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La estatua de Livia, ya completa, entre las de sus nietos, expuesta en el Museo de Cádiz / Cadena SER
En 1960 una excavación arqueológica sacó a la luz los fragmentos de tres estatuas. Eran Livia Drusila, la madre del emperador Tiberio, y sus nietos Germánico y Druso Menor, aparecidos en los restos de la ciudad romana de Asido, la actual Medina Sidonia, un municipio en pleno centro de la provincia de Cádiz.
De aquellas tres esculturas, expuestas desde entonces en el Museo de Cádiz, sólo se recuperaron las cabezas. O eso se creía hasta ahora. El trabajo de investigadores de la Universidad de Sevilla y el Instituto Andaluz de Patrimonio, dependiente de la Consejería de Cultura, ha podido encontrar el cuerpo de esa mujer. Y no andaba muy lejos. Llevaba 57 años en los almacenes del Museo gaditano y esta semana la cabeza y el cuerpo de Livia han vuelto a unirse. La Historia ha vuelto a encajar.
La vida de Livia Drusila comenzó 58 antes de Cristo, y terminó 29 después. En esta encrucijada en el tiempo, Livia fue coetánea de Cleopatra, esposa primero de Tiberio Claudio Nerón y después del emperador Augusto, madre de su sucesor, Tiberio, abuela de Germánico y Druso Menor, quienes murieron prematuramente y no pudieron ser emperadores, y bisabuela de Calígula. Fue muy admirada, de ahí que en muchos templos se levantaron estatuas con su imagen y la de su familia.
Muchos años después, a finales de los cincuenta del siglo XX, un grupo de arqueólogos comenzó a estudiar los restos hallados en Medina Sidonia. Fue justo entre 1960 y 1961 cuando aparecieron las cabezas de estatuas de Livia, Germánico y Druso Menor, entre gran cantidad de objetos y vestigios de aquella ciudad, como unos depósitos de agua. Por su enorme valor fueron expuestas en el Museo de Cádiz, junto a otras grandes estatuas como la dedicada a Trajano, que había aparecido en Baelo Claudia.
Durante varias décadas nadie pensó que la continuación de la cabeza de la estatua de Livia podía estar tan cerca. Dos investigadores de la Universidad de Sevilla, José Beltrán y María Luisa Loza,muy interesados en el yacimiento de Medina tuvieron conocimiento hace dos años de que en las excavaciones de los cincuenta y sesenta, además de las tres cabezas, también habían aparecido otros fragmentos de esculturas de mármol, considerados entonces de menor interés. Por eso fueron guardadas en los almacenes del Museo. Gracias a la colaboración del personal y la dirección del Museo gaditano, los dos investigadores pudieron acceder a esos otros restos, y descubrieron la existencia de una estatua femenina casi completa. Le faltaba la cabeza.
"Planteamos la posibilidad de que pudiera corresponder el cuerpo al retrato de Livia porque las dimensiones eran parecidas, el tamaño era algo mayor que el natural, y el estilo escultórico era similar", explica a la SER el arqueólogo José Beltrán. El cuerpo tenía el número de inventario 7.028 en el Museo de Cádiz. Mide, sin la cabeza, 165 centímetros de altura, 64 centímetros de ancho y 41 centímetros de grosor. La figura aparece fragmentada en sus rodillas. Está cubierto con túnica y manto.
El hallazgo llenó de ilusión a los arqueólogos. También a los responsables del museo, como a uno de sus restauradores, Luis Carlos Zambrano.
"Fue un momento muy emocionante comprobar que cabeza y tronco encajaban. Ha sido muy gratificante", relata tras explicar el laborioso proceso para encajar la cabeza con el tronco, encontrar un sistema para sujetar la estatua de pie y limpiar la figura con el máximo respeto tras casi 60 años en la oscuridad.
El descubrimiento arqueológico permite grandes avances. Por ejemplo, los investigadores lo tienen ahora más fácil para datar la estatua en su momento exacto, aclarar la procedencia del mármol empleado, equiparar esta figura a la de otras representaciones de Livia en el mundo, y, sobre todo, profundizar en el estudio del uso de los colores en este tipo de esculturas. "Muchas veces se piensa que estas estatuas se hacían en mármol blanco, pero no era así. Lucían muchos colores. Al haber estado tanto tiempo en la oscuridad, el cuerpo de Livia nos permite distinguir perfectamente tonos azules y dorados", detalla Beltrán. "Descubrir esta policromía es algo poco frecuente", destaca el director del Museo, Juan Alonso de la Sierra.
Ahora Livia, de cuerpo entero, está siendo analizada y estudiada por el Instituto Andaluz de Patrimonio. Se le va a realizar una representación en tres dimensiones, para recrear cómo podría haber sido con exactitud esta figura. "Es algo que sirve para imaginarnos cómo era la estatua intacta, pero también para ayudar a su recomposición en caso de rotura", detalla el arqueólogo.
El Museo de Cádiz exhibe ya esta estatua tan singular. Un atractivo que se suma a un edificio que alberga los sarcófagos fenicios, el Trajano romano, cuadros de Zurbarán o la colección de títeres de La Tía Norica. Livia, ya unida, puede ser contemplada en la sala romana entre las cabezas de sus nietos. Es el rincón que se ha elegido para que el puzle de nuestro pasado sume otra pieza encajada gracias a la arqueología.
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