Los neandertales (Homo neanderthalensis) vivían en grupos de baja diversidad genética en los que la heterogeneidad del ADN era aportada por las mujeres, segú...
15/01/2019- Marco de la Rasilla Vives (Universidad de Oviedo) Actualidad de la investigación arqueológica en España. Martes, de 2 octubre de 2018 a 4 de junio de 2019
seos encontrados en la cueva de Piloña, yacimiento que ha ofrecido la mayor colección de neandertales de la península Ibérica. Vía: Pablo Gallego, Borines (Piloña) | La Nueva España.es, 21 de septiembre de 2008 Si en 2004 los especialistas aseguraban que los restos de aquellos habitantes de la falda de Sueve tenían 40.000 años y, en 2005, aumentaban su edad a 45.000 -lo que los situaría en un momento de especial interés para la humanidad, por la posibilidad de coexistencia entre los neandertales y los hombres modernos- las últimas investigaciones vienen a esclarecer este dilema. A pesar de encontrarse de baja médica, Javier Fortea, director de la excavación y alma máter de Sidrón -siempre con permiso de Olvido, que desde la Guerra Civil descansa en una tumba muy próxima a la entrada del yacimiento- sigue de cerca los avances de la investigación. «El carbono 14 no soluciona un problema histórico o cronológico, y el mundo en que nos movemos -principio del paleolítico superior y final del musteriense- está al final de la señal radiactiva de este compuesto», afirma Fortea. Para Fortea, ningún laboratorio comercial garantiza que el carbono actual esté eliminado al cien por cien de las muestras, debido a los procedimientos que dichos laboratorios -los más rápidos- utilizan en las primeras fases de la datación. «Las fechas de las muestras pretratadas por procedimientos tradicionales ya no sirven y se ha demostrado que "rejuvenecen" unos cuantos miles de años, por lo que hay que tener un cuidado exquisito con la cronología», afirma el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo y autoridad mundial en la investigación del arte paleolítico. De ahí que actualmente se prefieran otros procedimientos más modernos y fiables para pretratar los huesos -como los tripéptidos- o la ultrafiltración, técnica que se utilizará en este caso gracias a un concierto con un laboratorio de la Universidad inglesa de Oxford. La masa arcillosa en la que aparecieron los restos de los nueve individuos de Sidrón reposa sobre una capa de 60.000 años de antigüedad y el estrato que se sitúa inmediatamente por encima ronda los 30.000. Si a estos datos unimos la información de las nuevas dataciones, la edad -hoy por hoy- de los restos neandertales de Sidrón rondaría los 48.000 años e, incluso, podría acercarse a los 50.000. Ambas cifras son clave en el enigma de esta reserva nenandertal única, ya que en esas edades «no había ningún hombre moderno en Europa», asegura Fortea, «por lo que no habría habido cruzamiento ni hibridación entre ambas especies». La información cronológica vendría a sumarse así a la genética, como confirmaron el mes pasado los estudios del ADN mitocondrial procedente del yacimiento croata de Vindija -que negaban la existencia de relación genética entre ambas especies- y como presumiblemente lo harán los de Sidrón, cuyos restos aportaron el primer material genético neandertal de España. Ambas cuevas son las únicas en las que ha conseguido recuperarse ADN neandertal en condiciones de ser estudiado, razón por la cual el equipo de Sidrón desarrolló un protocolo específico de anticontaminación para la recogida de muestras que se extenderá a otros yacimientos. Así lo aseguró el verano pasado durante su visita al yacimiento asturiano Svante Pääbo, responsable del proyecto Genoma Neandertal y director del Instituto Max Plank de Leipzig (Alemania). Otro de los hallazgos de la campaña actual es el origen de la materia prima utilizada para construir las piezas líticas encontradas junto a los restos óseos. Para ello, se incorporó al equipo un especialista en la materia, Antonio Tarriño, del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (Cenieh) de Burgos que, en coordinación con los geólogos, encontró la clave del misterio. La fuente de materia prima, del sílex -variedad del cuarzo- se encontró en la zona de la Virgen de la Cueva, en Infiesto. «Se han tomado muestras y se analizarán para definir la relación con las piezas de Sidrón al detalle», afirma Marco de la Rasilla, mano derecha de Fortea «aunque eso no quiere decir que los neandertales fuesen allí a aprovisionarse», sino que la erosión y las corrientes de agua fueron «limando» el sílex que llegó a las proximidades de la cueva. Este descubrimiento no sólo es importante para la cueva piloñesa, sino también para otros yacimientos como los de Llonín o La Covaciella. Pero ¿cómo llegaron los huesos de estos nueve individuos hasta la cueva? La respuesta está en manos de Sergio Sánchez, del departamento de Geología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (Madrid) y de Juan Carlos Cañaveras, profesor titular de Petrología y Geoquímica de la Universidad de Alicante. El primero de ellos achaca a la casualidad la situación y conservación de los huesos. Tanto que llegasen ahí como que se hayan encontrado. «Además, las condiciones de conservación son excepcionales», asegura. Los investigadores ya no albergan duda alguna de que los fósiles hallados en la galería del osario llegaron allí por un fenómeno natural, probablemente arrastrados por las corrientes hídricas que circulan por el interior de la galería. «Lo que parece es que el depósito llegó a la cueva asociado a una gran tormenta o a un cataclismo que causó un torrente de barro con huesos en su interior», deduce Sánchez, «lo que permitió que una vez depositados de golpe se tapasen rápidamente con arcillas impermeables que aseguraron su conservación». «Además, justo encima de la sección III de la galería del osario -donde ha aparecido la inmensa mayoría de los restos óseos- hay una chimenea por donde suponemos que cayeron en vertical», concluye. «Otro factor muy importante es ver las costras que tienen adherido por fuera los huesos», explica Cañaveras, «lo que indicará, por ejemplo, si han estado un tiempo a la intemperie antes de llegar ahí, lo que significa que no hubo enterramiento». Una vez más, la ciencia tiene la respuesta, «en las costras se han encontrado granos de cuarzo y una ligera pátina de eolización, lo que los sitúa pudriéndose en un medio subaéreo de donde pudieron caer aquí», puntualizan. Lo que quiere decir que los huesos estuvieron al aire y en contacto con la luz, lo que desecha cualquier posibilidad de que los neandertales de Sidrón pudieran vivir en el interior de esta cueva o que hubieran sido depositados allí por sus semejantes. Sólo con sobrepasar la entrada de la cueva la temperatura desciende dos grados en apenas un par de metros, para alcanzar en su interior una temperatura más o menos constante de 13 grados, que, unidos a una humedad cercana al 95 por ciento, ayudaron a la conservación de los restos. Javier Fernández de la Vega, que con sólo 23 años es ya uno de los veteranos (empezó con 18), ejerce de improvisado guía.
