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Una mujer vendiendo patatas en un mercado cerca de Manila en 2011. Los portugueses llevaron esta planta hasta las Filipinas desde el Caribe. Ted AljibeAFP / Getty Images
Fuente: Science | Lizzie Wade | 21 de enero de 2013 | Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae
Los europeos recorrieron océanos y continentes durante la época de las exploraciones en busca de territorio y riquezas. Pero cuando llegaron al Pacífico Sur, se encontraron con que habían sido vencidos por un viajero más humilde: la patata dulce. Ahora, un nuevo estudio sugiere que la genética de esta planta puede ser la clave para desentrañar otra gran época de exploraciones, una que es anterior a la expansión europea en varios cientos de años y que sigue siendo un enigma antropológico.
Los seres humanos domesticaron la patata dulce en las tierras altas del Perú, alrededor de 8000 años atrás, y generaciones anteriores de investigadores creen que los exploradores españoles y portugueses introdujeron su cultivo en el sudeste de Asia y el Pacífico a comienzos del siglo XVI.
Pero en años recientes, los arqueólogos y lingüistas han acumulado evidencias que respaldan otra hipótesis: los marineros polinesios premodernos navegaron en sofisticadas canoas hasta llegar a la costa oeste de América del Sur y se llevaron la patata con ellos al volver a casa.
Los polinesios tenían sofisticadas canoas de doble casco construidas para viajes en alta mar. Un artista, a bordo del barco del capitán Cook, hizo un dibujo cuando llegaron a Hawai. Wikimedia.org
La muestra carbonizada más antigua de su cosecha fue hallada por los arqueólogos en el Pacífico con una datación alrededor del año 1000 d.C., cerca de 500 años antes del primer viaje de Colón. Y lo que es más, la palabra referida a la "patata dulce" en bastantes lenguas polinesias se parece mucho a la palabra quechua para esta planta.
Sin embargo, estudiar directamente el linaje genético de la patata dulce se ha demostrado difícil. Los comerciantes europeos exportaron variedades de patata dulce de México y el Caribe al Pacífico, y estos tipos se mezclaron con las variedades más antiguas de Polinesia, oscureciendo su historia genética. Por tanto, es complicado aplicar información obtenida en las muestras modernas a variedades antiguas sin un control prehistórico.
Pero ahora un equipo de investigadores que trabaja con el Centro de Ecología Evolutiva y Funcional de Francia, CIRAD, un centro de desarrollo e investigación agrícola francés, ha identificado un control temporal: las muestras de patata dulce conservadas en herbarios reunidos por los primeros exploradores europeos que visitaron muchas de las islas de Polinesia. El estudio, que aparece publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), proporciona una fuerte evidencia de contacto prehistórico entre Polinesia y Sudamérica.
Mediante el análisis de marcadores genéticos específicos, tanto en muestras de patatas dulces modernas como en especímenes de herbarios más antiguos, los investigadores descubrieron diferencias significativas entre las variedades que se encuentran en el Pacífico occidental en comparación con el Pacífico oriental. Este hallazgo apoya la llamada hipótesis tripartita, la cual sostiene que la patata dulce fue introducida en la Polinesia en tres ocasiones: primero, a través del contacto entre polinesios premodernos y América del Sur; segundo, por los comerciantes españoles que navegaron hacia al oeste desde México; tercero, por comerciantes portugueses que procedían del este del Caribe. Las variedades española y portuguesa terminaron en el Pacífico occidental, mientras que la variedad de América del Sur más antigua dominó en el Pacífico oriental, lo que explicaría las diferencias genéticas que el equipo francés observó.
La patata dulce realizó tres viajes independientes al sudeste de Asia. Los polinesios probablemente la introdujeron en el año 1.100 d.C. (lineas en rojo). Las líneas en azul (españoles) y amarillo (portugueses), indican la introducción de otras variedades alrededor del año 1.500.
Cortesía de Caroline Roullier / PNAS
La decisión de analizar especímenes de herbarios antiguos ha sido "innovador" y proporciona una prueba más fuerte para la hipótesis tripartita, dice el arqueólogo Patrick Kirch, de la Universidad de California, Berkeley, que no participó en el estudio.
El autor principal Caroline Roullier (izquierda), enfatiza que, si bien su análisis genético por sí solo no es prueba de que los polinesios premodernos tuvieron contacto con América del Sur, sí apoya firmemente la existencia de las evidencias arqueológicas y lingüísticas que apuntan a esa conclusión.
"Es la combinación de los diferentes tipos de pruebas lo que es realmente convincente", dice.
El antropólogo Richard Scaglion, de la Universidad de Pittsburgh, en Pennsylvania, está de acuerdo:
"Todas las líneas de evidencias vienen juntas... lo que realmente fortalece el caso" para el contacto polinesio con América del Sur.
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