El canibalismo en Atapuerca buscaba controlar los recursos del entorno

Fuente: diariodeburgos.es | IPHES | 5 de mayo de 2014

La práctica del canibalismo en Atapuerca se realizaba en ocupaciones de larga duración para tener el control sobre los recursos del entorno, a modo de competencia entre grupos de individuos de la misma especie. Así lo asegura la investigadora Palmira Saladié en un artículo publicado en la prestigiosa revista Quaternary Science Reviews.

Según las conclusiones del equipo de investigación que el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social ha realizado, en presencia de los humanos los grandes carnívoros sociales que compartían el entorno de la Sierra de Atapuerca con los homínidos permanecían alejados de la Gran Dolina.

Palmira Saladié, de pie, junto a su equipo de investigadores, Isa Cáceres, Rosa Huguet y Antonio Rodríguez. Gerard Campeny / IPHES
 

Desde que en 1994 se descubrieron los primeros restos de Homo antecessor las investigaciones sobre los episodios de canibalismo que se sucedieron en el nivel TD6 -2 del yacimiento de Gran Dolina no han parado. En este estrato, de entorno a los 800.000 años de antigüedad, han aparecido más de 160 fósiles de esa especie con marcas de corte realizadas con las herramientas líticas y con fracturación intencionales, siendo el caso de canibalismo conocido más antiguo. Los restos de homininos de este conjunto están procesados y consumidos por otros congéneres, como lo demuestran las mordeduras humanas observadas.

Su interpretación 

El equipo que ha estudiado el caso ha llegado a estas conclusiones después de haber analizado los restos de Homo antecessor mencionadas y 4.412 restos de fauna. Uno de los principales ejes de la nueva investigación ha sido profundizar en las señales registradas en huesos consumidos y modificados por los grandes carnívoros que existieran en la época y los individuos que se los comían, culminando de esta manera una serie de investigaciones realizadas desde de la zooarqueología y la tafonomía, que se encargan del análisis de las alteraciones que han sufrido los fósiles y de su interpretación.

Restos canibalizados de Homo antecessor - IPHES

 De esta manera se ha podido constatar que en TD6-2 se acumulan y mezclan los restos de diferentes episodios en los que se dieron diferentes conductas. "Así queda claro que los carnívoros solo accedieron a la cueva en los momentos que no estaban los hominidos y consumían los restos de los animales que aquellos habían abandonado. Los carnívoros no accedieron nunca sobre los restos de los hominidos", puntualiza Palmira Saladié. "Esto nos ha permitido determinar que el canibalismo está asociado a ocupaciones territoriales de larga duración", señala la misma investigadora.
 

Estos dos factores sugieren que el canibalismo se produjo en un entorno en el que había un cierto nivel de competencia intraespecífica (o sea, entre miembros de la misma especie). "Estos rasgos ponen los homininos del Pleistoceno Inferior Europeo en la parte superior de la cadena alimentaria e indican que ellos podrían controlar los recursos animales, incluso cuando los carnívoros estaban por los alrededores", indica Saladié.

Fragmentos de huesos de animales con mordeduras de carnívoros encontrados en Gran Dolina, en el nivel TD2-2 - IPHES

El descuartizamiento, un gran peligro

Aún así, descuartizar un animal una vez cazado el aire libre podía entrañar peligro ante la presencia de animales como grandes felinos (tigres dientes de sable) o hienas. Un espacio cerrado, como en el complejo kárstico de la Sierra de Atapuerca podría ser un refugio adecuado para descuartizar y consumir sus presas, reduciendo el riesgo que podían acarrear otros depredadores. La capacidad de control de los recursos y de mantener alejados a este carnívoros de la Gran Dolina, permite situar los homininos de hace un millón de años en lo alto de la cadena trófica.

