En los confines de Etiopía a orillas del río Omo viven hombres, mujeres, niños, ancianos, que pintándose el cuerpo se convierten en genios de un arte ancestral.. Hans Sylvester los fotografió durante seis años.

Habitan en un área entre las fronteras de Etiopía, Sudán y Kenia dentro del gran valle de Rift que se separa lentamente de África. Una región volcánica que proporciona una inmensa paleta de pigmentos, rojo ocre, blanco caolín, verde cobre, amarillo luminoso o gris de cenizas.

Dibujan con sus manos, con una rama, una caña o un tallo aplastado. Trazos vivos, rápidos y espontáneos, más allá de lo infantil. Se trata de ese movimiento esencial que buscan los grandes artistas contemporáneos. Basta el deseo de seducir, de ser bello, un juego y un placer permanente. Sumergir los dedos en la arcilla y, en dos minutos, sobre el torso, los pechos, el pubis, las piernas, nace nada menos que la esencia que captaron Picasso, Klee, Pollock, Rothko…

*** Archivo Presentación en diapositivas PowerPoint, gentileza de Alfred Picard. (*.PPS de 5.55 Mb.) Los pueblos de Omo. Etiopía.pps


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