La imagen interior de la cueva ha cambiado, ya que la estructura de madera sobre la que antes se trabajaba se ha convertido en una pasarela sobre las cabezas de los investigadores. Los trabajos han descendido desde el nivel inicial hasta los 2,86 metros. En esa cota han aparecido, esta misma semana, piezas líticas, costillas, falanges y un trozo de mandíbula con una muela sin aflorar (a 2,68 m), que no desentonan con las que se vienen encontrando desde la apertura del yacimiento, dentro del rompecabezas gigante que forman los cientos de fragmentos óseos procedentes de la cueva.
En la galería, los geólogos van sacando perfiles -se avanza en zonas de un metro cuadrado, y dentro de él, por secciones de 33,3 cm, que dan idea de lo exhaustivo del trabajo- de todo el material que se excava para hacer una reconstrucción, capa por capa, de cómo han ido llegando los materiales. El objetivo es integrar los datos geológicos con las coordenadas de dónde se ha encontrado cada hueso para crear un modelo en tres dimensiones del yacimiento. Desde que en 2002 se efectuasen los primeros cortes, «en los que ya había algo que no se entendía», han pasado seis años y aún se encuentran en la fase de obtención de datos. «Uno o dos años más quedan aún sólo dentro de la cueva, fuera queda mucho más trabajo», reconocen los geólogos. El improvisado comedor sirve para que arqueólogos, paleoantropólogos y geólogos debatan y compartan opiniones sobre el trabajo de la mañana. En la cueva de Piloña trabajan actualmente José María Vázquez, Lucía Martínez, Paloma Suárez, Zorione Torrontegui, Araceli Soto, Elsa Duarte, David Santamaría, Sergio Sánchez, Javier Fernández de la Vega, Juan Trenor, Juan Carlos Cañaveras, Aurora María Rodríguez y Marco de la Rasilla, todos ellos en la fotografía superior. En la foto de la derecha se observa una de las zonas de excavación, donde puede apreciarse cómo las sucesivas campañas hacen descender la cota de la cueva, inicialmente a la altura de la pasarela que se observa a la izquierda.…
Ciencias Naturales, CSIC) y Enrique Baquedano (Director del Museo Arqueológico Regional, Alcalá de Henares, Madrid).
Los hallazgos arqueológicos en España permiten deducir cuál era la base y la variedad de la alimentación de nuestros antepasados, partiendo del neandertal de Atapuerca y de El Sidrón. Su dentición, los restos óseos de animales encontrados en sus refugios nos dan pistas suficientes para hacernos pensar…
Ciclo de conferencias "Del neandertal al supermercado. Dieta y evolución cultural". Miércoles, de 24 octubre de 2018 a 8 de mayo de 2019…
nsólitas, de ¿los otros? y su mundo. Las incógnitas comienzan a desvelarse. Vía: MALÉN AZNÁREZ / El País. 13/04/2008 Sólo hay dos especies que, miles o millones de años después de extinguirse en la Tierra, siguen provocando auténticas pasiones entre los humanos: los neandertales y los dinosaurios. Por qué los terroríficos monstruos de crestas punkeras, enormes corpachones y largas colas siguen fascinando parece claro. Eran unos bichos impresionantes y atractivos en su poderío, que dominaron la Tierra durante millones de años, y ¡zas!, de repente desaparecieron. Pero ¿por qué nos siguen cautivando e intrigando los neandertales?, aquellos seres chaparros y fortachones, de enorme nariz, arcos supraorbitarios prominentes y mentón huidizo que habitaron Europa hace entre 200.000 y alrededor de 27.000 años. ¿Por qué queremos averiguar a toda costa cómo eran, si se cruzaron o no con el hombre moderno, y saber cómo y por qué se extinguieron? Quizá la fascinación por aquellos robustos seres tan parecidos a nosotros, y a la vez tan distintos, no obedece a otra cosa, como dice Antonio Rosas, paleoantropólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), que a querer saber más de nosotros mismos. "Porque son un enigma, son como nuestro espejo un poco deformado, nos reconocemos pero al mismo tiempo no somos. Y los miramos de continuo para ver si entendemos algo más de nosotros mismos".
O puede que, como mantiene el premio Príncipe de Asturias y codirector de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, sólo sea "porque es una historia apasionante, una gran historia, y a los humanos nos gustan las historias". Para el autor del exitoso El collar del neandertal, que confiesa que nada le haría más ilusión que tener una gota de sangre neandertal que le conectase con esos poderosos europeos, el cerebro humano, esencialmente, produce y consume historias. "Y la de los neandertales es una de las más increíbles, pone a nuestra especie junto a otra misteriosa y desaparecida: los otros. Tiene un componente de intriga y misterio, es imposible que no nos atraiga".
