o, el folclore y la literatura, pocas imágenes hay más evocadoras que las de un dolmen, un crómlech o un menhir, monumentos que es casi inevitable asociar con cierto misterio. Así lo ha hecho notar Begoña de Ibarra, directora general de Cultura de la Diputación de Vizcaya, en la presentación de 'Megalitoak. Espacios sagrados y referentes territoriales', la nueva muestra temporal de Arkeologi Museoa de Vizcaya, en Bilbao, que estará abierta hasta el 4 de febrero de 2024.
La exposición reúne más de 150 piezas, algunas excepcionales o que se exhiben por primera vez, «obtenidas en las excavaciones arqueológicas realizadas en dólmenes, cistas, menhires, crómlech y túmulos de Vizcaya, Araba, Guipúzcoa y Navarra», a través de las cuáles se explican la evolución y las claves de «nuestras primeras arquitecturas» y los grupos que las levantaron.
De Ibarra ha presentado 'Megalitoak' junto al director del museo, Iñaki García Camino, y Juan Carlos López Quintana, investigador de Agiri Arkeologia Elkartea; Josean Mujika, profesor de Prehistoria de la UPV/EHU y director de la cátedra José Miguel Barandiarán; y Javier Fernández Eraso, catedrático de Prehistoria de la UPV/EHU, comisarios de la muestra, que se completa con ilustraciones, fotografías y vídeos sobre «los más de 1.000 monumentos repartidos por la geografiad e Euskal Herria, desde tierras navarras hasta Encartaciones».
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García Camino ha señalado que el megalitismo -las construcciones con grandes bloques de piedra escasamente trabajadas, desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce- «se produce en un momento importante en la historia de la relación de los seres humanos con la Tierra». Es cuando nuestra especie pasa de depender totalmente de la naturaleza «a alterarla, a influir sobre su entorno». Es el Neolítico, con el desarrollo de la agricultura y la ganadería, la aparición de la cerámica y la arquitectura, y una mayor complejidad de las sociedades. Los megalitos reflejan los cambios que se produjeron en los Pirineos occidentales y, en concreto, en los montes vascos, «cuando grupos de mujeres y hombres aprendieron a domesticar la naturaleza, transformando, por vez primera, el paisaje mediante prácticas de explotación agropecuaria y forestal y de organización del territorio».
Foto: Algunas de las piezas expuestas por el Arkeologi Museoa OSKAR GONZALEZ.
Diferentes ritos funerarios
Como han detallado también Mujika, Fernández Eraso y López Quintana, estos monumentos muestran en su evolución los cambios que vivieron los grupos que los levantaron en sus sociedades y modos de vida. Como el paso de las inhumaciones colectivas en los dólmenes a los enterramientos individuales y la sustitución de la inhumación por un nuevo ritual: la incineración y el depósito de las cenizas. La exposición refleja esta evolución en sus distintas secciones, que abarcan un arco temporal que va del V milenio a I milenio antes de nuestra era.
Dos vasijas campaniformes y una modelada de entre 3.200 y 2.200 a.C. Ignacio Pérez.
Visitas al dolmen de Katillotxu
El Arkeologi Museoa completará la exposición a través de distintas actividades para todos los públicos. Todas las actividades son gratuitas y es imprescindible la inscripción previa en el 944 040 990 o en arkeologimuseoa@bizkaia.eus.
Además, con el fin de acercar la exposición a los lugares de donde proceden los materiales que se exponen, tendremos la oportunidad de visitar, durante el mes de agosto, los dólmenes de Katillotxu, en Mundaka, en el marco del programa de 'Itinerarios Históricos' que organiza la Diputación Foral.
Ya en otoño, se ofrecerán visitas guiadas para conocer los pormenores de la exposición, a partir del 1 de octubre. También se ofrecerán talleres familiares, todos los domingos de noviembre, titulados 'Entre piedras gigantes', que pretenden, mediante una actividad lúdica y una visita a la exposición, reflexionar sobre las transformaciones del paisaje por la acción humana.
El dolmen de Katillotxu durante su excavación en 2019.
Juan Carlos López Quintana, comisario de la exposición y director de las excavaciones arqueológicas de Santimamiñe, dará una charla el 25 de noviembre en la que hablará sobre el periodo Neolítico y los aspectos complementarios existentes entre este yacimiento (referente del País Vasco y Patrimonio de la Humanidad) y los dólmenes de la exposición.
Entre las piezas más destacables de la muestra hay seis estelas encontradas en las cámaras de diversos dólmenes. Es un tipo de pieza que normalmente no está decorada. Pero hay excepciones y esta exposición reúne varias muy notables, como una estela procedente del Alto de la Huesera, en Laguardia (Álava), decoradas con líneas incisas y la representación de un puñal. También es excepcional una losa de la cabecera del dolmen de Katillotxu V, en Mundaka (Vizcaya), que lleva grabada una punta de bronce de Palmela, como las que también se pueden ver en esta exposición, procedentes de Pamplona, Zuñiga (Navarra) o Los Husos (Álava).
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«Una pieza extraordinaria que también tenemos aquí expuesta es un hacha puilmentada que fue hallada en Dima (Vizcaya) y que es de procedencia alpina, lo que demuestra los contactos e intercambios que podían llegar a tener estos grupos», ha comentado López Quintana. También se pueden admirar otros elementos de adorno, como cuentas, fabricadas en hueso, marfil, coral, cristal de roca o lignito recuperadas en los dólmenes de Larrarte, Trikuaizti (Guipúzcoa), Alto de la Huesera (Álava), Katillotxu, Errekatxuetako Atxa (Vizcaya) u Obioneta (Navarra) y «llegados desde muy lejos, lo que muestra la existencia de intercambios y vías de comunicación entre territorios alejados».
En 'Megalitoak' se exponen además unas pequeñas piezas de oro del dolmen de Zorroztari (Idiazabal, Guipúzcoa) y del Alto de la Huesera (Laguardia, Alava); armas en sílex y metal, como el puñal de lengüeta de Arenaza (Galdames, Vizcaya), las hachas de Iruzubieta (Markina) o Santamañazar (Zaldibar), o las puntas de Palmela de Pamplona, Zuñiga (Navarra) o Los Husos (Álava); y recipientes cerámicos como el vaso campaniforme de Pagobakoitza (Guipúzcoa) o el cuenco del Sotillo, profusamente decorados, que formaban parte de la colección de armas de la sociedad guerrera de hace más de 4.000 años.
Fuente: elcorreo.com | 26 de julio de 2023…
ores del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Baja California.
Este fue uno de los temas que se abordaron durante el panel de comentaristas entre expertos sobre "Islas y cultura en el Pacífico de Baja California" realizado en Museo Histórico Regional del INAH, previo a la inauguración de la exposición fotográfica que lleva el mismo nombre.
