El Museo del Ejército informaba la pasada semana, en el marco de la celebración de su primer aniversario en Toledo, sobre la prórroga indefinida de la exposición ‘Los ejércitos antes del Ejército’, en la que se muestra el recorrido de los enfrentamientos entre grupos humanos en la Península Ibérica desde la Prehistoria hasta finales de la Edad Media. Muchos de los más de 337.000 visitantes que han recorrido las numerosas salas del museo hasta la fecha se sirvieron de esta selección de piezas destacadas -desde armamento antiguo hasta maquetas y maniquíes a tamaño natural, como el que se muestra en la fotografía- para abrir boca antes de recorrer la exposición permanente. Otros tantos podrán también hacerlo en los más de 700 metros cuadrados de que dispone esta exposición.

‘Los ejércitos antes del Ejército’ recorre, en primer lugar, las armas más características de cada periodo histórico y su evolución tipológica. Algunas de las piezas más antiguas del museo, procedentes de excavaciones arqueológicas como las del Burgo de Osma, en Soria -la ‘espada de antenas’ de la necrópolis de Uxama (siglos III-II a.C.) recibe esta denominación por el remate de su empuñadura en forma de doble voluta-, ofrecen una muestra del crisol de culturas que fue la Península Ibérica durante la Edad Antigua. Lanzas, puñales, alabardas, espadas y distintos tipos de armamento propiciaron la aparición de guerreros especializados y poblados fortificados.

Son precisamente esos personajes, junto con los arquetipos de épocas más recientes, los que representan las vistosas recreaciones y recursos interactivos que ayudan a comprender cómo era la composición de los ejércitos, su organización militar y cómo se fueron incorporando progresivamente nuevas estrategias de defensa y ataque. Audiovisuales y dioramas ilustran las tácticas y los medios materiales y humanos empleados en enfrentamientos como las batallas de Numancia (134-133 antes de Cristo) y las Navas de Tolosa (1212).

La guerra, tal y como aparece mostrada en la exposición, resulta de capital importancia para comprender las sociedades prerromanas y romanas en múltiples facetas, exhibiéndose, entre otras piezas, la lápida de un legionario veterano que prestó servicios en Hispania y la maqueta de un campamento de tropas auxiliares. Los conflictos bélicos contribuyeron a crear una forma específica de urbanismo y vertebración socioeconómica y militar que más adelante se prolongará durante el periodo hispanorromano-visigodo y andalusí, momento en el que Toledo tuvo una especial relevancia.

La Reconquista, a continuación -que recogen piezas como el óleo La toma de la villa de Antequera, de Vicente Carducho-, trajo consigo una paulatina evolución del armamento ofensivo y defensivo, así como el desarrollo de la organización militar. La réplica de una armadura medieval despiezada, procedente de la Colección del Duque del Infantado -íntegramente recogida en una sala cercana del museo-, permite ilustrar este avance respecto a los pertrechos militares anteriores.

Foto: La toma de la villa de Antequera

La exposición finaliza con el contexto en el que comienzan a generalizarse las armas de fuego, enlazando el discurso expositivo con la magnífica colección artillera del Museo del Ejército, como culebrinas, bombardas y falconetes. No obstante, ‘Los ejércitos antes del Ejército’ también tiene presente el resto de armas con las que defendieron nuestro territorio los monarcas peninsulares en época de los Reyes Católicos, como la espada jineta de Ali Atar, alcaide de Loja y suegro de Boabdil el Chico, quien fue último rey de Granada.

Una recomendable muestra, en otras palabras, para quienes deseen visitar el que está considerado como uno de los mejores museos militares del mundo. Tarjeta de presentación para todo el conjunto y -como finalizaría el viejo adagio latino-, la mejor forma de prepararse para la guerra. Eso sí, en tiempos de paz.