Foto: Sellos de vasijas de la época romana -extraídos de un estudio de los arqueólogos Piero Berni y Víctor Revilla- entre los que figura el nombre Amandi.
Inscripciones halladas en antiguas vasijas ayud
aron a reforzar la leyenda que dice que los vinos de Sober ya eran conocidos en tiempos del Imperio Romano
Fuente:
Francisco Albo, Monforte | La Voz de Galicia.es, 13 de octubre de 2010
La leyenda que afirma que los
vinos de Amandi ya eran conocidos en la antigua Roma -e incluso que eran servidos en la mesa de los césares- sigue gozando de un gran arraigo a pesar de tener en su contra todos las evidencias históricas y arqueológicas.
Un factor que puede haber contribuido a la persistencia de esta creencia popular es el hecho de que el nombre Amandi apareciese grabado en numerosas ánforas de la época romana, un dato que ya era conocido hace más de un siglo. Pero la realidad es que este Amandi no tiene la menor relación con la parroquia que da su nombre a los célebres
vinos de Sober.
La existencia de ánforas con este nombre fue mencionada, entre otros, por el arqueólogo alemán Emil Hübner -fallecido en 1901-, gran especialista en las inscripciones romanas de la Península Ibérica. La noticia fue divulgada en Galicia y aparece en un trabajo publicado en 1904 en el Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos de Orense por el ingeniero y arqueólogo aficionado Manuel Díez Sanjurjo, a quien cita el escritor monfortino Germán Vázquez en su Historia de Monforte . Díez Sanjurjo -como muchas otras muchas personas- creyó que el Amandi grabado en las vasijas romanas no era otro que el de Sober. Pero ya por entonces hubo quien no compartía este parecer.
Fue el caso del historiador lucense Manuel Amor Meilán, quien escribió en 1918 en su Historia de la provincia de Lugo : «Nosotros recordamos, efectivamente, entre las inscripciones recogidas por Hübner, las halladas con el nombre de Amandi en algunas piezas de la alfarería romana; pero aquellas, al menos las recogidas por el epigrafista berlinés, se referían al nombre del alfarero y no a la cosa». Amor Meilán acertó en su observación, según el arqueólogo Juan Naveiro -experto en el comercio romano en Galicia-, «porque los sellos con que se marcaban las ánforas no indicaban nombres de lugar, sino los nombres de los alfareros que fabricaban esas vasijas, y en algún caso los de los productores del vino o del aceite que se envasaba en ellas».
Costa mediterránea
En el caso del sello con el nombre de Amandi, señala Naveiro, lo más probable es que indicase que el fabricante de las ánforas fue un alfarero llamado Amandus. Las vasijas en las que figura este sello no tienen relación con Galicia y proceden de unos talleres situados en la costa mediterránea, posiblemente en la colonia romana de Barcino -que dio origen a Barcelona-, donde se hallaron numerosos ejemplares. Un trabajo publicado en el 2001 por los arqueólogos Piero Berni Millet y Cèsar Carreras Monfort indica que esta marca tuvo amplia difusión por el Mediterráneo oriental y central. Ánforas con este nombre-abreviado a veces como AAD- se encontraron también en Marsella, Córcega, la desembocadura del Ródano, la ciudad italiana de Ostia y Cartago.
No obstante, Naveiro piensa que la leyenda de la exportación del vino de Amandi a Roma data incluso de antes de que se divulgasen estas inscripciones. Así parece indicarlo el hecho que Manuel Murguía ya hablase en 1888 en su libro Galicia de un presunto «vasto y antiquísimo cultivo de la vid» en la comarca de Lemos en la época romana. «Los sellos de las ánforas reforzaron la leyenda, pero yo creo que la leyenda ya venía de antes», dice el arqueólogo.