En el panel participación la ministra Sandra Luz Romo (Nativos de Isla de Cedros A.C.), Dra. Claudia E. Delgado (CINAH-BC), buzos y pescadores de la entidad, así como la Arqlga. Enah M. Fonseca Ibarra (CINAH-BC), quien expuso en la mesa la importancia de los hallazgos realizados por el Dr. Matthew Des Lauriers en la Isla de Cedros.
La teoría de poblamiento por el Estrecho de Bering está en discusión y ahora cobra fuerza la teoría de una Tradición Paleo-Costera, que sugiere que los primeros pobladores de América pudieron haber navegando hacia el sur del continente a través del Océano Pacífico, pasando por Isla de Cedros. En esta isla se tiene registrado la datación por radiocarbono más antigua de Baja California, entre estos una anzuelo hecho con hueso de pez.
Foto: Las expositoras Enah Foseca, Claudia Delgado y Sandra Luz Romo, hablaron sobre los vestigios humanos hallados en Isla de Cedros.
Por su parte, la Dra. de Antropología Social, Claudia Delgado, explicó que las fotos expuestas son el resultado de la expedición científica a la Isla de Cedros que realizó hace más de un año. Por lo que con esta exposición pretende dar a conocer no solo la belleza de los paisajes, sino principalmente mostrar la riqueza cultural que existe en la Isla de Cedros.
Señaló que esta exposición es un primer paso de divulgación para los ensenadenses y bajacalifornianos de la cultura de isleña y que aunque Isla de Cedros y Ensenada estén físicamente lejos, hay una estrecha relación comercial y cultural.
De igual manera, la ministra Sandra Luz Romo, comentó que la misión de la asociación es "Impulsar el desarrollo sustentable de Isla de Cedros mediante la conservación de sus recursos naturales, e influir en la calidad de vida de sus habitantes”. Además, destacó que les interesa mantener una relación y comunicación cercana con el CINAH BC, "para que se preserven los 150 sitios arqueológicos que el Dr. Matthew halló, y no sufran vandalismo y destrucción”.
"El CINAH BC y la Asociación Nativos de Isla de Cedros están unidos para dar respuesta a las inquietudes, que han surgido después de los hallazgos arqueológicos. El próximo año se planea continuar con las investigaciones pendientes en Isla de Cedros y la construcción de un museo comunitario. Aunque es un proceso largo, existe un punto de partida y disposición de parte del CINAH BC y Asociación Nativos de Isla de Cedros", señaló la arqueóloga Fonseca.
La exposición cuenta con fotos de la Isla Coronado Sur, Isla San Jerónimo, Isla San Benito, Isla de Cedros, Isla Natividad e Isla San Martín. Permanecerá expuesta en el Museo Histórico Regional de Ensenada, abierto al público de martes a domingo de 8:30am a 16:30pm, hasta el mes de Diciembre con admisión libre.
Fuente: elvigia.net | 19 de septiembre de 2016
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, desde finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, se llevaron a cabo desde el País Vasco para conocer Tierra Santa y Egipto.
Fotografías, libros, documentos, planos que el arqueólogo inglés Howard Carter realizó al descubrir y excavar la tumba de Tutankamón son algunas de las piezas expuestas en la muestra. Las vitrinas recogen también distintos materiales originales hallados en tumbas procedentes de colecciones privadas: estatuillas funerarias y adornos, entre los que destaca una momia de cocodrilo recientemente identificada por la comisaria de la exposición.
Las personas que visiten la exposición podrán ver también documentación, objetos personales e incluso proyecciones de algunas filmaciones cortas de las personas que desde finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, desde el País Vasco, viajaron a Egipto y Tierra Santa. En el Arkeologi Museoa de Bizkaia, se han incorporado nuevas vitrinas que enseñan las primeras excavaciones científicas que se llevaron a cabo en cuevas como Santimamiñe o Lumentxa. En ellas se muestran piezas recuperadas en las excavaciones, dibujos de estratigrafías o cartas que J.M. Barandiarán intercambió con los que eran considerados máximos especialistas en arte prehistórico del momento. La exposición se podrá visitar hasta el 7 de mayo y se enmarca en los programas de colaboración entre museos arqueológicos.
La diputada de Euskera, Cultura y Deporte, Lorea Bilbao Ibarra ha presentado esta nueva muestra temporal de Arkeologi Museoa de Bizkaia junto al director del museo, Iñaki García Camino; la doctora en Historia y comisaria de la exposición, María Luz Mangado, y el historiador y arqueólogo Joseba Ríos.
Lorea Bilbao con Iñaki García Camino; la doctora en Historia y comisaria de la exposición, María Luz Mangado, y el historiador y arqueólogo Joseba Ríos DFB
"Entre expediciones a Egipto y excavaciones en el País Vasco" es una exposición, organizada por el BIBAT (Museo de arqueología de Álava) parcialmente renovada en el Arkeologi Museoa de Bizkaia de la Institución foral. En ella se muestran las expediciones que, desde finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, se organizaron desde el País Vasco para conocer Tierra Santa y Egipto. Expediciones que despertaron la fascinación por la arqueología y las antigüedades, las más extraordinarias se desarrollaron tras el descubrimiento de la tumba de Tutankamón (1922).
La exposición, comisariada por la doctora en Historia, María Luz Mangado, se completa en el Arkeologi Museoa de Bizkaia con otra forma de entender la arqueología hace un siglo, recogiendo el trabajo que emprendieron en esa época José Miguel Barandiarán, Telesforo Aranzadi y Enrique Eguren, una labor discreta de prospección y excavación de cuevas y dólmenes en el País Vasco. En este apartado de la muestra que trata sobre la arqueología que se realizaba en el País Vasco hace un siglo han trabajado los arqueólogos del museo, siendo el prehistoriador Joseba Ríos quien ha escogido para la muestra las piezas de Santimamiñe y Lumentxa, recuperadas en las excavaciones de comienzos del siglo XX. Además, se ha seleccionado documentación de los fondos de la Fundación José Miguel de Barandiarán, conservados en Sara Etxea (Ataun), donde el investigador pasó la última parte de su vida.
La diputada ha puesto en valor la colaboración de instituciones y entidades "gracias a la cual se construye un relato más rico y completo para poder difundir y acercar la historia a la ciudadanía". Lorea Bilbao Ibarra ha citado a las distintas instituciones que han colaborado en esta exposición proporcionando materiales y conocimiento: el Museo de Ciencias de la Universidad de Navarra, la Biblioteca de archivo de Capuchinos. el Museo San Isidoro de León, Tomás Cuadrado, la Fundación Barandiarán, la Filmoteca de España y el Seminario Diocesano de Vitoria-Gasteiz.
La exposición se enmarca en los programas de colaboración entre museos arqueológicos. Así, al tiempo que esta exposición organizada por el BIBAT ha viajado a Bilbao, la exposición organizada por Arkeologi Museoa de Bizkaia sobre los "Castillos medievales de Vasconia", clausurada a mediados de enero, ha viajado a Vitoria-Gasteiz, donde se expondrá.
