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Situada en el sur de España, en la provincia de Cádiz encontramos una autentica joya romana, la ciudad de Baelo Claudia. Era un enclave de vital importancia dentro de las ciudades que conformaban el “Círculo del Estrecho” la cual adquirió notoria importancia desde el primer momento de su fundación en época romana. Su nombre, Baelo Claudia. Esta ciudad fue fundada a finales del siglo II a. C., en una pequeña cala o bahía de la costa suratlántica gaditana. Este enclave costero comprende poco más de 13 hectáreas, teniendo que adaptarse a las irregularidades orográficas que el terreno presentaba, por ello se dispone a base de terrazas perpendiculares a la pendiente del terreno, así como calles que conectan con dichas terrazas por medio de peraltes y escaleras. Su situación privilegiada fue su mayor ventaja dada su proximidad a la costa norte de Marruecos, lo que posibilitó una política real de intercambio comercial entre ambas orillas.
Otro factor importante que impulsó el desarrollo económico de esta urbe, fue su posición estratégica, resultante de su proximidad al Estrecho de Gibraltar y el acceso al flujo migratorio de los túnidos que cada año marchaban en dirección al Mediterráneo. Este hecho, hizo posible el desarrollo y expansión de una próspera industria conservera. En época romana Baelo Claudia se convirtió en un emporio marítimo, siendo un lugar preferente donde se concentraba el comercio ultramarino. Especial vinculación mantuvo Baelo Claudia, con la ciudad norteafricana de Tingis (actual Tánger), según nos cuenta las fuentes clásicas, siendo el resultado de esta intensa relación comercial con las ciudades de la orilla africana del estrecho, uno de las principales circunstancias de su pleno desarrollo urbano. El territorio sobre el que Baelo Claudia ejercía su control, era relativamente pequeño, no extendiéndose mucho por el litoral a lo largo de unos 15 kilómetros que irían desde Punta Paloma al este, hasta llegar a Zahara de los Atunes al oeste.
Como otras ciudades del “Círculo del Estrecho”, su principal fuente de riqueza fue la industria salazonera y los productos derivados de la misma, como las salsas de pescado, destacando la producción del apreciado Garum. El desarrollo económico que alcanza la ciudad gracias a tan pujante industria, hace que en tiempos del Emperador Claudio (41-54 d. C.), Baelo Claudia alcance la categoría de municipio romano. Pero, a pesar de ello, los hallazgos arqueológicos parecen indicar que la ciudad no llegó a alcanzar el poder político o económico que tuvieron otras ciudades del imperio como Itálica, Augusta Emerita, Corduba, Gades o Tarraco, entre otras, al no haber salido a la luz por el momento construcciones muy espectaculares desde el punto de vista artístico o monumental.
No obstante, Baelo Claudia conserva todos aquellos elementos con los que debía contar una ciudad romana, por ello se puede apreciar sobre el terreno un foro, los templos dedicados a la Tríada Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva), el templo dedicado a Isis, de marcado carácter oriental, la basílica, edificios públicos con una funcionalidad administrativa, como la curia o el archivo municipal, el mercado, las termas, el teatro, un importante complejo industrial con una serie de piletas muy bien conservadas, la muralla, con sus puertas de acceso a la ciudad, calles, acueductos etc. Urbanísticamente Baelo Claudia se ajusta con fidelidad al canon urbanístico marcado desde Roma, con vías de trazado perpendicular destacando sobremanera, como no podía ser de otra forma el decumanus maximus, con orientación de este a oeste, y el cardo maximus, ordenado de norte a sur. En el encuentro de ambas vías se situaba el foro y centro de la vida pública, política y religiosa.
Baelo Claudia. Reconstrucción.
La ciudad se aseguraba el abastecimiento de agua gracias a tres acueductos, como el de Punta Paloma que dista aproximadamente 6 kilómetros de la urbe. De uno de dichos acueductos se conserva aun la cisterna final del trazado que se puede ver en la parte alta de la ciudad. También ingeniaron un complejo sistema de drenaje para evacuar las aguas tanto residuales como pluviales.
De entre las edificaciones más importantes que contiene Baelo Claudia tenemos que destacar el Templo de Isis, resultado de la práctica de los cultos orientales presentes en el Imperio Romano a partir del siglo I. Isis era una diosa del panteón egipcio, esposa de Osiris que se había enfrentado e impuesto a las potencias nocturnas. Según la Dra. Ana María Vázquez Hoys, en la península ibérica encontramos evidencias del culto a Isis por medio del mundo griego y romano. En el mundo romano, el culto a Isis se evidencia desde la segunda mitad del siglo I a. C., llegando a Hispania, por medio de mercaderes y ciudadanos romanos afincados en Hispania, siendo el foco transmisor fundamentalmente las mujeres. Si en sus inicios arraigó entre las capas populares y más humildes de la sociedad hispana, mas tarde se trasladó hasta los estratos más elevados de esta población. Es muy probable que la introducción de Isis en España fuera bajo el mandato de Calígula o Claudio.
