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Una restauradora emplea vapor para limpiar los restos del alcohol usado para eliminar los microorganismos incrustados. Colección Loringiana / SUR y ÑITO SALAS
Fuente: diariosur.es | 21 de septiembre de 2015
Ha dicho la radio que hoy se esperan las máximas temperaturas del país y, sin embargo, bajo la bóveda de hojas verdes corre una brisa capaz de erizar la piel de los brazos hasta un diminuto respingo placentero. En la entrada coloraron hace tiempo una placa formada por 12 teselas de cerámica. Reza: «La Concepción, construida a partir de 1850 por la familia Loring-Heredia…». Y 165 años después, los tesoros reunidos por aquel matrimonio del XIX recuperan el esplendor perdido justo en el lugar donde empezaron a formar una de las colecciones arqueológicas más importantes del país, antes de partir hacia el museo del que constituyen su primera piedra artística. Guiños para los amantes de la teoría circular de la historia bajo las copas de los árboles inmensos.
La Casa del Administrador del Jardín Botánico de La Concepción constituye el cuartel general de las tareas de rehabilitación de algunas de las piezas más importantes de la Colección Loringiana, punto de partida de la sección de Arqueología del Museo de Málaga que debe abrir sus puertas a finales de año en el palacio de la Aduana. Eso sí, los plazos marcados por el Gobierno central y por la Junta de Andalucía se antojan más que optimistas. Pero habrá tiempo para esas cábalas. Ahora es el turno del equipo de especialistas que se trae entre manos una labor tan ardua como delicada.
Foto: Varias grúas intervinieron en el traslado de las obras desde la Alcazaba hasta el Jardín de La Concepción.
Durante la visita llevan la voz cantante la restauradora Elena García Martínez y la conservadora de museos Arantxa Borraz de Pedro. Ambas trabajan en el Instituto del Patrimonio Cultural Español adscrito al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y reiteran, además, la petición para que aparezca el departamento concreto que supervisa la recuperación: el Servicio de Conservación y Restauración de obras de Arte y Patrimonio Arqueológico y Etnográfico (CROAPAE). Dicho queda.
«Se trata de hacer una restauración integral de los fondos a través de un proceso que parte de un estudio previo de intervención, que pasa por la recuperación y traslado de las piezas y que incluye una memoria y un plan de conservación preventiva prolongado durante el año posterior a la entrega de las piezas al Museo de Málaga», detalla García, directora técnica de la rehabilitación de los fondos loringianos.
Foto: Palacio de la Aduna, futura sede del Museo Arqueológico de Málaga.
De este modo, tres empresas se reparten la recuperación de buena parte de los fondos de la Colección Loringiana, que ronda el centenar de referencias. En el Jardín Botánico de La Concepción trabajan los especialistas de la empresa Clave sobre 32 piezas arqueológicas, las de mayor tamaño y peso, algunas procedentes de la Alcazaba de Málaga; las naves del Parque Tecnológico de Andalucía acogen las 38 obras de menor formato a cargo de la firma Ártyco, mientras que la compañía SIT se ha encargado del traslado de las obras.
Entre las tres empresas se reparten un concurso de 359.445,63 euros (142.129,63 euros en el caso de SIT, 118.580 euros para Clave y 98.736 euros para Ártyco) que contempla un plazo de ejecución de ocho meses. Teniendo en cuenta que los contratos se formalizaron entre los pasados meses de junio y julio, las obras de la Colección Loringiana que deben exponerse en el Museo de Málaga no llegarían al palacio de la Aduana hasta principios de 2016. No obstante, tanto el Gobierno central (titular del museo) como la Junta de Andalucía (encargada de su gestión) mantienen por el momento que la reapertura del equipamiento cultural llegará a finales de este mismo año. Tampoco lleva mucho mejor los plazos la Junta, que en junio adjudicó por el trámite de urgencia la recuperación de 94 obras del Museo de Málaga con un periodo de ejecución de siete meses. Así que por ese flanco tampoco salen las cuentas.
