Margarita Torres: “puedo afirmar que el cáliz que se veneraba como el de Cristo es el de San Isidoro”

Fuente: vip.revista80dias.es | febrero de 2015

Margarita Torres, profesora de Historia Medieval en la Universidad de León, nos da las claves para entender porqué el cáliz de doña Urraca tiene todas las posiblidades de ser el que los cristinanos de Jerusalén veneraban como el cáliz que usó Jesús en la Última Cena. Historia pura, basada en datos y fuentes, que se entrelaza con la del Reino de León y con la de España.

En 2014, medios nacionales e internacionales reproducían la siguiente noticia: el cáliz que se veneraba en Jerusalén como el que Jesús de Nazaret usó en la Última Cena se encuentra en León desde el año 1060. Se trata del cáliz de doña Urraca, presente en el tesoro de la Colegiata de San Isidoro. Esta afirmación tan contundente nace de un trabajo de investigación que Margarita Torres, profesora de Historia Medieval de la Universidad de León, y José Miguel Ortega, doctor en Historia del Arte, presentaron sobre el tema en forma de libro (Los reyes del Grial). Este medio se ha desplazado a León para entrevistar a Torres, que nos recibe muy amablemente en su despacho de la Facultad de Filosofía y Letras. Como testigo de la charla, la vista al pequeño valle que forma el río Torio, que junto al Bernesga, abraza a la milenaria ciudad.

En la foto, los historiadores Margarita Torres y José Miguel Ortega (derecha), y José Manuel Fernández Corral, secretario de la Fundación Monteleón, que financia el libro.

Torres se sienta tras una amplia mesa repleta de papeles, posiblemente trabajos de sus alumnos, y, quién sabe, investigaciones que pueden arrojar futuras sorpresas sobre el cáliz de doña Urraca y otros aspectos de la Historia de León. Conversar con esta profesora especializada en Historia Medieval es una delicia, porque tras cada palabra se notan los años de trabajo y se adivinan unos vastos conocimientos sobre los temas que trata. Habla sobre la investigación del cáliz con pasión, citando hechos y documentos históricos como científica que es y recordando que en ningún momento buscaron estos hallazgos y que surgieron de forma “accidental”. Un accidente que puede cambiar la Historia y ayudar a comprenderla mejor.

Cuéntenos en qué momento os interesáis por el Santo Grial y cómo relacionáis la copa de San Isidoro con el cáliz de la Última Cena.

Todo surge en el año 2010, cuando con ocasión del 1.100 aniversario del Reino de León, la Junta de Castilla y León se interesa en organizar una serie de eventos y también en potenciar unas investigaciones relacionadas con temática leonesa. A mí se me encarga que coordine un estudio con otras personas sobre las piezas islámicas que se conservan en San Isidoro. No solamente están las que se ven en la exposición de la Colegiata, sino que en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid hay muchas otras piezas que también son de San Isidoro. La colección es excepcional y la idea era cuadrar cada pieza en su justo lugar y procedencia. Es decir, hacer una especie de inventario.

Durante la realización del mismo hay un arca, el del visir Sadaqa Ibn Yusuf, una pieza de extraordinario valor única en el mundo, que es un objeto que podríamos denominar como regalo personalizado, es decir, no sólo tiene procedencia islámica, y en su caso egipcia, sino que además perteneció al entorno del primer ministro del califa egipcio Al-Mustansir. Es como un regalo personalizado de presidente de Gobierno a presidente de Gobierno. Y que este objeto estuviese en la Colegiata chocaba, porque era de Egipto. Era lógico que en San Isidoro hubiese otros objetos de Córdoba, Toledo, etcetéra, pero de unos territorios tan alejados de la Península chocaba muchísimo. No sólo eso, sino que además hay muchos más objetos de la órbita cultural fatimí y todos ellos de un momento cronológico muy concreto. Esto disparó las alarmas y había que buscar qué había ocurrido en esos años concretos para que al reino de León hubiesen llegado ese tipo de objetos tan extraordinariamente valiosos.

