Foto: Templo romano de Claudio Marcelo.

A lo largo y ancho de toda la provincia hay restos de lo que un día fue parte de un gran Imperio. Los romanos han dejado un magnífico legado artístico repartido por los pueblos y la capital.

Vía: Ángela Alba. Córdoba | El Día de Córdoba.es, 24 de agosto de 2008



Los romanos la llamaron Corduba y la nombraron capital de la Bética, empujándola hasta su primera época de esplendor, pues luego vendría el periodo musulmán, donde la ciudad se convirtió en la capital más grande del mundo. Fue el pueblo romano su fundador, y más concretamente, el general romano Claudio Marcelo.

En esta época, el siglo I a.C., Córdoba comienza a reconstruirse y a disponer de gloriosos edificios de espectáculos y de nuevos foros propios de los edificios públicos del Imperio, llegando a ser nombrada Colonia Patricia por el emperador Augusto. Sin embargo, Córdoba también proporcionó grandes mentes a la cultura romana, como la del filósofo Lucio Anneo Séneca, la del orador Marco Anneo Séneca, la del poeta Lucano y la del obispo Osio.

Foto: Recreación del templo romano de Claudio Marcelo.

Dos de los vestigios más importantes que de este periodo conserva la ciudad cordobesa son el templo romano de Claudio Marcelo y el Puente Romano. El primero de ellos se alza en el ángulo que forman la calle que recibe el nombre del general romano y Capitulares. En la zona actualmente se alzan 11 majestuosas columnas que dan una idea de la grandiosidad del edificio, realizado casi exclusivamente con mármol. Los estudios han concluido que por su situación, en una plaza porticada abierta al circo, se podría identificar el templo como parte de todo el conjunto dedicado al culto imperial, es decir, a los emperadores romanos divinizados.

Por otra parte, el Puente Romano ocupa el emplazamiento que esta civilización le dio en el siglo I a.C. A pesar de sus sucesivas transformaciones este elemento arquitectónico sigue conservando su fisonomía original. Fue la auténtica entrada de la Vía Augusta -camino que unía Roma con el resto de ciudades del Imperio- a la Colonia Patricia. Los edificios dedicados a ofrecer espectáculos fueron fundamentales en este periodo. Por este motivo y siguiendo el modelo de Roma, Córdoba contó con varias construcciones de este tipo. Uno de los últimos descubrimientos realizados en la capital es el anfiteatro romano -reservado para los espectáculos sangrientos de gladiadores y fieras con capacidad para 30.000 espectadores-, situado en la parte trasera del actual Rectorado de la Universidad de Córdoba.

Es un gran edificio del que se ha conseguido sacar a la luz parte de los muros del graderío. Según las investigaciones pudo ser el mayor anfiteatro de Hispania y uno de los mayores de todo el Imperio. Por otro lado, la modalidad escénica se centraba en el teatro. En Corduba, este edificio está localizado e integrado, en parte, en el Museo Arqueológico, aunque sólo se ha conseguido sacar a la luz la grada, de forma semicircular. La gran importancia de Corduba para los romanos también se demuestra en la edificación del palacio de Maximiano Hercúleo, integrado en el yacimiento arqueológico de Cercadilla y fechado entre los siglos III y IV d.C.

Lo más llamativo es que desde que Roma eligió la zona, que en la actualidad constituye el centro de la ciudad, para fundar la que fue la capital de la Bética, Córdoba nunca se ha alejado de ella. Debido a esto, quedan pocos testimonios de lo que fue la República Romana por las abundantes construcciones que se han realizado en ella.

Por otra parte, y quizás sea la mayor razón, el devenir histórico ha sido el causante de la escasa conservación de la época republicana. Las calles y los edificios de la ciudad fueron destruidos por el ejército de César, que sometió a Corduba a un asedio que finalizó con 20.000 ciudadanos muertos. Esto se debió al apoyo que la ciudad ofreció a los hijos de Pompeyo, gran competidor de César, tras la Batalla de Munda en el año 45 a. C.

Al margen de los restos hallados en la capital, un paseo por la provincia también ayuda a entender lo que supuso la capital de la Bética para el mundo romano. Los vestigios encontrados en los municipios tienen un mejor estado de conservación ya que tras los romanos, los árabes comenzaron un proceso de aculturación en la capital que consistió además en el aprovechamiento de las piedras que conformaban los edificios imperiales para el uso de sus propias construcciones.

