Yanet Aguilar Sosa
El Universal
Jueves 03 de abril de 2008
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Un monolito “del tamaño de un escritorio”, que tiene el grabado de un personaje descarnado —la calavera de un mono— con un numeral que marca en puntos y barras el número siete, es la prueba más contundente de que en el municipio de Las Choapas, al sureste de Veracruz, existió una ciudad maya.
Para el arqueólogo Jaime Cortés Hernández —titular del proyecto de investigación y adscrito al Centro INAH Veracruz— se trata de una ciudad que podría fecharse en el clásico medio, con un importante componente urbano. “Es un lugar densamente utilizado en el suelo, había mucha gente, a lo mejor era un centro de gobierno, una capital regional entre la costa y la cordillera, pero eso lo dirá la investigación”.
El trabajo de prospección hecho hasta ahora por los especialistas confirma que hay una relación con los mayas, probablemente a través de los zoques —una cultura sobre la que todavía se polemiza, pues hay quien hay asegura que son los herederos de los olmecas y otros que hablan de que fue un grupo maya que se desarrolló en los Altos de Chiapas—. Lo saben por las esculturas encontradas que tienen rasgos y características mayas.
El hallazgo, localizado en el ejido San Miguel de Allende, en el estado de Veracruz, en los límites con Tabasco, sería determinante para el estudio de la región maya, cuyos últimos vestigios hacia el oeste se sitúan —según las investigaciones previas— en Malpasito y Comalcalco, en Tabasco, pero nunca más allá del río Usumacinta.
Aunque parece un atrevimiento decir que hay una ciudad maya en Veracruz, el arqueólogo Jaime Cortés asegura que en esas 60 hectáreas que exploró de manera superficial, existen implicaciones iconográficas y simbólicas que confirman que la figura del monolito es un personaje divinizado. “Este tipo de personajes están en la cultura maya, no tanto en la olmeca, lo que nos amarra el dato de que hubo una dispersión cultural hacia esta parte, cercana a la costa del golfo en la región del Sotavento, que no fue precisamente olmeca”.
El arqueólogo, quien también dirigió el proyecto de la zona arqueológica de Filobobos (en el mismo estado), defiende la tesis de que fue una ciudad maya basada en los senderos, la ubicación de edificios y la posición de las edificaciones con respecto de los astros, elementos que tienen que ver más con lo semiótico (concepción propia de los mayas).
Se sabe que la región del Usumacinta y Malpasito, en Tabasco, tuvo un intenso intercambio cultural con los mayas, pero nunca se había previsto que lo tuviera con las tierras costeñas de Veracruz: “Veremos hasta dónde llegó el contacto”.
Aunque no ha habido trabajos de exploración, el arqueólogo y su equipo han registrado y localizado 120 lugares dentro de las 60 hectáreas.
El arqueólogo dice que varios de esos sitios encontrados tienen que ver con la civilización olmeca y por lo menos la sección de la cordillera, aproximadamente 30% del área explorada, tiene que ver más con la cultura maya que con la olmeca.
En esa área, pegada a la cordillera de Las Choapas, se ve el uso de plataformas naturales y elementos arquitectónicos como juegos de pelota y plazas grandes. Se encontró cerámica, pirámides aisladas, montículos, pedazos de ollas, platos, figuras de barro, cuchillos y lanzas.
Los trabajos de exploración superficial se dieron como parte de la supervisión que hizo el INAH ante la búsqueda de petróleo que realiza la Compañía Mexicana de Exploraciones (Comesa), a la altura del kilómetro 47 de la autopista Las Choapas-Raudales.
El municipio de Las Choapas tiene planeado conformar un patronato que ayude en los trabajos y a tomar decisiones; no descartan el aprovechamiento de esa riqueza cultural para el desarrollo turístico. (Con información de Erick Viveros, corresponsal en Veracruz)