Entonces nos pusimos en contacto con Egipto para realizar una investigación rutinaria. En ese momento teníamos unos pequeños fondos en el proyecto y decidimos dedicarlos a enviar a un investigador que entrara en estas instituciones. Durante su estancia de un mes él no ve nada anormal, pero un día nos llama y nos dice que había una serie de documentos que estaban dentro de una caja que había consultado previamente, con poemas de Denia y otros textos vinculados con la ciudad. Ahí aparecieron dos pergaminos que narran una historia que fue lo que nos hizo cambiarlo todo.

¿Qué dicen esos pergaminos?

Los dos son del siglo XIV, son originales musulmanes, son fatimíes, y están en Egipto. El primero de ellos informa que un cronista árabe muy conocido recoge la noticia de algo que ocurrió a mediados del siglo XI. En ese momento hay una hambruna en Egipto y su califa pide ayuda a todo el Islam. Le contesta el emir de Denia, por interés económico, que le manda una serie de barcos cargados de víveres. En agradecimiento, el califa de Egipto le dice que le pida cualquiera de sus riquezas y el emir de Denia le reclama la copa con la que Cristo ofició la Última Cena con sus apóstoles, que se encuentra en Jerusalén. Y se describe hasta esta copa que está en un nicho, con una cortinilla y protegida con hombres santos. El califa le pregunta para qué la quiere y el emir le contesta que para entregársela al rey de León, Fernando I, porque le interesa mantenerse a bien con él, al que denomina Ferdinand al Kabir, emir de Liyun, es decir, no hay posibilidad de error, la traducción es Fernando el Magno, rey de León.

El califa accede, pero en el documento también se dice que la comunidad cristiana [de Jerusalén] se coge un cabreo impresionante, porque es el objeto más preciado de la cristiandad. El miedo de la comunidad cristiana hace que le pidan al califa, como favor, que la persona que lo lleve en sus manos no sea un musulmán, sino un cristiano. Y en ese momento, un obispo franco, del occidente de Europa, se dice que viene de Yiliquilla, y esto es la bomba, porque es el nombre único y exclusivo que recibe el Reino de León en las fuentes islámicas.

Un segundo fragmento, que estaba junto a este documento, nos narra un acontecimiento en tiempos de Saladino. Y nos dice que Saladino tenía una hija que estaba muy enferma, cosa que se sabía, y que esta enfermedad de grandes hemorragias le lleva a buscar una solución para su hija. Saladino conoce que el gobernador de Egipto tiene en su poder una pequeña esquirla que su antepasado, un siglo atrás, hizo saltar indignamente con una gumía de la copa de Cristo que viajó hasta el extremo de España. Con lo cual se tiene constancia de que la copa llegó a España y de que a la copa le dieron un golpe que hizo saltar un pequeño cachito.

De repente miramos cuando ocurre esto y sucedió en tiempos del califa cuyo primer ministro es el dueño del arca que está en San Isidoro. Es decir, objetos de ese mismo momento histórico concreto llegaron a León.

¿Cómo fue ese momento en el que descubrís que el pergamino egipcio describe el camino recorrido por la copa de San Isidoro entregada al rey Fernando?

Es una sensación muy difícil de describir. Te cambia la vida. Te lo estoy contando ahora y se me ponen los pelos de punta. Nosotros no lo fuimos a buscar, sino que surge accidentalmente. A mi es un tema [el del santo Grial] que me gustaba como medievalista, pero tampoco es que me fascinara particularmente. Fue empezar con una investigación rutinaria y de repente, por hacer las cosas bien académicamente, te devuelve esta noticia que es espectacular. Y entonces llegó una segunda parte, que es cuando vista la noticia, incuestionable, porque está dicho por musulmanes, en el siglo XIV y los documentos se encuentran en Egipto, nos ponemos a buscar.

Llegó un objeto y tenemos constancia por las arcas, pero tenía que ser un objeto coetáneo a los tiempos de Cristo, al que tenía que faltarle un trocito y que debía estar en San Isidoro. Ahora el museo está cambiado, pero en el momento en que hicimos la investigación, el Cáliz de doña Urraca estaba con el resto de objetos islámicos. Sabíamos, por investigadores anteriores, que se había datado la copa de doña Urraca, la parte superior, como romana.

Es muy difícil transmitir esos seis metros en los que vas caminando hacia la copa y pensando, por una parte, “que le falte la esquirla”, y por otra parte, “que no le falte”, porque nadie nos iba a creer [lo dice riéndose]. Al acercarse y verlo en detalle, se percibe que le falta un trocito a la copa. Ahí fue cuando empezó nuestro estudio monográfico del cáliz.