Santa Cruz

En el mismo término municipal de Córdoba y junto a la pedanía de Santa Cruz, se encuentra el yacimiento de Ategua, de gran importancia debido a que está integrado por restos que van desde el Calcolítico hasta la Edad Media. En lo que a Roma respecta, la zona comprende vestigios de un templo, parte de una casa romana o domus, parte de una muralla e incluso de silos destinados a almacenar el cereal. El documento más conocido del pasado imperial, sin embargo, viene de un texto escrito, el Bellum Hispalense, documento atribuido por algunos historiadores al propio César. En él se detallan los combates entre el emperador romano durante este periodo, Julio César, y su enemigo Pompeyo (y más tarde con los hijos de éste). Ategua, aliada del bando pompeyano, fue destruida por las tropas del César.

Villa del Río

El Imperio Romano desarrolló una poderosa arquitectura civil basada en la ingeniería y, muestra de ello, es el puente romano de Villa del Río. Está situado en la Vía Augusta, sobre el río Salado. Su estructura es asimétrica, formada por un arco central flanqueado por otros dos pequeños y un tercero situado en el lado derecho visto a contracorriente. El material empleado es la piedra arenisca de la zona.

Almedinilla

La villa romana de El Ruedo, situada en el municipio de Almedinilla, en la Subbética cordobesa, es un yacimiento que abarca desde el siglo I hasta el VII y que tiene una extensión de unos 26.000 metros cuadrados. Desde el 2005 es un Bien de Interés Cultural que descubre con muchos detalles cómo era la vida en el medio rural en la antigüedad.

El Ruedo fue una villa convertida en un asentamiento rústico-urbano integrado por espacios residenciales y productivos que, según las investigaciones y debido a su grandiosidad, pudo pertenecer a una familia importante. También hay restos de una necrópolis.

El Ruedo se divide en dos zonas: una residencial organizada en torno a un peristilo -patio rodeado por una galería de columnas-, y otra de trabajo, que albergaba las viviendas de los sirvientes, los lagares y todo lo relacionado con la actividad agrícola. En el patio se sustituyeron las columnas para crear un estanque con pinturas de estucos y se adosó a él una monumental fuente que presentaba columnas de mármol y muros decorados con pinturas.

En el complejo residencial había salas de recepción y habitaciones. Sin embargo, en la zona agropecuaria, los investigadores han descubierto un complicado sistema de riego. Además, desarrollaron una serie de instalaciones industriales dedicadas a la producción de aceite de oliva. En este conjunto también se han descubierto piezas escultóricas que están depositadas en el Museo Histórico de Almedinilla. Entre ellas, destaca un grupo que representa la leyenda de Perseo y Andrómeda. Según los estudios realizados, los habitantes levantaron este complejo residencial, agrícola y ganadero con la intención de aprovechar los recursos que ofrecía el río Almedinilla. Esto ocasionó que hubiera asentamientos en esta zona hasta el siglo VII.

Montoro

Los romanos la llamaron Epora y le concedieron gran importancia, hasta el punto de nombrarla, junto a Cádiz, ciudad federada de la Bética. Este periodo ha dejado, como máxima señal de su presencia en el municipio, una escultura thoracata fechada a finales del siglo I y realizada en mármol blanco.

Representa a un alto dignatario y, gracias a su decoración, ha sido comparada con piezas conservadas en museos de Roma y Ostia. La estatua se conserva en el Museo Arqueológico Municipal, donde también se guarda una importante colección romana de cerámica así como otras esculturas.

Puente Genil

De nuevo otra villa romana, la de Fuente Álamo, testimonia que en esta zona hubo un asentamiento antes del siglo XIII, fecha de la fundación de esta ciudad. Los restos más antiguos se asocian a un complejo acuático relacionado con el arroyo de Fuente Álamo, que durante esta época llevaba un caudal continuo de agua.

Los restos corresponden a un complejo agroganadero que cuenta con una zona noble dedicada a la vivienda y en la que destaca la sala de recepción, y otra dedicada a la producción agrícola. En la orilla opuesta del arroyo se alza una gran fuente constituida por pequeñas cascadas. En la villa se ha descubierto, asimismo, una amplia colección de mosaicos que actualmente se exponen en el claustro del antiguo convento de la Victoria, convertido posteriormente en Museo Arqueológico Municipal.