El Templo de Isis en Baelo Claudia (70 d. C.), se ubica en un lugar privilegiado dentro del trazado urbanístico de la ciudad, al este del capitolio y al borde del cardo nº4, presidiendo el foro, junto a los otros tres templos dedicados a la Tríada Capitolina, dejando constancia de la importancia de su culto en la ciudad. El templo se identificó como dedicado a Isis, gracias a dos inscripciones a la manera de dedicatoria donde se puede leer; Isidi Dominae (Isis, la Señora). Al pie del primer peldaño de los escalones que conducen al templo se puede leer la inscripción de uno de sus iniciados, que traducida reza así; “A Isis soberana, Lucius Veilius ha cumplido su voto de buen grado”. En otra inscripción, uno de los fieles le implora a la diosa que interceda por él y castigue al responsable de un robo del que ha sido objeto. El templo estructuralmente cuenta con un muro rectangular que lo rodea de 29,85 por 17,70 metros, y una altura de aproximadamente 5,50 metros. La única entrada de la que dispone el edificio se sitúa en el lado sur, conservándose aun la escalinata por la que accedían los fieles. El santuario cuenta con una cella o zona sagrada, destinada a albergar la figura de la divinidad así como una parte dedicada a los fieles.
En este lugar se documentó un altar, un hogar, un pilón y un pozo, todos ellos de marcado carácter ritual. En la parte posterior del edificio, parece que estaba destinado a albergar diversas estancias destinadas a los sacerdotes del templo. Finalmente y en la parte trasera, hallamos un patio de reducidas dimensiones cuya finalidad era realizar los diferentes ritos de incubación o purificación. El abandono del edificio tuvo lugar hacia mediados del siglo III, lo que se ha podido interpretar por la presencia de huellas de derrumbe de parte del muro debido posiblemente a un terremoto. Posteriormente, y tras atravesar una dilatada etapa de abandono, sobre sus restos se construyeron, en torno al siglo IV, una serie de viviendas que estuvieron en uso hasta el siglo VII.
El foro, como espacio de relación y encuentro de la vida ciudadana, se hace visible en Baelo Claudia, estando ubicado en el cruce del Cardo y el Decumano. Cronológicamente se puede datar en el siglo I, y se constituye en un espacio de forma rectangular de gran tamaño, en torno al cual se disponen varios edificios importantes.
El foro conservaba una función netamente política además de ser el lugar donde los ciudadanos de Baelo Claudia se reunían y donde se desarrollaba la vida ciudadana. Los arqueólogos que han llevado a cabo las labores de excavación, han llegado a la conclusión de que en su origen, el foro de Baelo Claudia se hallaba porticado, tanto en su lado este como oeste. En su parte norte, se localizaba la rostra, punto este, desde donde los oradores se dirigían al pueblo en sus discursos políticos. Desde un punto de vista estructural, el gran rectángulo que describía el foro abarcaba 37 metros, de norte a sur, por 30 metros de este a oeste. El firme del foro estaba cuidadosamente enlosado a base de finas lajas de piedra, además un sistema de alcantarillado servía para desaguar las aguas procedentes de la lluvia que se acumulaban en el foro. En el centro del lado norte, y detrás de la tribuna, se hallaba una fuente de proporciones monumentales, con revestimiento de mármol, cuya finalidad era doble, ya que aparte de servir como un elemento ornamental más del conjunto, también tenía un carácter funcional, ya que servía para drenar las infiltraciones del agua de lluvia que procedían de las terrazas superiores.
En los laterales se localizaban sendas escaleras para acceder a los templos en honor de Júpiter, Juno y Minerva (Triada Capitolina). En el lado sur del foro se alzaba la basílica, concebida como el lugar donde se administraba justicia y en el lado oeste, tras un gran arco del que solo se conserva parte del mismo, tendríamos la curia o senado local, así como numerosas dependencias, cuya funcionalidad no sabemos con certeza. Puede que una de estas dependencias fuese el Tabularium o archivo y sala de votaciones. Al este del foro se ubicaban las tabernae o tiendas, que al parecer perdieron su uso original tras levantarse el macellum o mercado.