En 2010 se desmontó el cáliz, se hizo una réplica, y al desmontarlo se procedió a sacar la parte superior de la copa. Y ahí nosotros iniciamos un estudio desde el punto de vista histórico, arqueológico, cronístico, documental, literario. Es decir, revisamos todas las fuentes que existían, porque no es que sólo tengas una copa romana, ya que Roma era un imperio amplísimo y hay muchas similares. Además, ésta es una copa buena, pero tampoco extraordinariamente buena, digamos que es de clase media. Cierto que le falta un fragmento, una esquirla, y, además, se ve claramente que es por un golpe. Es decir, que coincide con lo que te dicen [los textos que se encontraron en Egipto] y eso identifica esta pieza con la que vino de Jerusalén. Pero, ¿es el cáliz de Cristo? Porque esa es la gran pregunta.

Cáliz de doña Urraca en la Colegiata de San Isidoro de León | Foto: David Fernández

Cáliz de doña Urraca en la Colegiata de San Isidoro de León | Foto: David Fernández

Cuando he leído vuestro trabajo, y sin ser un experto, el recorrido histórico del Cáliz que más dudas me suscita es el del periodo que media entre su presencia en Jerusalén y su aparición en Egipto.

Eso es; ese es el punto clave. Nosotros no hemos perdido nunca de vista que somos científicos. Entonces yo te puedo afirmar que el cáliz que se veneraba en Jerusalén como cáliz de Cristo es el de San Isidoro. Pero hay unos siglos que están en blanco, para nosotros y para todos. Y quien te diga que los tiene clarísimos te está mintiendo, eso es falso.

Ese lapso se siglos se produce en parte porque, primero, el cristianismo es una religión perseguida, no hay que olvidarlo, es la época de los martirios. Segundo, porque el emperador Diocleciano dio orden de quemar textos cristianos, por lo que si hubo fuentes, han desaparecido. Este vacío va a estar siempre, salvo que aparezca algo tipo Qumrán [los rollos del Mar Muerto producidos por una secta judía y que son el testimonio más antiguo de la Biblia hebrea] o Nag Hammadi [una colección de textos de los primeros cristianos descubierta en Egipto en 1945]. Salvo esa suerte maravillosa…

Entonces, nosotros empezamos nuestra historia desde el año 33 hasta mediados del siglo XI y viceversa. Puede parecer lo mismo, pero no lo es. Nos dividimos fuentes griegas, armenias, latinas. Hay unos siglos con cero datos, sabemos que se celebra la Última Cena, con esa duda sobre si es pascual o no, y después no hay más datos. Pero, también sabemos que lo que se nos vende oficialmente, que san Pedro es el jefe de la Iglesia, según los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles, no es tal. Realmente, el epicentro, a la muerte de Cristo, de la Iglesia es Santiago [el Mayor], el hermano de Cristo. Entonces, supuestamente los objetos más cercanos de Jesús se los quedaría su familia, ergo la coherencia lleva a pensar que estarían en Jerusalén. Pero es una hipótesis, no es teoría, y no puede serlo nunca. Lo que parece absurdo es que saques los objetos más sagrados, se los entregues a una persona [se refiere a San Pedro] que está peleada contigo y con San Pablo y le mandes al corazón de tus enemigos [Roma] con los objetos bajo el brazo. Es un absurdo, por lo que parece coherente que la copa siguiese en Jerusalén, aunque siguen esos años en blanco.

Luego no hay que olvidar que con el emperador Constantino el cristianismo adquiere carta de libertad y que con Teodosio, el emperador español, se convierte en la religión del imperio. Aquí nos movemos en el filo del año 400, cuando los cristianos sacan pecho, porque ha cambiado todo. Y justo después de esto aparecen nuestras primeras fuentes. Esto da cierta solidez, porque cuando los cristianos pueden hablar libremente, lo hacen. A partir del año 400 lo que constatamos, que fue nuestra inmensa sorpresa, porque ninguno de nosotros había trabajado temas de Iglesia previamente, es que desde ese año, ininterrumpidamente hasta mediados del siglo XI, se habla de que el cáliz está en Jerusalén. Te dicen que está en el Santo Sepulcro, que tiene capilla propia, te dicen incluso que es de ónice, que los papas fueron variando la liturgia de cálices que se usaban, que se le pusieron asas… La pieza en cuestión de doña Urraca se nota que ha tenido varios rebajes y que previamente también ha estado recubierta con algo o con añadidos, es decir, que ya venía de allí con esa modificación.

