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Foto: Pintura rupestre de leones en la Cueva de Chauvet-Pont d´Arc (Francia)
Hallados los restos de un festín de hace 300.000 años
Vía: Público.es | Marta del Amo | 18 de junio de 2010
Hace 300.000 años, "el hombre era el verdadero rey del ecosistema", dice José María Bermúdez de Castro, director del "Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana" y codirector de las excavaciones de Atapuerca. El experto explica así el hallazgo de unos restos fósiles examinados por el equipo de la excavación, y que sugieren que los Homo heidelbergensis que vivían en la sierra de Atapuerca (Burgos) incluían a los antiguos leones en su dieta. El estudio español se publicará en agosto en la revista "Journal of Archaeological Science".
En el nivel TD10 de la Gran Dolina de Atapuerca, que tiene una antigüedad de entre 350.000 años y 250.000 años, los investigadores han encontrado restos del esqueleto de un león de las cavernas (Panthera leo fossilis). "Las marcas en los huesos sugieren que las vísceras fueron extraídas del animal", explica Bermúdez de Castro. Los investigadores creen que este dato indica que el animal fue cazado, ya que si hubiera muerto antes, otros depredadores habrían llegado en primer lugar.
Foto: Aspecto de Panthera leo fossilis
Un felino gigante
El ejemplar de esta especie extinta de león medía más de dos metros y "pesaba unos 300 kilos", señala el codirector de las excavaciones. No obstante, el gran tamaño de este mamífero no fue un obstáculo para convertirse en pieza de caza para los Homo heidelbergensis.
Los hombres de entonces medían 1,80 metros y "tenían una gran potencia física", comenta el paleoantropólogo. Por lo tanto, "no resulta extraño que un grupo de cuatro cazadores pudiera hacerse con una de estas piezas", añade. Este miembro de la familia humana se considera un ancestro del hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis).
La caza de leones no es muy habitual para el ser humano, "aunque algunas comunidades actuales de masais realizan esta práctica", afirma Eudald Carbonell, también codirector de Atapuerca y coautor del estudio. Sin embargo, para los Homo heidelbergensis "la caza de este ejemplar fue un suceso aislado", asegura Bermúdez de Castro. Además, la condición de gran depredador que ostenta el león hace que su presencia sea relativamente reducida. Las comunidades de estos felinos no suelen superar las decenas, mientras que las poblaciones de sus presas, como los ciervos, pueden llegar a miles.
Las víctimas más habituales de aquellos parientes extintos de los humanos actuales eran los corzos, gamos "e incluso rinocerontes", añade Bermúdez de Castro. De hecho, el nivel donde se ha realizado el hallazgo contiene miles de restos de estos animales.
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Foto: La investigadora Ruth Blasco. IPHES.
National Geographic, que también se hace eco de la noticia de la mano de la antropóloga Ruth Blasco (participante en el estudio referido), menciona que fueron 17 los huesos encontrados de Panthera leo fossilis con marcas en los huesos que evidencian el descarnamiento de los mismos, así como roturas para extraerles la médula.
Marcas de descarnamiento en los huesos. Foto: JAS, Elsevier
Al mismo tiempo, se apunta que no se descarta que el león hubiera muerto por causas naturales, o que fuera muerto en defensa propia de los H. heidelbergensis, o por la disputa de una presa.
Para la zoo-arqueóloga Maria Stiner, de la Universidad de Arizona, existen otras evidencias durante Pleistoceno Medio y Superior de caza de grandes carnívoros en pequeñas cantidades, y, además, es coherente el hecho con la necesidad de no desperdiciar ninguna oportunidad de comida.
Sin embargo, para el antropólogo de la Universidad de Connecticut, Daniel Adler, no hay evidencia clara de en qué condiciones se encontró el Homo heidelbergensis con el susodicho león. Aduce que son muy pocos los huesos que quedaron del león, por lo que cabe concluir que otros animales carnivoros pudieron haberlo matado primero, y que algunas de las marcas provienen de carnivoros no humanos.
A ello argumentan los investigadores de Atapuerca que tales marcas fueron realizadas por pequeños animales carroñeros, después de que los Homo heidelbergensis hubieran terminado con el festín.
