La UBU realiza un estudio para identificar, analizar y saber las características técnicas de estos caminos con más de 2.000 años de historia en la región. La dirección corre a cargo de Isaac Moreno.

Vía: C.M., Burgos | Diario de Burgos.es, 17 de noviembre de 2008

Las vías que hicieron los romanos hace 2.000 años para el transporte de mercancías y que comunicaban las principales ciudades de la época han sobrevivido hasta nuestros días e incluso algunas de nuestras modernas carreteras se han apoyado sobre ellas. El tiempo ha puesto de manifiesto que fueron unas auténticas obras de ingeniería.
Con el objetivo de identificar el trazado de los caminos romanos que pasan por el territorio de la Comunidad de Castilla y León, así como hacer un diagnóstico de su estado y analizar su técnica constructiva, la Junta ha encargado un estudio a la Universidad de Burgos, que se prolongará a lo largo de cuatro años y que cuenta con un presupuesto de 400.000 euros.

El equipo multidisciplinar, perteneciente en su mayoría a la Escuela Politécnica Superior y dirigido por el ingeniero técnico de Obras Públicas Isaac Moreno, se ha puesto manos a la obra y ha conseguido identificar 1.300 kilómetros de vías romanas, algunas de ellas desconocidas hasta ahora.

Hasta ahora los investigadores han realizado 90 catas arqueológicas de las 180 que están previstas. Los trabajos se han iniciado en Burgos y Soria y en breve se extenderán a León y Salamanca. El resto de provincias, con excepción de Segovia y Ávila, se dejará para años siguientes.

Además de las catas, se hacen estudios geotécnicos, se identifican los materiales extraídos, se estudia su procedencia y se toman fotografías aéreas. Todo este material conforma una serie de fichas que se registran en un sistema de información geográfica (SIG) que permite su almacenamiento, edición y consulta. «Estamos obteniendo resultados espectaculares. Hemos documentado cientos de kilómetros de vías romanas que no esperábamos. Se trata de conexiones entre antiguas ciudades romanas que nos ayudarán a entender el mundo romano. La importancia científica es doble. Por un lado, desde el punto de vista historiográfico y por otro, desde el punto de vista de la ingeniería civil, de la técnica constructivas de las carreteras antiguas, que es desde el que podremos identificar mejor estas vías, diagnosticarlas y establecer las técnica constructiva», precisó Isaac Moreno.

Algunas de las nuevas carreteras romanas que se han descubierto en la provincia de Burgos están entre Clunia y Sasamón. También se han identificado las canteras de donde extraían las gravas. De este modo, se puede comprobar por dónde iba la vía y los huecos de extracción.

El análisis técnico-constructivo que está llevando a cabo este equipo multidisciplinar es novedoso no solo en España sino también en Europa. Castilla y León se convertirá en la región que más y mejor tenga identificadas sus vías omanas en todo el mundo. «La Junta es consciente del valor de este patrimonio y está dispuesta no solo a su protección, sino también a su explotación. Gran parte de los nuevos hallazgos son promocionables. Los sondeos realizados quedarán abiertos y listos para poner un cartel explicativo. Muchos pueblos no tienen otra cosa que enseñar. El rosario de puntos de vías romanas repartidos por la región convierten a Castilla y León en una región pionera en este tipo de turismo».

La construcción

Las vías romanas eran construidas por personas especializadas como el ingeniero, encargado del diseño, contratista, administrador y los obreros. También había procesos expropiatorios de los terrenos.

Tenían una anchura de entre 6 y 8 metros, lo que permitía que se cruzaran dos carros, una pendiente muy escasa y su trazado se cuidaba al máximo para que no atravesara ningún río.

Sobre la capa natural del terreno colocaban otra de grandes piedras para hacer la cimentación. Por encima de ella echaban otras capas más finas de cantos rodados y zahorra, que en general no proceden de la zona. En el caso de las vías cercanas a Clunia se han constado que las traían desde 10 kilómetros de distancia. En alguna de las vías romanas identificadas pueden verse las rodaduras de los carros, de 1,40 metros de ancho.

Precisamente de la identificación de los materiales con los que realizaron estos caminos los romanos, de las canteras de las que procedían los materiales y del análisis del esfuerzo constructivo se está encargando el equipo de la Escuela Politécnica de la UBU. Probablemente por el desconocimiento que hasta ahora existía de la composición estructural de las carreteras de los romanos no se tenía en cuenta el gran esfuerzo constructivo que en ocasiones requerían estas obras públicas. «Sin embargo, la presencia en la infraestructura del camino de áridos adecuados procedentes de largas distancias constata una organización y una gran valoración de la importancia del camino por parte de sus constructores», indicó José Ángel Porres, profesor de Geología Aplicada de la UBU.


El equipo de geotecnia intenta saber la procedencia de los materiales constructivos sacados a la luz y qué parte de la construcción es de origen romano y cuáles son restauraciones posteriores. «Cogemos muestras de cada nivel estratigráfico y en el laboratorio de la UBU las analizamos en detalle para ver el nivel sedimentario al que pertenecen y buscar el emplazamiento del que se extrajeron. Casi siempre utilizan un material muy duro en la superficie o capa de rodadura, que suelen traer de otras zonas. Construían muy parecido a como se hace ahora». El trabajo del equipo se hace complicado en algunas ocasiones al quedar pocos metros de la trama original. «Las calzadas romanas son auténticas obras de ingeniería constructiva. Para poderlas identificar bien hay que saber cómo se hacen. No son losas de piedra grandes, sino que se revoluciona el concepto de vía romana. Algunas vías medievales se las ha catalogado como romanas sin serlo», sentenció el profesor.

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