El Parque Arqueológico de Roa de Duero (Burgos) ultima sus preparativos para su apertura

Las cabañas reconstruidas gracias a las enseñanzas de los masais que visitaron el parque el verano pasado constituyen la zona de la época neolítica. DB

Fuente: diariodeburgos.es| 29 de julio de 2013

Se acuerdan ustedes de las horas interminables que pasaron memorizando nombres, fechas y periodos de la historia antigua? ¿Y la de veces que soñaron con tener una máquina del tiempo que les llevase hasta esas épocas para poder vivirlas y, de esa forma, no tener que empollarse todo eso para los exámenes? Pues ahora es posible, gracias al Parque Arqueológico que, tras más de 15 años de olvido, se abre al público esta semana en Roa de Duero. Un recorrido por estas instalaciones hace que los visitantes puedan asegurar que han dado marcha atrás a su reloj hasta tiempos muy pretéritos.

Gracias a SierrActiva, y al Ayuntamiento de Roa, Diario de Burgos ha visitado las instalaciones en los días previos a su apertura para mostrar lo que se van a encontrar cuando acudan a conocer este interesante recurso. Nada más entrar el visitante podrá tener un primer acercamiento a las épocas históricas que va a conocer a continuación.

Ya con su entrada en la mano, tendrá a su disposición una exposición somera para prepararse para una visita de hora y media a través del nacimiento de la cultura actual.
Una vez en el exterior, un guía que no desentonaría nada en la época de los primeros romanos que llegaron a la Península Ibérica nos acompañará en nuestro recorrido. El primer paso es viajar al Paleolítico, cuando vivieron los neandertales. Allí veremos cómo vivían y cómo trabajaban el sílex para hacer todo tipo de utensilios y, lo que es más llamativo, podrán intentar emularlos. En este punto se practica también la tafología. Como explica Eduardo Cerdá, responsable de SierrActiva, «es lo que puede encontrar en una cueva hace medio millón de años, se habían comido los animales y habían echado los huesos y, haciendo de detectives forenses, podemos encontrar marcas de corte en un hueso, lo que nos indicaría que se lo había comido una persona y que este animal convivió con los humanos en la misma época», apunta nuestro guía.

La siguiente estación es el Paleolítico, cuando vivieron los primeros cazadores y recolectores nómadas. Por eso, sus cabañas fueron las precursoras de las tiendas de campaña, ya que se las podían llevar consigo. «Están hechas con pieles de uro, una vaca salvaje que hemos localizado en Holanda, gracias a la asociación Paleolítico Vivo» (izquierda), aclara Cerdá. En este enclave aprenderemos cómo hacían fuego, cómo cazaban con propulsor o cómo utilizaban las bramaderas, unas herramientas de comunicación.

En el Parque Arqueológico de Roa no podía falta uno de los grandes iconos de la época prehistórica: el arte. Para ello, se ha creado una galería al aire libre en la que se pueden apreciar muestras de los hallazgos más importantes en este ámbito: las vulvas Tito Bustillo, Altamira, Lascaux hasta llegar al Neolítico, con ejemplos de las pinturas de La Valltorta o los grabados de la galería del sílex de Atapuerca. En este recorrido se aprecia el paso del naturalismo de Altamira al esquematismo de Atapuerca, con símbolos muy difíciles de interpretar. Una evolución que, como recuerda Eduardo Cerdá, llevó al mismísimo Picasso a afirmar que «después de Altamira, todo es decadencia».

De ahí viajamos al Neolítico, con unas cabañas que todavía se pueden encontrar en los poblados masai, con su zona específica para hacer prácticas de tiro con las armas de la época. El paso natural en la Historia se materializa aquí con las cabañas de la Edad del Hierro y la cultura vaccea, enfrentada a la romana cuando los de la Península Itálica invadieron la Ibérica. Tanto es así que la lucha entre ambas culturas queda reflejada en el parque con un guiño a la película La vida de Brian.
 

En este sector, además de una choza decorada al estilo de entonces, se ubicará un dormitorio para acoger a las colonias que se organicen en el parque, que tendrán también la posibilidad de bañarse en una charca en la que habrá barcazas para enseñar las técnicas de pesca con redes. Un espacio que compartirá con animales en semilibertad. «Va a haber gallinas y ovejas, y también vamos a tener caballos prehistóricos, que nos harán las veces de exhibición de un animal salvaje prehistórico, que no tiene peligro para el hombre, y la labor de jardinero porque se comen todo», comenta Cerdá.

La visita termina en la época romana. De momento, porque los responsables del Parque Arqueológico ya están ideando la ampliación a las épocas visigoda y de la ocupación árabe. Pero no nos adelantemos en el tiempo. En la villa romana podremos conocer cómo eran sus estancias, con especial atención a un triclinio con todo lujo de detalles, y una taberna contigua en la que la película Roma también ha servido de inspiración para el mobiliario.

Todo esto, y mucho más, en una hora y media de recorrido, que se completará con 15 talleres didácticos comprenden todas las épocas y trabajos específicos. «Tenemos una zona de excavación preparada, con su cuadrícula, para que la gente encuentre los objetos en el taller ‘Escuela de arqueólogos», adelanta Eduardo Cerdá.

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