Arkeologi Museoa presenta "Entre expediciones a Egipto y excavaciones en el País Vasco" BORJA GUERRERO.
Actividades entorno a la exposición:
El 28 de marzo a las 19:00 horas, la comisaria de la exposición, Maria Luz Mangado impartirá una conferencia con el título "Bajo el cielo de Oriente: viajes y expediciones vascas a Egipto y Medio Oriente".
Y en abril, el taller familiar de los domingos girará en torno a la exposición y tendrá por título: "Los misterios de Egipto".
"Entre expediciones a Egipto y excavaciones en el País Vasco"
"Entre expediciones a Egipto y excavaciones en el País Vasco" se divide en tres partes, una parte de la exposición se centra en expediciones a Egipto y Medio Oriente, la segunda parte de la muestra tiene como objeto dar a conocer los trabajos que llevaron al arqueólogo inglés Howard Carter a descubrir y excavar la tumba de Tutankhamon y, por último, la muestra se centra en las excavaciones en el País Vasco.
Expediciones a Egipto y Medio Oriente
Desde finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, desde el País Vasco, se organizaron una serie de viajes a Egipto y Tierra Santa que fueron auténticas expediciones.
El primer viaje, patrocinado por el Obispado de Vitoria y el patronato de Obreros, con la colaboración de capuchinos y franciscanos, se realizó en 1902, convirtiéndose en una auténtica peregrinación. A ésta le siguieron otras, siendo las más extraordinarias las que se desarrollaron en la década de los años veinte en el momento del descubrimiento de la tumba de Tutankamón. Cada año, 200 personas procedentes de la Península Ibérica y de Hispanoamérica viajaban durante dos meses por Egipto y Medio Oriente en barco, trenes, carros, coches y caballos.
Lo que comenzó como unas peregrinaciones de corte religioso, con trasfondo cultural, a los lugares santos del cristianismo, complementados con lugares clásicos emblemáticos, se convirtieron en viajes principalmente culturales con Egipto y el tesoro de Tutankamón como eje principal.
De cada viaje se publicaron crónicas en los diarios de la época y en revistas y también en libros con gran repercusión social. En estos libros se recogen tanto descripciones geográficas o artísticas de los monumentos visitados, como experiencias, anécdotas y curiosidades, como fotografías. Una selección de toda esta documentación que los viajes generaron llena una parte de las vitrinas de la exposición. También se pueden ver objetos personales con los que algunos viajaban como cámaras de fotografía, catalejos o pasaporte.
Tutankamón
La segunda parte de la exposición tiene como objeto dar a conocer los trabajos que llevaron al arqueólogo inglés Howard Carter a descubrir y excavar la tumba de Tutankamón. Howard Carter tardó una década en catalogar, numerar y describir los objetos encontrados dentro de la tumba (casi 5.400 piezas). Se llevó por primera vez la luz al Valle de los Reyes para poder trabajar con la mayor iluminación. Se hicieron dibujos y se tomaron fotografías, que eran reveladas en un estudio provisional que se habilitó en la residencia de Carter a la entrada del Valle. También filmaron los trabajos arqueológicos. Las fotografías del tesoro propiciaron las primeras ediciones de postales seriadas en blanco y negro y más tarde en color, que eran un reclamo para turistas y peregrinos. El arqueólogo realizó giras e impartió conferencias en diversas ciudades del mundo, divulgando los hallazgos.
Estas fotografías, libros y documentos pueden verse en la exposición. También copias de algunos planos, que levantó durante las excavaciones, y los instrumentos como escuadras, metros o compases que se utilizaban a comienzos del pasado siglo para trazar esos planos.
En las vitrinas se exponen también distintos materiales originales hallados en tumbas procedentes de colecciones privadas: estatuillas funerarias y adornos, entre los que destaca una momia de cocodrilo recientemente identificada por la comisaria de la exposición.
Excavaciones en el País Vasco
Al mismo tiempo que viajeros acomodados vascos organizaban expediciones a Oriente y Egipto para visitar los Santos Lugares y conocer los grandes descubrimientos arqueológicos de civilizaciones perdidas, en el País Vasco se estaba desarrollando otro movimiento cultural que, alejándose del coleccionismo, transformó la arqueología en ciencia.
Seis años antes del descubrimiento de la tumba de Tutankamón tuvo lugar en el País Vasco otro descubrimiento arqueológico singular: las pinturas de la cueva de Santimamiñe. Dos años después, la Diputación de Bizkaia, encargó al antropólogo Telesforo Aranzadi, al geólogo Enrique Eguren y al arqueólogo y etnógrafo José Miguel de Barandiarán su estudio.
A Santimamiñe, le siguieron excavaciones en cuevas de Bizkaia y Gipuzkoa y en dólmenes de las sierras de Aralar o Aizkorri. Resultado de estas excavaciones J.M. Barandiarán publicó, en 1934, la primera gran síntesis sobre la Prehistoria del País Vasco, en euskara y en castellano: Euskalerri´ko leen-gizona / El hombre primitivo en el País Vasco.
En la exposición se pueden ver fotografías de aquellas excavaciones pioneras, dibujos de estratigrafías y justificantes de los gastos que su ejecución requería. También cartas que Barandiarán intercambió con Telesforo Aranzadi, H. Breuil u Obermaier, los máximos especialistas en arte prehistórico del momento, así como piezas que entonces se recuperaron en las excavaciones de las cuevas de Santimamiñe o Lumentxa: restos humanos, fragmentos de cerámica, herramientas de piedra.
La exposición se completa con la proyección de algunas filmaciones cortas de los viajes del primer tercio del siglo XX, conservadas en la Filmoteca Nacional y en otros archivos, como los de la familia bilbaína Sagarminaga.
Fuentes: bizkaia.eus | deia.eus | 2 de febrero de 2023
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troglifos situado en la cima de una modesta montaña de Santomera que ha permanecido inédito durante 5.000 años. Todo un mérito en esta época de selfis e información inmediata en la que todo parece estar ya descubierto.
Datado en el periodo Calcolítico (tercer milenio a. C.), es el mayor yacimiento de este tipo en la región después del de Arabilejo de Yecla: el Cabezo Malnombre santomerano alberga 58 cazoletas y un calderón -pileta para almacenar agua- sobre una cumbre plana de 70 metros de largo por 15 de ancho, mientras que el mágico Monte Arabí del Altiplano reúne más de 700 cazoletas y seis calderones en varios conjuntos de grabados sobre la piedra -también conocidos como insculturas-.