Que sea el mismo material que el del cáliz de San Isidoro, que esté en Jerusalén como te dicen los musulmanes, además de forma ininterrumpida, en el mismo lugar donde te dicen ellos y que le faltara la esquirla fue como decir: la que desde el año 400 se venera como copa de Cristo, es decir, la que toda la cristiandad ha venerado como tal, esa es la copa que forma parte del cáliz de doña Urraca.

Desde el punto de vista de la arqueología, ¿el cáliz de doña Urraca cuadra con los que se usaban en la zona de Jerusalén en el siglo I?

Yo un día se lo decía a un sacerdote: ni mi compañero ni yo somos teólogos y tenemos los primeros años en blanco. Pero lo que sí podemos afirmar como científicos es que el cáliz que se veneraba como el de Cristo, que además es de tiempos de Cristo, es éste [señala una imagen del cáliz de doña Urraca en su libro]. Por su lado, la parte arqueológica es extraordinariamente sorprendente, porque las piezas de este estilo se datan por tipología y nuestra pieza se corresponde con una Ritterling Hofheim, es decir, coetánea de los tiempos de Cristo.

Hay otro aspecto que es interesante. ¡Y qué daño ha hecho el cine! [Torres señala un cartel que tiene pegado en la pared de su despacho sobre la película “Indiana Jones y la última cruzada”]. Recuerdo una entrevista con un periodista nórdico en la que me decía que el cáliz de Cristo era el de un carpintero y, por lo tanto, tiene que ser de madera y pobre. ¡Pero esto lo dice Steven Spielberg en una película! Lo importante es la liturgia judía (y Jesús es judío y rabino), que indica claramente que los cálices no pueden ser ni de madera ni de cerámica. Por lo tanto, sea carpintero o hijo del rey Herodes, es imposible litúrgicamente que un rabino judío utilizara un cáliz de madera o de cerámica. Y sin entrar en que la palabra “carpintero” está mal traducida en los Evangelios. Jesús no era carpintero, sino teknon, que es distinto.

Entonces, desde el punto de vista de la liturgia judía, el cáliz de doña Urraca cuadra. Pero luego te planteas que, en el siglo XI, cuando el reino más poderoso de la Península Ibérica es el de León, que es el amo de la política peninsular y ante cuyo rey se arrodillan las taifas, su hija doña Urraca de Zamora coge una copa romana, rota y vieja, la hija del hombre más poderoso de su tiempo, y le dona sus joyas personales, incluida su corona para que hagan un cáliz relicario en el que esa copa romana y vieja queda protegida de tal manera que se apoya una copa de oro, de tal forma que el sacerdote que oficia en ningún momento ponga los labios en la copa romana rota. Y está claro que la reina sabe qué es esa copa.

Y otro detalle, a mi compañero [José Miguel Ortega del Río], que es historiador del arte, siempre le había llamado la atención que el panteón de San Isidoro, ergo, un lugar de muertos, tuviera como escena central la última cena. Una pintura que tiene una serie de cosas sorprendentes. Tienes a Jesús oficiando, pero es el único que no tiene copa. El resto de los apóstoles las tienen marcadas claramente y todas son blancas, es decir, metálicas. Y hay un personaje en una esquina, propio de la iconografía religiosa del momento, que se llama Marcial el Copero, que le ofrece a Jesús, por el cruce de miradas, una copa idéntica en forma y en color a la de doña Urraca. Es decir, los reyes de León saben que tienen la copa de Cristo y además quieren que todos, en una cultura como la medieval, que es visual, sepan que ellos son los poseedores de la copa de la Ultima Cena.

Marcial el copero, pintura en el panteón real de San Isidoro | Foto: David Fernández

Marcial el copero, pintura en el panteón real de San Isidoro | Foto: David Fernández

Sobre esto también quería preguntarle, porque es indudable que la familia real sabía de la procedencia de ese cáliz. Entonces, ¿por qué lo ocultan?

