Vía:
ABC.es
NATIVIDAD PULIDO | MADRID
Ya el mismo título de la exposición es una declaración de intenciones en toda regla:
«Maíno. Un maestro por descubrir». Y es que, a pesar de que el Prado atesora 14 cuadros -casi un tercio de su producción, pues apenas se conservan 40-, ha sido relegado al anonimato público. Sólo se exhiben cuatro de sus obras en la colección permanente del museo, que nunca le había dedicado hasta ahora una monográfica. Y eso, a pesar de su enorme calidad como pintor, uno de los grandes del Siglo de Oro español. El Prado, por boca de su director,
Miguel Zugaza, entonaba ayer un «mea culpa». Siete años de ardua investigación a cargo de un equipo liderado por
Leticia Ruiz, jefe del Departamento de Pintura Española del Prado, han dado como fruto una casi completa muestra de su producción (se exhiben 35 de sus 40 obras; 14 viajan por vez primera a España), siete nuevas atribuciones, así como un riguroso catálogo, inexistente hasta hoy.
Dos salas de la ampliación del Prado bastan para descubrir,
hasta el 17 de enero, en una exposición patrocinada por la Fundación Amigos del Museo del Prado, que fue un excelente retratista, un avezado paisajista, un gran miniaturista, y que se codeó de tú a tú con maestros italianos de la talla de
Caravaggio,
Guido Reni o
Carracci. Un dato: el historiador alemán
Carl Justi creía que
«nadie llegó tan cerca de Caravaggio como este dominico español».
Precisamente, la comisaria, Leticia Ruiz, que ha llevado a cabo un ingente trabajo científico, ha querido cotejar las obras de Maíno (Maino, sin acento, para los lombardos, que también se lo disputan) con una treintena de obras de algunos de sus coetáneos, muy especialmente con los tres italianos antes citados. Todo un acierto, vista la exposición, que nos deja momentos tan memorables como «David vencedor de Goliat», de Caravaggio, midiéndose con el «San Juan Bautista», de Maíno, cedido por el Kunstmuseum de Basilea y del que siempre ha habido dudas sobre su atribución (se pensó que era de Caravaggio o de un pintor español). Una pared de una intensidad sobrecogedora. Como las que confrontan las «Adoraciones de los pastores» de Maíno y
El Greco, y los «San Pedro arrepentido», de Maíno y Tristán. No faltan sus grandes obras más conocidas, como «Recuperación de Bahía de Brasil», que pintó para el Salón de Reinos y único cuadro en el que aparecen juntos
Felipe IV y el
conde-duque de Olivares; el espectacular conjunto de las Cuatro Pascuas para el Retablo de San Pedro Mártir en Toledo (que se exhibe despiezado y demuestra su gran complejidad como pintor)...
Sofisticado y elegante
Además, la comisaria destaca lienzos como «Retrato de caballero», del Prado (una de las únicas cuatro obras firmadas de Maíno); una «Magdalena penitente», de una colección particular, «una de las más bellas de la historia de la pintura»; o el «Retrato de un monje», del Ashmolean Museum de Oxford, que bien podría ser un autorretrato de Maíno. Entre la media docena de nuevas atribuciones al pintor, «San Jacinto» (una pintura mural), dos cobres («Paisaje con San Juan Bautista» y «Paisaje con María Magdalena»), «El arzobispo José de Melo», «Retrato de caballero español», una «Crucifixión»... Una veintena de las obras expuestas han sido restauradas para la ocasión.
Foto: "Retrato de un dominico". Ashmolean Museum.
Leticia Ruiz es realista y sabe que Maíno
«no va a atraer al Prado largas colas», como ha ocurrido con artistas con tanto tirón como
Sorolla. Por eso agradece especialmente haber apostado por él en tiempos de crisis y espera incluso que haya una sala dedicada a Maíno en la nueva reordenación de la colección del museo. Talento, desde luego, le sobra para ello. Fue quien mejor supo entender la revolución caravaggista de su tiempo.
«Es uno de los más sofisticados, elegantes y modernos pintores de su tiempo», apostilla Zugaza. A la pregunta de si habrá preservativos con obras de Maíno en el Prado, el director del Prado respondió con un lacónico:
«Nuestro museo provoca otro tipo de excitación. El Prado es muy sexy». Si ya lo dijo
Barceló...
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Padre de un hijo natural... y dominico
Vía:
ABC.es
Resulta tan apasionante la biografía de Juan Bautista Maíno como interesante su trabajo. Respecto a la primera, fue una «rara avis» en la pintura española: se sabe que nació en Pastrana en 1581 (murió en 1649); hijo de italiano y portuguesa y nieto de francesa, pasó parte de su niñez en Angola. Se formó tanto en Madrid como en Roma. Como curiosidad, fue padre de un hijo natural y dominico, dos hechos no muy usuales en una biografía. Su ordenación como religioso en 1613 le apartó de su carrera pictórica. Fue amigo de Velázquez, a quien protegió e influyó para que ascendiera en la Corte, y maestro de dibujo de Felipe IV. No está mal para el currículum de un artista.
Puede verse una selección de cuadros de esta exposición en esta
foto-galería de El País.
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Hay que felicitar al Museo del Prado de que por fin se hayan decidido -ahora que disponen de nuevas salas expositivas- a ir mostrando muchas de las obras maestras que tienen guardadas en sus almacenes. Ya era hora.
En este sentido, el hecho de que también este mismo mes de octubre se hayan abierto al público 12 nuevas salas para exponer obras del S. XIX español es un acontecimiento sumamente esperado por todos los aficionados al arte.
El Museo del Prado es mucho museo y debe serlo aún más. Nunca entendí esa política absurda que rige hoy en día, en determinadas concepciones museológicas, de que los museos deben albergar un número de obras no excesivo "para que no canse" al visitante. ¡Como si este tipo de museos se visitase una sola vez en la vida! Ridículo, totalmente. Habrá quien no pueda hacerlo más de una vez, pero son legión los que pueden hacerlo repetidas veces.
Puede verse aquí la noticia referida a
El siglo XIX ya tiene su lugar en el Museo del Prado