El tercer Tesoro de Palencia o Tesoro de las Filipenses, hallado en 1956 en la capital de Palencia, y uno de los más representativos de la orfebrería celtibérica en tierras vacceas, se muestra desde este viernes en su conjunto en el Museo Arqueológico de la capital.
Un tesoro compuesto por joyas de plata y de oro, torques, collares, pulseras, brazaletes, pendientes, fíbulas y denarios de plata que luce con todo su esplendor prerromano en el Museo de Palencia.
Lo hace desde este viernes pasado gracias a la generosidad de la familia Carlón que ha depositado en el Museo el lote de piezas celtibéricas de su propiedad. La otra parte del tesoro, hallado durante las labores de excavación del solar que ocupa el colegio de las Filipenses, fue donado por estas monjas al Arqueológico en 1996.
Pero es desde ahora cuando puede contemplarse en toda su magnitud todo el conjunto formado por nueve torques de plata, tres pulseras de plata, dos brazaletes espiraliformes de plata, dos fíbulas, una de plata y otra de oro, tres arracadas de oro, una cadeneta de oro, y 45 denarios de plata de las principales cecas celtibéricas (Arekorata, Sekobirikes y Turiasu).
El encargado de presentarlo en sociedad este viernes ha sido el Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, Germán Delibes de Castro, quien ha definido este conjunto como "un documento muy representativo de la época prerromana en Palencia".
Documentos en tres dimensiones que confirman lo que ya cuenta la historia cuando habla de Pallantia, con toda probabilidad "una de las ciudades vacceas más importantes" asediada por los romanos en numerosas ocasiones.
Foto: Tesoro de Palencia, propiedad de la Hispanic Society of América.
Era entonces cuando sus habitantes escondían sus joyas y sus tesoros más preciados. Y de aquellos momentos convulsos, entre el siglo II y I antes de Cristo, nos llegan hoy estas piezas, testimonio palpable de una parte muy importante de la historia, explicó el profesor Delibes de Castro.
Además se trata de joyas "con una personalidad formal y estilística definida", que no se parecen a otros tesoros vacceos encontrados en otras zonas, por lo que según el catedrático "hoy podemos hablar de una orfebrería vaccea e incluso palentina".
Un tesoro encontrado en Palencia, donde aparecieron otros dos que datan de la misma época y que se conservan en la Hispanic Society of Nueva York y el Museo Arqueológico Nacional en Madrid. Lo que sin duda confirma la excepcionalidad y la importancia de estas piezas y que "descansen" por fin en el Museo de Palencia, una de las ciudades vacceas que más tesoros ha ofrecido a la Arqueología y a la Historia.
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Germán Delibes analiza los tres tesoros de joyas de los vacceos aparecidos en Palencia
Vía:
Terra
Germán Delibes de Castro, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, conoce muy bien la historia antigua de Palencia. Autor de esa parte de la Historia de Palencia publicada por la editorial Cálamo en el año 2003, ha participado en excavaciones y publicaciones sobre La Velilla de Osorno y ha dirigido varias tesinas sobre la prehistoria palentina.
