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Imagen de una de las partes del ajuar de la infanta María - JERÓNIMO CENDOYA
Fuente: diariodeleon.es | 9 de noviembre de 2014
El Cabildo de San Isidoro continúa con los proyectos para hacer de la Colegiata un centro cultural de primer nivel. Y es que el museo custodia piezas que en este momento no se encuentran expuestas, como el emblemático Pendón de Baeza, un pendón de tafetán carmesí sobre el que se bordó, por ambos lados, la figura de San Isidoro a caballo. Ahora, se trabaja en la rehabilitación de la capilla de los Quiñones para que se convierta en la sala la que se expondrá el Pendón de Baeza (derecha).
Para ello, el Cabildo se afana en adecuar y limpiar la capilla —que formaba parte del proyecto comprometido por la Fundación Caja Madrid para remodelar los accesos y espacios museísticos— para poder mostrar al público esta reliquia, de la que, según cuenta la leyenda, se sirvió San Isidoro para obrar el milagro de la victoria en el sitio de Baeza.
El pendón fue restaurado en el año 2000 y se expuso entonces en la muestra San Isidoro Doctor Hispaniae. Ahora, volverá a convertirse en una de las señas imprescindibles del museo y podrá admirarse, además, desde todos sus ángulos.
La capilla de los Quiñones se encuentra adosada al muro norte de la iglesia y es la que contiene en su interior la antigua puerta norte, conservada pero cegada e inutilizada como vano de paso. En su origen este espacio se dedicó a Sala Capitular y tenía decoración de pinturas en los muros y bóvedas. En el siglo XIX las tropas de Napoleón utilizaron esta capilla como cuadra, siendo profanados todos los sepulcros. El abad de San Isidoro, Francisco Rodríguez Llamazares (derecha), asegura que la intención del Cabildo es que la capilla también acoja otros tesoros isidorianos, como el ajuar de la infanta María, que fue restaurado por Simancas hace varios años y expuesto en el Museo del Traje en Madrid o los ornamentos litúrgicos pertenecientes a los siglos XIV y XV que atesora la Colegiata.
Ajuar de doña María
Este ajuar es una de las piezas textiles más importantes de cuantas se conservan en España por cuanto que no existen prendas medievales tan antiguas —data del siglo XIII— como éstas. En consecuencia, está considerada una de las únicas joyas con las que puede estudiarse de manera directa los usos de la indumentaria de la Edad Media, una investigación para la que normalmente hay que acudir a otras fuentes como el arte.
El ajuar está compuesto por un ataúd de estilo mudéjar, recubierto de tela de seda y cuero, un pellote de seda con forro de piel, un almohadón de brocado, con forro interior y relleno de plumón, un cojín, una camisa de algodón (rareza en la época) y unas calzas en lino crudo. El ataúd de la infanta, hija de Fernando III el santo, fue el único que se salvó de la francesada, con lo que su mortaja pudo ser salvada para la posteridad. No obstante, el estado de las telas se encontraba en una situación peor que deplorable. Suciedad, humedad, pérdidas de tejido, descomposición de la materia orgánica, pérdida del color e incluso carcoma, asolaban las prendas de la infanta.
El conjunto está compuesto por un ataúd en madera de pino, forrado interiormente con un tejido de lino en color crudo y, por el exterior, con un tejido de seda azul, con ligamentos de sarga dispuesto en forma de rombos y decoración de bandas que alternan el rojo e hilos entorchados en oro. Este tejido se forró exteriormente con piel de cabra decorada con motivos geométricos calados, a modo de celosías mudéjares, que logra un desarrollo completo por la unión de varias piezas cosidas con puntada de ida y vuelta en zig zag; el conjunto está sujeto por tachuelas de bronce dorado que también forman una decoración y alternan dos tamaños. El conjunto lo integra también un almohadón-cojín en seda verde oscura con motivos de estrellas de ocho puntas, flores de ocho pétalos y rombos, todo ello en color amarillo dorado que se completa con una funda en lino natural con relleno de plumón blanco. El pellote, o traje de encima, está realizado en seda amarilla dorada con bandas horizontales formadas por hilos de oro y forrado en piel sin curtir, probablemente de conejo. Una camisa de algodón con decoración de crucetas en rojo en las costuras y unas calzas en lino crudo completan el conjunto.
Fondos de la Junta
Francisco Fernández Llamazares recuerda que está prevista además la ejecución del proyecto de restauración de la cornisa del claustro, una obra supervisada por Patrimonio. Sin embargo, el abad desconoce si los fondos aprobados por la Junta para San Isidoro y que ascienden a 150.000 euros se destinarán a este fin o irán a la restauración del Panteón Real. De momento, no han querido dar detalles de los trabajos y si mantendrán el proyecto de musealización encargado en su momento a Isidro Bango, catedrático de arte antiguo y medieval en la Universidad Autónoma de Madrid y que debería haber sido ya realizado con cargo a la Fundación de Caja Madrid. Queda pendiente, por lo tanto, la apertura de nuevos espacios al público y hacerlo más accesible así como habilitar la Torre del Gallo como un espacio más del museo, lo que plantea complejas soluciones de seguridad. De momento, bajo ella se ha abierto la sala que expone como un ‘unicum’ el Santo Grial (derecha).
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