«¿Cómo supe que allí arriba había algo importante? ¡Porque soy arqueólogo!», explica a 'La Verdad' José Ángel Ocharan Ibarra, el autor principal de este importante descubrimiento. Junto con un equipo formado por Miguel Pallarés Martínez, José Norman Fernández y Alfonso Simó Rodríguez, estaba prospectando posibles yacimientos en un área comprendida entre la pedanía murciana de Cobatillas y Santomera cuando se le ocurrió mirar en lo alto de la muela caliza que se eleva a 240 metros sobre el nivel del mar. La presencia ya documentada en la ladera de un poblamiento islámico y de un hábitat calcolítico era un cebo suficiente para indagar en la cumbre, pese a que está protegida por altas paredes verticales que solo pueden salvarse mediante técnicas de escalada.
Cabezo Malnombre, en cuya cima amesetada se ha hallado el campo de petroglifos.
Con la ayuda de un dron
Pero para eso están los drones. Una vez comprobado, gracias a la cámara teledirigida, que en lo alto del cerro testigo había marcas evidentes de petroglifos, los arqueólogos accedieron a la meseta elevada gracias a una escalera articulada de cuatro tramos. El primer informe sobre el campo de insculturas del Cabezo Malnombre -un descubrimiento aún 'caliente', pues se realizó el pasado sábado- ya ha sido enviado a la Consejería de Turismo y Cultura.
¿Como es posible que los grabados del Cabezo Malnombre hayan permanecido inéditos durante 5.000 años? «Precisamente por la dificultad de acceder a la cumbre», asegura José Ángel Ocharan, arqueólogo vasco formado en la UMU, doctor por la Universidad de Alicante y experto en patrimonio, arte rupestre y mundo simbólico. Lo que no quiere decir que nadie los haya visto antes de ahora -quizá un pastor, un escalador o un excursionista-, pero lo cierto es que si alguien se atrevió a conquistar esa cumbre, no dio importancia al enigmático conjunto de cazoletas. Y desde luego no lo comunicó .
Izquierda: calderón en primer término destinado seguramente a almacenar agua. Derecha: conjunto de once cazoletas talladas en la roca. / J. A. OCHARAN.
«Lo maravilloso de este yacimiento es que podemos datarlo perfectamente porque está claramente vinculado a un poblado calcolítico que dispone de una cronología precisa, y donde ya se había documentado una cazoleta aislada», señala Ocharan, que ha contado con la colaboración de la Asociación Patrimonio Santomera y estudiantes de Arqueología de la UMU. El área estudiada está protegida como Bien de Interés Cultural (BIC) desde 2012 por la presencia de otros vestigios históricos.
El Altiplano concentra los principales campos de petroglifos de la Región: Solana de la Pedrera, Morra del Moro, Los Corrales, Ceja, Tella, El Prado y El Zorro, en Jumilla; y Tobarrillas, Atochares, Casa de Don Felipe y Arabilejo, en Yecla. Y se han documentado cazoletas sueltas en la Loma de Bas y Morata (Lorca) y La Bastida (Totana).
Abrevaderos y rituales mágicos
¿Cuál es el significado de estos pequeños círculos grabados sobre la piedra? Misterio. Los arqueólogos suponen que los calderones podrían utilizarse para almacenar agua destinada a dar de beber al ganado, como podría ser el caso del Arabilejo (Yecla), pero esta teoría no se sostiene en el caso del yacimiento santomerano porque a una oveja le resultaría imposible ascender hasta la cima del Cabezo Malnombre. Además, las pequeñas cazoletas tienen una capacidad muy escasa, y su disposición repite en ocasiones esquemas geométricos. Así que los investigadores asocian los campos de insculturas con rituales mágicos de sociedades agropecuarias prehistóricas. El de Santomera está orientado hacia los 240º SW: el punto exacto del ocaso en el solsticio de invierno.
Fuente: laverdad.es | 15 de noviembre de 2018
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oro (y de otros...). Voy con ello:
H. Iglesias, «Observations concernant les recentes critiques et omissions de Joseba Lakarra à propos des recherches d’Héctor Iglesias sur la problematique ‘basco-iberique’, suivies d’une hypothèse inédite concernant l’inscription de Liria», donde se da como lugar de publicación la revista Arse. Boletín anual arqueológico saguntino n° 42, 2008 (63 pages)
(El título real de la revista es Arse. Boletín anual del Centro Arqueológico Saguntino, y el número de 2008 se acaba de presentar hace sólo unos días, aún no está disponible ni el índice)
El mismo trabajo estaba ya algo antes en una "versión 2" de octubre de 2008 en este otro sitio web, no sé si diferirá mucho o no. En todo caso, para la "intrahistoria veleyense" será la tercera (vid. in fine) publicación de corte científico en la que se comentan, o se entra a debatir, sobre las piezas euskéricas de Iruña dando por sentada su autenticidad.
A partir de la pág. 19 comienza el parágrafo sobre:
LES INSCRIPTIONS EN LANGUE BASQUE DE VELEIA
L'oppidum de Veleia11, situé dans la province basque d’Alava, est un site archéologique où l'on a découvert récemment des objets romains d’une valeur exceptionnelle, en particulier un ensemble épigraphique parmi les plus importants et étonnants du monde romain12.
La découverte d'inscriptions à caractère religieux d’origine chrétienne en langue basque est en
effet d'une importance capitale pour l'étude philologique du basque. La confirmation de leur datation — elles couvriraient une période allant du IIIe au VIe siècle — supposerait une coexistence de la culture et de la langue basques et latines.
La valeur linguistique de ces inscriptions en argile est inestimable, d'autant plus que certaines
d'entre elles présenteraient des mots du vocabulaire courant : EDAN (« boire »), IAN (« manger »), LO (« dormir »), etc. En outre, on a découvert parmi elles des séries de mots, tels que par exemple GEVRE ATA ZVTAN (« notre père [est] en vous ») ou IESUS, IOSHE ATA TA MIRIAN AMA (« Jésus, [son] père Joseph et [sa] mère Marie »), etc. (Knörr, 2007 : 9).
L’ARTICLE «DE NOMINATIVO»
Si au début de notre ère une forme telle que geure, « notre (propre) », tenue pourtant pour
« moderne » il y a encore peu par les spécialistes, et un nom comme Ibarra existaient, ce qui est effectivement le cas, en basque, l’appelât-on « proto-basque » ou « pré-basque » — il ne s’agit là en fin de compte que d’un débat sémantique mineur — en conséquence, rien ne permet à Lakarra d’affirmer, comme il le fait pourtant de façon péremptoire, qu’au début de notre ère cet « article » n’existait pas en « proto-basque » ni dans la langue ibérique.
Un chercheur du niveau de Lakarra devrait en effet savoir que dans ce type de recherches il faut toujours se garder d'affirmations trop définitives et de distinctions trop tranchées.
