Fuente: Dicyt | 26 de noviembre de 2015

El Museo Arqueológico Nacional (MAN) exhibe desde hoy un lingote de plomo del Bou Ferrer, el mayor pecio de un mercante romano en excavación en el Mediterráneo. Esta nave naufragó en la segunda mitad del siglo I frente a la antigua Allon (Villajoyosa), cargada con casi 3.000 ánforas repletas de salsas de pescado (una de las mercancías más valiosas de la época), y lingotes de plomo de propiedad imperial, como el que expone ahora el MAN cedido en depósito por el Vilamuseu de Villajoyosa.


El lingote lleva unas contramarcas en el metal -IMP(erator) GER(manicus) AVG(ustus)- que indican su pertenencia personal al emperador de Roma, probablemente a Nerón, de acuerdo con las últimas investigaciones. Las minas de Sierra Morena, de las que procedía el cargamento de plomo del Bou Ferrer, eran también un monopolio del emperador.


Con 205 libras romanas (68 kilos), esta pieza depositada hoy en el MAN es dos veces más pesada que los lingotes conocidos hasta ahora de la misma época, como los expuestos en la misma vitrina del museo, procedentes de la antigua ciudad de Carthago Nova (Cartagena).


Hallado el costado del Bou Ferrer en la campaña 2015


El acto de depósito ha tenido lugar esta mañana en el MAN, en el transcurso de una jornada dedicada al proyecto de excavación del pecio, con la participación de representantes de la Dirección General de Cultura y Patrimonio de la Generalitat Valenciana, de la Universidad de Alicante, del Ayuntamiento de Villajoyosa y de los directores de la excavación y de los dos museos implicados.


En la jornada se han presentado los resultados de la campaña arqueológica anual, finalizada el pasado 15 de noviembre, que ha permitido localizar y excavar un fragmento del costado del barco, de unos 2x2 metros.

Según ha manifestado el codirector de la excavación, Carlos de Juan, "los valores obtenidos en algunas de las cuadernas muestran la importante envergadura de la nave, que podría superar los 30 metros de eslora, convirtiéndola en el mayor mercante romano en curso de excavación. Estamos ante un yacimiento extraordinario para la investigación del mundo antiguo".

"El hallazgo del fragmento del costado - ha continuado el arqueólogo - nos permite adelantar el buen estado de la conservación tanto de esa parte del barco como del material orgánico desprendido tras el naufragio (cabos, poleas, telas, canastos, etc.), que nos ofrecerán valiosos datos arqueológicos para conocer la arquitectura naval del pecio y su relación con la carga que transportaba, las ánforas y los lingotes de plomo".


La Universidad de Alicante coordina y ejecuta el encargo de la Dirección General de Patrimonio. Este año, además, ha participado el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico (INAPH) de la UA, el Grupo de Patrimonio Virtual y el grupo de Investigación Informática Industrial e Inteligencia Artificial de la UA, que voló un dron en el puerto de Villajoyosa para obtener unas imágenes del contexto geográfico en el que se hundió el barco.

La Universidad de Alicante coordina y ejecuta el encargo de la Dirección General de Patrimonio. El equipo de arqueólogos y técnicos que trabaja en el yacimiento están coordinados por una acción conjunta entre tres instituciones, la UA como coordinadora, la Generalitat Valenciana que promueve y patrocina la excavación a través de la Dirección General de Cultura, y el Museo de Villajoyosa que gestiona la restauración y exposición de los materiales arqueológicos. El yacimiento Bou Ferrer fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) el pasado mes de octubre, lo que eleva su grado de relevancia y protección dado su valor científico y patrimonial.


El equipo ha trabajado a 27 metros de profundidad, literalmente en el interior de la bodega del barco, en unas condiciones de visibilidad complicadas. El progreso de la excavación es muy lento porque, a medida que se avanza, se levanta un plano tridimensional con técnicas de fotogrametría.


El navío transportaba una carga de unas tres mil ánforas y lingotes de plomo que se encuentran en perfecto estado de conservación. Todo apunta a que se trata de un flete del mismo emperador romano. Su eslora se estima en unos 32 metros y viajaba, probablemente, desde Cádiz a Roma. El naufragio se habría producido mientras intentaba buscar refugio en el fondeadero de Villajoyosa.

