Los científicos propusieron que esta criatura —cuya edad geológica es desconocida, pero que es claramente primitiva y tenía un cerebro del tamaño de una naranja— había deliberadamente colocado a sus muertos allí. Muchos expertos consideran que este comportamiento es exclusivo de nuestra propia especie, Homo sapiens, con mucho la más inteligente.
Ahora, una investigadora, que no ha formado parte del estudio original, ha publicado la primera crítica formal en una revista científica sobre esa provocadora interpretación de los restos. Los miembros del equipo que hicieron el descubrimiento refutan sus críticas, pero otros observadores piensan que algunas de las mismas son válidas, y que el equipo aún tiene que presentar un caso convincente de que Homo naledi deliberadamente disponía los cuerpos en la cueva.
Los fósiles de Homo naledi fueron descubiertos por espeleólogos en una cámara a 10 metros bajo tierra en Rising Star. Para llegar a este santuario, llamado la cámara de Dinaledi, los exploradores tuvieron que reptar por pasajes de menos de 25 centímetros de anchura y subir por rocas empinadas y cortantes, en la más profunda oscuridad sino llega a ser por sus linternas. ¿Cómo, se preguntaban los investigadores, terminaron los fósiles en una parte tan remota del sistema de cuevas?
Para responder a esa pregunta, el geólogo Paul Dirks (izquierda), de la Universidad de James Cook, en Queensland, Australia, y sus colegas, analizaron las características de los huesos y la geología de la cueva. Los huesos pueden acumularse en cuevas a través de varios mecanismos: por ejemplo, las crecidas pueden desalojarlos del lugar donde reposaban originalmente, y los carnívoros pueden traer su presa desde afuera. Pero tales situaciones tienden a producir conjuntos de fósiles que contienen una mezcla de especies animales. Y uno de los aspectos más característicos del sitio de Rising Star es que Homo naledi es la única especie animal mediana o grande encontrada allí.
En ausencia de alguna señal indicadora de cosas, como actividad de inundaciones o de carnívoros, los investigadores concluyeron que la explicación más sólida hasta el momento es que Homo naledi arrastraba sus muertos hacia la cámara, siguiendo al menos una parte de la misma ardua ruta que tomaron los científicos. La implicación suponía que esta especie extinta, cuyo cerebro es una tercera parte del nuestro, tenía una comprensión de la mortalidad y una tradición cultural en torno a ese concepto.
Este argumento ha sido recibido con escepticismo desde el principio. Varios expertos expresaron sus dudas en la prensa cuando Dirks, junto con el líder del proyecto, Lee Berger (derecha), de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, y sus colaboradores, publicaron sus resultados en dos artículos en la revista eLife en septiembre pasado.
Pero ninguno de los críticos había publicado sus argumentos contrarios en una revista científica revisada por pares, hasta ahora.
Aurore Val (izquierda), becaria postdoctoral en la Universidad de Witwatersrand, ha escrito una crítica en el Journal of Human Evolution. En ella argumenta que es imposible establecer, basándose en las pruebas presentadas en el informe del equipo sobre el contexto geológico de los fósiles de Homo naledi, que los cuerpos completos fueron dispuestos dentro de la cámara o a su entrada de la manera que sugieren los investigadores.
Val, quien fue estudiante de doctorado de Berger y que ha publicado trabajos con Berger, Dirks y otros miembros del equipo de Homo naledi en el pasado, utiliza varias líneas de evidencia descritas en los informes iniciales para enfatizar su caso. Mientras hace notar que los descubridores tienen todavía que determinar la edad de los fósiles, sostiene que no pueden saber cómo era la cueva cuando los restos entraron en la cámara de Dinaledi. Las cuevas pueden cambiar dramáticamente con el tiempo, y Rising Star podría haber permitido alguna vez un acceso más fácil a la cámara. Val sostiene también que el equipo no analizó suficiente material fósil para descartar daños causados por el agua o por el transporte de carnívoros.
En una respuesta a las críticas de Val, Dirks, Berger y sus compañeros de equipo, escriben en el Journal of Human Evolution que muchas de las críticas de Val son “espúreas” y que se derivan de malas interpretaciones de los datos publicados. La cartografía de la cueva y la roca circundante indican que nunca ha habido una apertura directa desde la superficie hasta la cámara de Dinaledi, afirman, y aunque la geología muestra que la cueva ha cambiado con el tiempo, esos cambios no han alterado de manera fundamental la entrada a la cámara.