Niño neandertal. - Ph. Plailly y Atelier Daynes - 13-04-2008 Hasta hace muy poco, los neandertales eran considerados unos seres rotundamente arcaicos y brutales -durante muchos años se les tuvo como una subespecie de Homo sapiens-, poco avanzados en tecnología y con escasa capacidad para resistir la competencia del hombre moderno, más inteligente y rico en recursos, con el que coexistió en Europa unos 10.000 años antes de su extinción. Pero el paradigma está empezando a cambiar. Ni tan brutales de aspecto, ni tan atrasados tecnológicamente, ni tan diferentes en su inteligencia del Homo sapiens. ¿Qué está pasando? Pues que los últimos estudios genéticos y hallazgos de fósiles neandertales, entre ellos, los del yacimiento asturiano de El Sidrón, están aportando datos que empiezan a replantear el modelo tradicional. "Son cosas increíbles las que estamos conociendo, elementos de su aspecto físico o cognitivo que nunca hubiéramos pensado saber", dice el biólogo del equipo de El Sidrón, Carles Lalueza, que ha descubierto dos importantes genes neandertales. Uno está relacionado con la pigmentación y nos permite saber que eran rubianco-pelirrojos; el otro, con la capacidad para el habla, y nos deja deducir que podían hablar como los cromañones. "El Sidrón está abriendo un universo muy llamativo. Es la mejor colección de neandertales de la Península y ahora, sin duda, el yacimiento activo más relevante del mundo. Podemos decirlo sin ningún rubor", asegura Rosas, responsable de la paleoantropología del yacimiento y profesor investigador del CSIC. Tanto Arsuaga como Rosas, que durante 23 años formó parte del equipo de Atapuerca, se remontan al ancestro común de neandertales y el hombre moderno, el Homo ergaster africano, que salió de África hace unos dos millones de años, para explicar cómo su diferente evolución dio lugar en Europa al neandertal, la especie genuinamente europea, y en África, al Homo sapiens, que llegaría a Europa, por Asia, hace unos 40.000 años. Dos especies diferentes con un antepasado homínido compartido. "¿Cuándo se data el origen de los neandertales?", se pregunta Arsuaga, actual director del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos (UCM-ISCIII). "No hay contestación, porque fue una evolución gradual. Podemos decir que los primeros neandertales tenían medio millón de años. La gente de la sima de los Huesos de Atapuerca es una población europea de hace medio millón de años, contemporánea de una población africana, y ambas proceden de la misma especie biológica, pero empiezan a diferenciarse localmente. En Europa hay un avance, un esbozo de algo que con el tiempo terminarían siendo los neandertales, pero que todavía son antepasados de neandertales, el Homo heildelbergensis. Pero si vamos más hacia atrás, a los 800.000 años, o todavía más atrás, con el reciente hallazgo de la nueva mandíbula de 1,3 millones de antigüedad, nos encontramos con el Homo antecessor de Atapuerca, que no tiene rasgos neandertales. Tanto la paleontología como la genética indican que la separación de las dos líneas se produjo en algún momento entre 500.000 y 1.000.000 de años". ¿Qué entendemos hoy por neandertales? Si hablamos de los que antes se llamaban neandertales clásicos -conocidos toda la vida como neandertales-, su origen está entre los 250.000-200.000 años atrás; ésa sería una fecha frontera. "A partir de ese momento son neandertales en el sentido anatómico, y los anteriores, los de Atapuerca, son sus antepasados directos", afirma Rosas, quien añade que los fósiles de El Sidrón (nueve individuos de distintas edades identificados, un maxilar prácticamente completo con todos sus dientes, además de otros miles de huesos, restos líticos transformados en útiles y herramientas) ponen en la palestra la guinda que faltaba: el final de los neandertales claramente constituidos. "Y no hay que olvidar que es la primera vez que se ha podido sacar un gen completo de un fósil de neandertal". Las aportaciones genéticas de El Sidrón, tanto del ADN mitocondrial (sólo de herencia materna) como del nuclear (de ambos progenitores) de neandertales, que vivieron en la cornisa cantábrica hace 43.000 años, están siendo esenciales para hablar de un nuevo paradigma. No sólo se han sumado al macroproyecto del Genoma Neandertal que lidera el experto mundial Svante Pääbo, sino que son objeto de diferentes estudios genéticos en colaboración con el instituto alemán Max Planck. "Hasta ahora, para entendernos, la explicación en la teoría de la evolución era entre el chimpancé y nosotros, ya que compartimos un antepasado y es la especie viva más próxima. Era nuestro modelo de referencia. Pero la cantidad de información llamativa de los neandertales que estamos sacando nos permite empezar a sustituir el modelo chimpancé por el modelo neandertal. Con una diferencia: que la distancia de separación es mucho más corta en el tiempo evolutivo", explica Rosas. ¿Cuáles son estas novedades neandertales que tanto entusiasman a los científicos? Para empezar, los datos sobre su aspecto físico, y, lo que parece intrigarnos más, sobre si se cruzaron o no con el hombre moderno, siguiendo por derroteros como su ecosistema y forma de vida, tecnología, diferencias que podía haber entre los del norte y del sur. Y, finalmente, una de las cuestiones esenciales: las causas de su extinción. El pescador de