Red social de Arqueologos e Historiadores
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Vaya, me alegro de que esta forma de concebir la Epigrafía se ponga por fin de moda, porque es el método de trabajo, la Epigrafía Aplicada, que vengo practicando y enseñando hace algo más de 30 años, y un paso adelante con respecto a lo que a mediados del siglo XX se bautizó como "concepto renovador" de la Epigrafía, en el que algunos se han quedado estancados, ¡cuando no en el "concepto clásico" de la época de Mommsen y el CIL! El "concepto integrador de la Epigrafía" (así lo bauticé en mi primer programa propio, allá por 1986) es el que mejor corresponde a los nuevos tiempos interdisciplinares.
Es más, el curso monográfico que diseñé e imparto en el Máster de Arqueología y Patrimonio de la UAM (que entra ahora en su cuarto año), se denomina justamente (casualidades de la vida) “EPIGRAFÍA. Métodos y técnicas de lectura, interpretación crítica del documento epigráfico y sus aplicaciones a la Arqueología y a la Historia”.
Siempre he defendido (y enseñado) que el monumento epigráfico es ante todo un monumento arqueológico, en un soporte, un material, una forma, y un contexto determinados que deben saberse valorar debidamente. Y, a la inversa, que todo arqueólogo y todo historiador de la Antigüedad, especialmente de la romana (la más habitual con mucho en la Península Ibérica), debe tener una sólida formación epigráfica, así como una preparación suficiente en el campo de la lengua de la cultura en la que trabajen. Que se puedan formar arqueólogos e historiadores de romano que no saben una palabra de latín es como ver normal la formación de historiadores de Contemporánea de España que no supieran español. Sin embargo, a pesar de esta simpleza, en las décadas recientes los sucesivos Ministerios de Educación, y ahora también las propias Universidades en el uso de su autonomía, se han empeñado a conciencia en que ni el Latín ni la Epigrafía ocuparan el lugar que merecían en la Licenciatura de Historia (ya a extinguir), como tampoco en los nuevos Grados de Historia, lo que dificulta considerablemente llegar a lo que sería óptimo y a que los alumnos de estas materias se formen como debieran.
Es más: es obvio que en los nuevos Grados de Historia muchas universidades (incluyendo, lamentablemente, la mía propia) han hecho caso omiso de lo recomendado en el Libro Blanco del Grado de Historia que elaboró la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación) en junio de 2005, en cuya pág. 96 puede comprobarse que, entrevistados casi 300 ya profesionales de la Historia y la Arqueología, valoraron el "Conocimiento de y habilidad para usar las técnicas específicas necesarias para estudiar documentos de determinados períodos (Paleografía, Epigrafía)" en 6º lugar entre 31 competencias específicas, cuantificándose su necesidad en 3,66 sobre 4.
Realmente, es inexplicable cómo a la ANECA le llegaron después tantos Grados de Historia en los que su propio Libro Blanco, así como las necesidades formativas reales advertidas por la profesión encuestada a posteriori, habían sido ignorados, y a pesar de ello este mismo verano pasado los aprobaran (se dice que forzados por el atasco de última hora para que empezaran en este mismo curso). Pero, bueno, si estos "libros blancos" sirvieran realmente para algo, este país no se llamaría España, y en resumen puede decirse que aquí "cualquier plan de estudios pasado fue mejor".
Esto (y la hora que se ha hecho) me lleva ya a la consideración final de que para lo que se propone este nuevo curso formativo en el Museo Regional de Alcalá de Henares (que, a diferencia de la costumbre en otros colegas, acabo de recomendar a mis alumnos, ¡faltaría más!) hubiera sido deseable quizá una mayor presencia entre los ponentes de arqueólogos-epigrafistas o epigrafistas-arqueólogos, esto es, de expertos que realmente hayan trabajado con frecuencia en la problemática de aplicar la Epigrafía a la Arqueología (y viceversa, aspecto éste que, en cambio, no ha sido considerado), pues veo (aquí el programa) que una parte de los ponentes hablarán no son arqueólogos o no han practicado nunca la Arqueología (si bien esta carencia es la más frecuente entre quienes se ocupan en nuestro país de los temas epigráficos...).
Pero, como dicen los chinos, el viaje más largo comienza con un primer paso, y debe ser animado, por el bien de nuestras ciencias y de quienes las estudian.
Y siempre alegra que, de una forma u otra y aunque sea con retraso, las semillas que uno siembra terminen de algún modo germinando ;-)
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