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El barco romano que transportaba lingotes y alimentos exclusivos para Nerón

Fuente: ABC.es | 27 de noviembre de 2015

Al igual que ocurre con los cometas en astronomía, el pecio romano de Villajoyosa será recordado siempre con el nombre de las personas que lo descubrieron. Y será así porque lo hicieron bien. Los buceadores Antoine Ferrer y Josep Bou, del club náutico de la localidad alicantina, exploraban en el año 2000 el fondo del mar cuando encontraron, a 25 metros de profundidad, algo nunca visto. E hicieron lo correcto, avisando a las autoridades, lo cual permitió que el yacimiento se protegiera desde el primer día.

Carlos de Juan, arqueólogo y codirector de la excavación de este gran naufragio romano, relata a ABC que cuando le llegó el aviso, no daba mucho crédito. Le llamaron para inspeccionarlo, pero en aquella primera inmersión tuvo que rectificar. «Es un barco único para la arqueología subacuática española, es enorme, una “rara avis”, eso salta a la vista. Aquí estamos acostumbrados a barquitos romanos pequeños, de gran interés científico pero de otra dimensión».




Las cifras hablan por sí solas. Dentro de los barcos que surcaban el Mediterráneo en el siglo I d. C., el Bou-Ferrer era de los grandes: 33 o 34 metros de eslora, para el transporte de unas 3.000 ánforas. «No se conocen en nuestras costas porque hacían navegación de altura, cruzando el Mediterráneo desde Cádiz en dirección a Roma, con escalas en Baleares y Córcega», comenta Carlos de Juan. En el Estrecho de Bonifacio se hallaron cuatro similares en los años 80, aunque en aquella época no se atendió a su arquitectura naval. Sin embargo, las sorpresas no han hecho más que empezar. El Bou Ferrer no solo dará las claves que faltan de la actividad marítima romana.

Descubrimiento inesperado

El primer detalle extraordinario lo ofrecieron las ánforas, pensadas para llevar productos en salazón. Pero las del Bou-Ferrer estaban impermeabilizadas con resina, lo que indicaba que estaban llenas de líquido. Análisis de los restos han concluido que transportaban salsas de pescado, de las más apreciadas y caras del Imperio: «No sabemos si era Garum, Muria, Hallec o Liquamen. Hay que entender que la salazón era alimento popular, pero estas salsas eran “delicatessen”, solo para los bolsillos más pudientes», dice Carlos de Juan.


El hallazgo descoloca a los científicos, porque cambia lo que se sabía de lasrutas de abasto marítimo de la Ciudad Eterna en su antiguo esplendor. A medida que el yacimiento fue excavado se fueron desvelando nuevos secretos. Para empezar, la tablazón (han hallado un costado en 2015, lo que permitirá conocer sus dimensiones exactas y estudiar su diseño y construcción). Y en la quilla del barco, estibados cuidadosamente, hallaron lingotes de plomo que se salen de todos los estándares imperiales.

Cuando Carlos de Juan buceó junto a los lingotes, de gran tamaño, observó inscripciones: 75 kilos es casi 20 kilos más de lo habitual en el transporte romano de plomo, metal que se utilizaba en la capital para construir cañerías de agua corriente en las casas patricias y para el sellado de humedades en palacios y domicilios pudientes.


Las inscripciones «IMP GER AUG» dejaron pocas dudas al equipo. Eran propiedad del emperador Germánico Augusto. Pero, ¿cuál de los que emplearon ese título? La datación realizada a los restos excavados ha ido decantando la edad del naufragio hasta el 60 d. C. En esa fecha, mientras estallaba la rebelión en Britania, reinaba Nerón, así que los datos parecen indicar que Nerón o su entorno esperaba recibir una remesa de salsas exclusivas, una exquisitez propia de la Domus Áurea y su salón circular de banquetes, así como un cargamento de plomo. Pero un naufragio lo impidió, y el mar ha estado alfombrando de ánforas dos mil años de de nuestra historia en la costa alicantina.

Como cualquier científico, Carlos de Juan no quiere dejar volar la imaginación, ni adelantar las conclusiones que no puedan demostrarse con el estudio de las piezas. Queda excavación para muchos años en Bou Ferrer. Sin embargo, los ciudadanos ya pueden disfrutarlo con visitas culturales guiadas, que han sido un éxito durante los últimos años. A 25 metros bajo el mar, un trozo silencioso de la Roma de Nerón espera.

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