genes Carles Lalueza puede decir mucho de los hallazgos genéticos. Descubridor del gen FOXP2, relacionado con la posibilidad del habla, y del MCR1, de la pigmentación, y a punto de publicar un nuevo descubrimiento del que todavía prefiere no hablar, aunque insinúa que cualquier otro gen "que esté relacionado con la inmunidad, la fisiología del metabolismo o los aspectos externos llamará la atención porque representa un cambio conceptual grande", asegura que, a la larga, "esta información no sólo representará un cambio de paradigma sobre ellos, sino sobre nuestra especie". Porque, una vez que tengamos el genoma completo del neandertal y veamos los genes que compartimos, podremos saber, aunque sea por eliminación, cuáles son los cambios exclusivos de nuestra especie. "Ahora estudiamos sus características propias, pero, en el fondo, estamos estudiando las nuestras", asegura este investigador de la Universidad de Barcelona. Así que, gracias a la genética y al ADN de los fósiles de El Sidrón, podemos saber, entre otras cosas, que el físico de los neandertales era mucho más parecido al del hombre moderno de lo que hemos pintado e ilustrado durante más de un siglo. "A mí no me importaría que se hubieran cruzado con nosotros. Soy un defensor de los neandertales y estoy en contra del paradigma, que ha cuajado incluso a nivel popular, de que era una subespecie brutal y atrasada?", dice Lalueza, que añade que con el hallazgo del gen de la pigmentación asistimos a una paradoja divertida: en el fondo, ellos, que podían ser rubios o pelirrojos y de piel clara, se parecían más físicamente al hombre actual que nuestros antepasados los cromañones. "Éstos, hacía poco que habían salido de África y tenían una pigmentación más oscura". Con el físico hemos topado. Y si no eran tan primitivos, ¿cómo eran realmente? ¿Podrían, vestidos en vaqueros, pasar hoy desapercibidos en el metro de Nueva York, como mantiene el famoso y ya clásico modelo? Porque las últimas recreaciones que han incorporado algunos grandes museos del mundo, como las realizadas por el taller Daynés, de la artista francesa Elisabeth Daynés -que ilustran este reportaje-, suponen una auténtica revolución en la imagen neandertal tradicional. Y no son fantasías, ya que están hechas sobre moldes de fósiles neandertales y con el asesoramiento científico de conocidos expertos. "Son parecidos a nosotros y diferentes en todo el esqueleto. La pelvis es totalmente distinta, las mandíbulas, el cráneo, los dientes, los huesos largos... Morfológicamente son distintos; no son simios, pero tampoco son sapiens: son diferentes", dice Arsuaga. Lalueza tiene claro que hoy un rostro neandertal nos sorprendería mucho. "No creo que haya un equivalente en el hombre actual. Su frente estaba inclinada hacia atrás, los arcos supraorbitarios sitúan una mirada muy profunda, tenían la cara proyectada hacia delante y la nariz era enorme, tan grande como la de un europeo que la tuviera muy grande, pero ancha como la de un africano. Realmente creo que llamaría la atención en el metro de Nueva York...".
Pero Antonio Rosas, que con su equipo del Museo Nacional de Ciencias Naturales reconstruye, con el maxilar encontrado en El Sidrón, una cara de neandertal utilizando avanzadas técnicas de computación, mantiene que, en esencia, lo que está cambiando es que se empiezan a apreciar diferencias entre grupos neandertales del norte y del sur. "Una peculiaridad de los de El Sidrón es que eran muy robustos; dentro de su arquitectura ancha, eran más anchos todavía. Los individuos masculinos podían, en caso extremo, superar 1,70 metros de altura, y las mujeres bordeaban el 1,60. No eran pigmeos. Y murieron jóvenes. Sabemos que su longevidad máxima estaba entre los 40 y 50 años, pero éstos no llegaron...". Otro de los mitos que ha caído con la genética es el de que los neandertales no podían hablar como nosotros y se entendían con gruñidos o gestos. Podían. Y así lo ha demostrado el gen encontrado por Lalueza, que implica que neandertales y cromañones tenían la misma estructura implicada en el gen que posibilita un lenguaje articulado. "Su lenguaje debió de ser más limitado que el nuestro, pero no porque pudieran emitir menos fonemas. La razón principal la tenemos en que nuestro lenguaje requiere, de manera constante, una memoria operativa de gran capacidad", mantiene el psicobiólogo Manuel Martín-Loeches, autor de La mente del Homo sapiens, que ha estudiado también la del neandertal y su capacidad para la memoria o el habla. Director de la sección de Neurociencia Cognitiva del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos, Martín-Loeches dice que la memoria operativa de los neandertales, mucho más limitada que la del sapiens, fue también la causa de su escasa capacidad creativa y, curiosamente, de su valentía, ya que su menor facultad para anticipar acontecimientos futuros les hacía más osados. Arsuaga opina que el lenguaje neandertal sonaría como el nuestro si lo oyéramos a través de una puerta. "En el antiguo paradigma siempre se decía que los neandertales no podían producir los sonidos del lenguaje del Homo sapiens, pero ellos tenían el hueso hioides -situado encima de la laringe- como el nuestro y el del chimpancé es muy diferente. Si oyéramos hablar a los neandertales, sonarían igual que un hombre moderno y no como un chimpancé. Y si oyéramos