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Fuente: sevillaactualidad.com | 11 de mayo de 2015
Encontrada una nueva estructura funeraria de enterramiento en el yacimiento arqueológico De Getsemaní-Cerro del Ojo en Pedrera.
Junto a los restos óseos han aparecido diversos elementos de ajuar de industria lítica como hachas, azuelas, cinceles, láminas o punzones que podrían adcribirse a la Edad del Cobre. Con este nuevo hallazgo serían ya dos las cuevas artificiales encontradas y excavadas en el yacimiento pedrereño.
Las excavaciones arqueológicas que se vienen desarrollando en el yacimiento arqueológico de Getsemaní-Cerro del Ojo de Pedrera han vuelto a sacar a la luz nuevos e interesantes descubrimientos. Estos días, el arqueólogo que trabaja en la zona, José Miguel Bascón, de la empresa "Servicios Arqueológicos BM", ha confirmado el hallazgo de un segundo enterramiento en cueva artificial “cuya cubierta abovedada se encuentra arrasada".
"El interior ha aparecido colmatado, pero los niveles de ocupación se conservan aparentemente intactos”, destaca el arqueólogo. Esta segunda estructura se compone de un corredor de unos dos metros de longitud que permite el acceso a la cámara principal pese a que este se encuentra “sellado por diversos bloques de piedra caliza de considerable tamaño”. En cuanto a la cámara principal, de planta semicircular, mide otros dos metros de longitud por un metro y medio de anchura. Al fonde de esta cámara, en el extremo norte, se abre un nicho de enterramiento de planta circular y 1,5 metros de diámetro.
En este segundo enterramiento han aparecido algunos restos óseos que tienen asociados diversos elementos de ajuar propios de la industria lítica tales como hachas, azuelas, cinceles, láminas o punzones que, a falta de confirmación definitiva Y según el propio arqueólogo, podrian pertenecer a la Edad del Cobre o periodo calcolítico.
Cabe recordar que con relación a la primera cueva hallada durante el pasado mes de febrero, la estructura funeraria en cuestión se encontró también parcialmente destruida al verse afectada tanto por el encofrado de hormigón de un pozo de recepción de aceituna que se hallaba en la cooperativa, como por una conducción de agua (tubería) que la destrozaba transversalmente “con la fortuna de no haber afectado completamente los niveles de ocupación en los que se encontraron los restos óseos y de ajuar”, según apunta Bascón.
Recordamos que las actuaciones arqueológicas dirigidas, por parte del arqueólogo José Miguel Bascón, se encuentran en su fase inicial y son fruto del convenio entre el Ayuntamiento de Pedrera y la Cooperativa Getsemaní de Pedrera por la investigación, recuperación, protección y puesta en valor de uno de los descubrimientos arqueológicos más destacados en la Sierra Sur de Sevilla de los últimos años.
Este proyecto viene a complementar los trabajos iniciados en 2012 durante la ampliación de la cooperativa de aderezo de aceitunas de mesa de Pedrera en los que se propició el descubrimiento de una cueva artificial asociada a la Edad del Cobre y en la que descansaban los restos óseos de 6 seres humanos.
Las excavaciones, que permitieron además la recuperación de una lámina de sílex tallada a dos filos (cuchillo), han dado lugar y se enclavan en una zona de incalculable valor histórico para Pedrera.
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Los cráneos aparecidos en la Sierra Sur pueden tener unos cinco mil años
José Miguel Bascón y Jesús Ángel Reina en el yacimiento de Pedrera. ABC
Fuente: ABC.es | 13 de mayo de 2015
Los restos óseos hallados el pasado lunes en el yacimiento de Getsemaní, en el término municipal de Pedrera, podrían ser del tercer milenio antes de Cristo, es decir, en torno a unos cinco mil años de antigüedad.
Los pronósticos del arqueólogo José Miguel Bascón Mateos se cumplieron cuando se comenzó a realizar una excavación en una mancha anómala situada a pocos metros de una cueva artificial en el yacimiento arqueológico de Getsemaní-Cerro del Ojo. Los trabajos han sacado a la luz una nueva estructura funeraria de mayor tamaño que la que se encontrará el pasado mes de febrero.
El arqueólogo señala que se trata de «una segunda cueva que se compone de una corredor en galería de unos dos metros de longitud que permiten el acceso a una cámara principal semicircular». A pesar de que la cubierta abovedada de la cueva se encuentra arrasada, los niveles dedicados al enterramiento se encuentran aparentemente intactos.
Mientras realiza con el voluntario Jesús Ángel Reina el análisis estructural en el que se articula la construcción -para lo que se investiga la inclinación de la entrada- llama especialmente la atención la aparición de una gran roca «calzada con pequeñas piedras», posiblemente para el sellado de la cámara principal. Un método que se empleaba para evitar posibles expolios.
En su interior, y a falta de su correspondiente clasificación, han aparecido los restos de lo que podrían ser uno o dos cuerpos. Como en el primer descubrimiento sus seres queridos llevaron las piezas de ajuar para acompañar a su familiar. En esta ocasión se han descubierto enseres propios de la industria lítica entre los que se encuentran azuelas, hachas, cinceles y punzones. Unos elementos que en el futuro arrojarán más luz sobre los antepasados de la Sierra Sur.
«Se puede ver cómo algunos de estos elementos están realizados con los mismos materiales del ajuar de la primera cueva», señala Bascón. Son pequeños vestigios que conforman con mayor fuerza las posibles redes comerciales y de comportamiento de los habitantes que poblaban la zona.
El pasado mes de abril se descubrieron las primeras evidencias de que el arqueólogo se encontraba ante una cueva artificial dedicada al enterramiento de los antiguos habitantes de la Sierra Sur. En ella aparecieron diferentes restos humanos entre los que se encontraron una costilla, dos cráneos, un fémur, una tibia, lo que podría ser un húmero y varias piezas dentales, de las cuales se guardaron con cuidado muestras en bolsas herméticas para su documentación y posterior estudio.
Acompañando estos restos se descubrieron grandes piedras con pigmento ocre cinabrio usados en el ritual de enterramiento para hacer el lecho sobre el que colocaban los cuerpos. En el proceso de vaciado de tierra también aparecieron dos hachas pulimentadas, dos láminas de sílex -utilizadas como cuchillos- y una botella de cristal con la página de un periódico fechado el 27 de noviembre de 2006.
La cavidad, una cueva artificial de cámara simple de unos dos metros y medio de diámetro y una altura de 1,40, se mostró como una construcción sólida y en la que se siguió el rito funerario de poner un lecho de piedras sobre el que descansarían los restos. Los diferentes estudios que se realizarán de ADN, palinología, caracterización de materiales y carbono 14, entre otros, arrojarán nueva luz a los datos que ya ofrece el descubrimiento en lo relativo al sistema de construcción y tipología de estructura fúnebre.
Estos descubrimientos han sido posibles gracias al acuerdo de cesión del espacio entre el Ayuntamiento de Pedrera y la cooperativa y apuntan a que «nos hallamos ante una serie de enterramientos en cuevas artificiales que se podría enmarcar dentro del tercer milenio antes de nuestra era», explica Bascón. Esta serie podría estar formado por más de 20 cuevas funerarias. Bascón indica que el gran valor de la zona ya fue mencionado por las investigadoras de la Universidad de Sevilla, Encarnación Rivero Galán y Rosario Cabrero García en los 80.
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