A punta de bisturí
Pero en la Casa del Administrador del Jardín de La Concepción nadie quiere pillarse los dedos con las hojas del calendario político. Aquí el asunto es otro y tiene que ver con la precisión y la paciencia. Por ejemplo, un metro cuadrado de escultura puede llevarse entre dos y tres jornadas de concienzuda tarea. Ahora, el restaurador Javier Ghiglione (izquierda) se afana con el bisturí sobre el mosaico romano datado entre los siglos I y II d. C. que poco a poco recupera su brillo original. «Estaba dividido en 17 fragmentos y calculamos que en total mediría unos 17 metros cuadrados», explica Dionisio Olgoso, de la empresa Clave, sobre la pieza encontrada en Cártama y que el matrimonio Loring-Heredia usó para decorar el templete que se levanta en el corazón del jardín botánico a sólo unos metros de aquí.
La primera etapa del proceso de recuperación del mosaico pasa por la retirada de las capas de hormigón y cemento que se colocaron en el pasado para mantener unidos los fragmentos. Materiales poco cuidadosos con la conservación que ahora se eliminan y sustituyen por el mortero de cal y un soporte «rígido y ligero y de última tecnología que se emplea en la industria aeronáutica y en otros sectores», apostilla Elena García.
Ya sobre su nueva base, los restauradores colocan encima de las teselas una gasa mojada para humedecer la superficie y facilitar así la eliminación de los restos de adhesivo. Luego se quita la suciedad «a punta de bisturí» y por último se procede a la limpieza del mosaico, como detalla Olgoso, miembro del equipo de siete personas con el que Clave restaura los tesoros loringianos más monumentales.
Uno de ellos es la ‘Matrona’ encontrada en Cártama y donada en 1913 al Museo Arqueológico Nacional, que ahora la cede para su exhibición en la Aduana. Desde el Arqueológico Nacional procede la parte superior de esta escultura que gracias a las tareas de rehabilitación volverá a estar de una pieza, unida a las piernas que quedaron en Málaga (derecha).
Tratamiento sostenible
La talla de 530 kilos de peso fue usada como «guarda cantón»; es decir, como defensa colocada en la fachada de la finca familiar de los Loring-Heredia para soportar los posibles envites de los carruajes. La historia la cuenta Elena García: «En esta intervención se le da al conjunto de la colección loringiana una unidad que hasta el momento no había tenido».
La restauradora del Instituto del Patrimonio Cultural Español detalla que las grandes esculturas de mármol siguen un «tratamiento sostenible» para eliminar los efectos del paso del tiempo y de su permanencia bajo la intemperie. «Antes de actuar sobre las piezas se han tomado muestras que se han estudiado en la Universidad de Granada», avanza la restauradora, que desgrana los siguientes pasos. Primero se aplica un alcohol que actúa como biocida para eliminar las microalgas y esporas que se han incrustado en la superficie del mármol. El líquido se deja actuar y después se retira con vapor. Las impurezas que aún permanezcan se eliminan a punta de bisturí.
«El paso del tiempo y los agentes biológicos acaban formando parte del carácter de algunas obras», glosa Miguel Ángel Mercado, también de la empresa Clave, quien acota que las esculturas de mármol de la Colección Loringiana han seguido en la mayoría de los casos un tratamiento «muy homogéneo» ya que su deterioro se debe casi siempre a esos mismos factores: los años y los organismos procedentes del entorno natural donde han permanecido las esculturas.
El escenario que se han encontrado los especialistas de Ártyco es bien diferente. En las naves del PTA se recuperan 38 piezas (de ellas, once cerámicas) incluidas en la Colección Loringiana. Seis especialistas trabajan desde finales de julio en un conjunto de obras de mediano y pequeño formato. La mayoría son mármoles de época romana, aunque también destacan sepulcros árabes y visigodos, como detallan Pilar de Hoyos y Ángel Luis García, de Ártyco, presentes también en la cita en el Jardín de La Concepción.
Los efectos de la rehabilitación se dejan ver sobre esta escultura romana del siglo II d. C. incluida en la Colección Loringiana / Ñito Salas
Intervenciones anteriores
«Algunas piezas ha sufrido intervenciones sucesivas con yeso, cemento o incluso hierro», detalla García, quien aclara que, en esos casos, los primeros trabajos consisten en eliminar los restos de esas actuaciones poco cuidadosas. «Hay obras con capas de ceras o barnices de distintas épocas que también hay que analizar», acota De Hoyos antes de destacar que la tarea «no consiste sólo en intervenir sobre las obras, sino en hacer también un seguimiento de su estado y de su conservación posterior a la entrega para su exhibición en el museo».
