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En la imagen, la excavación arqueológica que se realizó el verano pasado. En primer término puede contemplarse el pavimento neolítico, de unos 7.000 años de antigüedad, en el que aparecen mezclados y revueltos restos de cerámica y huesos humanos y de animales
El equipo de investigación se ha centrado en el estudio y excavación de dos hogares, en los que han aparecido, mezclados, huesos humanos y de animales de muy corta edad, incluso fetos.
Vía: Heraldo.es | Mariano García | 31 de julio de 2011
El dato se maneja con la prudencia habitual en las investigaciones científicas. Pero ya se habla abiertamente de la hipótesis.
«Tenemos ciertas evidencias de un posible canibalismo ritual», señala el arqueólogo Manuel Rojo Guerra (izquierda), de la Universidad de Valladolid. Rojo dirige junto a José Ignacio Royo (derecha) las excavaciones en la cueva de Els Trocs (Bisaurri, Huesca), y todavía no sale de su asombro por todo lo que está apareciendo allí. Una de esas evidencias es, según parece, una tibia humana partida por la mitad longitudinalmente. Pero hay más.
Rojo, de momento, no quiere lanzar las campanas al vuelo. «Hemos terminado la campaña de excavaciones el jueves, y no hemos tenido tiempo de valorar bien los restos encontrados. Será durante las próximas semanas cuando podamos empezar a sacar conclusiones. Pero está claro que allí, hace 7.000 años, se celebraban ritos variados y sorprendentes a los ojos de hoy».
Y José Ignacio Royo añade: «De momento, hipótesis tenemos todas y seguridades ninguna. Pero estamos alucinados por lo que estamos comprobando allí».
Hace unos días, por ejemplo, el equipo de investigación excavó dos fosas rituales. «En una de ellas encontramos restos óseos de bóvidos -relata Manuel Rojo-. Y en la otra apareció una sorprendente deposición de restos humanos y de animales: los huesos de la cara de un niño de unos seis años de edad, aparentemente cortados, junto a los de varios fetos de cordero, uno de ellos de 114 días de gestación, por lo que le faltaban 9 días para nacer. Y esos restos óseos aparecen perfectamente colocados y dispuestos, no están allí porque sí».
Fauna doméstica y salvaje
El equipo de especialistas que está trabajando en la cueva no quiere que estos detalles morbosos y llamativos oculten una verdad incontrovertible: el yacimiento de la cueva de Els Trocs es único en su género. Descubierto por el arqueólogo aragonés Héctor Arcusa en 2007, dos años más tarde se realizó un sondeo y, en 2010, las primeras excavaciones.
Al principio, los investigadores pensaban que la cueva era un simple refugio de verano ocupado por pastores neolíticos que aprovechaban los altos pastos del Alto Isábena, al norte del pico Turbón. Pero las pésimas condiciones de habitabilidad de la cueva y la presencia de pavimentos de piedras y cerámica con restos humanos con tratamientos 'perimortem', es decir, justo inmediatamente después de producirse el fallecimiento, han llevado a pensar que en determinados momentos la cueva de Els Trocs pudo utilizarse como un enclave de carácter ritual.
En la campaña de 2011 se ha confirmado esta hipótesis. Se ha comprobado el uso eminentemente ritual de la cueva, que es de reducidas dimensiones: unos 15 metros de longitud por 6 de anchura. «Está a unos 1.560 metros de altura sobre el nivel del mar, y en el interior hay una temperatura de 6-8 grados y una humedad relativa del 98 por ciento -relata José Ignacio Royo-. No es el típico refugio de pastores. Y en el pavimento nos aparecen mezclados restos de cerámica con huesos humanos y huesos de animales muy jóvenes. Nadie hace un pavimento con huesos humanos. ¿Qué finalidad tuvo aquello? De momento tenemos más preguntas que respuestas, porque hasta ahora no se ha encontrado nada parecido en España. Pero, ¿cómo averiguamos lo que pensaba la gente hace 7.000 años?».
En las excavaciones se ha encontrado una rica y variada muestra de fauna doméstica (vaca, oveja) o salvaje (ciervo, jabalí) y acompañada de algunos ejemplares de industria lítica, como láminas y microlitos geométricos, junto a cuentas de collar y colgantes de concha y piedra, hachas pulimentadas y una extraordinaria industria ósea, en forma de punzones, agujas o espátulas. La cerámica también es variada: lisa y decorada con motivos geométricos con técnicas como la incisión, el acanalado, o la impresión cardial, de punzón o de peine.
El yacimiento se encuentra en muy buen estado de conservación, y el equipo de trabajo, interdisciplinar, está realizando todo tipo de estudios a los vestigios que aparecen. Se estudia desde la geología del terreno hasta los granos de polen encontrados. Pero las conclusiones de esta camapña no estarán hasta dentro de unos meses, cuando todos los especialistas pongan en común sus avances. Los arqueólogos responsables del proyecto aseguran que para completar la excavación queda al menos una campaña más.
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