Monturque

Entre los restos romanos conservados en el municipio de Monturque, destaca por su magnitud, la gran cisterna que está situada bajo el cementerio de la localidad. Se trata de una gran obra cuyo objetivo era recoger el agua de lluvia, que poseía un depósito capaz de albergar alrededor de unos 850.000 litros. Su planta es rectangular y está conformada por tres galerías cubiertas por bóvedas de medio cañón en las que se abren unos óculos circulares a modo de tragaluces y cuya función era ventilar la cisterna. En el pueblo se conservan otras ocho cisternas de estas características, aunque éstas podrían pertenecer a viviendas privadas. También se conservan unas termas públicas en el lugar denominado como Los Paseíllos, situado en lo más alto de la localidad.

Baena

Entre los municipios de Baena y Castro del Río se sitúa el yacimiento y santuario de Torreparedones, que alberga importantes restos íberos y romanos, entre los que destaca, una puerta monumental flanqueda por dos torres y un santuario, primero íbero y posteriormente romano, que estaba situado a extramuros de la que fue una destacada ciudad, entre los siglos VI y III a.C, durante la época ibérica, de lo que da fe su tamaño intramuros, de más de diez hectáreas, pero que tuvo mayor esplendor en el posterior periodo romano, durante la República y también bajo el Imperio.

Cabra

En 2006, a las afueras de Cabra, se halló una necrópolis tardorromana (siglos IV-VI d.C.) que posiblemente corresponde a personas de religión cristiana. Las tumbas se presentan de forma ordenada, alineadas en varias hileras y con la misma orientación: Este-Oeste. De esta forma, el individuo que está enterrado tiene la mirada orientada hacia la salida del sol, un símbolo del cristianismo.

Por otra parte, en esta ciudad tuvo lugar uno de los hallazgos más importantes de la provincia: el conjunto escultórico del Dios Mitra. Se trata de una escultura en la que este dios mata a un toro. Apareció en una huerta de la Fuente de las Piedras pero el original de mármol se conserva en el Museo Arqueológico de Córdoba. En Cabra hay una reproducción en escayola.

Se trata de una pieza de excepcional importancia ya que sólo hay otras dos realizadas en bulto redondo: una se encuentra en el Museo Británico de Londres y otra en Roma, en el Museo del Vaticano. La aparición de esta escultura relicaria propició que se llevaran a cabo diversas excavaciones en la zona y que dieron por resultado la aparición de una villa romana.


Mithras de Cabra. Mármol blanco. 93 x 96 x 35 cm. Segunda mitad del siglo II.

Procedencia. Dentro de una de las exedras del estanque biabsidiado central del peristilo, Villa romana de Fuente Las Piedras, conocida como Villa del Mitreo, Cabra, Córdoba.

Comentarios. El grupo escultórico de Mithras Tauróctono, dios Sol, representa al dios persa, tocado con el gorro frigio, sacrificando al toro: repetición anual del ciclo de muerte y resurrección. De la sangre purificadora que brota del toro bebe el perro, fiel amigo de Mithras, que guarda el alma. La serpiente produce las plantas y del alacrán surgen los animales y los hombres. Todos son símbolos de un dios creador. Pertenece ya a una época avanzada en el desarrollo de la escultura romana. Subsisten escasas representaciones de esta divinidad, por lo que este ejemplar es excepcional, ya que es la única pieza completa y en bulto redondo conocida en la Península Ibérica. Este grupo demuestra la presencia en época de Adriano de creencias de origen oriental en las provincias occidentales del Imperio. En el mitreo se celebran diversos actos relacionados con el culto a este dios, en los que la violencia física juega un papel muy destacado, llegando incluso a producirse sacrificios humanos, según algunos autores. Este culto se desarrolló en Hispania desde mediados del siglo II hasta fines del siglo III. Procede de la llamada Villa del Mitreo, en las afueras de la antigua Ipagrum (Cabra) y se halló en una fuente. La mayoría de los autores coinciden en que debió de ser usado como elemento de culto en el altar de algún mitreo. Posiblemente, el lugar de su hallazgo fuera un verdadero templo dedicado al dios, en el cual se intentaría reproducir artificialmente la cueva mitraica a través de un patio que haría las veces de fons perennis. (Foto e información gentileza del Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba).

Artículo relacionado en Celtiberia.net, de la profesora Alicia Canto:

“Sobre la fundación romana de Corduba y su epíteto de Patricia

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