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Antropólogos de la Universidad de Kent descubrieron que la monogamia comenzó en los Homo Sapiens debido a cambios en el cerebro.
La monogamia tiene una explicación en la raza humana, al menos así lo determinaron un grupo de científicos de la Universidad de Kent, dirigidos por Owen Lovejoy (izquierda), luego de estudiar el cerebro de nuestros ancestros en el Homo Sapiens y en artículos que salieron publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences.
El primer artículo sobre la monogamia ancestral fue probado en un primer trabajo que reseña que los Homo Sapiens presentaron cambios neuroquímicos en el cuerpo estriado del cerebro, que se encarga de la producción de dopamina y serotonina.
En un segundo artículo se sugiere que la monogamia habría además contribuido a la supervivencia mayor de las hembras jóvenes y de su éxito reproductivo.
Desde principios de 1990, que el antropólogo Owen Lojevoy comenzó con el estudio de los Ardipithecus ramidus, antepasados humanos de unos 4 millones de años que habitaron en Etiopía y en esa ocasión confirmó que el tamaño de los colmillos comenzó a replantear la estructura vertical de las relaciones sociales y por ende se produjo un mayor entendimiento entre los machos que poseían las mismas fuerzas.
Con esto, además, los antepasados humanos comenzaron a utilizar la estrategia K de la reproducción, “en la cual las especies se reproducen comparativamente en raras ocasiones y cuidan de sus pequeñas crías invirtiendo una gran cantidad de recursos”, evitando así dejar a sus crías a merced de otros depredadores.
Pero en esta evolución, también contribuyó en que nuestros antepasados comenzaran a caminar erguidos, ya que eso les facilitaba la búsqueda de alimentos para la hembra y las crías, y así la hembra escogía al macho que era mejor proveedor.
A cambio, el macho recibía sexo y podía transferir sus genes a la descendencia. Por lo tanto, no tenía que demostrar su posición dominante y estar en enemistado con el resto de los machos.
La actualización del estudio de Owen Lojevoy ahora indica que hay factores neuroquímicos en el cerebro que contribuyeron a afianzar la monogamia.
Los cambios en el cuerpo estriado son esenciales en esto, ya que esta parte del cerebro se asocia con un “centro de recompensa”, planificación, toma de decisiones y comportamiento “autónomo”, y, por otro lado, con la capacidad de adaptarse al comportamiento de los demás. Aquí se concentran neurotransmisores como la dopamina, serotonina, acetilcolina y neuropéptido Y.
Justamente una alta concentración de acetilcolina en el cuerpo estriado aumenta la agresividad y provoca un comportamiento dominante. Por su parte, el aumento de la serotonina afecta la disuasión del comportamiento impulsivo y el control de las emociones, habilidades clave para la cooperación y la construcción de alianzas.
Al mismo tiempo, una disminución en la concentración de serotonina en el cuerpo estriado intensifica la impulsividad, incluido un brote de agresividad, la cual es inaceptable en las relaciones sociales. Además, de acuerdo a los científicos, el aumento de la concentración de dopamina en el cuerpo estriado, produce una mejor conformidad.
Los autores del estudio, afirman que esta combinación ayuda a aumentar la empatía, la capacidad de reconocer las señales sociales, el altruismo y la conformidad. Al mismo tiempo, una disminución en el nivel de acetilcolina reduce la agresividad de nuestros antepasados.
En síntesis, estos neurotransmisores pueden haber proporcionado una reducción en el comportamiento impulsivo y haber mejorado las habilidades sociales de los monos antropoides y los humanos.
Fuente: fayerwayer.com | 25 de enero de 2018
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