Investigadores trabajan en el yacimiento de Tell Qarassa Norte, al sur de Siria, durante la campaña del pasado año. Foto: CSIC.



Un equipo de 15 investigadores españoles de la Institución Mila i Fontanals (CSIC) de Barcelona está dirigiendo una campaña en Siria para investigar la transición entre los últimos grupos nómadas de cazadores y recolectores, así como las primeras sociedades sedentarias de agricultores y ganaderos. Este proceso tuvo lugar en Oriente Próximo, China, Perú y México entre el 12.000 y el 6.000 antes nuestra Era.



Vía: SINC | 14 de mayo de 2010



La expedición científica se desarrolla hasta el 23 de junio. Durante este tiempo, el equipo excavará los yacimientos Qarassa 3 y Tell Qarassa Norte, al sur de Siria, cerca de la ciudad de Sweida. El primero alberga restos de los últimos nómadas y el segundo de los primeros sedentarios. Allí están investigando los procesos por los que las poblaciones nómadas se convirtieron en sedentarias durante el Neolítico y cómo surgieron las necrópolis.



“Pretendemos entender el cómo y el por qué de los cambios que propiciaron el paso de los últimos cazadores–recolectores, a los primeros agricultores y ganaderos. Frente al paradigma dominante, que considera que los cambios surgieron en focos concretos y posteriormente se expandieron, pretendemos reforzar una explicación alternativa que remarca la interacción entre los diversos grupos de la zona”, explica Juan José Ibáñez, coordinador del proyecto.



Estos trabajos de campo forman parte de la segunda campaña de investigación sobre los procesos de domesticación de animales y cereales, la estructura de los primeros poblados estables y los rituales de enterramiento de estas sociedades.



Una reconstrucción climática

El equipo español también recogerá datos que permitan realizar una reconstrucción climática del final del Pleistoceno e inicios del Holoceno, y determinar si este cambio climático influyó en el paso del nomadismo a la sociedad sedentaria.

Los científicos también van a hacer un análisis genético de poblaciones para determinar si la difusión de la cultura neolítica se debió al intercambio de ideas entre los pueblos de la zona o al desplazamiento de las poblaciones.

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Una información más completa y detallada la podemos ver a continuación:

Los yacimientos arqueológicos de Siria, en el Próximo Oriente, están aportando nuevos datos para comprender el proceso hacia el neolítico en esa zona.



Cereales silvestres. Investigar los inicios de la domesticación de la naturaleza



Vía: CSIC | 20 de Abril de 2010

Los cereales se encuentran entre las primeras plantas que se empezaron a cultivar, dando origen a la agricultura. Las muestras de cereales silvestres encontrados en los asentamientos de Siria, fruto de varios proyectos en los que participa el CSIC, son el rastro de las primeras experiencias agrícolas entre las últimas sociedades cazadoras-recolectoras. A partir de éstos y otros hallazgos, la investigación arqueológica puede cambiar sensiblemente la visión actual del proceso hacia el neolítico.



Hace poco más de 10.000 años se produjo un cambio fundamental en el modo de vida de las poblaciones humanas. Las sociedades empezaron a dejar de basar su subsistencia en la caza y la recolección de frutos y raíces, para producir alimentos, gracias a la introducción de la agricultura y la ganadería. La transición entre estas sociedades es uno de las mayores intereses científicos que plantea la arqueología actual. Los investigadores de la Institución Milà i Fontanals (CSIC) contribuyen al conocimiento de las transformaciones que se produjeron en aquel entonces con el estudio minucioso de diferentes yacimientos arqueológicos cerca de Homs, en Síria centro-occidental y en la zona de Sweida, en Siria del sur.



Como parte de esta investigación, los estudios arquebotánicos aportan datos sugerentes para la interpretación. El análisis detallado de las especies botánicas asociadas a los diferentes asentamientos, y especialmente de las especies de cereales y de otras plantas que empezaron a cultivarse, parece indicar que los cambios que se produjeron en el modo de subsistencia de las últimas sociedades cazadoras-recolectoras podrían tener su principal causa en cambios ideológicos y sociales, más que en cambios de tipo climático, como sostiene la interpretación actual.



Neolítico: los tiempos estaban cambiando

El Próximo Oriente -junto con China, en Asia, y México y Perú, en América- es uno de los focos de aparición y de irradiación del Neolítico. Entre 12.000 y 6.000 años a.C. tuvieron lugar una serie de cambios que transformaron profundamente las poblaciones humanas que vivían en esas tierras y dieron inicio al Neolítico. El principal cambio que se asocia al Neolítico es la domesticación de la naturaleza: con la introducción de las prácticas agrícolas y ganaderas se empezaron a producir alimentos. Con ello, se abandonó progresivamente el modo de subsistencia que había utilizado la Humanidad desde sus inicios, hace 2,5 millones de años, que se basaba principalmente en la caza y en la recolección de una amplia variedad de recursos comestibles. También tuvieron lugar otros cambios importantes como la sedentarización de las poblaciones, el aumento demográfico, la producción artesanal y las construcciones de culto.



Todas estas transformaciones se han relacionado con un cambio de clima, acaecido en el final de Pleistoceno (2,5 millones de años – 12.000 años) e inicio del Holoceno (época geológica actual), que habría determinado la adopción de las prácticas de domesticación para garantizar el abastecimiento de alimentos.

Actualmente, frente a esta explicación, en el ámbito académico, están surgiendo cada vez más voces que, sin olvidar la importancia asociada al cambio de clima, favorecen los factores de tipo social y cultural para explicar la transformación hacia el Neolítico.

