El cónsul Cayo Mario dijo que no. Tenía varices y le causaban problemas, pero era peor el dolor del tratamiento, a fuego, con el termocauterio, ya experimentado en una de las piernas, que la enfermedad en sí. Cayo Mario eligió quedarse con las varices. Así lo recogió Plutarco y así nos lo cuentan ahora los integrantes de la asociación de reconstrucción histórica Terra Copora, que recrearán el trabajo de un médico militar el próximo domingo, a las cinco, en el campamento instalado en el Carril das Estantigas.

«El termocauterio se empleaba para quemar heridas, cánceres de estómago y varices, según dejó escrito Celso. Este instrumento se calentaba al fuego y se aplicaba directamente en la herida. Para que no se quemase el médico, el mango estaba hecho con un material aislante», aclara Rubén Carricoba Palmeiro, miembro de Terra Copora.

Bisturíes, sondas y separadores son algunos de los artilugios de cirugía romana que este colectivo se encargó de recuperar después de investigar en distintos libros y páginas de internet y de encargar la elaboración de este material a un artesano para ser expuesto, primero, en el Hula, y después en el Arde Lucus.

COMO AHORA
Salvo excepciones como el termocauterio, mucho del material empleado en cirugía entre los romanos todavía se sigue utilizando ahora, dos mil años después.

Por ejemplo, las sondas de los romanos son similares a las de ahora, salvo que las de ellos estaban hechas de bronce y las actuales de un material plástico, flexible y que garantiza las condiciones higiénicas necesarias para su desinfección. «Con las sondas se comprobaba la gravedad de las heridas y hasta dónde llegaba la infección, también servían para extender ungüentos», cuenta otro de los miembros del colectivo, Óscar González Boyero.


Los ganchos separadores de tejidos también son padres de los actuales: tanto en la forma como en el uso. Las agujas y el material odontológico -de plomo, para que el trabajo del cirujano fuese más preciso, por el peso del material, dado que la cirugía dental estaba restringida a los casos más acudiantes ante el riesgo de infecciones- guardan, asimismo, similitudes con los del siglo XXI. Lo mismo que los escalpelos. «La hoja es la misma. Salvo por el tamaño, que ahora son más pequeños, son iguales», afirman los miembros de Terra Copora.

OPERACIONES
Ya se operaban las cataratas
Los romanos no tenían cataratas. Las operaban. Para ello, utilizaban un separador de tejidos con dos puntas. Una aguda, con la que cortaban, y otra roma, con la que sujetaban los párpados.
No era la única intervención. En Roma, también extirpaban las vegetaciones. ¿Cómo? Con una sonda de punta de oliva.
«Se ataba la oliva por la nariz y se hacía un raspado para quitar las vegetaciones. La cuerda que tenía actuaba como sierra », cuenta Rubén Carricoba, de la asociación Terra Copora.
Formas de anestesia
Si hacían operaciones, es de esperar que también utilizasen alguna sustancia para calmar el dolor derivado de las distintas intervenciones. Y existían, aunque fuesen muy precarias.
«Se utilizaban opiáceos e incluso alguna planta, como la cicuta, que en dosis alta es venenosa, pero en las dosis adecuadas tiene propiedades analgésicas», afirma Rubén Carricoba.
Imprescindibles, pero seguramente insuficientes, especialmente en el siglo XXI. Cayo Mario se lo pensó. Y prefirió las varices. 

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Comentario por Augusto Pugliese Rossi el junio 16, 2011 a las 8:48pm

 

Es notable la variedad y sofisticación del instrumental quirúrgico romano. El que se encontró en la “Casa del Cirujano” de Pompeya, actualmente en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, sorprende por lo “actual” que resulta: salvo el material, en su mayoría son de bronce, podrían estar en cualquier consultorio médico de nuestros días. 

 

Los romanos tomaron conocimientos médicos de todos los pueblos que conquistaron. También hay que tener en cuenta que entre la necesidad de atender a sus soldados heridos o enfermos, los gladiadores supervivientes y los esclavos, no debían faltarle a los médicos ocasiones de practicar, lo que explica su pericia sobre todo en la atención de heridas y traumatismos.

 

Eso sí: lo de Mario debía doler.

 

 

 

 

 

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