Fuente: Periodista Digital | 11 de septiembre de 2012

 

Por fin se ha estrenado 'Isabel', la serie sobre Isabel la Católica que ya pensábamos que TVE no iba a estrenar jamás. ¿Ha merecido la pena la espera? Sí y no. El producto no es malo pero el piloto se queda en tierra de nadie aunque puede mejorar.

'Isabel' corría el riesgo de convertirse en una víctima doble. Primero, por no ser estrenada, ya que estuvo, como otras muchas series, en el ojo del huracán de los recortes de TVE en la nueva era del PP. Y por otro lado, era muy probable que fuese más conocida por las polémicas sobre su 'no' emisión que por otra cosa.

La producción de 'Diagonal TV' ha salido beneficiada de tanta publicidad negativa. Y es que el pasado 10 de septiembre de 2012, 'Isabel' desplegó sus encantos ante un aplastante 20,1% de share. Pero ojo, no hay que lanzar vítores al viento. A la serie aún le queda mucho por demostrar.

Vayamos por partes. Sólo la idea de hacer una serie sobre Isabel la Católica y que no sea una telemovie o que no la haya dirigido Vicente Aranda ya es un triunfo. El que se hable de otra parte de nuestra historia que no sea la guerra civil es para ponerse a llorar de la alegría. Ya era hora de que convirtiésemos nuestro legado menos reciente en un producto de masas. Y , encima, no hace falta inventarse fantasías épicas de espadachines que hablan como si acabasen de salir de un tugurio de Lavapiés. No , por fin, echamos mano de las lecciones del colegio para entretener.

Con una de las mejores cabeceras, por no decir la mejor, que un servidor ha visto en una serie patria, 'Isabel' comienza con la muerte de Enrique IV y la corononación de una joven Isabel. La escena no es sino una excusa para presentarnos brevemente a algunos personajes, en el especial a Fernando el Católico (Rodolfo Sancho) al que no vamos a ver el pelo hasta próximas entregas.

Y tras el arranque, se vuelve hacia atrás, a la pre-adolescencia de la futura reina encerrada junto con su hermano Alfonso y su madre Isabel de Portugal en la villa de Arévalo. De esta trama destacar la presencia de Magüi Mira, actriz tan intensa que rozaría el ridículo si no le diesen siempre papeles de trastornada a los que otorga el oportuno engolamiento de voz.

Y la historia no tarda mucho en meterse en harina, con esos dos hermanos sometidos en la boca del lobo, en la Corte de Castilla donde el 'impotente' de su hermanastro Enrique ha dejado encinta a la mejor de la función, la reina Juana, 'la Beltraneja' para los amigos, y mala con corazón en funciones, que está maravillosamente interpretada por Bárbara Lennie.

Y como era de esperar, hay mucha intriga palaciega, algún guiño sexual, mucho nombre, mucho diálogo pomposo y demasiado cartón piedra. Y quí está lo peor de la serie. La puesta en escena. No exijamos fantasías épicas que cuestan 12 millones de dólares el capítulo ('Juego de tronos') pero sí un poquito de dignidad.

En 'Isabel' todo es demasiado limpio, demasiado pequeño (¿quién se cree esos aposentos diminutos y esa sala real del tamaño de mi cocina?), se abusa del croma, de los efectos digitales del todo a cien y del disfraz de función de colegio. Se pretende abarcar demasiado sin contar con el presupuesto que merecía la empresa. Si no se puede mostrar un castillo bajo la nieve, no lo muestres, échale un vistazo a 'Yo Claudio' y toma nota.

Todo se hubiese solucionado, o casi, si se hubiese apostado por un producto más personal, más íntimo. Visualmente, la historia está narrada sin brío, sin sombra de autoría como queriendo no mojarse en nada. No hay casi ni un sólo momento de auténtica emoción ( exceptuando aquel en el que Bárbara Lennie observa a dos amantes disfrutando del sexo mientras ella llora por su frustada vida conyugal), nada que nos haga olvidar que lo que se nos cuenta no es más que una versión superflua de los acontecimientos.

Y de Michelle Jenner qué decir. Pues que esta chica parece que está constantemente cansada. Que su voz de pito es creíble cuando interpreta a una inocente Isabel en la infancia pero que no cuela cuando ha de convertirse en toda una mujer guerrera. No está bien escogido este cásting. Es muy guapa, sí. Atrae al público jóven, también. Pero que ni ella misma se cree su personaje, es un hecho.

Aún con todo, por pereza que pueda dar la serie, por ese aspecto de producto rancio que pueda desprender, no nos engañemos, 'Isabel', merece la pena. Merece ser visionado obligatorio en las escuelas, que se intente disfrutar y que exijamos que la televisión pública honre nuestra historia con productos como este.

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