En la parte norte y como presidiendo el foro se alzaban los tres templos dedicados a Júpiter, Juno, y Minerva (Triada Capitolina), y que se constituyen en el gran centro religioso de la ciudad de Baelo Claudia. Estos tres templos no eran adosados, sino que estaban separados, uno de los otros, por un ligero estrechamiento o pasillo. Los tres parten de un robusto pódium, sobre el que nos encontramos una escalinata de doce escalones que sirven de acceso a cada uno de estos santuarios, para a continuación encontrarnos con una fachada tetrástila, con una sola columna a cada lado. A continuación observamos una cella rectangular, cuya finalidad era guardar y custodiar la imagen divina y que exteriormente presenta pilastras adosadas al muro del templo. Los tres templos, exteriormente compartían un altar común para la realización de las actividades rituales.
Baelo Claudia. Escalinata hacia la Triada Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva)
Desgraciadamente, los tres templos solo conservan el arranque de la fachada, perdiéndose toda la estructura arquitectónica superior, aun así los investigadores han podido determinar que los templos contaban con columnas de 6,5 metros de altura, las cuales partían de una basa ática, fuste parcialmente acanalado y capiteles de orden corintio. Las pilastras seguirían el mismo patrón. El friso sería liso, y en su conjunto el orden alcanzaría los 8 metros de altura.
El teatro de Baelo Claudia se erigió en un terreno de leve pendiente, que al igual que ocurre con el teatro de Gades, sirvió de recurso arquitectónico para situar y consolidar el graderío. A pesar de existir serias dudas sobre la fecha de su construcción, quizá lo más acertado sería fecharlo en torno al siglo I, comenzando a decaer a finales de dicho siglo, llegándose a su total abandono desde el punto de vista teatral, ya en el siglo III. No se trata de un edificio de dimensiones monumentales, ya que tan solo cuenta con 67 metros de longitud en su fachada, pero sí lo suficiente para el número de habitantes con que contaba la urbe.
Este teatro cumple los esquemas de los teatros romanos, contando con un graderío o cavea, al pie de esta se ubicaba la orchestra, formando un espacio central semicircular, y delante de esta última se hallaba una escena (scenae) de forma rectangular constituida por el proscaenium, que era el lugar donde actuaban los actores y la escaena frons que formaba el muro final. En la zona posterior del edificio se encontraba el postcaenium, lugar en que se encontraban los tocadores y donde se preparaban los actores. La escena se veía prolongada lateralmente por dos espacios de forma rectangular que constituían la parascaenia. Al graderío o cavea se accedía por siete vomitorios (vomitoria) abovedados, mientras que a la orchestra, se entraba por accesos laterales. La escena, se situaba al sur de la cavea, que descansaba sobre la parascaenia, o vestíbulos laterales. Separando de forma efectiva la orchestra de la scenae, se encontraba el pulpitum ricamente ornamentado con revestimientos de mármol y estucos pintados. Dos piletas adosadas recibían chorros de agua que eran vertidos por sendos silenos de mármol, representados desnudos y en actitud de reposo, recostados y que actualmente se conservan en el Museo Provincial de Cádiz.
Otro edificio público del que estaba dotado Baelo Claudia eran las termas, y a pesar de que los investigadores piensan que las termas o baños públicos principales aun deben aparecer en futuras excavaciones, contamos con un reducido conjunto termal en las proximidades de la llamada Puerta de Gades, posiblemente de carácter privado. Dicha estructura se ha excavado parcialmente y es muy probable que entre la fachada sur y las salas termales se ubicara la palestra, o lugar donde se llevaba a cabo ejercicios físicos. Cronológicamente, estas termas se han fechado en época de Adriano, concretamente en la primera mitad del siglo II, siendo abandonada como tal en torno al siglo IV, época en que se utilizó como zona de necrópolis. A pesar de tratarse de una estructura arquitectónica reducida (32,50 por 13,50 metros), resulta de gran interés para conocer la arquitectura pública de Baelo Claudia.
Baelo Claudia. Conjunto termal
Para el funcionamiento de las termas, tanto públicas como privadas, se requería un importante aporte hídrico. Pero no solo eran los baños los que requerían tanta cantidad de agua, sino que esta era necesaria en los más básicos aspectos de la vida cotidiana, como las labores domésticas. En este sentido, la ciudad de Baelo Claudia se abastecía de agua por medio de los numerosos pozos de la zona, aunque resultaban a todas luces insuficientes. El agua también era una cuestión, casi de estado, ya que la industria de salazones de las ciudades del “Círculo del Estrecho”, ansiaban un bien tan preciado. El agua dulce era muy necesaria para la limpieza de las capturas pesqueras y las distintas dependencias de las factorías. Por ello se levantaron tres acueductos de los cuales uno partía de Punta Paloma, mientras que los otros dos llegaban a la ciudad por el oeste (pendientes de la Silla del Papa). Esta agua llegaba a todos los habitantes a través de un ocurrente entramado de tuberías de plomo o cerámica. Por el contrario, las aguas de desecho eran recogidas y distribuidas por una red de cloacas o alcantarillado no menos ingenioso.
