Fachada principal de Gran Museo Egipcio, que se construye actualmente en la meseta de Giza

Fuente: EL MUNDO.es | Francisco Carrión | 5 de abril de 2013

Egipto pasará el cesto entre los turistas que a partir de esta semana visiten el país. La colecta suplicará al menos un dólar de donativo por cada día disfrutado entre la luz del desierto, las aguas turquesas del Mar Rojo o la majestuosidad de las pirámides. La limosna servirá para financiar la última fase del Gran Museo Egipcio, un edificio de proporciones faraónicas que se construye a dos kilómetros de la necrópolis de Giza y cuyo inauguración está programada para 2015.

Con las reservas de moneda extranjera en caída libre y el sector turístico en horas bajas, las autoridades han agudizado el ingenio para rascar unas libras y concluir el proyecto estrella de la egiptología. En los tiempos gloriosos y controvertidos del mediático arqueólogo Zahi Hawas, la llegada de turistas y el periplo internacional del tesoro de Tutankamon llenaron las arcas estatales. Pero, desde el triunfo de la revolución que destronó a Mubarak, la inestabilidad política ha dado al traste con el rentable sistema.

Ahora no solo escasea el dinero para completar el museo en construcción sino también para garantizar un patrimonio cada vez más expuesto al expolio o el desarrollo urbanístico y agrícola. "Los recursos financieros de este ministerio no son suficientes para proteger los monumentos", reconoció recientemente el ministro de Antigüedades, Mohamed Ibrahim. Y para rematar el centro museístico que debe salvar al legado faraónico del apretado corsé del Museo de Antigüedades de la céntrica Tahrir, el Gobierno ha ideado un plan de cuatro años de duración.

La campaña, que cuenta con la colaboración de los establecimientos hoteleros y el ministerio de Turismo, pide el donativo de unos turistas ejercitados en el arte del regateo. El "impuesto" es opcional, pero a modo de recordatorio figurará en la factura de hotel. Las autoridades sugieren un suelo: un dólar (unos 77 céntimos de euro) por cada noche que se pase alojado en un hotel del país. Apadrinar la que han bautizado como la "cuarta pirámide" de Giza no tiene precio ni techo: A quien suelte un millón de dólares se le levantará una estatua, bromeó el ministro de Turismo Hisham Zaazou en la rueda de prensa que esta semana selló la rúbrica del acuerdo.

Esbozo de una de las salas del nuevo museo, lejos del "almacén" del actual centro de Tahrir

Un polémico macroproyecto

El objetivo es lograr al menos 50 millones de dólares en los próximos 12 meses y cubrir parte del coste de la fase final de edificación del Gran Museo Egipcio, valorado en más de 700 millones de dólares. De ellos, 370 son prestados por la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional. La meta es, después de años de retrasos, acabar a tiempo las obras que hoy despuntan en un costado de la meseta de Giza y equipar el macroproyecto de 117 hectáreas que aspira a ser el mayor centro en historia de Antiguo Egipto.

Bajo el auspicio de Hawas y la UNESCO, la iniciativa nació en 2002 para rejuvenecer la exhibición del arte faraónico. En su página web, el Gran Museo avanza que ofrecerá al visitante "una experiencia educativa y cultural única y agradable" tirando además de las últimas tecnologías como la realidad virtual. Su interior, agregan, será un derroche de espacios amplios, estancias diáfanas y luminosas y techos altos para alojar colosos; exhibir parte de las 100.000 piezas que abarrotan el museo de Tahrir o contemplar desde la distancia el horizonte mágico de las tres pirámides de Giza. La estatua de Ramsés II, protagonista en 2006 de un aparatoso viaje hasta su nuevo hogar, escoltará la entrada.

Una antítesis del horror al vacío que ocupa las estanterías y las salas del decimonónico Museo Egipcio de Tahrir pero que no convence a algunos expertos. "No tiene sentido crear un museo tan caro cuando la ciudad que lo rodea y sus infraestructuras se están derrumbando", asegura a ELMUNDO.es Mohamed el Shahed, doctorando en Estudios de Oriente Medio e Islámicos en la Universidad de Nueva York y autor de la web sobre arte y arquitectura Cairobserver.com. Una opinión que secunda el decano de la Facultad de Historia de la Universidad Americana de El Cairo Jaled Fahmi: "¿Por qué levantar un museo gigantesco en mitad del desierto donde solo puede ser visitado por los turistas y no en el centro urbano donde vive la mayoría de los cairotas?".

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