia arquitectónica mexicana. Así lo determinaron las investigaciones realizadas por la Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador (Fundar).

La estructura es única en Centroamérica y Mesoamérica, según explicó el arqueólogo Paul Amaroli.

Y atestigua sobre la influencia arquitectónica de pueblos prehispánicos que habitaron en la zona occidental de México y que posiblemente emigraron hasta tierras salvadoreñas, donde dejaron evidencia de su construcción.

Con las excavaciones iniciadas en 2005 se comprobó que el enorme edificio tenía una extensión de 2 mil 500 metros cuadrados, que poseía un techo plano de azotea, sostenido por gruesa columnas de adobe.

Además, comprendía de una enorme sala techada que medía 40 metros, y otros espacios pequeños que podrían haber sido los cuartos.

"Para ver una estructura similar al Palacio Real de Cihuatán sólo puede observarse en Oaxaca, México", dijo el experto.

Entre las características particulares que señalan la influencia mexicana están los fragmentos hallados de gigantescos discos y almenas, los cuales eran colocados como adornos en las fachadas de los palacios.

Amaroli indicó que la estructura data aproximadamente entre 950 y 1000 años d. C., pertenece al periodo postclásico temprano y tenía tres niveles. En el lugar vivía el gobernador o gobernadora con su familia, y además era ocupado para celebrar audiencias y otros asuntos oficiales.

Cihuatán es uno de los asentamientos prehispánicos más grandes de El Salvador, con una extensión de tres kilómetros cuadrados, del cual, sólo el 40 por ciento del terreno pertenece al Estado. Su existencia fue muy corta, de unos 150 años, dijo el especialista.

En el parque arqueológico se han identificado por lo menos 150 estructuras visibles. En el sector del Palacio Real sólo se ha excavado un 15 por ciento.


El Salvador, patrimonio desconocido

Por Alejandro Teba.

Cuando hablamos de mundo maya, automáticamente se nos vienen a la cabeza Yucatán (México-Belice), Guatemala y Honduras (Copán). A pesar de encontrarse entre estos dos últimos, El Salvador no se encuentra, para los no iniciados, entre las zonas nucleares. Quizás no existan yacimientos tan espectaculares como Tikal, Copán, Sakbé... Pero este pequeño territorio alberga lugares más interesante de lo que pensáis. Sitios tales como Chalchuapa-Tazumal, San Andrés, Joya de Cerén, patrimonio de la Humanidad, o la misma Cihuatán.

Sin embargo, este último no podemos adscribirlo al mundo maya. Cronológicamente situado en el Postclásico Temprano, tuvo una vida relativamente corta (950 d. C. - 1100 d. C.) pero guarda secretos que pueden explicarnos el fenómeno de las migraciones en ese periodo. Los fundadores de Cihuatán no eran de origen maya, sino que provenían de la zona de México Central, eran de lengua nahuatl.

Los numerosos hallazgos en el lugar cihuateco, nos hablan de una arquitectura de marcado origen mexica. Elementos decorativos tales como las almenas y los grandes discos decorativos, una enorme residencia palaciega con paralelismos en la zona de Oaxaca, planteamiento urbano semejante, dos juegos de pelota a la manera de ciudades tales como Tula, nos indican su origen mexicano.

Su final se debió a causas antrópicas. Los numerosos restos hallados de evidencias de fuego, pueden indicarnos que Cihuatán fue arrasada por un pueblo o ciudad rival. Sólo con más investigaciones podremos determinar este final.

Si queréis disfrutar de la reproducción virtual del Palacio:

https://www.youtube.com/watch?v=qpMdFzVxsVU

Nota personal:

He tenido la suerte de excavar en Cihuatán y conocer todo el patrimonio de El Salvador. Puedo asegurar que es una joya escondida, un paraíso donde la investigación arqueológica es un hecho. Allí hay trabajo, sólo en Cihuatán, para 25 años. Y gente como FUNDAR (Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador), una ONG que gestiona los parques arqueológicos de manera ejemplar con ínfimos recursos, nos hacen ver que en cuanto a los yacimientos arqueológicos de nuestro país, muchos de ellos en un estado penoso, existen otras formas de gestión igualmente válidas.