Culmina en Murcia la exposición itinerante "Oro y plata. Lujo y distinción en la Antigüedad Hispana"

Foto: Sánchez, Barril, Galán Y Martínez

 

Vía: 20 minutos | Europa Press | 20 de mayo de 2011 


El Museo Arqueológico Nacional ha querido sacar sus tesoros a lugares donde no se hayan podido contemplar aprovechando el cierre por reformas en el que actualmente se encuentra su sede. Con diversas paradas en ciudades españolas, culmina en Murcia la muestra 'Oro y plata. Lujo y distinción en la Antigüedad Hispana' con la que, casi a través de 300 piezas, se hace un recorrido por la historia de la orfebrería peninsular durante más de 2.000 años.

 

La Fundación Cajamurcia inaugura este viernes, a las 20.30 horas, esta exposición, considerada fuente de inspiración para el Ministerio, así como para los expertos y técnicos del Museo, en el Centro Cultural Las Claras, donde se podrá visitar hasta el 26 de junio.

 

La colección de esta orfebrería, compuesta por piezas procedentes del Museo Arqueológico Nacional, forma parte del proyecto que ha acometido dicho museo, junto con el Ministerio de Cultura, de dar a conocer una selección de los tesoros nacionales de la antigüedad conservados en el Museo y que por su naturaleza, en raras ocasiones han salido del mismo.

 

Esta exposición, patrocinada por la Fundación Cajamurcia, constituye una oportunidad única para contemplar estos tesoros nacionales y ver los avances tecnológicos y estilísticos en la elaboración con metales preciosos durante más de 2.000 años, en la época de la Hispania Prerromana, y sus características principales.

 

Constituye pues el referente, desde principios del siglo pasado, en el estudio de la joyería hispana, basado en los metales preciosos, oro y plata, que se trabajaron y utilizaron, así como su relación con otros materiales como el cobre o textil.

 

En noviembre, apertura de salas permanentes

 

Según ha destacado la vocal asesora de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales, Mariví Sánchez, la muestra "habla por sí misma", al tiempo que significa lo que será "un primer avance de la nueva muestra con la que en noviembre de este año abrirá la nueva exposición el Museo Arqueológico".

 

Por su parte, la comisaria de la muestra, Magdalena Barril, acompañada también del comisario Eduardo Galán, ha subrayado que tras llegar la muestra a lo que será su última sede, Murcia, "tras el verano, en noviembre, se empezarán a abrir las salas permanentes para no tener guardados los materiales de gran valor".

 

Y es que, ha resaltado, se trata de piezas importantes por su valor material y cultural, ya que "reflejan como desde la prehistoria, pasando por la romanización, los pueblos siempre tuvieron oro y plata con un valor intrínseco que significaba poderío económico".

 

Pero no solo se trata de joyas, sino que también otros objetos "eran de lujo y se importaban y su posesión implicaba un estatus social", como espadas y vasos con ungüentos. En cuanto a la tecnología de cómo se fabricaron, ha apuntado la comisaria que "sirve para que elementos actuales puedan estar en uso", como es la soldadura.

 

El gerente de la Fundación Cajamurcia, Pascual Martínez, ha agradecido al Ministerio y al Museo Arqueológico la posibilidad de poder haber organizado esta muestra, que se podrá visitar en horario de lunes a sábado, de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 horas; y domingos y festivos, de 11.00 a 14.00 horas. Habrá también visitas guiadas los miércoles, de 11.00 a 13.00 y de 19.00 a 21.00 horas.

 

Un recorrido durante más de 2.000 años

 

En cuanto a la distribución de la exposición, el comisario Eduardo Galán ha explicado que se divide en siete ámbitos temáticos que siguen una estructura cronológica que, a su vez, se divide en cuatro grandes bloques. En concreto, hace un recorrido por la historia de la orfebrería peninsular durante más de 2.000 años, desde los primeros artesanos hasta la época romana.

 

En la primera etapa, del Calcolítico y la Edad de Bronce (5.000 a 4.500 a.C.), la tendencia era emplear el oro solo o a veces complementando a otras superficies, como la textil. Entre las piezas más excepcionales se encuentran Los torques de El Viso (Córdoba), o El brazalete de La Alcudia (Ciudad Real).

 

En una segunda etapa, hacia el 1.000 a.C., las piezas se convierten en símbolos de prestigio social, ya que para su fabricación, además de los metales preciosos, se utilizaban materiales exóticos importados como el ámbar o el marfil, al mismo tiempo que comenzaba a aparecer los primeros productos elaborados con hierro, junto a los realizados en bronce. Se puede contemplar el Tesoro de Berzocana (Cáceres).

 

Llegó después la moda de la filigrana, durante el periodo llamado Orientalizante, VII a.C., cuando apareció este nuevo concepto de joya en el que predominaba el diseño, la ornamentación y el color mediante el uso de piedras preciosas y esmaltes policromados. Un ejemplo de ello es el Brazalete de Aliseda (Cáceres).

 

Ya en la primera etapa Ibérica, hasta finales del IV a..C., la orfebrería consistió en tesoros personales hallados en ajuares funerarios, mientras que en la etapa posterior abundaron los conjuntos de joyas escondidos, como el Tesoro de Javea (Alicante).

 

Por otro lado, el oro es menos utilizado cada vez y la plata cobra relevancia como elemento de prestigio social en brazaletes y fíbulas, que servían para identificar el rango del personaje que las llevaría, como la Fíbula de Cañete de las Torres (Córdoba).

 

Los pueblos de origen céltico mostraron un proceso similar al ibérico, con pequeños adornos de metal precioso en contextos funerarios hasta el siglo IV a.C. y después, en conjuntos atesorados a partir del siglo III a.C., junto a recipientes y adornos de mayor volumen, la mayoría realizados en plata y brazaletes, fíbulas o vasos en forma de cáliz; algo que se puede apreciar en el Tesoro de Driebes.

 

En la penúltima etapa, en el norte peninsular ya la abundancia de yacimientos de oro hacen que este material sea utilizado de forma casi exclusiva. Una de las joyas más interesantes de este periodo son las denominadas diademas-cinturón, como la de Vega de Ribadeo (Asturias).

 

Para terminar, durante el siglo III a.C., ligados a la conquista romana, se aprecia ya la introducción de materiales de origen itálico, la mayoría en forma de vajilla y elementos de mobiliario de lujo. Un ejemplo que representa a esta etapa, que constituye un proceso de doble asimilación e intercambio de costumbres entre los romanos y los pueblos peninsulares, es el Conjunto de Pedroches (Córdoba).

 

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