Henrike Knörr, dont l’autorité et la compétence dans le domaine de l’histoire du vascuence ne sont en rien moindres à celles de Lakarra, écrit à propos de l’ancienneté de l’« article » en basque13 :
« Todo el mundo sabe que en la literatura latina del Bajo Imperio aparecen adjetivos demostrativos (illa domus) que tienen un cierto sentido de artículo determinado ».
Par conséquent, ajoute-t-il,
« ¿Por qué no va a pasar algo parecido en el euskera del siglo IV o V ? »
Or étant donné que c’est Lakarra qui amène le débat sur ce terrain, c’est à lui de répondre à
cette question.
Le peut-il ?
L’existence de l’« article » -a au début de notre ère n’est pas « prouvé » certes, mais l’inverse ne l’est pas non plus, par conséquent rien n’est impossible, comme nous le montrent au demeurant les découvertes faites dernièrement sur le site de Veleia, malgré le fait que Lakarra, à la suite de deux autres chercheurs, ait publiquement, et de manière quelque peu hâtive, insinué que ces découvertes pourraient être le résultat d’une « falsification », ce qui à ce niveau de la recherche serait difficilement imaginable et de toute façon extrêmement peu probable puisque toutes les analyses effectuées (laboratoires de Geochron, Cambridge de l'Etat du Massachussets-USA et du Centre for Isotope Research de l’Université de Gröningen, Pays-Bas ; laboratoires de l’Université de Cracovie, Pologne ; laboratoires de spectroscopie nucléaire du CEA-CNRS, France ; laboratoires Adirondack du Centre technologique de Zamudio, Pays basque) démontrent l’authenticité de ces inscriptions, aussi extraordinaires et inattendues puissent-elles paraître. A l’heure actuelle, de nouvelles analyses sont, nous dit-on, en cours. Il faudra donc attendre ces nouvelles « conclusions ».
En effet et en attendant, rien n’est plus impossible.
[...]
Bueno, con lo de los análisis llega algo tarde. Continúa a partir de ahí con el debate. La cita que hace de "Knörr 2007" responde al artículo que ya conocemos en Piedra de Rayo de julio de 2006, pero en otra curiosa sede, para mí nueva:
KNÖRR, H., 2007, « Iruña-Veleia otra vez a la palestra », Araxes, Anuario Internacional armenio-vasco 1 (12), pp. 7-10.
P.D.- Gracias, José Luis, siempre “al quite” con los "embozados" ;-)…
Agregado por Alicia M. Canto a las 12:56am del febrero 9, 2009
aldas de gigantes” rinde un homenaje a la labor realizada por todas las generaciones de arqueólogos y arqueólogas precedentes y sobre cuyas investigaciones se fundamenta el conocimiento en la actualidad. La muestra se podrá visitar en el Arkeologi Museoa de la Diputación Foral de Bizkaia hasta el 7 de noviembre de 2021 y las visitas guiadas comenzarán el 1 de abril
La exposición "Sobre espaldas de Gigantes" que acoge el Arkeologi Museoa recorre los últimos siglos de la historia de la arqueología vasca a través de más de cien piezas originales expuestas en función de la fecha de su hallazgo, lo que es reflejo del patrimonio que en cada época se ha valorado.
La diputada de Euskera, Cultura y Deporte, Lorea Bilbao Ibarra, y el director del Arkeologi Museoa, Iñaki García Camino, han inaugurado esta mañana la muestra que podrá visitarse hasta el 7 de noviembre de 2021.
En la presentación la diputada ha destacado que “desde la Diputación Foral de Bizkaia consideramos imprescindible conocer nuestros orígenes, indagar en la historia en todos los ámbitos de nuestra vida. A lo largo de la historia ha habido grandes Gigantes que nos han descubierto aspectos importantes de nuestro pasado, de lo que fuimos”.
A través de los materiales expuestos en "Sobre espaldas de Gigantes" se muestra la historia y el desarrollo de la arqueología en la Comunidad Autónoma Vasca, en la Comunidad Foral de Navarra y en el País Vasco transpirenaico, desde las primeras referencias y estudios hasta los tiempos actuales. Esta muestra da a conocer, además, las distintas fases del desarrollo de la arqueología vasca: desde los pioneros hasta la actualidad, pasando por la escuela de Barandiaran, que dio carácter científico a la disciplina. Para realizar este viaje, en la exposición se presentan los materiales arqueológicos que han sido descubiertos en cada fase o periodo. Todo ello contextualizando dichos hallazgos en el marco de las corrientes y tendencias historiográficas de cada momento.
Lo más destacado de la historia de la arqueología vasca en cinco unidades expositivas
La exposición está organizada en cinco unidades expositivas que muestran el desarrollo de la arqueología, incluso siglos antes de que se convirtiera en disciplina de carácter científico a comienzos del siglo XX. Desde entonces, han ido cambiando los métodos y técnicas de conocimiento y también las preguntas que distintas generaciones de arqueólogos han formulado sobre el pasado en función de las preocupaciones sociales del tiempo que les ha tocado vivir.
Cada unidad se ilustra con los materiales recuperados en cada una de las fases en que se ha dividido la exposición.
La primera corresponde al periodo en el que la arqueología era poco más que coleccionismo y en el que se recuperaron y valoraron piezas de gran valor como el mosaico del caballo del hipocausto hallado en Iruña y que puede verse en la exposición, o la cubierta del sepulcro de Argiñeta, traída de la ermita de San Adrián en Elorrio.
Entre 1916 y 1936, la arqueología adquirió reconocimiento científico de mano de Barandiaran, Eguren y Aranzadi quienes excavaron numerosos dólmenes en Aralar y distintas cuevas en Bizkaia y Gipuzkoa, recogiendo objetos, huesos humanos y de animales por constituir las huellas de nuestros antepasados y no por ser objetos estéticamente bellos. Así, la exposición alberga un yunque de piedra de Bolinkoba (Dima) utilizado hace 15.000 años para construir herramientas o una asta de ciervo de Santimamiñe de la que se extrajeron varillas para fabricar arpones, punzones o azagayas.
Se cierra la sección expositiva con una vitrina de la cueva de Urteaga en la que estaba excavando Barandiaran cuando estalló la Guerra Civil y se vio obligado a exiliarse. En ésta podremos ver uno de los cráneos que sirvieron para describir los caracteres físicos del tipo vasco, junto a una plaqueta y un canto decorado con figuras de animales dibujados con un trazo casi imperceptible.
Con Barandiaran en el exilio, los estudios sobre prehistoria se estancaron en el País Vasco, sin embargo, en Navarra y en menor medida en Araba se estudiaron más de una docena de yacimientos de la Edad de Hierro, como los poblados de Peña Saco en Fitero o El Alto de la Cruz en Cortes, de los que podemos ver cinco recipientes de cerámica en la muestra.
