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Foto: Juan Luis Arsuaga, a la izquierda, conversando con la consejera de Cultura y el gerente del MEH, el día de su presentación. Valdivielso
Fuente: Diario de Burgos.es | 15 de septiembre de 2013
El principal objetivo de Juan Luis Arsuaga como nuevo director científico del Sistema Atapuerca es que al Museo de la Evolución Humana no se le identifique con un «osario» o con un sitio en el que solo hay «cosas muertas», sino todo lo contrario: «El MEH es el museo de la vida, pretende celebrar la vida y la existencia de nuestra especie». De ahí que se haya propuesto elaborar un calendario de exposiciones y actividades que evidencien que Burgos tiene el único museo dedicado al Homo Sapiens, con todo lo que eso conlleva. «Este es un lugar para reflexionar, para debatir y para pensar en la especie humana. Es el museo de la especie homo sapiens, no de los neandertales. Ya hay un museo del Neanderthal. No es, ni siquiera, el museo de Atapuerca, aunque [el yacimiento] proporcione muchos temas y materiales. No hay que hablar solo de Atapuerca, sino de todo lo que nos preocupa como especie».
Partiendo de esta idea global, el arqueólogo y científico quiere conseguir que Burgos entre en el circuito de grandes exposiciones temporales coproducidas con otros museos y que el MEH se convierta en un atractivo para grandes escritores, filósofos, científicos, urbanistas, arquitectos... No habrá cambios en la exposición permanente, pero puede que sí haya en la distribución y ocupación de espacios, sobre todo en la última planta.
Después de tres años de andadura, el Museo de la Evolución Humana inicia otra etapa en la que Arsuaga quiere centrarse en la lucha contra la idea de que el centro de Caballería es un museo de huesos. Nombrado director científico del Sistema Atapuerca a mediados de julio, el arqueólogo ha estado excavando en Madrid y esta semana ha tomado un contacto más directo con el día a día del museo, a pesar de que colaboró en su diseño y planificación desde el primer día. Así, ya adelanta que en esta nueva fase que comienza habrá pocos cambios en la exposición permanente. «Por definición, hay cosas que actualizar, pero lo haremos cuando proceda. Las actualizaciones que hay que hacer ahora quizá son del texto porque ha habido otros descubrimientos posteriores, pero eso es relativamente fácil. No es mi preocupación mayor», afirma.
Los objetivos inmediatos son la organización de exposiciones temporales que renueven el flujo de visitantes, que atraigan de nuevo a personas que ya lo vieron en su momento y que, al mismo tiempo, sirvan para dar prestigio. En este sentido, Arsuaga pone como ejemplo al Museo Británico, ya que «la exposición permanente no ha cambiado, pero la gente va a ver las temporales. Ahí es donde tenemos que insistir».
En este sentido, se está trabajando en una doble vertiente: la coproducción de grandes muestras con otros museos y la elaboración propia de otras exposiciones más pequeñas y económicas en espacios más reducidos, pero que sirvan para que, con independencia de que ya se conozca el MEH, siempre haya un motivo para volver.
Y este es uno de los aspectos en los que Arsuaga considera que todavía se puede sacar más provecho de Atapuerca, ya que tiene intención de organizar más muestras monográficas con fondos propios pero no expuestos con anterioridad. «Está muy bien que haya unos fósiles emblemáticos y muy venerados, pero Atapuerca tiene material para abordar mil historias: el lenguaje, la alimentación, los ancianos, los enfermos, la tecnología... Nunca van a estar todos los fósiles en exposición, porque entonces sería un osario y es la idea que no nos interesa, pero sí espero poder insistir con más cosas de Atapuerca», explica el director científico, destacando que a esto se unirían otras grandes muestras organizadas en colaboración con otros museos. Hace tiempo que se anunció una exposición conjunta con el Museo de Arqueología de Castilla y León, pero la intención es apuntar más alto. Y aunque Arsuaga no da nombres concretos, explica que «las últimas exposiciones que he visto han sido dos de arte paleolítico, de arte mueble transportable. Una en Madrid y la otra en el Museo Británico, que ahora se exhibe en Santander, en la Fundación Botín y bueno, en el futuro vendrán aquí. Perfectamente podrían haber estado en Burgos, las dos. Pero para eso hay que estar a tiempo, antes de que se monten y coproducir. Ahora no sé cuáles estarán en marcha, tengo que establecer contactos a ver qué planificamos. A mí se me ocurren montones, pero tengo que convencer a otros».
Última planta
Siguiendo el modelo de otros grandes museos, Juan Luis Arsuaga considera que organizar una gran exposición al año (dos como mucho) y varias más reducidas y económicas ya es un buen balance para el MEH. Pero este planteamiento puede obligar a reconfigurar espacios, porque si se tiene ocupada toda la parte de abajo con una muestra, se hace necesario buscar otros espacios en los que ubicar esas otras más pequeñas y económicas a las que él alude. Entonces, una de las posibilidades que baraja es reorganizar la última planta del MEH -en la que está la librería- para que se pueda colocar allí material suficiente como para organizar otra muestra. «Es la que tiene menos cosas y en la que más se puede crecer», apunta Arsuaga, aunque matizando que esta es solo una opción entre otras porque «la idea inicial de que se dedicara a la Biosfera, al planeta me parece que sigue siendo válida. Hemos contado la evolución humana, pues contar la relación del hombre con el planeta, con la tierra, me parece que es un buen planteamiento, así a bote pronto y sin tener mayores estudios sobre el tema».
Este programa muestras temporales, propias o en colaboración con otros grandes museos, se completará con actividades que, según pretende Arsuaga, irán mucho más allá de la organización de talleres o acciones didácticas. «La idea es que el MEH no solo es un museo de prehistoria local, sino que al ser de la prehistoria global es un museo de la humanidad y de los problemas a los que se enfrenta. Y esto quiere decir que habrá iniciativas que puede que al principio parezcan un poco sorprendentes para alguien que solo identifica esta casa de acogida con los huesos», explica, matizando que todavía es muy pronto para poner ejemplos de por dónde vendrá la sorpresa, pero detallando que «aquí cabe de todo: desde la sexualidad y la reproducción, la alimentación, la energía, los transgénicos, el clima, los conflictos, los fanatismos... Todo», concluye.
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Me alegro que hayan nombrado a Juan Luis Arsuaga director científico del sistema de Atapuerca y sea el encargado del dirigir el MEH. Sus propuestas para relanzar dicho mueo son de lo más razonables y, a todas luces, necesarias. Un museo como este (máxime de tal magnitud) debe llevar a cabo, al igual que sucede en otros, exposiciones temporales que le den mayor vida y protagonismo.
Ya cuando se inauguró extrañaba un tanto que no se explicitara más claramente qué parte del museo se reservaba para exposiciones temporales, las cuales, a su vez, se suponía que formarían parte de la vida del museo, y, de hecho, algunas se han realizado, pero sin que se les diera demasiada publicidad, que es otro aspecto que se debería potenciar.
Lo malo de estas buenas intenciones que demuestra Juan Luis Arsuaga es que, quizás, no podrán desarrollarse todo lo adecuadamente que se quisiera, dado el contexto de crisis económica que todavía padecemos (y que padeceremos a buen seguro durante bastante tiempo). El desafío, por ello, es importante, y, en consecuencia, para mitigarlo, se debería buscar con más afán distintas fórmulas de colaboración con empresas privadas y entidades financieras.
En todo caso, le deseamos todas las suertes posibles a Juan Luis Arsuaga en sus amplios y difíciles cometidos.
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