Una explicación que no convence a D. Adler, el cual se reafirma en su tesis, y, en todo caso, se suma a la idea de que muy posiblemente el león estuviera enfermo o herido. Para él, "Es simplemente muy arriesgado emprender una empresa tan comprometida como esta con un león en perfectas condiciones físicas", al tiempo que agrega que el objetivo de conseguir carne de león, o un prestigio iniciático en su caza, habría palidecido ante el alto riesgo de muerte.
Ahora bien, para los investigadores del trabajo en cuestión, no se han encontrado evidencias de enfermedad o de lesiones en los restos de los huesos del león. Simplemente, hay que admitir que este hallazgo demuestra que el Homo heidelbergensis estaba en la situación más alta de la cadena alimentaria.
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Particularmente he decir que a mí tampoco me sorprende nada que los H. heidelbergensis fueran capaces de cazar fieros leones prehistóricos, aun cuando el riesgo de su caza fuera evidente.
No hace mucho leíamos en el post publicado por Claudio Palomino que los Neandertales de la Cueva de Maltravieso (Cáceres) cazaban hienas para alimentarse, un carnívoro que tampoco es desdeñable en cuanto a su peligrosidad. Una información que, a pesar de considerarse excepcional (tal como se refleja en este artículo de Discovery News), no deja ser un dato sumamente revelador.
Foto: Pintura rupestre de hienas en la Cueva de Chauvet-Pont d´Arc (Francia)
Y, por si fuera poco, hace unos días leíamos en "Science Daily" cómo un grupo de investigadores de la "Universidad John Hopkins" había realizado un estudio en el que se concluía que homínidos del norte de Kenia, de hace dos millones de años (por tanto, mucho más frágiles y mucho menos operativos que los Homo heidelbergensis) cazaban incluso cocodrilos e hipopótamos como parte de su dieta, lo cual, dicho sea de paso, habría contribuido -gracias a sus proteinas y grasas- de modo importante en el desarrollo del tamaño del cerebro.
En resolución, no cabe duda que es raro comprobar que se den casos, durante todo el Paleolítico, de homínidos que practiquen la caza de carnívoros, pero no se puede descartar que se dieran como hechos ocasionales.
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Foto: Pintura rupestre de leones de las cavernas
Un artículo interesante, al respecto de toda esta cuestión, es el siguiente:
González Echegaray identifica al hombre paleolítico como el 'gran superdepredador' de su época
Vía: lukor.com | 25 de noviembre de 2009
Joaquín González Echegaray Foto: A. FERNÁNDEZ
Joaquín González Echegaray, doctor en Historia y Arqueología y director del Instituto para Investigaciones Prehistóricas, ha clausurado el 18º Ciclo de Conferencias sobre Prehistoria de Puente Viesgo, donde señaló que en el Paleolítico "había muchos depredadores pero el superdepredador era el hombre, que defendía su territorio y atacaba y se ensañaba con sus competidores y no precisamente para alimentarse, sino más bien para someter e imponer su supremacía a otros animales".
La ponencia, que giró sobre el hombre del paleolítico y su condición de gran depredador de su época, cerró de manera oficial el calendario de 13 conferencias programado este verano en Puente Viesgo por la Sociedad Prehistórica de Cantabria, que ya prepara el ciclo del próximo año, según recalcó su presidente, José María Ceballos, antes de la charla.
González Echegaray reafirmó su argumento con el hallazgo de gran número de huesos de depredadores encontrados en las cuevas prehistóricas de la Cornisa Cantábrica, como los de osos, hienas, lobos y leones de la época, de los que dijo "no eran cazados para comer porque su carne no era apropiada para ello, ya que para alimentarse cazaban otro tipo de animales, como los ciervos".
Para Joaquín González Echegaray, el hombre paleolítico contaba con "el odio ancestral del superdepredador con otros depredadores" y "una cierta agresividad inseparable de la raza humana porque hemos sido depredadores y superdepredadores, sobre todo antes de la revolución neolítica y de que el ser humano empezara a domesticar animales y extendiera la agricultura".
El ponente subrayó que el hombre prehistórico fue "un depredador en estado puro pero sin riesgo alguno para la ecología, ya que no destruía la naturaleza, sino que estaba plenamente integrado en ella y ayudaba a conservarla".
