El entorno de A ErmidaA unos
ochocientos estadios de la desembocadura del río Miño, como diría Estrabón, ya en plena provincia de Ourense y a poco más de un kilómetro de la orilla derecha del río, encontramos una suave ladera con zonas casi llanas, antes del brusco descenso hacia el meridión, hacia las tierras del Ribeiro del Miño. Es en esta ladera donde, a unos 340 metros de altitud pero al abrigo de los vientos del Norte, se encuentra una roca con petroglifos.
El paraje es conocido tradicionalmente como el Monte da Ermida y perteneciente a la parroquia de Santa Uxía de Eiras, encuadrada administrativamente en el ayuntamiento de San Amaro y en la provincia gallega de Ourense. Tradicionalmente su uso era de tipo pastoril y era aprovechado de forma comunal por todos los vecinos de la citada parroquia de Eiras hasta la segunda mitad del siglo XX.
En su entorno encontramos evidencias del mundo megalítico, como los restos de, al menos, una mámoa o pequeño dolmen, a menos de 200 metros, hacia el poniente de la roca con grabados. También existen vestigios de antiguas labores mineras de casiterita, muy abundantes en esta zona del Miño medio. Los aprovechamientos mineros se conocen, al menos, desde época romana, con evidencias en el cercano poblado minero de Laias, a dos kilómetros de A Ermida.
La zona que nos ocupa, paralela a la margen derecha de un tramo del Miño medio, entre la ciudad de Ourense y Ribadavia, mantiene vestigios arqueológicos de gran importancia, destacándose los recientes hallazgos –también justificados mediante la arqueoastronomía- de los petroglifos de Chan da Ferradura en Amoeiro y del Abrigo de O Raposo, en el mismo ayuntamiento.
Otro lugar arqueológico de sublime interés es el castro de San Cibrao das Las, un castro romanizado de gran magnitud, excavado a lo largo de los últimos años y que aporta datos de una importante población que allí residía, la posible Lámbrica de los textos de Mela, cercana a un embarcadero en el río Miño y relacionada con extracciones mineras en su entorno.
La roca de A ErmidaSe trata de una roca de granito de grano medio, plana por su parte superior y alargada en el sentido Norte-Sur. Esta roca sobrevivió a trabajos de extracción de piedra en sus inmediaciones y conserva en su parte superior, ligeramente inclinada hacia el sur, un panel de petroglifos circulares. Pese a los trabajos de extracción de piedra realizados en el lugar, la orientación de la roca no ha sido alterada.
Las medidas aproximadas de la roca son: seis metros de largo, tres de ancho y 1,50 metros de altura, desde la superficie del suelo actual. Se desconoce, por la inexistencia de excavaciones, la profundidad que alcanza la roca en el subsuelo.
Por su parte oriental presenta una pared casi vertical, mientras que por el lado occidental presenta una inclinación suave hasta el suelo, lo que facilita el acceso a su parte superior. La pared oriental permite a un observador de estatura media dirigir su mirada hacia el Occidente, donde, como veremos, las puestas de Sol en épocas solsticiales del año ofrecen un espectáculo tan novedoso como inusual.
Oficialmente se desconocía la existencia de petroglifos en A Ermida, siendo visitada en febrero de 2010 por personal técnico de la Delegación Provincial de Ourense de la Consellería de Cultura, se supone que para proceder a su catalogación.
Son poco abundantes en la bibliografía los petroglifos en la provincia de Ourense, pero hallazgos como el de a Ermida, junto con otros muchos que se están produciendo en los últimos meses, contribuirán a que pueda conocerse mejor el patrimonio arqueológico presente en esta provincia del interior y bastante desconocido hasta el momento actual, por lo menos en lo que a petroglifos se refiere. Su contribución también será importante en el campo de los estudios arqueoastronómicos.