En 1953 regresó Barandiaran del exilio y continuó la labor interrumpida por la guerra, reactivando las investigaciones prehistóricas y formando a una nueva generación de arqueólogos como Jesús Altuna, Juan María Apellániz, Ignacio Barandiaran, o Armando Llanos. Durante este periodo en Navarra la arqueología de época romana adquirió madurez gracias a la labor de una gran arqueológa M.A. Mezquiriz que investigó los orígenes de Iruña, la vieja Pompaelo de época romana.
En las vitrinas de los descubrimientos del periodo podremos ver cuentas de collar de Txotxinkoba (Gizaburuaga) y hachas de piedra pulimentados de los dólmenes de la Galupa (Karrantza, Bizkaia) o de las cuevas sepulcrales de Kobeaga (Ispaster) o Ereñuko Aristi. Quien visite la exposición se encontrará también con hachas de bronce que constituyen los primeros testimonios de metalurgia en el País Vasco y, lo que es más extraño, un molde de fabricación de estas hachas encontrado en Aralar. También hay que destacar una cajita de cerámica decorada de la Hoya (Araba).
La última unidad de la exposición abarca de 1980 hasta la actualidad. La fecha de inicio viene marcada por la creación de las instituciones autonómicas y forales que asumieron competencias en la gestión del Patrimonio Cultural fomentando un mayor conocimiento y reconocimiento de nuestro Patrimonio. Ello provocó nuevas intervenciones y, sobre todo, nuevas formas de conocimiento más acordes a la sociedad del momento y que permiten analizar el pasado desde diferentes perspectivas.
En las vitrinas de la muestra veremos un espectacular, por su tamaño, cuenco de terra sigillata, del siglo II encontrado en Iruña; una delicada aceitera de vidrio del siglo XV, unas monedas empleadas al final del imperio romano y escondidas en un lugar de Rigoitia, un peine de madera decorado de la Plaza del Castillo, unos anillos de oro y plata de las necrópolis de Aldaieta y Dulantzi, incluso unas sencillas llaves de Zarautz que pueden ser interpretadas desde la arqueología de la producción, de género o del conflicto, abriendo nuevas perspectivas de investigación y, en definitiva, creando un discurso histórico poliédrico y enriquecedor.
A partir del 1 de abril se harán visitas guiadas a la exposición y en septiembre se publicará el catálogo en la serie los ’Cuadernos del Arkeologi‘, en el que se recogerán no sólo las fichas técnicas de todas las piezas expuestas, sino también cuatro artículos en el que cuatro especialistas harán un recorrido por la historia de la arqueología vasca, destacando las hipótesis e investigaciones que provocaron los descubrimientos y el avance de conocimiento.
Más de cien piezas procedentes de distintos museos vascos cedidos para la ocasión
La exposición es resultado de la colaboración entre museos y centros de depósito de materiales arqueológicos de las comunidades autónomas del País Vasco y Navarra. Junto con el Arkeologi Museoa, coordinador de la muestra, participan en el proyecto el Bibat de la Diputación Foral de Álava, Gordailua de la Diputación Foral de Gipuzkoa, el Instituto Príncipe de Viana del Gobierno de Navarra y el Museo de Oiasso en Irún.
Los contenidos y selección de piezas han sido elaborados por los equipos técnicos de los citados centros de arqueología para esta muestra.
Mujeres del Paleolítico
La exposición rompe también con el sesgo de género en la evolución humana. Desde el paleolítico hasta la Edad de los Metales, las mujeres no solo realizaron tareas de reproducción y manutención, a las que tradicionalmente se les ha vinculado, sino que participaban también en los trabajos fuera del ámbito doméstico.
En la exposición, una vitrina llama la atención sobre lo que se denomina la arqueología de género. "Generalmente, inconscientemente relacionamos los objetos con hombres o mujeres, cuando en realidad no es así. Los adornos, por ejemplo, eran un símbolo de distinción que podían llevar tanto hombres como mujeres. Al igual que objetos de trabajo que se asociaban solo a hombres... Esta exposición también pretende ser una reflexión reivindicando el papel de la mujer en la prehistoria", explicó Iñaki García Camino.
Fuente: euzkadinoticias.es | 11 de febrero de 2021…
ndo íbero que podría haber alcanzado hasta diez metros de altura y que habría servido como fortín para controlar el valle del Segura y la Rambla Salada, dos vías naturales de comunicación en la Prehistoria.
En concreto, la excavación fue impulsada por la Asociación Patrimonio Santomera y ha permitido sacar a la luz una torre que mide unos ocho metros de largo por ocho de ancho. La altura, no obstante, se desconoce y es «difícil de estimar» porque los íberos construían sobre un zócalo de piedra al que le colocaban una parte superior de adobe. Todo el conjunto era coronado por una plataforma de madera.
«La parte de adobe y madera, obviamente, ha desaparecido», según hizo saber a Europa Press el presidente de la Asociación Patrimonio Santomera, el profesor de Geografía e Historia y arqueólogo, Miguel Pallarés (izquierda).
No obstante, Pallarés explicó que se han reconstruido torres de hasta diez metros de altura en otros enclaves, y estimó que la de Santomera podría oscilar entre los diez y los seis metros. «Porque uno no construye torres con una base de ocho metros de ancho por ocho metros de largo para darle solo dos o tres metros de altura: es algo que no tiene sentido desde el punto de vista constructivo», afirmó.
Con todo, los responsables de la excavación no saben la altura a ciencia cierta y solo han podido hacer cálculos y aproximaciones, según Pallarés. El interior de la torre consta de una serie de contrafuertes para evitar su derrumbe donde se han detectado restos de adobe que corresponden a la parte superior de la estructura.
Foto: Trabajos de recuperación del poblado de ibérico en la Sierra de Balumba.
Función defensiva
Este arqueólogo recordó que el Valle del Segura es una vía natural de comunicación desde la Prehistoria hasta nuestros días. Sin ir más lejos, hay ejes de comunicación con el Valle del Guadalentín, que accede al interior de Lorca y continúa hasta Andalucía. Además, Santomera está enclavada en otra vía de comunicación natural, Rambla Salada, que conecta las cuencas neógenas de Fortuna y del Altiplano con el Valle fluvial del Segura. Hasta ahora, los arqueólogos no han encontrado una muralla asociada al fortín, por lo que el carácter defensivo vendría dado por la propia torre y la elevación sobre el terreno.
En base a toda esta información, los arqueólogos manejan la hipótesis de que este enclave podría ser perfectamente un punto de avance de control hacia otras ciudades internas como Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla) o Lorca, que también era una ciudad ibérica.
La desembocadura del río Segura era un punto estratégico y clave, con asentamientos fenicios e íberos. Además, el Valle del Segura está repleto de yacimientos como Los Saladares y las Laderas de San Antón de Orihuela, el Cabecico del Tesoro (Verdolay) y Monteagudo, entre otros, así como la propia Sierra de Balumba, que era un punto estratégico. En cuanto a la conexión con Rambla Salada, Pallarés recuerda que enlazaría con el Castillejo de los Baños y el Santuario de la Cueva Negra.