hablar a un austrolopiteco, seguramente diríamos que es un chimpancé...". En lo que están de acuerdo los investigadores es en que, fundamentalmente, lo que ha cambiado es nuestra percepción de los neandertales, quizá porque ya no tenemos tanta necesidad de considerarlos tan inferiores para vernos superiores. "Hemos dejado de creernos el epicentro de la evolución humana. Dicho de otra forma, ya no se perciben como una especie inferior, sino como una igual. Distinta pero igual", opina Rosas. Y Arsuaga menciona otra novedad. "De entrada, son los europeos de verdad, ellos sí que son auténticos europeos... Y eso es un cambio de paradigma. Ha pasado un poco como con los aborígenes de Australia o Nueva Zelanda, que ahora todo el mundo presume de tener un antepasado maorí...". Pero hay más cosas que empiezan a contemplarse en este nuevo modelo neandertal. Por ejemplo, algo que nunca se había cuestionado era su escasa capacidad tecnológica. Todas las herramientas y utensilios de aspecto moderno que tenían -en torno a los 40.000 años de antigüedad- se habían atribuido siempre a los cromañones, pero hallazgos como los de la cueva del Conde (Asturias) o El Sidrón permiten dudarlo. Arsuaga, que codirige los trabajos de la cueva del Conde, asegura que éste y otros yacimientos de parecidas características del País Vasco o Cantabria plantean que es una tecnología neandertal: "Tenemos unas industrias de transición que hasta ahora atribuíamos a los cromañones, que se suponía eran los creativos. Y nos preguntamos: ¿por qué de los cromañones? Todo apunta a que lo han hecho los neandertales". "En Barcelona hay un yacimiento maravilloso donde se ve que los neandertales tenían un dominio extraordinario del fuego, con talleres que utilizaban casi de forma industrial. Vamos conociendo y matizando", apunta Rosas. La coexistencia de los últimos neandertales y cromañones en Europa, durante unos 10.000 años, pone sobre el tapete otra de las cuestiones más debatidas: ¿se cruzaron ambas especies? Lalueza lo niega rotundamente y asegura que las especies divergieron hace unos 900.000 años. "Además del gen de la pigmentación- una variante que no se encuentra en los humanos modernos-, en el gen FOXP2 encontramos variantes que tenían los neandertales que eran ancestrales a todos los humanos modernos y que no han llegado hasta nosotros. Coexistieron, pero no se mezclaron". Pero Arsuaga tiene serias dudas y asegura que no le sorprendería que hubiera habido algún intercambio genético. Lo que para él, en cualquier caso, carece de importancia. "Pudo haber alguna vez cruces entre neandertales y sapiens, pero es irrelevante, es intrascendente a efectos evolutivos, porque sucede que esos híbridos no encuentran pareja o son absorbidos, y los genes raros acaban perdiéndose. Los neandertales se extinguieron y no contribuyeron nada a las poblaciones modernas, pero no me parece realista decir que es imposible que se hubieran cruzado, porque en la naturaleza no hay límites netos". Y llegamos a otra de las grandes cuestiones del universo neandertal: ¿por qué se extinguieron? Pregunta que, como las cerezas de un cesto, se enreda con otras: ¿fue el Homo sapiens el causante de su extinción?; ¿acaso no pudieron competir con la mayor capacidad tecnológica de éste?; o, como también se plantea ahora, ¿fue un cambio climático lo que les arrastró a su final? El paleobotánico José Carrión, de la Universidad de Murcia, especialista en palinología, ha estudiado los registros de cambios de paisaje asociados a áreas regionales neandertales, a través del polen fósil de distintos yacimientos, entre ellos, los de los últimos neandertales de la península Ibérica (Gorahn, en Gibraltar, y Carihuela, en Granada). Carrión, que ha reconstruido la vegetación, paisaje y fauna de la época, aporta dos conclusiones. Una: la extinción no fue de golpe, sino un largo proceso. Dos: se debió sobre todo a un proceso endogámico. Pero suma otros datos. Para empezar, los neandertales eran seres de bosque y un cambio climático vino a acelerar su extinción. Al parecer, aquellos bosquimanos fueron reduciendo su área de distribución en el continente europeo, por lo menos desde hace 35.000 años hasta unos 26.000 años antes del presente. "Los últimos 10.000 años fueron de declive, con una población fragmentada y cada vez menos numerosa. Cuando haces un mapa del Musteriense, las poblaciones están cada día más distantes, con más endogamia y menos intercambio génico entre las poblaciones del norte y del sur. Eso, a largo plazo, es un problema en todas las especies de mamíferos. Los genetistas lo llaman 'depresión por endogamia'", explica Carrión. "Los últimos neandertales están en el sur de la península Ibérica y, cuando se extinguen, no hay evidencia alguna de que el hombre moderno estuviera allí. No coexisten. Así que la competencia de una especie con la otra no existe, no hay por qué estudiarla". Para este paleobotánico, hay otras causas que contribuyeron a la desaparición de la especie, como el cambio de paisaje. "El neandertal es un animal meridional, de bosque abierto o sabana (árboles grandes, arbolitos sueltos y hierba), no es un hombre de estepa. Siempre los han pintado en el norte de Europa, pero ellos se iban al norte cuando hacía calor; en los periodos glaciales estaban en el sur de España, el sur de Italia y la península grecobalcánica.