Además de esto, la ciudad de Baelo Claudia contó con una prospera y floreciente economía, y como en otras ciudades del “Círculo del Estrecho” se lo debía a su destacada factoría de salazones de pescado, constituyéndose en uno de los focos punteros de esta actividad. De su factoría se han conservado en muy buen estado las piletas, fundamentales para el proceso de salado. Estas piletas debían estar prácticamente por todos lados, aflorando alguna incluso bajo el macellum, o en las proximidades del foro, lo que indica lo próspero de esta industria. A lo largo de estos años de trabajos han salido a la luz diversas factorías antiguas, localizadas fundamentalmente en las proximidades del mar, descubiertas tanto por P. Paris, como posteriormente por C. Domergue.
Baelo Claudia. Piletas de la factoría de salazón
Por otro lado la ciudad de Baelo Claudia era un recinto amurallado. Dicha muralla fue levantada en dos momentos cronológicos diferentes; un primer periodo, que se corresponde con la época de Augusto, y el otro bajo el mandato de Claudio.
Toda la zona perimetral contaba con varias torres defensivas, situadas a una distancia razonable unas de otras, que supuestamente hiciera efectiva la resistencia de la ciudad ante un potencial enemigo. No obstante, del estudio de sus muros, la ligereza de los mismos, su escasa consistencia y el momento histórico en el que nos movemos, la pax romana, nos lleva a pensar que más bien se tratara de una manera de delimitar su territorio urbano, más que de un efectivo sistema de defensa. Al interior de la ciudad solo se podía acceder por medio de recias puertas de carácter monumental flanqueadas por torres defensivas. En el interior de este muro, y a falta de futuros trabajos de excavación, nos encontramos con una ciudad pequeña pero bien distribuida, con calles perfectamente enlosadas, viviendas privadas, las cuales contaban con la tabernae (tiendas) en la planta inferior, y de las que tenemos pocos datos a falta de nuevos estudios. Sí resulta especialmente interesante la existencia de dos viviendas de una importante superficie, unos 500 metros cuadrados, pertenecientes a la época altoimperial.
Dichas estructuras, se organizan armónicamente en relación a un patio central, en torno al cual se disponían y organizaban el resto de estancias, con paredes de estuco decoradas con pinturas, que representan elementos geométricos y vegetales. Ambas casas contaban con un piso superior y en una de ellas se encontró diversos grafitis, algunos de fuerte contenido erótico, lo que ha llevado a suponer a algunos investigadores que la vivienda estuviera destinada a un lupanar. Entre los siglos II y IV, cambia la tendencia constructiva pasándose a edificar de una forma dispersa y algo desorganizada, son viviendas más pobres y de menor empaque arquitectónico, que se nutren, por lo general, de elementos constructivos de edificaciones precedentes.
Otro edificio de gran significación en el conjunto urbano de Baelo Claudia es el mercado o macellum, situado en un lugar privilegiado dentro de la ciudad y accesible al ciudadano. Concretamente se sitúa en la esquina formada por el decumano o calle principal y el cardo nº3, en las proximidades del foro.
Baelo Claudia. Macellum
El sentido del macellum, fue el agrupar en un solo lugar los diferentes negocios o tiendas localizadas hasta el momento en el foro, dotándolas de una ubicación común. El edificio de forma rectangular, contaba con unas dimensiones de 30,40 por 23,10 metros. El mercado belonense, se concibió como una estructura porticada y disponía de diez tiendas abiertas al público y de cara a este, dispuestas en torno a un patio interior de forma octogonal. Al edificio se accedía por medio un vano abierto en el centro de la edificación que formaba el acceso, el cual se cerraba con una gran puerta a dos hojas. Su datación cronológica se sitúa en torno a finales del siglo I y en los albores del II, cayendo en desuso, como mercado, a principios del siglo III.
