Red social de Arqueologos e Historiadores
Fuente: ABC.es | Israel Viana | 15 de julio de 2013
«No me olvido de la arqueología, lo que pasa es que con ella ahora no puedo comer y las facturas hay que pagarlas». Diana del Pozo es la presidenta de Colegio de Arqueólogos de Madrid. Tiene 32 años. Empezó a trabajar en la universidad mientras estudiaba Historia y, desde 2004, ha ido enganchando una excavación tras otra. «Hasta que hace un año me quedé en paro, como la mayoría de los arqueólogos, así que decidí montar una tienda de regalos en Alcalá de Henares. No podía esperar más tiempo esperando a que me volviera a llamar», cuenta.
El «boom» de la construcción a principios de la década pasada significó también el «boom» de la arqueología en España, ya que, cuando se aprobó la Ley de Patrimonio de 1985, los constructores empezaron a estar obligados a contratar el servicio de arqueólogos para prospectar el terreno y excavar los yacimientos que pudieran verse afectados por la obra. «Hay países en los que esta intervención se hace a través de la Administración Pública, pero en España se construía tanto que resultaba imposible. Se decidió entonces que fueran arqueólogos contratados por empresas privadas los que se encargaran. A principios de los 90 surgieron las primeras empresas y, entre 2000 y 2005, se produjo el gran crecimiento», explica la socióloga del CSIC, Eva Parga Dans, que en 2009 realizó una encuesta sobre las empresas de arqueología en España.
En 1975 apenas se llegaba a las 300 excavaciones abiertas en toda España, mientras que en 2005 eran más de 10.000. El número de excavaciones creció tanto como el de las empresas de arqueología, de las que se crearon más del 40% entre 2000 y 2005. Esta fiebre dio empleo en excavaciones a decenas de miles de licenciados en Historia que ahora, con la crisis del ladrillo, han pasado a formar parte de la lista del paro.
No hay que olvidar que durante los años de bonanza económica, la práctica totalidad de los ingresos de la arqueología procedía de la construcción. Por un lado, de la inversión de las constructoras, que se lanzaron sin control a edificar viviendas, urbanizaciones o centros comerciales y tenían que realizar la correspondiente intervención arqueológica previa. Y por otro, de las obras de promoción pública (carreteras, vías de tren, tuberías…) dependientes del Ministerio de Fomento, de los gobiernos regionales o de los ayuntamientos. Pero desde 2008, tanto las constructoras como las entidades públicas «están hundidísimas», comenta Almansa.
El Ministerio de Hacienda acaba de denegar las subvenciones que la Secretaría de Estado de Cultura había concedido a 30 grupos de universidades españolas para proyectos de arqueología. En Castilla-La Mancha, el Gobierno anunciaba hace no mucho el cierre de hasta cuatro importantes parques arqueológicos y, en Alicante, el proyecto sobre el conjunto islámico del Castellar d’Elx lleva dos años parado por los recortes. Son solo uno ejemplos a los que hay que sumar, en el ámbito privado, que el año pasado se construyeron menos del 10% de las 865.000 viviendas que se edificaron en 2006, el máximo histórico, las cuentas no salen ahora para este sector cultural.
Según los datos provisionales que está comenzando a arrojar la segunda edición de la encuesta del CSIC, han desaparecido el 35% de las 273 empresas de arqueología contabilizadas en 2009. Un dato preocupante que, de todas formas, no es representativo de la realidad, ya que muchos arqueólogos mantienen sus empresas abiertas, pero sin actividad. «Hace poco una arqueóloga me contaba que no tenía ningún trabajo contratado aunque no hubiera dado de baja su empresa», comenta la presidenta del Colegio de Arqueólogos madrileño.
Esa falta de perspectiva es precisamente la consecuencia más inmediata para miles de arqueólogos que se han ido al paro y para los pocos que, por lo menos, han encontrado trabajo en otros sectores que nada tienen que ver con el suyo. Uno de esos casos es Miguel Ángel Díaz, un arqueólogo madrileño de 39 años que llevaba más de una década enganchando una excavación con otra, en algunas de ellas como director, y ahora trabaja en un bar de copas los fines de semana, mientras organiza de manera altruista una jornadas sobre la Guerra Civil en Pinto.
Le echaron de su última empresa hace unas semanas «por causas asociadas a la crisis», cuando estaba llevando a cabo un seguimiento arqueológico entre Ciudad Real y Cuenca, cobrando menos de 1.000 euros a pesar de tener que vivir fuera de su casa. «Dependíamos de una subvención de la Unión Europea que fue retirada, y cuando los ayuntamientos afectados por la obra tuvieron que hacerse cargo de los gastos, no aceptaron y se paralizó», explica Díaz, quien, «aunque está intentando no resignarse», reconoce que de los cientos de arqueólogos que ha conocido, tan solo «seis o siete» siguen en el sector.
En este caos, hay algo que a los arqueólogos les preocupa tanto como su empleo: las precarias condiciones en las que tienen que llevar a cabo muchas de las excavaciones. «Las consecuencias de la crisis sobre los yacimientos en sí son también terribles. A raíz de la caída de los presupuestos, la calidad del resultado se ha visto afectada. El arqueólogo tiene que hacer el mismo trabajo que hace siete años, pero con menos material, menos personal y en un plazo de tiempo menor. Ya no puede hacer, por ejemplo, todas las pruebas de datación que se necesitan, y eso significa que se pierde un nicho de cultura», subraya Del Pozo, que ha visto como en la última empresa en la que estuvo trabajando había unas 40 personas en nómina y ahora solo queda el dueño.
Guerra acaba de plasmar todas estas experiencias en su primera novela, «El hallazgo», en la que relata las andanzas de un doctor en Historia, Lancaster William, que cumple su sueño de ser arqueólogo y, con el tiempo, va desencantándose con la profesión. «Hoy Lancaster no estaría trabajando, pero seguiría buscando trabajo. No se rendiría. En mi caso, de momento me voy a Florencia a quitarme la tesis y el año que viene a Estados Unidos a intentar trabajar», concluye
Etiquetas:
Bienvenido a
Arqueologia, Historia Antigua y Medieval - Terrae Antiqvae
Terrae Antiqvae es una Red Social sin ánimo de lucro. Necesitamos tu apoyo para el mantenimiento del sitio. Apadrina esta Comunidad
Derechos de Autor:
Terrae Antiqvae® is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Información legal: Terrae Antiqvae® es Marca registrada por José Luis Santos Fernández. Marca nº 2.679.154 - Clase 41, Madrid, España. Reservados todos los Derechos. En Internet desde Julio de 2001.
Normas de la Comunidad (Aviso Legal): Netiqueta - Términos de servicio
© 2024 Creado por José Luis Santos Fernández. Tecnología de