Antes de llegar a la Aduana, varias esculturas esperan en el patio interior de la Casa del Administrador. La talla mármol de un oso datada en el siglo II d. C., encontrada en Cártama y procedente de La Alcazaba. Un sarcófago romano hallado en Puente Genil (Córdoba), que por el camino de los siglos había perdido las cabezas de sus protagonistas, ahora rehabilitados. Un monolito marmóreo recobra la palidez mientras un bisturí le cosquillea y deja escapar volutas de suciedad y tiempo. «Cada 10 centímetros cuadrados requieren una técnica diferente», resume una restauradora, casi aliviada cuando la visita termina y al fin puede volver a su tarea.
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Fuente: andaluciainformacion.es | 22 de noviembre de 2015
Ha sido la morada desde la segunda mitad del siglo XIX. El jardín botánico-histórico La Concepción se convirtió entonces en un museo al aire libre de una parte de la historia de nuestros antepasados: la Colección Loringiana. Los marqueses de Loring, Jorge Enrique Loring Oyarzábal y Amalia Heredia Livermore, y su predilección por el coleccionismo arqueológico imperante en la alta burguesía malagueña decimonónica les permitió atesorar una colección de piezas que se convirtió en el origen de la sección de arqueología del Museo de Málaga, que próximamente abrirá sus puertas en el palacio de la Aduana. El traslado al edificio de la antigua Subdelegación se está llevando a cabo en estos días.
Y este centenar de vestigios de un pasado muy lejano dará la bienvenida en el recorrido expositivo de la futura pinacoteca. Con motivo de esta flamante apertura, se ha llevado a cabo en los últimos meses la restauración de este acervo arqueológico que ha permanecido expuesto casi dos siglos en este genuino jardín con plantas subtropicales, bajo la supervisión de la subdirección general del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), dependiente del Ministerio de Cultura, Educación y Deporte.
Para estas tareas de restauración se ha habilitado la Casa del Administrador en la Finca La Concepción, donde los restauradores de la empresa Clave Restaura se han encargado de devolver el lustre a un total de 32 esculturas en piedra y una docena de fragmentos de mosaico, para lo que se ha destinado un total de 118.580 euros de presupuesto.
Los visitantes al jardín municipal han podido contemplar el proceso de recuperación de estas joyas históricas, que presentaban un “biodeterioro homogéneo” derivado de haber estado muchísimos años en el exterior, en palabras de la directora técnica del IPCE, María Elena García, aunque en este lote también se ha incluido el conjunto arqueológico procedente de La Alcazaba, compuesto por piezas de mediano tamaño que permanecían en la fortaleza árabe desde después de la Guerra Civil.
La Loringiana, entre sus variados vestigios, posee en exclusividad la colección de matronas más grandes de España. De esta tipología destaca una parte superior de matrona, aparecida en el año 1913 en el mismo yacimiento de Cártama que adquirieron los Loring; concretamente, las piernas y la peana de esta misma figura.
Este busto, que ha permanecido hasta ahora en el Museo Arqueológico Nacional,después de permanecer empotrada en una pared de una vivienda durante lustros, ha servido de prototipo para elaborar el programa general de restauración, detalla García. Por ello, sobre el mármol se han realizado analíticas y diversas pruebas científicas para determinar las pautas de restauración.
Biólogos, petrólogos, restauradores... Un equipo multidisciplinar para la ejecución de los estudios previos de diagnóstico del estado de las piezas. Para ello, han trabajado con estos expertos de la Universidad de Granada para la elaboración de unos “mapas de daños” que reflejan los problemas por zonas de cada una de las piezas, junto con una gama de colores para identificar las alteraciones y así poder determinar recuperaciones por partes.
Tratamientos
En líneas generales, “se han realizado los nuevos tratamientos de conservación que las piezas requerían”, explica García. El planteamiento de actuación se ha basado en el denominado concepto de “conservación”. “Se ha partido del intento de recuperación de todos los elementos originales de cada bien cultural, ya sean decorativos, constructivos o estructurales, mediante tratamientos específicos, que han proporcionado el grado de consolidación y resistencia necesarios para la estabilidad de cada pieza”, argumenta la restauradora.
De esta forma, el proceso ha respetado en todo momento el original, no se han colocado añadidos, por lo que no se han utilizado productos químicos de ningún tipo. Los materiales principales han sido el vapor de agua y los biocidas naturales, así como la limpieza fotónica con láser que no es agresiva.
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