El panel de los petroglifos de A ErmidaEn la parte superior de la roca que se ha descrito contiene un panel con, al menos, cinco petroglifos. Cuatro de ellos responden a la tipología típica de las combinaciones circulares presentes en otros yacimientos del Noroeste, datados entre el megalitismo y la Edad del Bronce. Resulta difícil delimitar el número exacto de círculos concéntricos de cada figura, ya que están muy afectadas por la erosión. No obstante, podemos apreciar tres tipos de figuras según su tamaño, que pasamos a describir :
a)
Tipo 1: Una cazoleta central de unos 16 centímetros de diámetro y alrededor de 1,5 centímetros de profundidad. Esa cazoleta central está rodeada de, al menos, 5 círculos concéntricos, con líneas anchas y poco claras. Además de su mayor tamaño con respecto al resto de figuras, este petroglifo contiene algunas líneas radiales. El diámetro total de la figura supera los 50 centímetros. Se ha denominado como A.
b)
Tipo 2: Dos figuras, una, que denominamos B, situada a menos de un metro de la figura anterior, hacia el Noroeste. Otra figura similar, que denominamos D, está hacia el Suroeste de la figura A. Ambas figuras son similares en tamaño, con surcos concéntricos rodeando una cazoleta central. El diámetro de la cazoleta y el ancho de los surcos son similares a los del tipo 1, pero se diferencian en el menor número de líneas concéntricas y en la ausencia de líneas radiales.
c)
Tipo 3: Una figura similar a las anteriores del tipo 2, pero algo más pequeña y con no más de dos líneas concéntricas alrededor de una cazoleta central. Lo hemos denominado como C.
d)
Tipo 4: Una cazoleta de, aproximadamente, 2 centímetros de profundidad y menos de 3 centímetros de anchura. Es difícil que fuera trazada con instrumental lítico. Más bien parece obedecer a la utilización de algún instrumento metálico en su realización, por ello la suponemos más tardía que las anteriores.
La forma de ejecución de los petroglifos de los tipos 1, 2 y 3 obedecen, sin embargo, a técnicas de picado y/o frotamiento, de forma similar al de otros petroglifos coetáneos. Es por ello que los surcos son muy anchos.
El solsticio de veranoEs de sobra conocida, y no vamos a insistir sobre ello, la importancia que tuvieron en muchos pueblos antiguos las fechas solsticiales. Los distintos “caminos” que recorre aparentemente el Sol a lo largo del año quedan especialmente patentes en la línea del horizonte, en los momentos del amanecer y del anochecer.
Atendiendo a las características de la roca de A Ermida, cuyo lado Este a modo de parapeto nos permite observar las puestas de Sol, vamos a centrarnos en los anocheceres. Desde ese supuesto parapeto, con el panel de petroglifos a la altura de los ojos, podemos, en los días del solsticio de verano, apreciar la perfecta línea recta trazada entre el Sol ocultándose por el horizonte y dos de los petroglifos del panel: el petroglifo que hemos denominado A y el que hemos denominado B.
El solsticio de inviernoEn las fechas de los solsticios de invierno podemos asistir en la roca de A Ermida a un espectáculo parecido. Los petroglifos implicados son el A (el petroglifo principal) y el que hemos denominado D. Entre ambas figuras y el punto del ocaso solar se produce, sólo en fechas del solsticio de invierno, un leve alineamiento, no tan contundente como el que se producía en el solsticio de verano, pero sí lo suficientemente llamativo.
Las observaciones realizadas en el solsticio de invierno de 2009 dan una desviación entre la línea que forman los petroglifos A y D y la que forman el petroglifo A y el punto del horizonte por donde se oculta el sol de menos de 3º. A esta desviación puede contribuir el hecho de que los petroglifos A y D están separados aproximadamente 1,42 metros, una separación mayor que la existente entre los petroglifos A y B (0,74 m), por lo que una leve variación del Sol en el punto del ocaso dificultará en mayor medida que percibamos una alineación perfecta entre los petroglifos y el Sol.
A través del programa informático
Cartes du Ciel, de Patrick Chevalley, disponible en Internet, se ha intentado buscar alguna explicación. El programa utilizado sólo muestra los puntos del ocaso del Sol hasta 2999 antes de Cristo, pero desde la actualidad hasta esa fecha se ha observado que el punto del ocaso solar en épocas solsticiales varía 1º hacia el sur, por lo que es posible que en fechas anteriores esta variación fuera algo mayor. Si esto es así, podríamos considerar que el alineamiento entre los petroglifos A y D y el punto de ocaso del Sol solsticial de invierno pudo ser perfecto en épocas coincidentes con las dataciones que se manejan para este tipo de petroglifos circulares, entre finales del Neolítico y la Edad del Bronce. Los vestigios de mámoas próximas al yacimiento confirman la presencia humana en esos parajes.
Pueden verse láminas y fotografías de este yacimiento en
http://www.blogoteca.com/lambrica/Felisindo González Iglesias.
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