Red social de Arqueologos e Historiadores
Vía: SCIENCE FAIR | Elizabeth Weise | 9 de marzo de 2011 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)
La agricultura no tiene sentido. Los libros de texto nos dicen que el cultivo y el pastoreo se produjo porque ello permitió a los humanos el acceso a alimentos más abundantes. Pero un análisis muestra que, en realidad, tales actividades son cerca de un 50% menos eficientes que el estilo de vida cazador-recolector, el cual fue reemplazado en cuanto a la producción de alimentos. Los primeros agricultores comían menos y eran más pequeños y menos saludables que sus homólogos nómadas.
¿Por qué entonces los seres humanos hicieron el cambio a la agricultura, el motor de la civilización humana que nos dió las pirámides, los imperios y, finalmente, el iPod?
Más niños y la guerra, es la respuesta que proporciona el economista y profesor Samuel Bowles (izquierda), del Instituto Santa Fe en Nuevo México, en un artículo editado esta semana [pasada] en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias.
Hace unos 12.000 años, al final del Pleistoceno y comienzos del Holoceno, algunos grupos de cazadores-recolectores comenzaron a cultivar los campos y criar manadas de animales. Esto se llamó "la revolución del Holoceno", y una revolución es lo que fue. Pero Bowles calcula que, en realidad, todo esto no significó mucho debido a los propios individuos. Dada la capacidad limitada de aquellos productores originales, una hora de trabajo daba como resultado aproximadamente 1.041 calorías por valor de retorno en forma de alimentos. En cambio, para los cazadores-recolectores, la cifra es de 1.662 calorías por hora de trabajo.
Mantener una pequeña parcela agrícola sí tendría sentido, calcula Bowles. Obteniendo la mayoría de los alimentos de la caza y el forrajeo, pero dejando caer algunas semillas o raíces en la tierra, para volver sobre ella más tarde, no conllevaba un costo enorme y podía añadir un suplemento de seguridad alimentaria.
Pero el cambio por completo hacia la agricultura significaba más trabajo por menos calorías. Así que ¿por qué más del 99% de la humanidad hizo el cambio? Bowles sugiere que en algunas zonas, donde las condiciones son especialmente ventajosas, las actividades agropecuarias podrían tener una utilidad, probablemente como un complemento de la alimentación. Pensemos en el Creciente Fértil o el Delta del Nilo.
Aquellos pueblos eran también más pequeños, menos saludables, según el registro arqueológico. Pero una vez comenzó la agricultura, dos cosas la pusieron en primer plano, sugiere el artículo.
Los agricultores podían tener más hijos, porque al bajar su movilidad bajaban los costes de crianza de los mismos. Las mujeres de los cazadores-recolectores tenían que llevar a sus hijos mientras buscaban alimentos. En cambio, los agricultores no lo hacían. Más niños entre los agricultores podría haber "contribuido a un intenso aumento de la población relacionada con el cultivo", dice el documento.
Pero, quizá, lo más interesante es que la guerra puede haber sido el factor que realmente nos empujó hacia el arado. En su artículo, Bowles escribe:
"El hecho de que la riqueza agrícola (productos almacenados y la ganadería en particular) fuera objeto de posible saqueo, pudo haber inducido a los grupos de agricultores a invertir más intensamente en armas y aprovechar su mayor densidad de población, lo que les permitiría invadir y, eventualmente, sustituir a los grupos vecinos rivales".
El cambio hacia la agricultura también podría haber tenido un efecto en el temperamento humano, sugiere Bowles en un curioso apartado. Los estudios han demostrado que en las culturas donde hay algunos pueblos agrícolas y algunos pueblos que continúan con un estilo de vida de forrajeo, tal como en el Amazonas y Madagascar, los agricultores son menos impacientes.
"Consistente con la opinión de que la agricultura sería poco atractiva para las personas impacientes, se observa que, entre los Mikea de Madagascar, aquellos que trabajaban en el forrajeo mostraron tasas más altas de impaciencia que los agricultores en los experimentos conductuales llevados a cabo".
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Por su parte, Brian Fagan (izquierda), profesor emérito de arqueología en la Universidad de California, en Santa Barbara, declaró a "El Nuevo Herald" que las ideas de Bowles eran "provocativas y fascinantes".
