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Un estudio revela que todos los aborígenes australianos descienden de una única población fundadora que llegó hace unos 50.000 años. CréditoPC Poulsen / Hulton Archive, a través de Getty Images.
Unas muestras de cabellos de principios del siglo XVIII han revelado la fuerte conexión de los aborígenes australianos con el territorio en el que vivieron desde su llegada a Australia hace 50.000 años, según un estudio publicado hoy en la revista Nature.
La conclusión de la investigación se desprende del análisis del ADN mitocondrial, que permite rastrear el linaje materno, de 111 muestras de cabello recolectadas en expediciones antropológicas realizadas en Australia entre 1928 y 1970.
Los resultados, producto del Proyecto de Patrimonio Aborigen, liderado por la Universidad de Adelaida y el Museo de Australia del Sur, ha permitido también elaborar el primer mapa genético detallado de estos pobladores antes de la llegada de los europeos.
Las muestras de cabello analizadas pertenecían a miembros de tres comunidades aborígenes: dos en el estado de Australia del Sur y la tercera en el de Queensland, situado en el noreste del país oceánico.
El análisis mitocondrial reveló que los aborígenes modernos descienden de un mismo pueblo, el que llegó a Australia hace unos 50.000 años, cuando el país-continente aún estaba conectado a Nueva Guinea y se conocía como Sahul.
Modelo del poblamiento de Australia combinando los datos arqueológicos y genéticos, y en el que se muestra los movimientos aproximados de los haplogrupos O y R (oeste) y P, S y M (este). Universidad de Adelaida.
Al comienzo, los primeros pobladores se desplazaron durante un período de 1.500 a 2.000 años a lo largo de las costas oriental y occidental del país oceánico hasta, en una época posterior, reencontrarse en algún lugar de Australia del Sur.
El ADN mitocondrial revela la tendencia de los pobladores aborígenes a permanecer en regiones separadas, pese a los cambios culturales y climáticos como la aridificación y el enfriamiento global de la última glaciación.
"Increíblemente parece que en esa época los patrones básicos para afincarse persistieron en los siguientes 50.000 años y muestran que las comunidades permanecieron en regiones geográficas separadas", dijo el líder del proyecto, Alan Cooper (izquierda), en un comunicado de la Universidad de Adelaida.
Este proyecto genográfico, contemplado para un periodo de diez años y que se encuentra en la fase primera, se desarrolla con el permiso de las comunidades aborígenes y la asesoría de sus ancianos y expertos en ética con el fin de reconstruir la historia genealógica y devolverles sus artefactos.
"El pueblo aborigen siempre supo que esta ha sido nuestra tierra desde el principio de nuestros tiempos", dijo Lewin O'Brian, un anciano de la comunidad Kaurna y donante de uno de los pelos analizados durante el estudio.
O'Brian expresó su confianza en que el trabajo ayude a los miembros de la llamada "Generación Robada" -niños separados de sus familias como parte de la política de aculturación promovida en Australia durante el siglo XX- y otros indígenas a reunirse con sus familiares.
Otro de los investigadores, Wolfgang Haak (derecha), del Instituto Max Planck en Alemania, subrayó que "la reconstrucción genética de la historia aborigen es muy complicada debido a las políticas de los gobiernos pasados de separar y reubicar a los niños".
El profesional acotó que "esta práctica ha borrado muchas de las conexiones físicas entre los grupos y la geografía en la Australia de hoy".
Las muestras de cabello utilizadas para la investigación están acompañadas de datos sobre el lugar de nacimiento, genealogía y documentos escritos y audiovisuales.
Estas existen gracias "a los extensos registros recolectados por Norman Tindale, Joseph Birdsell y otros que formaron parte en las investigaciones que fueron confiadas por el Museo de Australia del Sur", remarcó Brian Oldman, director de esta institución.
El proyecto buscará sumergirse en la tarea de desentrañar los linajes paternos y extraer información del genoma nuclear, agregó el comunicado.
