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Un estudio del catedrático de arqueología Tomás Mañanes defiende que el cultivo de la vid y el vino aparecieron en la provincia en la época romana.
El vino no se empieza a producir en la Meseta Norte, y especialmente en lo que hoy se corresponde con la provincia de Zamora hasta que se desarrollan los asentamientos romanos, campamentos militares o ciudades. Es el objeto del trabajo realizado por el catedrático de arqueología de la Universidad de Valladolid Tomás Mañanes Pérez, con orígenes familiares en San Cristóbal de Entreviñas, en un estudio recientemente publicado en una revista científica y titulado precisamente «El vino en la Cuenca del Duero en la época romana».
Fuente: Carlos Gil | La Opinión de Zamora.es, 24 de junio de 2011
Mañanes cree que antes de esa fecha no parece probable que se cultivara la vid. «Hay teorías que ponen el vino en épocas mucho más antiguas en ciertas zonas. Pero si el vino hubiese existido antes de llegar los romanos hubiéramos encontrado restos de esa cultura vitivinícola, en forma de recipientes, prensas o utensilios relacionados con ella. Lo que aparecen son recipientes más grandes, posiblemente relacionados con la cultura de la cerveza», opina Mañanes quien reconoce que cada cual «trata de llevar el agua a su molino».
El arqueólogo señala, no obstante que «en la cuenca del Duero, en la Meseta Norte, es a través de la conquista romana cuando comenzamos a saber que existe el vino, aunque no sea citado nunca como algo que se cultive en la zona. Sin embargo, en la Edad Media está ampliamente constatado».
El vino, señala el estudioso, «es típico de la alimentación del soldado» romano. Sin embargo, ninguna de las etnias preexistentes a su llegada, como pueden ser en el caso de Zamora los vacceos, astures y betones «ni de los populi (civitates) de la cuenca del Duero lo cultivaba, ya que en el oeste se habla de "vino de cebada" entre los lusitanos y de los galaicos se dice que beben cerveza». En cuanto a los vacceos, se piensa que no tenían aceite ni vino seguramente por «el modo colectivista agrario de cultivo de la tierra, que no lo permitía, dado que ésta se sortea». Entre los vacceos existía un colectivismo agrario, en el que había la costumbre de dividir el campo por suertes cada año; luego se trabajaban las parcelas según el sorteo, y lo cosechado se ponía en común; por último se daba la parte necesaria para el sustento «a cada cual y se castigaba con pena de muerte al que ocultara algo».
Y uno de los ejemplos de este colectivismo agrario vacceo se da en la zamorana Tierra del Pan, señala el estudioso.
Foto: Campamentos y ciudades. El número 5 corresponde a Zamora, el 7 a Toro, el 8 a Montamarta-Castrotorafe, el 9 a Bretó, el 10 a Milles y el 11 a Castrogonzalo.
«Podemos pensar que al final de la conquista de la Meseta, (por parte de los romanos) se introducen los tres productos típicos mediterráneos, nuevos en la zona, como la vid, el olivo y la higuera, que reciben su impulso definitivo con la pax romana» del emperador Augusto. Este emperador se lanza a la conquista del noroeste galaico-portugués rico en oro e inicia las llamadas guerras cántabro-astures, que traen consigo la utilización de siete legiones de forma simultánea, unos 35.000 a 40.000 hombres «acostumbrados a tomar vino», y quizá de algunas alae y cohortes auxiliares. Los campamentos se sitúan al sur de la Cordillera Cantábrica, entre ellos el de Rosinos de Vidriales (Poetavonium) con la Legio X Gemina, o el situado al Sur del Duero entre Villalazán y Madridanos (Zamora), cerca de la ciudad romana del pago de El Alba (Albocela), en Villalazán. «Por todo ello podemos pensar que los castra y las ciudades impulsaron el cultivo de la vid y el consumo del vino, típico de la cultura romana, que se ve reflejado más tarde en el cultivo medieval, ya que a partir de la época augustea el vino es muy citado, al menos en el sur. Más aún el impulso de su cultivo se debe a que el vino estaba reconocido como alimento y energético, singularmente entre las clases modestas, en Italia durante el Alto Imperio. Podemos pensar que también en Hispania tenía este reconocimiento; por lo que quizás se deba a esto su cita, en el mismo sentido, en la regla de San Benito tiempo después».
Las ciudades y los campamentos debieron impulsar el cultivo del vino, ya que Domiciano (año 92), no solo prohíbe que se planten viñas en provincias, a fin de impulsar el trigo, sino que ordena la destrucción de la mitad de ellas.
Foto: Campamento de Petavonium, en Rosinos de Vidriales, donde estuvo la Legio X Gemina romana.
Encontrar pruebas que ratifiquen esta hipótesis no es tarea fácil, debido a la ausencia de referencias escritas del vino en la Meseta. Hay sin embargo «esculturas de los dioses de la tierra, que nos pueden hacer pensar en el cultivo del vino», entre otras el «pequeño busto de bronce del dios Baco procedente del campamento romano de Rosinos de Vidriales. Mide 8,5 centímetros de altura y está colocado sobre una peana decorada con hojas. Está coronado por hojas de vid y con una piel de cabrito anudada sobre el hombro izquierdo». Hay también un «busto de Sileno en bronce, hallado en la Dehesa de Misleo, en Moreruela de Tabara (Zamora). Mide 4,5 centímetros de altura. Solo se conserva parte de la cara y la zona del arranque de las espaldas. En la cabeza se nota la barba, una frente puntiaguda, que continúa calva, con los cuernos romos y las orejas de equino». Cita también otros elementos de más difícil datación o procedencia extraña, como la cabeza de Mársias, o sátiro anciano, de mármol, hallado cerca del llamado camino de la "Rosaleda", junto a Benavente, donde no aparece ningún tipo de resto arqueológico, por lo que se plantea la posible procedencia del palacio de los condes de Benavente». Y también «la parte inferior de una pequeña estatua del dios Pan o un sátiro, en mármol, hallado en el monte de San Miguel de Gros, en Toro. Mide 40 centímetros de altura. Aparece en una finca propiedad de los Condes de Villalonso, de los que se sabe que trajeron estatuas de Italia».
En el siglo III el cultivo del vino se recupera y de esa época son otros restos, como «en Rosinos de Vidriales, donde hay un campamento y aparece una estatua de Baco». En este siglo «hemos de contar además con el cristianismo, ya que los cultivos del olivo y la vid se potencian con el desarrollo de la doctrina cristiana, al ser ambos productos utilizados uno para el ritual de la unción y otro para el culto, ya que en la misa el vino es indispensable, pues debe celebrarse con él».
Lo mismo ocurre en los siglos IV y V, donde el cristianismo se convierte en religión oficial y además continúa la presencia «del ejército, hasta su disolución, en el castro de la Legio VII Gemina y en el castellum de la Cohors Secunda Flavia Pacatiana de Rosinos de Vidriales».
Es a partir de la repoblación medieval, de la repoblación mozárabe primero procede del Sur de España, y a través de los monasterios cistercienses, cuando se produce la repoblación de viñedo de la cuenca del Duero.
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