Un edificio importante al que ya se ha hecho referencia arriba fue la basílica. Se trataba de una construcción rectangular de grandes dimensiones, 35,50 metros de largo (de este a oeste) por 19,50 metros de ancho, situado en el lado sur del foro. Algunas teorías, basándose en lo desproporcionado del edificio en cuanto a su tamaño, que contrasta con el número de habitantes de la ciudad, y teniendo en cuenta las relaciones que Baelo Claudia mantenía con el norte de África, que se tratara de un extenso término municipal, actuando la ciudad como un centro administrativo y judicial de envergadura. En el interior de esta basílica los magistrados, duoviri iure dicundo (dos personas) administraban justicia señalando lo que era conforme a la ley, en aquellas materias de su competencia. Esta basílica, arquitectónicamente se constituía en un gran espacio dividido por una columnata que servían de sostén a un piso superior, dando lugar a una galería alta que se abría a un patio central, que era el lugar preciso donde los magistrados desarrollaban tan importante labor. A través de tres puertas, la basílica comunicaba con el foro, mientras que una sola se abría al Decumano máximo. El patio al que nos venimos refiriendo, estaba presidido por una escultura colosal del emperador Trajano, que se alzaba sobre un pódium ricamente ornamentado con placas de mármol. Trajano aparece representado togado, de pie y rostro solemne, como presidiendo las sesiones.
Baelo Claudia. La basílica. Escultura de Trajano
En Baelo Claudia también contamos con importantes espacios de necrópolis concretamente tres; dos necrópolis grandes, localizadas a las afueras de la urbe, y una tercera al este de la ciudad y al norte del camino de Carteia. Baelo Claudia, como cualquier ciudad del Imperio, a la hora de sepultar a sus difuntos cumplía la máxima de las Doce Tablas (X, 1); “Que no se entierre ni se queme en la ciudad al hombre muerto”, por lo tanto sus necrópolis se situaban fuera del área habitable. Un elemento que caracteriza las necrópolis de Baelo Claudia, es la utilización de unas piezas cilíndricas o troncocónicas con o sin base, realizadas en piedra caliza, o guijarros de cuarcita, que intentan representar lo que parece un torso humano. Estos elementos, conocidos en arqueología como betilos, se colocan en la parte externa del monumento funerario y mirando al mar. El mismo esquema se sigue con los monumentos colectivos con el lugar destinado al depósito de urnas. Los betilos, aunque difíciles de interpretar en cuanto a su significado, puede que tenga un sentido ritual, posiblemente relacionado con deidades marinas, aunque algunas teorías lo relacionan con alguna divinidad grecorromana (Saturno o Baco) o púnica (Baal).
Baelo Claudia. Betilos
Una característica que presentan las necrópolis de Baelo Claudia, es la gran concentración de enterramientos, llegando a alcanzar hasta uno por metro cuadrado. En cuanto a la tipología nos encontramos con una gran diversidad, como fosas simples en tierra marcadas con betilos en la superficie del terreno, monumentos funerarios, mausoleos de dos cámaras, recintos funerarios con torre, enterramientos turriformes etc. En cuanto al rito funerario empleado, la mayor parte de las tumbas de Baelo Claudia siguen el rito de incineración y en menor proporción algunas inhumaciones.
También se han encontrado restos de banquete ritual documentándose restos fragmentados de vasos y cuencos rotos de forma intencionada entorno a la tumba, lo que contrasta con las incineraciones, donde los vasos aparecen intactos al lado de las urnas cinerarias. Estos recipientes para ofrendas, por lo general se correspondían con uno o dos cántaros, copas y uno o dos lacrimatorios. Las necrópolis de Baelo Claudia, muestran elementos comunes con otras necrópolis similares del resto de ciudades del “Círculo del Estrecho”, especialmente de la orilla africana, como ocurre con los enterramientos turriformes, de inspiración púnica o líbica, que estuvieron muy vigentes durante la época romana.
Baelo Claudia. Necrópolis
En definitiva, la ciudad de Baelo Claudia jugó un papel fundamental entre las ciudades que forman el llamado “Círculo del Estrecho”, no solo por la importancia de su industria salazonera, sino además por haberse convertido en un importante referente para el estudio del urbanismo romano y el desarrollo de la vida cotidiana en una ciudad romana en época altoimperial, ya que como hemos podido comprobar, en ella se localizan todos los elementos arquitectónicos más representativos que constituyen la esencia de una ciudad romana. Actualmente el yacimiento arqueológico de Baelo Claudia es uno de los más importantes de la Península para conocer y aprender la historia de la Hispania romana, su arquitectura y urbanismo.
Francisco Javier Jiménez Martínez
Magnifico trabajo de difusión de la cultura romana en él “conventus gaditanus”
para cuándo Carteia y su fabuloso circo máximum
Felicidades, D. Javier
Muchas gracias por el comentario
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