Nosotros nos hicimos la misma pregunta y lo hablamos muchísimo. Y quizá el problema es que lo vemos desde la perspectiva del siglo XXI. Si te pones en la piel de esta gente, el propio rey que lo recibe (Fernando I), cuando es niño, sabe que el reino de su padre ha sido atacado por los musulmanes y arrasado. Él mismo ha dado muerte en combate a su propio cuñado y a su hermano. Deja en testamento el reino dividido en tres y su propio hijo mayor declara la guerra a los otros dos, entre ellos al rey de León. Y doña Urraca en medio.

Después, el rey de Castilla invade León. Con posterioridad, el rey de León consigue recuperar el trono y vienen unos años de paz, que son los del Camino de Santiago. Pero deja una hija, también llamada Urraca, que se casa con un señor, llamado el Batallador, que entra a sangre y fuego en Sahagún, tortura de una manera brutal a los campesinos del monasterio más importante del reino, entra en San Isidoro, roba la patena del cáliz, roba las cruces de san Isidoro, el frontal de oro y las coronas de los reyes. Te hablo de cuarenta años después de que el cáliz haya llegado. Y, después de esto, tienes una guerra civil entre ellos, que da paso a unos pocos años de paz, que coinciden con el momento de los trovadores, y después otra gran guerra, con un nuevo ataque a León. Las tropas acaban a tres kilómetros de la ciudad, destrozando la judería más importante del reino y provocando un saqueo en la biblioteca judía de Puentecastro. Avanzas un poco más y el reino de León desaparece, integrándose en Castilla.

Es una historia de un peligro muy cercano. Tanto, que en San Isidoro te han robado. Y luego, en el siglo XIX, llegan los franceses, que despojaron las sepulturas de los cadáveres de nuestros reyes, las usaron como abrevaderos de caballos, prendieron fuego a los retablos, cogieron documentos y los quemaron… Entonces, los reyes, ¿por qué lo ocultaron? Primero, por esta situación de peligro. Segundo, porque los documentos que se conservan en San Isidoro tienen un vacío muy significativo y es que apenas hay documentos de tiempos de Fernando I, doña Urraca y Alfonso VI. ¿Qué pudo ocurrir? Hay mil explicaciones. Una: que llegase un francés, cogiese el primer libro de un montón y lo echase al fuego para calentarse una tarde de invierno. Hay mil razones por la que se pueden haber perdido.

¿Qué pueden aparecer? Yo ya no pongo la mano en el fuego por nada, porque pueden surgir datos. Sí que es cierto que, en las fuentes islámicas, se dice que el emir de Denia trajo el cáliz aquí y que le ardía en las manos y se la envió al rey porque estaba haciendo un cofre de piedra para la copa. Si tú miras San Isidoro, es un magnífico estuche de piedra. Además, San Isidoro tiene privilegio de exposición del santísimo 24 horas desde época medieval, que sólo tienen Lugo y dos sitios más. Y hay otra cosa muy curiosa: los reyes de León, en el siglo XII, cambian el Camino de Santiago y no lo hacen pasar por donde lleva discurriendo históricamente desde hace siglos, sino que lo desplazan para que pase por delante de San Isidoro y lo rodee. ¿Por qué la monarquía leonesa obliga a que todos los peregrinos pasen por delante de San Isidoro y no por delante de la catedral?

¿Qué nos puede contar sobre la literatura acerca del Grial?

Bueno, la parte literaria te pone los pelos como escarpias. En la Edad Media la cultura básicamente está en manos de las élites y, a nivel popular, se difunde visualmente y por los trovadores y juglares. ¿Cuándo nace el mito del Grial? Tres poetas, Chrétien de Troyes, Von Eschenbach y Robert de Boron, te dicen que el Grial está en España, que el rey que posee el Grial se llama rey de España. Los únicos monarcas en toda la historia medieval peninsular que se llamaron reyes de España son los reyes de León. Por lo tanto, estos poetas ya te están haciendo un guiño espectacular.

