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El templo se ubica en una cueva situada en la que probablemente fue comarca aborigen de Artevigua y señala los equinoccios y solsticios. Además recrea la fecundidad: a lo largo de seis meses la luz proyecta imágenes con forma fálica que se acercan a los grabados de triángulos púbicos femeninos. Se trata de una secuencia de imágenes que puede ser un diseño preestablecido por los sacerdotes-astrónomos, los faycanes. "Plantea un salto cualitativo impresionante sobre estos pueblos de los que se piensa como primitivos", explica el arqueólogo Julio Cuenca.
Fuente: EFE | 20minutos.es, 21 de abril de 2014
Fotos: Julio Cuenca.
Una cueva grancanaria, situada en la que probablemente fue comarca aborigen de Artevigua, puede revelar un insospechado conocimiento astronómico por parte de los antiguos canarios ya que, además de marcar equinoccios y solsticios, en su interior la luz recrea imágenes relacionadas con la fecundidad.
De acuerdo a la hipótesis del arqueólogo Julio Cuenca (izquierda), que ha investigado esta zona desde la década de los 90 del siglo XX, esta cueva fue utilizada como templo y además de su orientación astronómica, la luz crea en su interior un relato mitológico de fecundidad del que no hay ejemplos similares a nivel mundial. "Es como un proyector de imágenes de una cultura desaparecida", señala Julio Cuenca, pues a lo largo de seis meses la luz crea en la pared de la cueva imágenes con forma fálica que se acercan a los grabados de las paredes, cubiertas de triángulos púbicos femeninos (debajo).
Con el paso de los meses la proyección solar va cubriendo estos triángulos y según se aproxima el solsticio de verano y llega el otoño, las imágenes se transforman en una mujer embarazada y finalmente, en una semilla, asegura el investigador.
Un punto de inflexión en las teorías sobre los aborígenes
Es la primera vez que el arqueólogo ha encontrado algo parecido y en su opinión, esta cueva puede suponer un punto de inflexión respecto a las teorías que tienen por primitivos a los antiguos habitantes de las islas pues, por el contrario, apunta a unos conocimientos astronómicos "impresionantes". La cueva fue localizada por Julio Cuenca, entonces conservador jefe del Museo Canario y especializado en la investigación de santuarios de montaña de los antiguos canarios, cuando copiaba grabados en la cercana cueva de Los Candiles, en Artenara.
Es en este municipio donde el arqueólogo sitúa Artevigua, una localidad importante de los aborígenes cuyo topónimo desapareció en el siglo XVIII, previsiblemente por el afán de la Iglesia por castellanizar los nombres usados por los antiguos canarios. Sin embargo, Artevigua tuvo algún tipo de relevancia puesto que se cita en las actas del Cabildo catedral como uno de los lugares en los que más grano se recolectaba para el diezmo a la Iglesia. Julio Cuenca, que fue inspector de Patrimonio Histórico de la comunidad autónoma, explica que el lugar constituye uno de los mayores poblados de cuevas aborígenes reutilizados posteriormente por los actuales habitantes de la isla. Por ello, la cueva a la que el investigador atribuye un uso como templo se había utilizado como pajero y se había abandonado en los años 40 por desprendimientos. En la zona hay unas 21 cuevas que se habían usado para vivienda o para el ganado y de ellas, dos son muy extensas.
Una cúpula de cinco metros nunca vista
Al entrar en las mayores Cuenca vio que las paredes estaban cubiertas de grabados en forma de triángulos púbicos femeninos y además, en una en concreto, una cúpula de unos 5 metros de altura "como nunca había visto".
La cúpula contiene una especie de túnel orientado al naciente donde entra la luz solar con un evidente significado astronómico y la primera vez que Cuenca observó en ella el solsticio de verano, en 2009, fue "espectacular" ver cómo el Sol entraba y se proyectaba en el fondo, en un recorrido de dos horas sobre los grabados. La luz solar entra en la cueva a partir del equinoccio de primavera y es perceptible en su interior durante unas dos horas diarias desde marzo a septiembre, algo inusual en una construcción orientada astronómicamente.
Pero además de marcar con absoluta precisión los equinoccios y los solsticios —algo fundamental para la agricultura— Cuenca se encontró con la sorpresa de que la Luna llena en el solsticio de invierno crea una imagen en la pared. "Hay ranuras en el conducto hacia el exterior por donde entra la luz y eso hace sutiles cambios en las figuras, que logran montar una película, una secuencia de imágenes que puede ser un diseño preestablecido por los sacerdotes-astrónomos, los faycanes, y plantea un salto cualitativo impresionante sobre estos pueblos de los que se piensa como primitivos", puntualiza el arqueólogo.
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Ciertamente, un hallazgo sumamente curioso e interesante.
Puede verse un vídeo al respecto en este enlace.
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