Por su tecnología, posiblemente cazaban en grupos pequeños y al acecho, escondiéndose detrás de árboles y arbustos. Y ocurre algo inesperado: el paisaje se hace entonces muy abierto, muy estepario, con pocos arbustos, y el tipo de animales cambia. Pasa de una gran diversidad de fauna a otra menor pero muy grande: mamuts, bisontes, renos... Animales que hay que cazar de otra manera, con proyectil o lanzando piedras a distancia. Y sus herramientas de caza son más pequeñas y lanzables, no pesan. La mejor tecnología para esa caza la tiene nuestra especie, los sapiens que vienen de la estepa asiática perfectamente adaptados. Pero todavía sobrevivió miles de años...". Así que los cambios climáticos dieron al neandertal el golpe de gracia. Para Carrión, la gran pregunta no es por qué se extinguieron, sino ¿por qué sobrevivieron tanto? Y tiene una respuesta. "Durante 30.000 años, el sur de la península Ibérica era un jardín botánico, un auténtico paraíso. Vivían cerca del mar, y pescaban y comían de todo, incluso piñones... Comían focas monje, cazaban delfines, ánades, patos, codornices, perdices, cabras montesas... Tenían una dieta muy variada, la misma del hombre de hoy". Rosas, por su parte, asegura que la extinción de los neandertales es tan natural como el origen y el nacimiento de cualquier especie. "Nos preguntamos por qué se extinguieron y es un planteamiento falso. Es interesante saber por qué, pero está envuelto en un halo de falso misterio. Cuando llevamos la misma cuestión a otras especies de mamíferos, vemos que unos se extinguen y otros no. Y ellos tienen medio millón de años de historia de evolución, que nosotros no tenemos...". Pero el codirector de Atapuerca aporta su personal teoría para explicar la extinción: la gran capacidad simbólica de los cromañones les daba ventaja:
"Los neandertales no tenían bandera, y cuando llega aquí el Homo sapiens tiene bandera... Porque la bandera es la capacidad de representar a una comunidad por medio de un objeto, de reagruparse en torno a símbolos, lo que permite aumentar el tamaño del grupo sin basarse en el parentesco, un grupo que trasciende lo biológico. Así, el número de miembros de una tribu puede ser ilimitado; creo que ésa es la diferencia. Los cromañones tenían un sistema de alianzas, de solidaridad, basado en creencias, historias o mitos que les daban una unidad que sobrepasaba lo puramente biológico. Somos la única especie que forma comunidades no biológicas, unidas por lazos de tipo simbólico, lingüístico, religioso... Los neandertales se conocerían entre ellos, familias, grupos grandes, y, de pronto, eso se pone en competencia con una especie de comunidades que pueden ocupar toda la península Ibérica, con una capacidad enorme de alianza". Eso, dice divertido Arsuaga, significa que los neandertales eran mucho más realistas que los cromañones. "Qué es más inteligente, ¿creer en lo inexistente o no creer. Yo no creo en los espíritus, no es nada realista ni inteligente; en eso estoy con los neandertales, que eran los realistas... Pero, a la larga, la gente que cree en mitos simbólicos tiene más fuerza de comunidad y supervivencia". Queda sólo un último misterio neandertal por aclarar: si fueron o no creadores, si hicieron arte. Hasta el momento, siempre se ha mantenido que no, y los vestigios encontrados de arte fronterizo (entre 32.000-35.000 años) se han atribuido a los cromañones. "Si los cromañones llegaron hace unos 40.000 años", dice Arsuaga, "algunos neandertales tuvieron tiempo de aprender de ellos, pero ahora parece que los objetos de adorno y colgantes que tenemos de esa fecha, lo más antiguos, son de neandertales, así que nos vamos acercando a la frontera de lo simbólico". Los huesos encontrados en la cueva de El Sidrón plantean una cuestión que enlaza con la hipotética capacidad simbólica de la especie extinguida: ¿eran enterramientos? El catedrático de prehistoria de la Universidad de Oviedo, Javier Fortea, director del yacimiento, no lo cree así. "En este depósito no se había producido ningún acondicionamiento del espacio por parte del hombre. Parece que procede del exterior, que es una zona de dolina; posiblemente esa dolina se colapsó y por alguna chimenea cayó al interior. Lo que estamos encontrando abajo nos plantea cómo llegaron aquí esos huesos, y si los neandertales enterraban o no a sus muertos hace 43.000 años. Algunos de los huesos tienen marcas de cortes descarnados, y eso indica una práctica de tipo alimentario antropófaga, incluso caníbal, aunque prefiero no utilizar palabras de ritual mientras no sepamos lo que ocurrió. Fuera hubo una acumulación de individuos, y algunos de ellos, no todos, fueron desmembrados por sus congéneres de forma rápida, porque no muestran presencia de felinos carroñeros". Son señales que pueden percibirse en los huesos, aunque no resulta fácil verlas, salvo cuando quien las muestra es el paleoantropólogo Antonio Rosas, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. "Mire las rayas horizontales de esa mandíbula, se aprecian las marcas del corte, de la descarnación, el individuo fue cortado para descarnar el músculo. Ese otro hueso tiene un desconchón de lasca, de cuando se hace un corte al hueso; eso significa que los huesos largos fueron machacados para extraer la médula y comerla. Si es un canibalismo, alimenticio o ritual, continúa en discusión, pero lo que sí está claro es que El Sidrón aporta un magnífico ejemplo de canibalismo; tenemos señales de libro". En los diferentes yacimientos neandertales, comenta Arsuaga, hay muchísimos niños enterrados. "Se puede discutir si son rituales o no, pero son enterramientos. Y eso es muy humano, es un comportamiento simbólico, porque un individuo no entierra; es un grupo el que entierra. Y a nivel sentimental nos los aproxima, no los vemos ya como monstruos, sino como gente que entierra a sus niños, que los quiere, y eso es muy tierno". El yacimiento de El Sidrón no sólo aporta información novedosa, sino que, por primera vez en el mundo, está aplicando un protocolo en la extracción de fósiles para evitar las contaminaciones genéticas que, con frecuencia, se producen en las manipulaciones de los investigadores. Así que no es raro ver dentro de la cueva a una especie de astronauta cogiendo huesos con mucho cuidado. "A todos los excavadores nos han hecho el perfil genético, estamos retratados... Pero cuando afloran huesos potentes, compactos y duros, no esponjosos, como un fémur o una tibia, y creemos que pueden reunir las condiciones adecuadas para extraer material genético, se interrumpe la excavación, y todo el material que se está utilizando se desinfecta. El excavador se pone un traje de astronauta, un mono con escafandra, zapatos y guantes estériles, levanta el hueso con su tierra y lo mete en una bolsa estéril. Luego se guarda en una nevera a dos grados de temperatura hasta llegar al congelador del campo base, que está a 30 grados bajo cero", explica Fortea. Más tarde viajarán a Oviedo, Alemania y Madrid. Primero fue Atapuerca y ahora los neandertales, hallazgos que, a decir de los expertos, están convirtiendo a España en una potencia paleontológica mundial. "El Sidrón significa a los neandertales lo que Atapuerca a la evolución general", confiesa Rosas sin poder disimular su entusiasmo. Y se aproximan nuevos descubrimientos.…
e la Evolución Humana sobre 'Humanos, ciervos e hipopótamos: estrategias e interacciones'.