Ya se sospechaba que la agricultura en sus albores no era necesariamente más productiva, dijo Fagan, quien no participó en la investigación.
"Lo que (Bowles) hace es llamar la atención sobre los factores sociales y demográficos que contribuyeron con tanta importancia a la propagación de la agricultura. Es una aportación útil al debate sobre los orígenes de la agricultura que ha estado presente por generaciones", añadió.
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Hay que advertir que la autora de este artículo, Elizabeth Weise, lo titula "¿La agricultura nos empujó a la guerra?", pero, si nos fijamos bien, lo que el profesor Bowles sostiene es que fue al revés, es decir, fue la guerra la que nos empujó a coger el arado, lo cual es significativamente distinto (aparte de las ventajas demográficas y sociales que, según su tesis, se derivaban de la praxis agrícola).
En cualquier caso, como bien dice el profesor Brian Fagan, es este un asunto (las causas del origen de la agricultura) que genera múltiples debates y teorías. La que presenta el profesor Bowles, poniendo el énfasis en la guerra, se inscribe, desde luego, en un horizonte muy plausible, pues, como todos sabemos, han sido precisamente los conflictos bélicos los que han provocado multitud de avances tecnológicos a lo largo de la historia de la humanidad.
Hace poco veíamos la teoría del profesor Brian Hayden en la que se indicaba que la necesidad de elaborar y consumir cerveza, en un entorno condicionado y motivado por la exigencia de establecer relaciones sociales, grupales, festivas, etc., habría provocado el desarrollo de la agricultura cerealística y, por ende, del proceso civilizatorio.
Incluso, podemos también recordar la novedosa propuesta del Ian Gilligan, profesor de la Escuela de Arqueología y Antropología en la Universidad Nacional de Australia, el cual sostiene que la agricultura no se originó por la necesidad de procurarse más y variados alimentos, sino por la necesidad de procurarse fibras textiles con las que confeccionar algo tan imprescindible como son las vestimentas, tal como podemos leer en este enlace y en este otro.
En fin, teorías sugerentes y originales estas dos últimas, pero que, a mi juicio, palidecen ante la que presenta el profesor Bowles. Sin embargo, no faltarán en el futuro nuevas ideas al respecto. Máxime, porque, en última instancia, muy seguramente fueron varias las causas que conspiraron, cada una con arreglo a su importancia, para que surgiera el fenómeno de la agricultura.
Cuál serían los pasos anteriores a la agricultura ?¿ El aumento de la población hizo que la recolección no fuera suficiente para todos o se produjo antes la agricultura que el aumento de población?
Lo que no admite dudas es que con la agricultura aumentó la población .Esto explicaría que un pueblo tan agrícola como el Vacceo no necesitó asentarse en ninguna de las montañas que circundan la Meseta Norte debido en parte a este fenómeno, aunque sufriera de vez en cuando visitas no deseadas de sus vecinos los montañeses ¿menos numerosos y menos agrícolas?
Sr. Augusto:
Desde mi punto de vista, una cosa es que los contextos bélicos (que pueden adoptar mayor o menor intensidad, y luego hablaremos de ello) propicien el desarrollo de nuevos conocimientos científicos y tecnológicos, y otra cosa es el derrumbe o involución (como Ud. lo llama) de determinadas civilizaciones debido a diversas causas (y no sólo a la guerra).
El derrumbe de la Grecia post clásica (que es lo que supongo quiso decir, por cuanto el apogeo de la cultura griega se produce durante su período clásico) no puede considerarse, a efectos científicos y tecnológicos, como una involución, dado que el nivel de conocimientos que existía al respecto es incorporado por la cultura romana.
Y otro tanto podría decirse del nivel de conocimientos científicos y tecnológicos cuando se produce el derrumbe del imperio romano (y no sólo por las guerras derivadas de las invasiones bárbaras, aunque sea un aspecto fundamental), los cuales se incorporan, en términos generales, en las etapas siguientes de la llamada Edad Media (y no digamos ya en pleno Renacimiento), los cuales vuelven a alcanzar su desarrollo cuando las condiciones socioeconómicas y políticas maduran lo suficiente para que sea posible (y, en general y curiosamente, debido a contextos bélicos).
