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Foto: El yate "Vita".
Fuente: infoenpunto.com| 27 de marzo de 2014
La publicación del libro ‘El tesoro del Vita’ que resume un estudio de investigación llevado a cabo por los profesores Francisco Gracia Alonso y Gloria Munilla, de la Universidad de Barcelona, del que informamos en la sección de Libros, y la apertura del Museo Nacional de Arqueología tras las obras rehabilitación realizadas desde hace unos años, nos induce a considerar el expolio sufrido, cuando el Gobierno de la República se incautó de un conjunto de piezas de oro que terminaron en México donde, tras ser desembarcadas del buque ‘Vita’, se les perdió el rastro, porque, despreciando que eran valores patrimoniales irreemplazables, fueron fundidas en beneficio de los jerarcas del ‘uhp’.
En el Catálogo de las Monedas antiguas de oro del MAN’, realizado por la que fuera una experta del más alto nivel, Carmen Alfaro Asins, se informa de esta operación iniciada en la tarde del 4 de noviembre de 1936 cuando se personó en el Museo el Subsecretario de Instrucción Pública, Wenceslao Roces, acompañado por un representante de la Junta de Incautación de Obras de Arte, Antonio Rodriguez Moñino, y varios guardias armados, que se interesó por el monetario, uno de los más importantes del mundo. Y se fueron incautando de las piezas de oro en una operación que se amplió al día siguiente.
Según el acta de entrega fueron 58 monedas griegas; 830 romanas; 297 bizantinas; 322 visigodas; 564 árabes; 94 españoles medievales y modernas; 111 francesas; 432 de otras naciones así como 69 medallas… pero las monedas incautadas fueron 2.796 con un peso de 15,908 kilos, sin contar otras 242 monedas árabes y las visigodas que no se pesaron.
Las monedas se colocaron en 2 cajas de madera que contenían 8 talegos y varios paquetes con bandejas de cartón de monedas árabe y visigoda, y se trasladaron al ministerio, y posteriormente se enviaron a Valencia donde estuvieron en las Torres de Serranos hasta que a mediado de 1937 se enviaron a Barcelona, al Monasterio de Pedralbes y después en la Caja de Reparaciones situada en Plaza de Cataluña de donde se llevaron al Castillo de Figueras. En febrero de 1939 las monedas fueron trasladadas a Francia, pasaron a la Embajada de España en París, y desde el puerto de El Havre, se embarcaron para México, a bordo del ‘Vita’ que, con bandera estadounidense las llevó a Veracruz. Y en México se inició la última fase de la operación: fundir las monedas antiguas para convertirlas en dinero de curso legal…
El expolio fue llevado a cabo en nombre del Gobierno de la II República Española por el comunista Wenceslao Roces, que vivió un exilio dorado. Tras la dictadura del general Franco, ya con Adolfo Suárez al frente del Gobierno, se inicia el periodo de transición.
Y Wenceslao Roces regresa, como otros muchos exiliados a España. En las elecciones de 1977 fue elegido senador en Asturias por el grupo Progresista y Socialistas Independientes, PSI. Antonio Rodríguez-Moñino, otro de los expoliadores del monetario, aseguraba que su participación en los hechos fue sólo pasiva… o sea, que solo acompañaba a lo ladrones, porque lo que se hizo fue robar al pueblo español un patrimonio irremplazable… y lo hicieron los ‘de la cultura’, desde el Ministerio de Instrucción Pública.
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