Rosa Huguet es arqueóloga e investigadora del Instituto de Paleoecología Humana y Evolució Social (IPHES) de Tarragona. Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. En el año 1993 empezó a participar en trabajos de excavación en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca (Burgos). Se incorporó al equipo del Dr. Eudald Carbonell y realizó su tesis de licenciatura centrada en los aspectos zooarqueológicos de los restos faunísticos del yacimiento de Galería (Sierra de Atapuerca).
Precisamente la relación entre la fauna que vivió en Atapuerca hace un millón de años y los homínidos que ocuparon este espacio entonces fue la que se trató en la charla en el Museo de la Evolución.
La doctora Huguet realizó su tesis doctoral sobre la paleoeconomía de las primeras ocupaciones humanas en Europa bajo la dirección del Dr. José María Bermúdez de Castro y el Dr. Carlos Díez. Actualmente es investigadora del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) y participa en diferentes proyectos de investigación relacionados con las primeras ocupaciones humanas en Europa: Cuenca de Guadix-Baza (Granada); Barranc de la Boella (Tarragona), Sierra de Atapuerca (Burgos) y en proyectos relacionados con el mundo de los Neandertales: El Sidrón (Asturias); Pinilla del Valle (Madrid).
La tercera charla del ciclo 'Charlando con los investigadores' será el 24 de julio 'Hábitos culturales de un humano de hace 500.000 años' y la impartirá la doctora Marina Lozano (IPHES).…
os localizados en el yacimiento arqueológico piloñés de Argandenes, utilizando la técnica del carbono 14, han confirmado las previsiones de los investigadores y ratifican que la datación de estos restos se sitúa en torno al siglo VI. El dato resulta importante a la hora de definir el contexto histórico de los múltiples enterramientos localizados en esta necrópolis localizada en Piloña hace años de forma casual, cuando se excavaba para la instalación de un depósito de agua.
Aún resta mucho trabajo por hacer, pero estos datos, unidos a la enorme relevancia de los últimos vestigios aparecidos en la zona, auguran un futuro lleno de novedades para los científicos y de buenas noticias para el concejo piloñés, que ve confirmada, una vez más, la enorme riqueza histórica que esconden sus parroquias. El responsable de la investigación en Argandenes, el arqueólogo Rogelio Estrada (izquierda), remarcaba estos días que el lugar podría ofrecer muchos más datos, sobre todo detalles concisos sobre sus antiguos habitantes, para aportar algo de luz a una de las épocas más oscuras de la historia de Asturias.
«La aportación del carbono 14 ha servido para confirmar lo que habíamos podido observar durante las excavaciones y despejar algunas dudas que teníamos en torno al conjunto del yacimiento. Los resultados encajaron perfectamente en las cronologías que teníamos establecidas», señaló Estrada. «Ahora será necesario continuar con la labor, porque en el tema de la cronología estamos hablando de horquillas muy amplias que no nos aportan mucho, pero que tampoco restan validez a las hipótesis que teníamos». Lo que parece claro es que «los restos humanos que han aparecido en este enterramiento pueden ofrecer muchos más detalles sobre sus características y las de la sociedad de la época».
En un primer momento se trató de confirmar una cronología tomando muestreos de los morteros, «pero nos dio un resultado fallido, porque las arenas utilizadas en la confección de la masa del cemento tenían restos de un incendio mucho anterior, quizás de cinco mil años antes de Cristo, así que aparecía un resultado completamente errático», explicó. Por suerte se localizó una «brizna carbonosa muy buena», que pudo ser utilizada finalmente para confirmar este período aproximado del enterramiento. Las investigaciones deberán continuar ahora abordando diferentes líneas de trabajo, «con nuevos muestreos según avance la labor y nosotros progresemos en la redacción de la memoria final».
Los importantes hallazgos localizados en Argandenes hacen obligatorio un largo proceso de investigación multidisciplinar para que los restos humanos y también los muchos objetos hallados en la zona exterior del enterramiento puedan seguir ofreciendo información sobre una época de la historia de Asturias poco conocida, pero que, sin embargo, se sitúa muy próxima a grandes acontecimientos como la misma batalla de Covadonga.
Más en Antrialgo y El Sidrón
El Ayuntamiento de Piloña, consciente de la importancia de estos resultados, ya ha establecido una nueva partida de ayudas para las próximas excavaciones que este mismo año se desarrollarán tanto en este yacimiento como en el de Antrialgo. En este último se desenterró el pasado verano un destacado asentamiento castreño con restos de una muralla y edificaciones defensivas.
«En esta campaña hemos habilitado una partida de diez mil euros que podrá ser utilizada para desarrollar estas nuevas investigaciones en los yacimientos del concejo. Consideramos que Piloña es un municipio con unos vestigios históricos realmente extraordinarios y debemos garantizar su investigación», señaló ayer el primer edil, Iván Allende.
Prueba de este interés por la investigación de sus tesoros arqueológicos, el municipio piloñés firmaba hace tan solo unos días un protocolo para la difusión e investigación del yacimiento neandertal del Sidrón, en el que también participan el CSIC, la Universidad de Oviedo y el Gobierno asturiano.