Debido al estudio parcial de la zona y el control de visibilidad que tiene el fortín de Balumba, «podría ser perfectamente un enclave estratégico que controlara el acceso a través de esas vías de comunicación», aclaró. El enclave se situaría, asimismo, en un territorio fronterizo entre la Contestania y la Bastetania, que eran tribus íberas. «Hay que tener en cuenta que la Edad del Hierro era una época de lucha por el control del territorio», afirmó.
Origen del proyecto
Pallarés recordó que, hace dos años, la Asociación que preside comenzó a desarrollar un proyecto con el fin de estudiar, investigar, proteger y divulgar el patrimonio de Santomera. Y es que el municipio es un lugar con una riqueza arqueológica de «gran valor». Hace dos años, la Asociación comenzó una prospección en la que localizó más de 25 yacimientos arqueológicos.
Igualmente, esta entidad se embarcó en la excavación arqueológca del poblado Ibérico de la Sierra del Balumba, para lo que contó con el director del proyecto, el doctor en Prehistoria y Arqueología, José Ángel Ocharán Ibarra, y con la colaboración del Ayuntamiento de Santomera.
Pallarés recordó que el poblado ibérico comenzó a explorarse en la década de los años 70, en virtud de una excavación de urgencia llevada a cabo por la Universidad de Murcia y, más concretamente, a cargo de la doctora Ana María Muñoz Amilibia y del doctor Pedro Antonio Lillo Carpio junto con la Dra. Mila Ros Sala.
En concreto, la excavación se localizaba en la cantera de la Fontanilla y, en ese primer proyecto, se excavó un sector correspondiente a la Edad del Bronce y otro datado en la época ibérica, la intervención paralizó la cantera y el yacimiento quedó olvidado. En 2009 se declaró Bien de Interés Cultural (BIC).
Ahora, 50 años más tarde, la Asociación contactó con especialistas en el mundo íbero como el doctor Ocharán y se propuso obtener una financiación para retomar la excavación. «Al ser un poblado ibérico, la consolidación de los muros y la estructura requiere una inversión», declara Pallarés.
Finalmente, a través de los Presupuestos participativos del Ayuntamiento de Santomera, la Asociación planteó la propuesta y los propios vecinos votaron a favor de invertir en la puesta en valor del yacimiento. Además, la Asociación firmó un convenio con los propietarios del cabezo y con el Consistorio para arrancar la primera campaña el verano pasado.
Foto: Vista desde el poblado de Sierra del Balumba.
Musealización y visitas
El yacimiento se sitúa en la Sierra del Balumba, y abarca tres cronologías: el Bronce Medio (aproximadamente 1800-1500 a.C.); el Bronce Final (1000 a.C.); e íbero (siglos IV y III a.C.). La Asociación se centró en el estudio de la parte más rica del yacimiento, la correspondiente al periodo ibérico, que es la que mejor se conserva porque la zona ha sufrido muchos expolios.
Bajo la dirección de Ocharán, el equipo emprendió una segunda campaña de excavación. «Nosotros pensábamos que podía haber algunas viviendas de gente más poderosa debido a que correspondía a la parte superior del cabezo, pero nos llevamos una sorpresa porque topamos con una torre», señaló Pallarés. Los arqueólogos concluyeron la naturaleza defensiva de la torre dada su morfología, la potencia de los muros y su disposición.
Además, han intervenido en una parte del poblado en la que aparece algún tipo de hábitat y están explorando una cueva que en un principio se estimó como posible vertedero, pero dados los resultados se decantan por el trabajo del plomo. El objetivo es llevar a cabo una investigación científica del poblado, pero también ponerlo en valor paralelamente, para lo que están reconstruyendo el enclave y estableciendo un recorrido para que se puedan hacer visitas guiadas y escolares en los próximos días. En un futuro, se plantea su musealización.
El objetivo de la Asociación es poner en valor el rico patrimonio de Santomera. Y es que el municipio cuenta con tres poblados, uno Calcolítico, dos del Bronce y otro del Hierro. «Está representada la Edad de los Metales, lo que representaría un referente económico y turístico en cualquier otro municipio», señaló Pallarés, quien advierte que lo que pone a un pueblo «en el mapa» es su cultura.
Fuente: laverdad.es | 13 de abril de 2021
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entaciones de diosas mesoamericanas, coinciden expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta). Al respecto, el arqueólogo Eduardo Merlo, investigador del Centro INAH-Puebla, destacó que la madre fue el centro de la sociedad prehispánica, “alrededor de ella se disponía, se repartía y se decidía el destino de la familia, y de la organización social. Simbólicamente, el hombre gobernaba, pero la mujer estaba en el centro”. El reflejo del poder que ejercían la madre o la abuela, destacó, se ha podido determinar a partir de excavaciones arqueológicas en las que se han encontrado evidencias de las llamadas “familia extensa; eran complejos de viviendas, donde habitaban nueras y yernos, hijos y nietos, todos unidos alrededor de la casa principal”. El curador de la exposición Diosas y Mortales, que reunió piezas de representaciones de diosas con objetos de la vida cotidiana de la mujer prehispánica, citó algunas de las diosas mexicas más veneradas, como Tonantzin o Xilonen, “nuestra madre”, diosa del maíz; Mictecacíhuatl, señora de la muerte; Toci, la diosa abuela que enseñaba a las mujeres los secretos de la vida doméstica y la coquetería, así como Tlazoltéotl (foto), “la comedora de inmundicias”, deidad de la prostitución que devoraba los pecados sexuales. Por su parte, Miriam López Hernández, arqueóloga egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), refirió que la vida cotidiana de la mujer macehualli o de clase baja en la sociedad mexica trascurría en su hogar y en el campo, “cuidaba de su casa e hijos, cocinaba, colaboraba con su marido en las labores agrícolas, confeccionaba el vestuario familiar y fabricaba las mantas necesarias para cubrir una parte del tributo de su barrio”. A su vez, las mujeres de alto rango o pipiltin “tenían servidumbre pero aún así debían hilar, urdir, tejer, coser, bordar y cardar algodones con el fin de hacer textiles. A pesar de su rango social, no eran improductivas pues con mantas pagaban las multas al Estado, compraban esclavos y participaban en el intercambio en los mercados, es decir, representaba riqueza”, añadió la autora del libro De mujeres y diosas aztecas.
Afrenta a la madre Al tener un papel preponderante en la organización social, la afrenta a la madre en la época prehispánica se consideraba una afrenta imperdonable. Para ejemplificarlo, Eduardo Merlo refirió la profanación e incendio que guerreros huejotzincas hicieron en el templo de Tonantzin, en el Cerro del Tepeyac, en la hoy Ciudad de México. “La respuesta de los aztecas no se hizo esperar, armaron un gran ejército y marcharon contra Huejotzingo (Puebla), matando a todos sus habitantes y no pararon hasta dejar piedra sobre piedra”, señaló el arqueólogo del INAH. En tiempos de la Colonia, la diosa Tonantzin —añadió— fue asociada con la Virgen de Guadalupe, considerada madre de todos los mexicanos.
