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Vía: msnbc.com | Winnw Parry| 20 de abril de 2012 (Traducción: G.C.C, para Terrae Antiqvae)
La llegada de una nueva variedad de plantas, particularmente gramíneas, pudo haber alterado el medio ambiente en formas tales que podrían haber ayudado a presionar a nuestros antepasados a adquirir aquellos rasgos que vienen a definir a los seres humanos modernos.
Los investigadores han reflexionado mucho tiempo sobre lo que llevó a la aparición de la postura erguida, el uso de herramientas, la comunicación simbólica y el aumento del cerebro. Algunos científicos apuntan a cambios en el entorno, incluyendo un cambio de bosque a sabana en África, después de que la línea de los seres humanos se separó de la de los chimpancés, hace más de 6 millones de años.
La propagación de los pastos de sabana pudo haber sido una condición previa para la evolución de los rasgos que caracterizan a nuestro género, Homo, sugirió Rowan Sage (izquierda), de la Universidad de Toronto, en una conferencia sobre la evolución humana y el cambio climático en el Laboratorio terrestre de Lamont-Doherty, aquí en Nueva York, el pasado 19 de abril.
La clave -tal como lo es para la vida en la Tierra- es la fotosíntesis, dijo Sage. En la fotosíntesis las plantas toman el dióxido de carbono de la atmósfera y, usando agua y energía del sol, lo convierten en materia orgánica. En el proceso ellas producen oxígeno, un componente de la atmósfera y un elemento necesario para la vida animal.
Después de unos 35 millones de años, una versión mejorada de la fotosíntesis surgió: la llamada vía C4. Y con el tiempo las plantas que la empleaban, incluyendo pastos y juncos, se propagaron. Una disminución del nivel de dióxido de carbono en la atmósfera parece haber sido el responsable para el cambio a C4. Las evidencias químicas sugieren que los gases de efecto invernadero disminuyeron durante decenas de millones de años.
Las plantas C4 pudieron utilizar el dióxido de carbono de manera más eficiente para alimentarse, y empleaban menos agua, haciéndolas así más adaptables a los ambientes secos, como los favorecidos durante la etapa del Plioceno, la cual comenzó hace alrededor de 5,3 millones de años, cuando los pastizales y las sabanas se extendieron.
Como fuente potencial de alimento las plantas C4 no eran la mejor innovación. Ellas ofrecían hojas duras y fibrosas, granos de semilla pequeños y rizomas cortos y fibrosos. Incluso hoy en día, sólo unas pocas docenas de plantas C4, más significativamente el maíz y la caña de azúcar, se cultivan para la alimentación.
Sin embargo, algunos otros animales estuvieron mejor adaptados para digerir estas plantas. Los rumiantes, como vacas y búfalos, regurgitan y mastican esta dura comida, dijo Sage.
"Por lo tanto, la posibilidad es que la evolución humana fue impulsada por nuestros antepasados al salir y apresar a los animales que podían digerir la vegetación C4. Pero tuvieron que hacer frente a estos muchachos", dice Sage, refiriéndose a la foto de un león durante su presentación.
En consecuencia, dada la opción de alimentarse de los animales que comían vegetación C4 y la necesidad de evitar a los depredadores, los primeros humanos podrían haber evolucionado hacia una postura erguida, comenzando a recorrer largas distancias, llevar a cabo amplias cacerías en grupos para defenderse contra los depredadores, y desarrollando otros rasgos claramente humanos.
Al poner más dióxido de carbono en la atmósfera por la quema de combustibles fósiles y otras actividades, los seres humanos modernos pueden estar modificando el equilibrio entre las plantas C4 y C3, de acuerdo con Sage. De cerca de 300 partes por millón, alrededor del año 1900, las concentraciones de dióxido de carbono han aumentado a 390 partes por millón, y hay algunas pruebas de pastizales que se están llenando con plantas leñosas C3, comentó Sage.
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