Fuente: elcomercio.es | 6 de abril de 2019
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Los arqueólogos buscarán un poblado junto a la necrópolis de Argandenes
Investigadores en el yacimiento piloñés de Argandenes durante la campaña de 2016. / NEL ACEBAL
Tras las diferentes campañas de excavación y las pruebas posteriores realizadas a los restos localizados en Argandenes, en Piloña, los investigadores se preparan ahora para volver al trabajo en los próximos meses. El objetivo que se plantean es el de seguir desvelando las muchas incógnitas del yacimiento y responder a las preguntas que pueden resultar fundamentales para la historia de Asturias.
El equipo multidisciplinar que coordina el arqueólogo Rogelio Estrada tiene por delante una labor apasionante: «Las últimas tumbas que se desenterraron en la última campaña posiblemente necesiten una nueva intervención, aunque eso ya se irá viendo sobre la marcha y en función de nuestra necesidad», explica.
En estos momentos los antropólogos están examinando estos restos, «y prácticamente tienen el estudio finalizado, al igual que está acabado el de los restos de la anterior campaña», aclara Estrada, que se muestra muy interesado en conocer el mayor número posible de detalles sobre estos pobladores de la antigua Asturias. Los datos apuntan a un enterramiento visigodo de en torno al siglo VI. Esta datación ha sido confirmado por las últimas pruebas de carbono 14 realizadas a estos restos, en Estados Unidos, tal y como adelantó EL COMERCIO.
El período tiene un gran interés puesto que se trata de una época sobre la cual los investigadores no tienen muchos detalles, «es un período un tanto oscuro».
El conocimiento de estos pobladores, previsiblemente élites de la sociedad si nos atenemos a los importantes objetos de valor que llevaban en el momento de su enterramiento, puede resultar fundamental, «ya que hay que recordar que hablamos de una época previa y muy cercana en el tiempo a importantes acontecimientos como la batalla de Covadonga y los comienzos de la Reconquista», añade el investigador.
Por esta razón, existe un gran interés en conocer si las personas enterradas en este lugar tenían parentesco entre sí, si eran miembros de una misma familia o, incluso, si algunos de ellos podrían proceder de fuera, de otros territorios.
«Tenemos en marcha un estudio en torno a la paleodieta, su ADN y otras características que nos permitan conocer estos datos, confirmar si todos estos individuos vivían en la zona o si vinieron de fuera», explica Estrada, consciente de que se trata de investigaciones complejas y que pueden llevar bastante tiempo, «probablemente estamos hablando de años».
El objetivo de los científicos, una vez finalicen las investigaciones, será la publicación de una gran monografía sobre todos los detalles que ofrezca este importante yacimiento, en el que se han localizado una veintena de cuerpos y casi trescientos objetos, recuperados muchos de ellos como parte del ajuar de estos individuos. Entre estos elementos se encuentra una espada corta de hierro, hebillas, una cruz de bronce, cuentas de vidrio, un dardo, un pendiente, tachuelas de calzado e, incluso, fragmentos de una lámina de oro, posiblemente parte de un cinturón.
Materiales de la construcción
Otra línea de investigación que se pretende seguir este año será el traslado de la excavación hacía otro punto del entorno, con el objetivo de poder localizar algún tipo de vivienda o poblado. «Parece lógico que sí pudiese existir este asentamiento de la misma época que el cementerio, pero es algo que tendremos que determinar en su momento», comenta el científico a la vez que matiza que en estos casos «resulta fundamental tratar de localizar el hábitat que generó el cementerio. De todas formas, hasta que no comencemos el trabajo y abramos allí, no se podrá confirmar». Una dificultad añadida para la investigación es el hecho de que las construcciones de aquella época se realizaban en madera, «por lo que se trata de un material más complicado de rastrear a lo largo de tantos siglos».
Fuente: elcomercio.es | 7 de abril de 2019
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no- y el contexto de canibalismo en el que se produjo", dijo Silvia Bello, investigadora del Museo de Historia Natural de Gran Bretaña.
Los huesos grabados desenterrados en una cueva de Somerset han revelado nuevas pruebas de macabros rituales que involucraban canibalismo llevados a cabo por los primeros humanos en Gran Bretaña.
El último análisis de los huesos, que se descubrió por primera vez en los años 80 en la Cueva de Gough en la garganta de Cheddar, muestra signos de haber sido cortado usando sofisticadas técnicas de carnicería, decoradas y roídas por sus semejantes hace 15.000 años.
Las investigaciones previas de los restos, pertenecientes a un niño de tres años, dos adolescentes y al menos dos adultos, ya apuntaban a la espantosa posibilidad de que los individuos habían sido comidos por sus compañeros humanos tempranos.
Hasta ahora, sin embargo, no estaba claro qué forma había tomado este acto extremo. Algunos sugirieron que los individuos habían sido consumidos no para la nutrición, sino como un homenaje a los espíritus de los muertos. Otros lanzaron la posibilidad del “canibalismo de la crisis”, donde los seres humanos del compañero fueron comidos en las agonías del hambre y de la desesperación durante un invierno áspero.
El último análisis, centrado en un solo radio de hueso, resuelve parcialmente esta pregunta al sugerir que había al menos algún elemento de ritual en los procedimientos sangrientos.
El estudio describe por primera vez incisiones decorativas en zigzag sobre el hueso que parecen haber sido llevadas a cabo entre el proceso de sacrificio y el consumo.
Foto: Se cree que los caníbales de Cheddar Gorge (foto de archivo) vivían en un clima bastante parecido a la moderna Escocia, sobreviviendo de atrapar animales en la garganta y bebiendo de su arroyo.
Fuente: PSN, 9 de agosto de 2017. Con información de The Guardian
Fotos y artículo de referencia: Bello SM, Wallduck R, Parfitt SA, Stringer CB (2017) An Upper Palaeolithic engraved human bone associated with ritualistic cannibalism. PLoS ONE 12(8): e0182127. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0182127
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