Las gobernantes mayas
A diferencia de las nobles mexicas, quienes no tuvieron acceso al poder político, las mujeres mayas de la antigüedad ocuparon destacados cargos políticos, y participaron activamente en el control y la transferencia del poder, además de su importante papel como bastión familiar y social. El investigador Antonio Benavides Castillo, del Centro INAH-Campeche, señaló que algunas mujeres mayas fueron fundadoras de dinastías gobernantes, una de ellas fue “el personaje conocido como Señora de Tikal, varias veces representada en la iconografía y en los jeroglíficos del lugar”. El especialista agregó también que en el sitio arqueológico de Palenque, “sabemos que de sus doce gobernantes dos fueron mujeres y ambas jugaron un papel fundamental en la preservación del poder político familiar”. Se trató de la señora Kanal Ikal (Yohl Ik’nal), que reinó de 583 a 604 d.C.; tiempo después vendría la señora Zac-Kuk, quien gobernó del 612 a 640. Esta última fue madre del más influyente gobernante de Palenque, Pakal II. En un artículo de la Revista Arqueología Mexicana, Benavides Castillo también revela la presencia de otras mujeres nobles que contribuyeron a mantener el poder de sus esposos o hijos, en lugares como Tulum, Quintana Roo; Yaxchilán o Bonampak, en Chiapas. El papel creador de la mujer, de acuerdo con la arqueóloga Miriam Judith Gallegos Gómora, del Centro INAH-Tabasco, quedó de manifiesto en “el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, que narra que la diosa vieja Ixmucané participó en la creación del pueblo maya junto con su pareja masculina. Ella creó a los primeros hombres con una pasta hecha con maíces blanco y amarillo”. Agregó que el Popol Vuh detalla el papel determinante de la mujer en la formación y mantenimiento de la sociedad a través de la familia. Asimismo, de acuerdo con las crónicas del siglo XVI, escritas por frailes, se sabe que, además del trabajo doméstico y atención de los niños, las mujeres mayas cuidaban animales y eran responsables de las hortalizas y los campos de cultivo inmediatos a la vivienda. También hilaban, tejían, hacían compras, recolectaban frutos, elaboraban cerámica. La investigadora Miriam Judith Gallegos puntualizó que la transmisión de estos conocimientos se daba de madres a hijas, proceso en el cual las ancianas fungían como madrinas de las niñas que bautizaban y les enseñaban a cuidar su cabello, las criaban a su modo y les llamaban la atención si cometían errores. Las madres mayas —abundó— cubrían con una concha el pubis de sus hijas desde los tres años hasta los doce. Cuando éstas llegaban a la adolescencia, las mamás realizaban una ceremonia denominada emku (según Diego de Landa, Relación de las Cosas de Yucatán), en la cual retiraban la concha, y ello significaba que ya podían casarse.
Diosas maternas “Para los pueblos prehispánicos la fertilidad de la mujer sobrepasaba en importancia a todas las demás características femeninas… en el pensamiento mítico veían la expresión de una fuerza creadora que se identifica con el poder que una vez dio vida al cosmos y que sigue asegurando la existencia de éste”, señaló la investigadora Laura Ibarra, profesora del doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Guadalajara. “La capacidad de la mujer de dar vida participa de la fuerza original que da vida al mundo o, dicho en otras palabras, la fertilidad femenina es concebida como parte de la fertilidad universal”, sostiene la investigadora en un artículo publicado en la revista Iztapalapa (número 45) de la Universidad Autónoma Metropolitana. Al respecto, la investigadora Miriam López Hernández, quien recientemente publicó Mujer divina, mujer terrena. Modelos femeninos en el mundo mexica y maya, comentó que tanto las concepciones de ambas civilizaciones prehispánicas, “comparten un interés primordial por enfatizar la fertilidad humana-vegetal en las diosas, así como los mantenimientos que provenían de las mujeres como seres nutricios”. La arqueóloga destacó que la concepción agraria de los mexicas estaba basada en la Diosa Madre o Madre Tierra. Desde este punto de vista, las diosas principales fueron: Xilonen y Chicomecóatl (maíz tierno y maíz maduro, respectivamente), Mayahuel (maguey), Huixtocíhuatl (aguas saladas), Chalchiuhtlicue (agua), Iztaccíhuatl (montañas) y Xochiquétzal (flores). Entre las diosas relacionadas con la fecundidad-maternidad estaban: “Omecíhuatl, la gran creadora de la que surgen dioses y hombres; Teteo Innan, ‘madre de los dioses’; Coatlicue (Foto), madre de Huitzilopochtli y diosa de la fertilidad, de vida y muerte; Tonacacíhuatl, ‘mujer de nuestro sustento’ y principal nodriza de la población; Oxomoco, primera mujer creada y de la que surgió el resto de la raza humana; Cihuacóatl, diosa invocada en los partos difíciles, y Yoaltícitl, de los partos, entre otras. A su vez, Miriam Judith Gallegos, investigadora del Centro INAH-Tabasco, detalló que las diosas principales del panteón maya, “además de Ixmucané, la diosa vieja, existe el registro de otras deidades como la diosa O, que tenía poderes sobrenaturales como la adivinación y la curación, además de estar vinculada con la creación y rituales de paso como el nacimiento”. También, agregó, está la joven diosa I —generalmente identificada con Ixchel—, deidad relacionada con la fertilidad, según fray Diego de Landa, por ello las hechiceras colocaban bajo la cama de las parturientas una figurilla de esta diosa. Otras diosas son Aixchel, Ixchebeliax, Ixbunic, Ixbunieta e Ixtab, asociadas con los nacimientos, fertilidad, medicina, adivinación y tejido, respectivamente.
Tlaltecuhtli, señora de la vida y la muerte
El arqueólogo Carlos Javier González, director del Museo del Templo Mayor, puntualizó que en este recinto “hay inigualables ejemplos prehispánicos de la relación con la Madre Tierra. Principalmente, el reciente hallazgo del monolito de Tlaltecuhtli (en TA), señora de la tierra, que también era considerada como devoradora de cuerpos, porque a sus entrañas iban a parar los muertos”. Concluyó que en el pensamiento de los mexicas se dio especial atención a la fecundación de las mujeres. “En la Sala Cuatro del Templo Mayor, tenemos una representación de la diosa Cihuatéotl, divinidad de las mujeres que morían en el parto. Los aztecas comparaban a estas mujeres con los guerreros que morían en batalla, y por ello, al igual que ellos, tenían el honor de acompañar al sol en su recorrido desde el cenit hasta el ocaso; así eran de importantes”.
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