Germán Delibes recuerda la existencia de los tres tesoros de la cultura vaccea hallados en la capital palentina, y revela la investigación del director del Museo Arqueológico de Palencia, Javier Pérez Rodríguez, en la localización de uno de ellos, el primero que se encontró en Palencia en 1905, cuando se estaba construyendo el Puente de Hierro.¿La cultura vaccea generó muchos tesoros?No estamos muy seguros de saber cuántos tesoros generaron los vacceos. Hay una cosa segura que sí que tenemos cierta: que los tesoros que han llegado de Palencia fueron ocultados por los pobladores vacceos para intentar evitar que los romanos se los requisaran. También sabemos que los romanos se llevaron a Roma unas cantidades ingentes de oro y de plata que revestían la forma de joyas como las de nuestros tesoros. Se dice que entre el año 209 y el 169 (antes de Cristo) se llevaron joyas por un peso de 4.000 kilos de oro y 200 veces más de plata, que suman la friolera de 800.000 kilos de plata. Esto quiere decir que debieron ser bastante abundantes los tesoros de los vacceos.¿Se conocen muchos tesoros?En toda la meseta, una veintena. En Palencia se conocen tres tesoros. En Zamora, otros tres; en León, otros dos o tres; cuatro en Burgos y tres en Valladolid. En Soria y Ávila, también hay alguno.¿Fue efectivo el hecho de que escondieran los tesoros para que no se los llevaran los romanos?Para los propietarios de esas joyas sí fue efectivo, porque es evidente que quien oculta riqueza y la retira de la circulación en un determinado momento es porque tiene miedo de que se la quiten. No ha habido intervenciones arqueológicas para descubrir estos tesoros. Los que han aparecido ha sido en obras al margen de la arqueología, pero seguramente los colocaron debajo de las baldosas en los hogares, en el fondo de un pozo... Allí es donde han aparecido. Por otra parte, fue poco efectivo, en el sentido de que si hubieran sobrevivido los señores que los ocultaron, los habrían recuperado. Providencialmente para los arqueólogos, las ocultaciones de riqueza no pudieron ser recuperadas jamás, los propietarios debieron morir en el transcurso de esa inseguridad.¿Cuántos tesoros se conocen en Palencia?Tres. El primero apareció en 1905 al hacer las obras del Puente de Hierro sobre el río Carrión; el segundo, en 1947 en el cerro de la Miranda; y el tercero, en 1956, al llevar a cabo obras en el colegio de las Filipenses, en la calle Santo Domingo de Guzmán. Los hallazgos de piezas de estas características al margen de intervenciones arqueológicas dan lugar a una picaresca terrible, y seguramente habrán aparecido más tesoros de los que hemos sabido, e incluso se podría formular la duda de que en vez de tres tesoros podría haber dos. Yo hablo de tres tesoros, pero tuve una información del arquitecto Carlón, que es el que llevó a cabo las obras de las Filipenses, de que él en realidad creía que los tesoros eran solamente dos, el de 1905 y el de las Filipenses, y que la parte que se conserva en Madrid como procedente del cerro de la Miranda era una parte más del segundo, que se retiró de la circulación con el objetivo de que no hubiera reparto de joyas y le dejaron a él y a las monjas al margen. Era su teoría. Nos podemos creer cualquier teoría con relación a estos tesoros, porque la información que se nos transmite nunca fue completa.¿Dónde se encuentran ahora estos tesoros?El emplazamiento actual forma también parte de la picaresca. El tesoro del cerro de la Miranda está en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y otra parte en la Colección Calzadilla del Museo de Badajoz. Es posible que haya alguna joya suelta en los museos de Córdoba y Jaén. ¿Por qué? Porque salen al comercio de anticuarios y la unidad de la colección es lo que menos interesa a un individuo que lo vende. El tesoro de 1905 le dábamos prácticamente por perdido hasta hace unos meses. El director del Museo de Palencia, Javier Pérez Rodríguez, ha realizado un hallazgo muy importante, que consiste en seguir la pista de las piezas a través de unos dibujos de Simón Nieto y de una factura de un anticuario, y ha llegado a localizar el conjunto del tesoro, no voy a decir que completo, pero sí una buena parte del mismo, en la The Hispanic Society of American de Nueva York. El tercer tesoro se encuentra en estos momentos partido. La mitad está en depósito temporal cedido por las Filipenses en el Museo Arqueológico de Palencia y la otra mitad es propiedad de la familia Carlón.¿Qué tipo de joyas son las que integran estas colecciones?Adornos de tipo personal, de oro y de plata, más de plata que de oro. Collares rígidos en lugar de articulados, pulseras, brazaletes espiraliformes que cubren el antebrazo, vasijas, imperdibles o fíbulas de oro, pendientes de oro, prendedores de pelo, anillos...¿Su valor sería hoy incalculable?
En Arqueología decir incalculable me he dado cuenta que es contraproducente. Tiene valor histórico y qué duda cabe de que las piezas tienen un valor de mercado. La mejor prueba de ello es que la mayor parte de las piezas están donde están como consecuencia de la compra en un mercado de antigüedades.