También te dicen que el primero que lo posee se lo deja a su hijo, que muere muy joven y pasa a Anfortas. Fernando I deja el trono a su hijo, don Sancho, que efectivamente murió muy joven, y pasa a Alfonso VI. Este rey, para los que han estudiado el mito del Grial, siempre lo han identificado con Anfortas. Además, en las fuentes literarias se nos dice que Anfortas recibe una herida por un lanzazo en la pierna, propinada por un musulmán, que le deja cojo de por vida. Y es que Alfonso VI recibe un lanzazo en la pierna, en la batalla de Sagrajas por un musulmán que le deja cojo de por vida. Sigues un poco más adelante y te dicen que Anfortas tiene el reino amenazado por los moros y por eso pide ayuda a los caballeros europeos, que vienen a convertirse en los reyes del grial. El único hijo varón de Alfonso muere, tiene una hija, y todos los caballeros de Europa vienen buscando la mano de esa hija. Y el que se case con ella se convierte en rey de León o del Grial. Y, por si es poco, los poemas también relatan lo que se llama el cortejo de la doncella del Grial que, cuando los grandes caballeros vienen y hablan con Anfortas, éste les dice que la mujer que custodia el Grial es una doncella virgen, es decir, sin casar, de linaje real que lleva el Grial y lo describen físicamente: es de piedra, adornado con oro y con joyas.

Entonces piensas: ¿qué es doña Urraca? Una mujer, que no se casó nunca, de linaje real y que donó sus joyas para enriquecer la copa. Y si tienes que describir el cáliz de doña Urraca, porque lo ves, claramente es un cáliz de piedra adornado con oro y con joyas. Es decir, coincide hasta en eso y te encuentras con que la doncella del cortejo del Grial es doña Urraca y el objeto el que la literatura alude con el término Grial es idéntico al que describiría cualquier persona que viese el cáliz de doña Urraca. Así que a partir de ese momento piensas que quizá tan desconocido no fue, sólo que habíamos perdido las claves para interpretarlo y nos habíamos dejado llevar por algo que los españoles tenemos muy metido en la cabeza: que estas cosas no nos pueden suceder a nosotros. Porque cuando hablas con los ingleses, el Grial es su tema, pero cuando analizas “sus griales” no resisten ningún análisis riguroso.

Además, si se piensa con un poco de lógica, si en algún sitio tenía que acabar la copa, debía ser en España, porque los reinos cristianos de la Edad Media eran los adalides de esta religión frente a los reinos musulmanes.

Y tiene sentido, hasta donde surgen los poemas, porque primero pasa el Camino de Santiago por España. Segundo, por las redes de parentesco de nuestros reyes [con otros monarcas europeos]. Así que, contextualizado, es lógico que los trovadores que sirven a esos grandes señores les cuenten esa historia. Y ellos la adornan. Pero las claves están. Y luego hay un dato básico: cuando llegan los caballeros cruzados con sus manuales de viaje a Jersualén se dan cuenta de que el cáliz no está y les dicen que se encuentra en Occidente. Y es cuando nace el mito del cáliz de Cristo.

Me parece también interesante el papel de las mujeres, a través del Infantado y de la protección de la memoria de la Corona y de este tesoro. ¿Qué papel juegan las mujeres realmente? ¿Qué era el Infantado? ¿Por qué se crea?

Es fundamental. El Infantado es una institución femenina. Es que la historia de León es una historia extraordinariamente interesante y que te ayuda a comprender la historia de España. Y en muchos aspectos, muy puntera: León fue el germen de muchas libertades que en la Edad Media eran ilógicas.

En el siglo X, los reyes de León crean para sus hijas la figura del Infantando. El rey donaba unos señoríos para que de esas rentas la infanta viviera independientemente, es decir, para que la mujer no tuviera que casarse para poder ser libre. Lo cual es espectacular. Segundo, la convierte en custodia de la memoria del linaje, es decir, es ella el pilar de la legitimidad dinástica. Tercero, la mujer se convierte también en árbitro del reino en la política leonesa. Y en caso de tensiones entre hermanos y reyes, son ellas las que deciden. La primera dómina del Infantado, doña Elvira, lleva el título hasta de reina y fue regente del reino y ante ella, vestida de soldado, se arrodilló el conde Castilla. Tienes el caso de nuestra Urraca, la reina de Zamora, la adversaria del Cid, que es el árbitro del momento; tienes también a doña Sancha, que es la hermana del emperador Alfonso VII, que se dice en las crónicas clarísimamente que él mandaba, pero que su mejor consejera era ella.

