Una exposición al aire libre y en el Museo de Arqueología de Vizcaya demuestra que no hemos cambiado tanto desde la Prehistoria

Los paneles de 'Ice Age Europe Now' permanecerán en la calle Bailén, frente a la estación de Feve, hasta el 15 de julio. / MAIKA SALGUERO

Suena una flauta. La toca una joven. Está sentada en una cueva. Junto a ella, descansan dos perros al calor del fuego. Nos encontramos en la última Edad del Hielo. Empezó hace 100.000 años y duró unos 90.000 en los que se registraron grandes fluctuaciones climáticas. En aquella Europa mucho más fría que la actual, en algunos momentos hubo renos, mamuts y pingüinos a orillas de un Cantábrico cuya línea de costa avanzó y retrocedió al son de bruscos cambios del clima. Una exposición nos acerca ahora en Bilbao a aquel mundo y a unos humanos que, fueran neandertales o de nuestra especie, eran muy parecidos a nosotros.

«Cuanto más investigamos sobre la Prehistoria, más nos damos cuenta de que nos ofrece las claves para entender la situación actual», aseguró ayer  María José Iriarte (izquierda), arqueóloga de la Universidad del País Vasco e investigadora Ikerbasque, en la inauguración de 'Ice Age Europe Now'.

Organizada por la red de centros europeos que investigan la Edad del Hielo, la exposición consiste en una treintena de sorprendentes imágenes que pueden verse hasta el 15 de julio en la calle Bailén, frente a la estación de Feve. La muestra itinerante se completa con otra, en el Museo de Arqueología de Vizcaya, de restos recuperados en yacimientos del territorio histórico, además de piezas para reflexionar sobre el legado de nuestra civilización.

Una mujer observa los paneles que se encuentran situados en la calle Bailén, frente a la estación de Feve. Fotos: Borja Guerrero.

El mensaje de 'Ice Age Europe Now' es revolucionario para los tiempos que corren.  «Todos lo europeos somos migrantes», dice un panel. Todos. Los neandertales porque sus antepasados eran africanos; nosotros porque, mucho después, nuestros ancestros llegaron también de África y desbancaron a los entonces nativos europeos, los neandertales. Ellos eran blancos; los Homo sapiens, negros, vinimos a Europa buscando una vida mejor. Sucedió hace 45.000 años.


Pelvis de rinoceronte lanudo.

Pintura en caverna y grafiti

«Las fotos de la calle Bailén permiten detectar conexiones sorprendentes entre el pasado y el presente, lo que, sin duda alguna, invita a reflexionar sobre el futuro», dijo ayer Lorea Bilbao (derecha) diputada de Euskera y Cultura. Una pintura de una caverna se contrapone a un grafiti moderno; una flauta de hueso de hace 40.000 años, a una contemporánea; una joven actual con un tatuaje y un sofisticado tocado en el pelo, a un neandertal con la cabeza decorada con plumas.

«Las preguntas que se hacían aquellos hombres y mujeres, sus inquietudes y sus preocupaciones seguramente eran las mismas que las nuestras. Otra cosa son las herramientas concretas que utilizaban», afirma Iñaki García Camino (izquierda), director del Museo de Arqueología de Vizcaya.

Ante una imagen con una navaja suiza y un bifaz, el director del Museo de Arqueología de Vizcaya recordaba ayer la pregunta con la que el prehistoriador Juan María Apellániz sorprendía a sus alumnos en Deusto hace décadas : «¿Qué tienen en común un ordenador y un útil de piedra?». La respuesta no podía ser más sencilla: los dos son herramientas. Los dos son fruto del ingenio humano.




Cráneo humano de Santimamiñe.


Un bote de aspirinas de 1920 y un rinoceronte lanudo

Los cambios climáticos son el hilo conductor de la exposición temporal que completa en el Museo de Arqueología de Vizcaya la muestra Ice Age Europe Now. Diseñado por María José Iriarte, el viaje comienza en la Edad del Hielo y acaba en el Antropoceno, como se ha dado en llamar la era en la que vivimos por el impacto de la actividad humana sobre el planeta. Hay restos de osos, rinocerontes lanudos y pingüinos, junto a elaboradísimos útiles de piedra y bellísimos arpones de hueso. Paneles donde se nos cuenta cómo el mar no siempre estuvo donde está y un apartado final con nuestro legado, desde botes de aspirinas de 1920 y llaves inglesas recuperadas en yacimientos hasta el hoy omnipresente plástico.

Fuente: elcorreo.com | 22 de junio de 2018

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