Además, Dirks y sus coautores escriben que los estudios de los sedimentos en la cámara muestran que los fósiles no fueron transportados por el agua. Y señalan que el examen macroscópico de todos los especímenes fósiles y la inspección microscópica de más de un tercio de ellos, representando todos los elementos esqueléticos, no revelaron marcas de dientes de carnívoros. Asimismo, escriben que el análisis de las fracturas en los fósiles no identifica una sola que sea consistente con daños producidos por carnívoros.
El hecho de que el Journal of Human Evolution no haya aún publicado su respuesta irritó a los autores, los cuales estaban bajo la impresión de que aparecería al mismo tiempo que los comentarios críticos de Val. Según la co-editora jefe, Sarah Elton (derecha), de la Universidad de Durham, en Inglaterra, tal circunstancia ha sido un malentendido por parte de los autores. Ella explica que no se garantiza la publicación de una respuesta. Todo el contenido pasa a través de la revisión por pares. Si una respuesta es aceptada para su publicación, aparecerá en el mismo número impreso, pero un artículo crítico puede aparecer en internet antes que la respuesta asociada debido al horario de producción de la revista. La respuesta de Dirks y sus coautores está actualmente bajo consideración para ser publicada, afirma Elton.
Investigadores externos, que han visto el comentario crítico de Val y la respuesta del equipo, piensan que algunos de las afirmaciones de Val tienen mérito. “Las cuevas son sistemas muy dinámicos, y es difícil reconstruir estructuras del pasado", dice Jeffrey McKee (izquierda), de la Universidad Estatal de Ohio, y que ha excavado yacimientos de fósiles humanos en Sudáfrica. Él también está de acuerdo con Val en que los investigadores han descartado prematuramente las actividades de transporte de agua y de carnívoros, entre otras posibilidades.
El análisis de la tafonomía, es decir, lo que sucedió con los organismos entre su muerte y el descubrimiento de los fósiles, “debe ser mucho más cuidadoso”, insiste. El hecho de que Homo naledi sea la única especie animal mediana o grande representada en el ensamblaje de los fósiles, aunque inusual, es sin embargo, consistente con otros escenarios de entierros deliberados. Otro enclave surafricano, Taung, donde McKee ha trabajado, contiene un depósito fósil que consiste principalmente en restos de babuinos, probablemente fruto del trabajo de leopardos. Los leopardos a menudo concentran sus esfuerzos de caza en una sola especie, explica McKee. Y pueden hacerlo sin dejar mordeduras o rayones en los huesos. “La mayoría de los carnívoros comen primero las entrañas, de tal manera que en muchos casos no hay marcas”, explica, y añade que los fósiles de babuino de Taung muestran pocas marcas de carnívoros. Por tanto, "La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia", dice.
Martha Tappen (derecha), de la Universidad de Minnesota y especialista en tafonomía, también comparte algo del escepticismo de Val. Aunque ella apoya el enfoque del equipo para averiguar cómo los huesos entraron en la cámara —mediante el estudio de hipótesis competidoras y viendo cómo su evidencia se mide contra las predicciones de esas hipótesis— piensa que el escenario preferido del equipo es difícil de tragar. "Su explicación de que 'Homo naledi' llevaba repetidamente a la cámara a sus muertos durante años es tortuosa e increíble", afirma. Tappen se pregunta si estos humanos extintos podrían haber bajado a la cámara, tal vez en busca de agua o para esconderse de un carnívoro, y quedaron atrapados. “Puede que nunca lo sepamos con certeza”, dice. Pero en su opinión una cosa está clara: "Necesitan seguir excavando".
Dirks dice que eso es justamente lo que el equipo está haciendo. “Seguimos explorando la cueva y hemos encontrado otras cámaras con restos de fósiles humanos que podrían arrojar más luz sobre la cuestión de por qué se hallan restos de 'Homo naledi' en Rising Star”, anota. “Si grupos de todas las edades están igualmente representados en el depósito, la explicación podría ser diferente de una donde el grupo está fuertemente sesgado hacia individuos más viejos o más jóvenes, por ejemplo. Esto no necesariamente puede probar o refutar la disposición deliberada, pero pondrá aún más restricciones”.
En cuanto a la pregunta candente sobre la antigüedad de los restos de Homo naledi, Dirks dice que la datación del yacimiento está en marcha: “Estamos actualmente explorando cinco técnicas diferentes en siete laboratorios de varios continentes, llevando a cabo pruebas de doble ciego mediante tres técnicas para obtener la máxima confianza en nuestros resultados”. Aunque el equipo ha estado bajo intensa presión para determinar la antigüedad del material, la geología del lugar es compleja y los investigadores quieren hacer las cosas bien, explica. “Estén atentos”, dice. “No tardará mucho más”.
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