En este sentido, el actual director del Instituto para Investigaciones Prehistóricas aclaró que "aunque se han encontrado depósitos de gran cantidad de huesos de animales en las cuevas, las investigaciones confirman que no corresponden a grandes matanzas, sino más bien a que se acumularon con el paso del tiempo".
El afamado prehistoriador cántabro aprovechó su argumentación sobre el carácter depredador del hombre paleolítico para repasar la amplia y variada fauna de aquella época en la Cornisa Cantábrica, cuando había incluso varios tipos de grandes carnívoros (dos razas de leones), de grandes herbívoros (dos de mamut y también de rinoceronte), además de bisontes, uros, ciervos, renos, rebecos, jabalíes y un gran número de pequeños mamíferos.
DIETA VARIADA
Joaquín González Echegaray matizó que "el hombre paleolítico, como omnívoro que era, no sólo se alimentaba de carne de grandes o pequeños herbívoros; también se alimentaba de pescado (salmón, lucio o mule, entre otros) y está documentado que comía desde grosellas a frambuesas, moras o avellanas".
El ponente desmintió la creencia de que el hombre prehistórico fuera carroñero, tal y como aseveran algunas teorías que lo identifican más como tal que como cazador.
En este sentido, puntualizó que "aunque circunstancialmente podían alimentarse de animales muertos, no podían ser carroñeros, y en esto hay ahora una cierta coincidencia científica, porque está claro que el ser humano no podía competir en un banquete de carroña, luchando con otros animales para hacerse con ella, y además tampoco tiene la dentadura adecuada para triturar los huesos ni estómago para digerir carne en descomposición".
Por el contrario, el investigador cántabro se decantó por un hombre paleolítico predominantemente cazador, en un principio "oportunista" porque "en el Paleolítico Medio y comienzos del Superior, los estudios confirman que cazaba lo que podía sin más".
De todos modos, Joaquín González Echegaray, agregó que, con el paso del tiempo, a partir del Solutrense, los cazadores se especializaron y, en el Magdaleniense se centraron en la captura de los ciervos porque "eran abundantes, menos peligrosos que otros animales, su carne y su piel eran de gran calidad y por su tamaño se podía trasladar a la cueva para descuartizarlos en ella".
Esta progresiva especialización de la caza se observa, argumentó el ponente, en la evolución de las técnicas y los proyectiles utilizados en una época donde no hay constancia de la existencia de arcos y flechas, aunque sí de puntas de madera de lanzas en el Paleolítico Inferior.
Las excavaciones arqueológicas confirman el hallazgo de muchas más puntas y proyectiles de variados materiales correspondientes a la época del Paleolítico Medio, desde las elaboradas con sílex a las de muesca, aunque en el Magdaleniense es cuando se observan las primeras realizadas con asta de animales y con hendiduras para agregarlas veneno.
Estimado Sr. Nelson:
Siento decirle (o decepcionarle) que la noticia sobre la posibilidad de que los H. heidelbergenseis cazaran leones prehistóricos (Panthera leo fossilis) no guarda ninguna relación con la hipótesis de que hubieran cruzado el Estrecho de Gibraltar. Son dos cuestiones muy distintas. Sencillamente, los Homo heidelbergensis ya estaban instalados en Europa, como especie, sin necesidad de haber atravesado el Estrecho de Gibraltar (si bien, es verdad, esta sigue siendo una posibilidad con la que se viene especulando desde hace tiempo, pero de la que todavía no hay pruebas fehacientes, ni para los H. heidelbergensis ni para especies anteriores o posteriores).
Apreciado Sr. Jorge:
El uso del fuego por parte de los homínidos se cree que comenzó a usarse (de un modo no circunstancial) hace unos 800.000 ó 750.000 años, con el Homo erectus, tal como lo demuestra el yacimiento arqueológico de Gesher Benot Ya'aqov, ubicado en el Norte de Israel (ver información aquí).
A partir de este dato, puede Ud. suponer que los H. heidelbergensis conocían el uso del fuego. Sin ir más lejos, en el norte de España, en el municipio de Cestona (Guipúzcoa) se encontraron evidencias de que los H. heidelbergensis tenían capacidad para utilizar el fuego.
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