El derrumbe de la civilización maya no viene tampoco como consecuencia exclusiva de los efectos de la guerra, sino que es el resultado de un modelo socioeconómico ineficaz de explotación de los recursos. A este respecto, véase esta nota informativa.
En el origen y desarrollo de la agricultura, tomando como posible explicación los contextos de guerra, éstos pueden adquirir dos formas, básicamente. La directa e indirecta. Es decir, no necesariamente la guerra directa puede provocar el desarrollo científico y tecnológico, sino que los contextos llamados de "guerra fría" pueden propiciarlos igualmente, y aún más si cabe (el invento de lnternet, por poner un ejemplo a mano y conocido, nace precisamente de un contexto de "guerra fría").
En este sentido, un contexto bélico de lucha por los recursos entre diferentes grupos de cazadores-recolectores podría haber conllevado (naturalmente, tras sucesivas etapas de experimentación previa) que algunos de ellos decidieran apostar por la sedentarización y el cultivo de la tierra y cría del ganado, como una forma no sólo de evitar un conflicto bélico permanente en similares condiciones de igualdad que podría llevar al colapso de todos ellos (al disponer de otro tipo de recursos alimenticios, los agrícolas), sino también porque dicha apuesta podría permitirles disponer de unos recursos más estables, y, a la larga, de unos excedentes con los que poder alimentar a una mayor población de la que surgirían fuerzas combatientes (que ya no tendrían que dedicarse solamente a obtener el alimento diario en la caza o en la recolección) con la función de proteger tanto esos excedentes como la de apropiarse de las tierras y recursos de los vecinos rivales.
Sr. Ernesto:
La pregunta de qué fue antes, si el incremento demográfico que permitió el cultivo agrícola o el cultivo de la tierra lo que permitió ese incremento, es siempre una cuestión recurrente, y, por tanto, muy debatida.
Tal como lo veo, la mejor opinión de dicho proceso causal (que se presenta actuando en ambas direcciones) es la que proporciona Jared Diamond en su obra "Armas, gérmenes y acero", al definirlo como un "proceso autocatalítico", es decir, como un proceso positivo de realimentación, el cual se acelera cada vez más una vez que ha empezado.
Saludos cordiales
Sr. Guillermo:
Lo que niego es que se pueda considerar como regla que la guerra produzca avances tecnológicos en una civilización. En algunos casos puede hacerlo, como demuestra nuestro pasado reciente o la historia de la República Romana; en otros, la guerra es más de lo que pueden soportar y la civilización se derrumba. Los ejemplos que he puesto, que no son los únicos, creo de demuestran lo que afirmo.
Al referirme a los años oscuros de la Grecia preclásica aludía a la caída de la civilización Micénica, que era griega tal como testimonia la lengua escrita en "lineal B". Los ciclos homéricos (considerando como tales no sólo "La Odisea" sino también a los relatos que narran el destino posterior de los protagonistas de la guerra de Troya y que llegaron a la época clásica) refieren después de Troya un mundo convulso, sumido en guerras constantes. Hacia principios del siglo XII aC esa sociedad compleja, de ciudades con palacios, había involucionado a una sociedad de aldeas fortificadas.
También se puede hablar de involución en Europa Occidental a partir del siglo V dC. Llevó largos siglos readquirir la tecnología y la organización que eran corrientes en Roma ya en el siglo II aC. Es un ejemplo que tenemos ante nuestros ojos: el contraste entre las construcciones romanas y las pocas que se han conservado de la alta Edad Media es dramático.
En cuanto a la civilización Maya, creo que responde al mismo patrón. Luego de siglos de atesorar conocimientos, hacer tributarios a sus pueblos vecinos y haber creado grandes ciudades, a la llegada de los españoles se habían vuelto un pueblo que vivía en pequeñas aldeas independientes dispersas en un vasto territorio.
Es una cuestión apasionante y, creo, que nos atañe también a nosotros. La pregunta sería ¿podría una guerra ser lo suficientemente cruenta como para provocar el derrumbe de nuestra propia civilización haciendo que se pierda la mayor parte de los conocimientos tecnológicos que hemos adquirido hasta ahora?
Lo saludo agradeciéndole su post y el comentario
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