En este sentido, las investigaciones que desarrolla el grupo que dirige Juan José Ibáñez en la Institución Milà i Fontanlas (CSIC) en varios yacimientos arqueológicos cerca de Homs y de Sweida, en Siria, refuerzan la hipótesis de una transformación lenta, en vez de abrupta, y social, más que climática.

Además, frente a las interpretaciones que señalan que las nuevas formas de vida se generaron en focos geográficos precisos con expansiones posteriores, se propone un modelo de cambio basado en la interacción cultural entre grupos humanos asentados en una amplia zona geográfica (el Creciente Fértil). Los estudios arqueobotánicos resultan sugerentes para ilustrar la transición de las sociedades cazadoras-recolectoras a las sociedades agricultoras y ganaderas en el Próximo Oriente.

Foto: Siega experimental de cereales silvestres en Yebel Drouze.

Domesticar los cereales

El trigo, la cebada y el centeno fueron las primeras especies de cereales que se empezaron a cultivar. Para domesticar estas especies fue necesario actuar sobre el ciclo natural las gram íneas silvestres, ejerciendo un control sobre su crecimiento y reproducción.



De manera natural, las gramíneas silvestres maduran hacia el final de la primavera, a tiempos y ritmos diferentes. Las espigas empiezan a amarillear desde su parte superior y a medida que las espiguillas (contenedoras del grano) maduran, se van desprendiendo de la planta. En las especies domésticas, en cambio, los mecanismos reproductivos están inhibidos y las espigas maduran todas a la vez y se mantienen enteras aunque estén amarillas.



Los restos de cereales encontrados en los yacimientos arqueológicos de Próximo Oriente, indican que la transición en los cereales, desde las formas silvestres hasta las netamente cultivadas, fue lenta. En los yacimientos más antiguos, entre 12.500 y 9.800 a.C., se han encontrado restos de cereales silvestres asociados a las últimas sociedades cazadoras recolectoras (natufienses). Parece que los primeros cultivos de cereales se realizaron entre 9.700 y 9.300 a.C., pero, en éstos, las semillas cultivadas todavía eran morfológicamente silvestres y no fue hasta 8.300 a.C. que los cereales cultivados fueron morfológicamente domésticos.



Parece que el proceso de domesticación no se produjo de modo consciente y que, seguramente, tuvo gran importancia el modo de siega que utilizaban las sociedades cazadoras-recolectoras. Había que segar antes de la maduración, cuando el grano estaba formado pero la planta no había amarilleado. Eso debió favorecer la selección “involuntaria” de los mutantes espontáneos que presentaban inhibidos los mecanismos de reproducción y que, en condiciones naturales, no se hubieran reproducido. Los investigadores del Departamento de arqueología y antropología de la Institución Milà i Fontanals (CSIC) centran parte de su investigación a estudiar estos aspectos en los yacimientos natufienses de Jeftelik y Qarassa 3 y neolíticos de Tell Qarassa y Tell al Marj, en Siria. Para completar los estudios arqueobotánicos, en la próxima campaña que llevarán a cabo, a partir de Mayo, realizarán un análisis genético de los cereales encontrados que permitirá comparar las variedades de cereales a lo largo del proceso de domesticación.



Redes de intercambio

De manera general, se acepta que el abastecimiento de alimentos a partir de las prácticas agrícolas transformó para siempre las relaciones económicas, demográficas y sociales de las sociedades humanas. Sin embargo, las recientes investigaciones que se están desarrollando en el Próximo Oriente, en las que participa el equipo que dirige Juan José Ibáñez (izquierda, CSIC), sugieren una visión sensiblemente distinta de este fenómeno. Esta corriente de pensamiento sostiene que precisamente fueron cambios de tipo social y cultural los que llevaron a la agricultura.

Parece que las últimas sociedades cazadoras recolectoras establecieron intensas relaciones de intercambio con otras comunidades. Este intercambio, que se supone de carácter esencialmente ritual, podría haber ejercido una notable influencia en la explotación de los recursos naturales. Sería este hecho, junto con la aparición de cierta autoridad individual o colectiva en la estructura social, el que habría favorecido una organización de los trabajos colectivos y, con ello, la intensificación de la explotación de los recursos silvestres y la aparición de la agricultura.

En este contexto, paralelamente al establecimiento de los primeros cultivos de cereales, y de leguminosas, disminuyó la economía de amplio espectro, es decir, aquella que se abastecía de una amplia variedad de recursos comestibles en el campo y en el bosque, siendo progresivamente sustituida por la economía agrícola.



Laura Valls
Unidad de comunicación científica.
Delegación del CSIC en Cataluña
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No puede discutirse que el proyecto de investigación arqueológica que se recogen en estas notas informativas resulta sumamente interesante por lo que tiene de cambio de paradigma sobre la interpretación de los inicios de la agricultura en tiempos neolíticos.

Unas conclusiones que ya se nos habían adelantado a finales del pasado año, según recogíamos en el post "La agricultura y la ganadería no surgieron en el Neolítico de una ...

Estamos, pues, ante una vuelta del calcetín, ante todo un cambio del revés sobre las tradicionales concepciones que se venían manteniendo al respecto, pero que obliga a depurar o explicitar mucho más esas causas sociales y culturales que motivaron el cambio en los modos de subsistencia de las sociedades cazadoras-recolectoras.

De momento, la teoría de las de redes intercambio, junto con la aparición de cierta autoridad individual o colectiva en la estructura social que habría favorecido una organización de los trabajos colectivos y, con ello, la intensificación de la explotación de los recursos silvestres y la aparición de la agricultura, se presenta muy sugerente, pero, ni que decir tiene, que se hace necesario desarrollarla y dotarla de mayor contenido.

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