Entonces, es un protagonismo femenino extraordinariamente interesante que te habla de algo que habría que estudiar mucho más, que es la fascinante institución del Infantado y que recuerda a la famosa doncella del Grial, porque en la literatura son mujeres las guardianas del Grial y en San Isidoro son mujeres las guardianas del Grial. Y no varones, cosa curiosa en una sociedad feudal.

Y ¿qué es lo qué pasa para que este tesoro no se dé a conocer?

Pues pasa una cosa muy curiosa. A nosotros nos pilló muy de sopetón y la difusión mundial que ha tenido esto es espectacular. Yo he trabajado muchos años con los medios, pero a estos niveles no, y de repente hemos ocupado páginas en Der SpiegelThe TimesThe Guardian… Los políticos matan por tener su minuto de protagonismo y de repente les regalas una noticia cultural positiva, que ocupa portadas y telediarios en todo el mundo… Yo sí te puedo decir que desde la Junta de Castilla y León, en nuestro estudio se nos apoyó y nunca se nos puso ningún problema. Antes al contrario, sólo podré hablar bien de ellos. A nivel de ciudadanía, de diez, los ciudadanos lo tienen muy asumido y quieren sacar rendimiento a esto. Después, desde el punto de vista del ayuntamiento de León, no lo entiendo ni lo entenderé. Ha sido una negativa brutal y no quieren saber nada de este tema. Es inexplicable.

Y luego hay una cuestión básica: tenemos un Camino de Santiago que pasa por León, tienes unos monumentos que están en León, tienes todo el establishment ya hecho. Y, a mayores, tienes el Grial… ¿Quién lo ha visto muy claro y muy bien? Rita Barberá [acaldesa de Valencia], que se ha dado cuenta de que ahora hay un estudio que demuestra, con argumentos históricos serios, salvando los años primeros en los que no se sabe nada, que quien tiene más boletos para ser el cáliz, por lo menos el venerado, es el de León. Y Rita Barberá se ha puesto las pilas: ha potenciado, ha contratado empresas de marketing, porque después viene la parte económica-turística. Y esto genera visitantes que desayunan, comen, cenan, duermen… ¿Por qué todo esto el alcalde de León no lo ve? [Margarita encoje los hombros]

¿Crees que aquí se acaba la investigación o que puede seguir?

Se va a seguir. Porque están apareciendo cada vez más cosas y te das cuenta que investigándolo más en profundidad incluso pueden surgir nuevas pistas e ir completando un poco mejor la historia.

Y luego está lo que podríamos denominar la otra parte: que nosotros estamos dispuestos a escuchar contrargumentos, pero racionales. No alguien que salga y diga que no aparece en tal crónica: es que las crónicas se escriben al dictado de quien las paga. Nuestra idea es organizar un congreso en el que sea bienvenido gente que lo estudie, gente que lo divulgue, gente que lo ataque. Nosotros somos científicos, que es algo que no vamos a perder nunca de vista. Y si hay algo que no cuadra, vamos a investigar si puede encajar o no. Y, si te equivocas, te equivocaste. Somos científicos.

Lo que desde luego no hacemos es crear una historia que sea “la leyenda hecha tradición cuenta que…” ¿Y dónde me lo prueba? Ah, es que no hay fuentes. “Y se dice y se cuenta que…”

También estamos siguiendo la pista en otros reinos europeos, porque estamos convencidos de que tiene que haber más claves fuera de aquí. Nos encontramos en contacto con especialistas americanos y del mundo anglosajón para ver qué tipos de hilos se pueden sacar y de dónde tirar. De momento hemos tenido frutos sorprendentes, por ejemplo, la parte del cortejo del Grial nos ha venido de EEUU. Una editorial muy prestigiosa va a publicar un libro sobre el tema en inglés y nos llamaron la atención diciéndonos que no éramos conscientes de que esa pequeña frase que dejábamos pasar es importantísima, porque si incidíamos un poquito más en ello veríamos la relación que hay con todos los mitos de la doncella del Grial. Y ahí hemos abierto un camino de investigación muy bueno en cuestiones de literatura medieval.

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