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Cada vez se encuentran más evidencias para demostrar que la primera expansión de nuestra especie fuera de África sucedió hace unos 120.000 años. El paso por el estrecho de Bab el-Mandeb, que en aquella época pudo conectar por tierra firme el cuerno de África con la península de Arabia, fue la puerta hacia la colonización primero de Eurasia y más tarde de América.
Sobre el poblamiento de Australia se sabe cada vez más. Un equipo liderado por Ray Toble y Alan Copper (Universidad de Adelaida) publicaron la semana pasada un artículo en la revista Nature, en el que se analiza una base de datos del ADN mitocondrial de células del pelo de 111 individuos de varias comunidades de aborígenes australianos. Los datos proceden de una colección de 5.000 individuos catalogados en esa Universidad australiana. Las poblaciones autóctonas de Australia están en la actualidad muy dispersas, debido a la política demográfica del gobierno de su gobierno. Es por ello que los autores del trabajo han tenido que realizar un enorme esfuerzo para analizar la información, tras conseguir el permiso de cada uno de los participantes en el estudio.
Hace 50.000 años, durante la última gran glaciación del Pleistoceno, los actuales territorios de Australia y Nueva Guinea estuvieron unidos debido al fuerte descenso del nivel del mar. El llamado continente de Sahul no llegó a conectarse con Eurasia, pero la travesía entre este continente y Sunda (unión de la mayoría de la islas de la actual Indonesia) estaba jalonada por múltiples islas, como el archipiélago de Sulawesi, Flores, Lombok, Timor, etc. Varios yacimientos arqueológicos localizados en islas de la antigua Sahul están fechados en unos 70.000 años, mientras que el resto humano más antiguo del continente, localizado en un yacimiento del lago Mungo, tiene una datación entre 40.000 y 60.000 años.
Por los datos que tenemos de yacimientos del sur de China (Daoxian, Zhirendong), cuyas fechas mínimas se sitúan en torno a los 80.000 años, los miembros de nuestra especie se expandieron muy rápidamente desde África a través de la península de Arabia, los actuales estados de Irán y Pakistán, La India, China, Tailandia, etc., que disfrutaban de un clima favorable. En muy poco tiempo, la expansión del Homo sapiens llegó hasta Sunda. Desde allí, nuestros ancestros navegaron entre las islas hasta arribar al continente de Sahul hace unos 50.000 años.
El análisis realizado por Tobler, Cooper y sus colegas sobre los haplogrupos del ADN mitocondrial demuestra que los aborígenes australianos ocuparon el continente mucho antes de lo que se pensaba. También han demostrado que los grupos humanos se expandieron con enorme rapidez por todo Sahul, para colonizar localidades situadas en la actual costa de Australia y Nueva Guinea hace entre 50.000 y 40.000 años. Desde ese momento, los grupos establecieron una territorialidad manifiesta, que hoy en día todavía permite la diferenciación de subgrupos de población y la existencia de diferentes lenguas. La comunicación entre Australia y Nueva Guinea se perdió con el ascenso del nivel de mar poco antes del Holoceno, pero mucho antes de ese momento las tribus de uno y otro territorio ya no se mezclaron.
Un resultado interesante de este trabajo sugiere que los actuales aborígenes australianos hibridaron con los misteriosos denisovanos antes de recalar en Australia. Del mismo modo que los eurasiáticos llevamos un cierto porcentaje de ADN heredado de los neandertales, también pudimos tener descendencia con las poblaciones autóctonas que se cruzaron en nuestro periplo por el sur de Eurasia hacia los confines de Australia y América. La historia de nuestra especie, aún siendo reciente y todavía joven, tiene muchos capítulos que desconocemos. Todos ellos se podrán ir averiguando gracias a la capacidad para leer y comprender la información que llevamos en el ADN.
Fuente: quo.es | 21 de marzo de 2017
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