Hay instantes de tu vida que guardas en tu memoria, como si se hubiesen detenido en el espacio y en el tiempo y estuviesen siempre junto a ti. Entre los míos está un atardecer, hace unos doce años, en lo alto de la ciudadela de Pamplona. Mi amiga Silvia estaba absorta en la lectura del
De Profundis de Oscar Wilde mientras yo abría las primeras páginas de una antología de Cavafis. Mi profesora de literatura del instituto, gran amante de la poesía y conocedora de mi pasión por Homero, me había hablado del poeta alejandrino y de su particular homenaje al ciego de Quíos. Ella fue la que me dejó la antología poética y ahora estaba allí, en lo alto de la fortaleza, disfrutando de los últimos rayos de sol primaverales, reviviendo una vez más la travesía de Odiseo en los versos de
Ítaca.
También recuerdo la noche hace unas tres semanas en la que, tumbada en el sofá de casa mientras compartía unos momentos de lectura con mi novio, escuché por primera vez este anuncio:
https://www.youtube.com/watch?v=CY-fWamaoug
Creo que me incorporé de golpe y exclamé: "¡Pero si es Cavafis! ¿Cavafis en un anuncio de un cocheeeee?"
Y efectivamente, así era. La mente a la que se le ocurrió el spot se merece todos mis elogios, porque creo que capta la esencia del poema de una manera perfecta. Ahora bien, el coche en sí me la trae al pairo. De hecho, incluso me irrita cuando el muchacho sale del coche y se corta la voz en off que recita los versos. ¿Acaso cortaron los de la BMW la cita de Kerouac en su anuncio
On the road?
Pero en fin, no le buscaré ochocientos pies al gato. De todos modos, es un placer poder escuchar esos primeros versos recitados con tanta belleza. Mi única duda es: si en el anuncio del Seat Exeo se dijera de quién es el poema, ¿venderíamos en mi librería tantos ejemplares de obras de Cavafis como de
En el camino de Kerouac cuando apareció el del BMW? La pregunta queda en el aire.
ÍTACA
Cuando te encuentres de camino a Ítaca,
desea que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de conocimientos.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al enojado Poseidón no temas,
tales en tu camino nunca encontrarás,
si mantienes tu pensamiento elevado, y selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo tienta.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al fiero Poseidón no encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si tu alma no los coloca ante ti.
Desea que sea largo el camino.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con qué alegría, con qué gozo
arribes a puertos nunca antes vistos,
deténte en los emporios fenicios,
y adquiere mercancías preciosas,
nácares y corales, ámbar y ébano,
y perfumes sensuales de todo tipo,
cuántos más perfumes sensuales puedas,
ve a ciudades de Egipto, a muchas,
aprende y aprende de los instruidos.
Ten siempre en tu mente a Ítaca.
La llegada allí es tu destino.
Pero no apresures tu viaje en absoluto.
Mejor que dure muchos años,
y ya anciano recales en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que te dé riquezas Ítaca.
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene más que darte.
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.
Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia,
comprenderás ya qué significan las Ítacas.
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