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el mayo 7, 2014 a las 4:41pm

María Martinón Torres: "En Atapuerca había canibalismo para marcar territorio"

Fuente: elcorreogallego.es| 7 de mayo de 2014

Foto: La investigadora María Martinón-Torres, en la entrevista. EFE. Brais Lorenzo

Diez años después de que se descubriese la existencia de canibalismo entre homínidos, hay estudios que parecen situar esta práctica entre grupos de la misma especie desde hace 800.000 años, dato que constata la experta María Martinón-Torres, y dice que este era el recurso en Atapuerca para "marcar territorio".

Un nuevo análisis publicado en el 'Quaternary Science Reviews' ha ratificado la presencia de casos de canibalismo en este especie, el 'Homo antecessor', el Hombre de Atapuerca. En concreto, los restos de este homínido, posible ancestro del 'Homo heidelbergensis' y los Neandertales -hallados en el yacimiento de la Gran Dolina-, determinan que habrían servido de comida. En su mayoría niños de corta edad, devorados por sus congéneres.

Esta doctora, experta en antropología dental, ha confirmado este extremo en una entrevista con Efe, en la que ha desgranado sus conocimientos sobre los homínidos que moraron en la sierra burgalesa de Atapuerca y ha expuesto su visión del canibalismo, práctica común en sociedades prehistóricas y primitivas en todos los continentes.

Además de dirigir el Grupo de Antropología Dental de Atapuerca, esta orensana está desarrollando una línea de paleopatología para analizar las enfermedades que sufrían los homínidos y conocer de qué manera les afectaban en su supervivencia.

Martinón-Torres, quien precisa que las víctimas solían ser "niños, sujetos inmaduros", al ser el eslabón más débil de la cadena, detalla que el objetivo era defender su territorio, para lo cual "causaban un daño" al grupo o tribu, con lo que estaría "abocado a desaparecer".

Esto podría obedecer a un comportamiento cultural donde "unos grupos se desafiaban a otros para marcar territorio", concreta.

Tras varios años de indagaciones, esta experta oriunda de Orense hace alusión a la evolución humana, a través de "un hilo conductor algo fuera de lo habitual, quizás", como son las enfermedades y de qué modo les repercutían.

Tras una conferencia ofrecida en Orense, bajo el título "Los homínidos de Atapuerca. Salud y enfermedad en la humanidad extinguida", Martinón resalta como uno de los principales cambios la mejora en los tratamientos médicos.

Como médico de formación, la especialista asegura que el estudio de las enfermedades de los fósiles da mucha información para conocer el proceso evolutivo, especialmente a través de los dientes, debido a su estado de conservación.

"Llama la atención que hay muchas patologías, como infecciones, que probablemente en la actualidad no tendrían la mayor importancia, porque tenemos antibióticos, pero que podían ser de carácter mortal en el pasado".

Así, sostiene que los homínidos tenían "muchas" patologías bucodentales, como el desgaste muy irregular, problemas de oclusión, periodontitis e infecciones por un "uso muy agresivo y exagerado de los dientes".

Tal circunstancia habría propiciado la "cohesión social".

"Tenemos casos de patologías que han conllevado la necesidad de cuidados del grupo para poder sobrevivir, como el de una niña de unos diez años con una deformación craneal de nacimiento y que llegó hasta esa edad porque había un grupo que cuidó de ella, hace medio millón de años", refleja.

El 'Homo sapiens' desarrolló "de una forma marcada el cuidado del otro, que es lo que nos ha hecho fuertes".

Las similitudes también se aprecian entre el hombre actual y los neandertales, los cuales "tenían una forma muy similar de crecer" e incluso "una niñez".

Martinón-Torres forma parte del equipo español que estudia los dientes humanos fósiles de los principales yacimientos chinos, hasta ahora vetados a investigadores del exterior. En este grupo también está el coruñés José María Bermúdez de Castro.

La orensana hace alusión, asimismo, al posible origen asiático de las poblaciones europeas, según los trabajos realizados en los últimos años. En base a tales informes, los ancestros inmediatos habrían surgido en algún punto de Asia, según sugieren algunos investigadores. De confirmarse, esto significaría que el origen de los primeros europeos está en Asia, y no en África, como se pensó un primer momento, concluye.

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